¿Nueva política industrial?
Más de lo mismo, otra vez
Con más entusiasmo que bases reales, la Secretaría de Economía presentó en sociedad lo que denominó
nueva política industrialdel país, la cual, cuando menos en términos abreviados, no difiere de la aplicada en tiempos neoliberales y una vez más pretende dejar al Estado como mero
observadorde lo que imponga el sacrosanto
mercado.
De acuerdo con dicha institución, la
nuevapolítica industrial
promoverá una mayor competencia económica, aprovechará la apertura comercial, impulsará la mejora regulatoria, generará un entorno de negocios amigable, alentará el crecimiento de la pequeña y mediana empresa, fomentará la digitalización del sector manufacturero, modernizará los procesos de normalización e impulsará la infraestructura de la calidad, propiciará la economía de la salud, aumentará el financiamiento de la banca de desarrollo e incentivará los proyectos industriales en las regiones más rezagadas del país.
Nada nuevo, pues, porque ese listado de buenas intenciones se escuchó
en voz de muchos funcionarios de cuando menos los pasados cuatro
sexenios y el sector industrial se mantiene en la lona, de tal suerte
que más de lo mismo no parece ser la mejor estrategia si la intención es
fomentar el crecimiento y el desarrollo del país.
Por ello, el Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento
Económico (IDIC) advierte que México requiere con urgencia
una política industrial integral de nueva generación, pues si bien
es positivo que se busque crear una política industrial para el país, igualmente prioritario resulta que la misma se deslinde de la lógica de la política económica del modelo neoliberal vigente por más de 30 años.
Recuerda que en 1996, con Ernesto Zedillo en Los Pinos, el gobierno
federal presentó su Programa de Política Industrial y Comercio Exterior,
el cual tiene la misma naturaleza que la
nueva política industrialdivulgada por la Secretaría de Economía de la 4T, es decir, una apertura comercial que no garantiza mayor contenido nacional e integración de cadenas productivas, y más mercado y poco gobierno (algo, por cierto, contrario al compromiso del presidente López Obrador), cuando se pretende que este último se mantenga como un regulador y no como un agente activo que procure el desarrollo de las empresas nacionales y del sistema productivo en general.
Los resultados son conocidos, puntualiza el IDIC: entre 2001 y 2018,
el valor agregado del sector industrial mexicano exhibió una tasa
promedio de
crecimientoanual de 0.8 por ciento, de tal suerte que en ese periodo la política sectorial sólo provocó bajo crecimiento. Entonces,
es claro el resultado que se alcanzará si se continúa con dicha estrategia, porque lo anunciado por la Secretaría de Economía de la 4T
básicamente tiene la misma columna vertebral que la de Zedillo.
¿Cuáles fueron los resultados?: pérdida de competitividad en el ranking
del Foro Económico Mundial (México pasó del lugar 39 que alcanzó en los
años 90 al 56 durante la segunda década del siglo XXI), caída en el
Indicador de Competitividad Industrial de la Onudi, retroceso en la
Productividad Total de los Factores (Inegi), nulo avance en la
productividad laboral, contenido nacional de sólo 27 por ciento en las
exportaciones manufactureras y déficit comercial estructural con la
mayor parte de los países de ingreso medio o alto, salvo con Estados
Unidos.
En síntesis, la ausencia de una política industrial causó el
desmantelamiento del Estado promotor del desarrollo industrial, de tal
forma que, sin lugar a duda, es el momento de reconstruir la
arquitectura de la política sectorial para que México cierre el capítulo
de
la mejor política industrial es la que no existe.
Las rebanadas del pastel
Aunque todos saben cuáles fueron los motivos, el Senado dejó ir
tranquilamente a Eduardo Medina Mora sin mayor explicación… A la
calculadora de México SA le falló la pila: ayer anotó que el ahorro en
las Afore representa algo así como 50 por ciento del PIB, cuando en
realidad es cercano a 25 por ciento.
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