Una de las reivindicaciones históricas del feminismo es la abolición de la prostitución,
y más hoy en día, cuando el lobby proxeneta cuenta con una gran
cantidad de organizaciones a nivel internacional, pseudosindicatos de
prostitutas y hasta partidos y representantes políticos de todos los
colores que defienden el negocio bajo el pretexto de la libertad
individual femenina. Los envites del lobby proxeneta contra el feminismo
y contra las mujeres son de una magnitud extrema. Mientras, se
inauguran macroburdeles, locales de concentración de mujeres víctimas de
trata, en los que son violadas una y otra, y otra, y otra vez. Ante
esto, alguien que se hace llamar feminista no puede andarse con medias
tintas o eludiendo el debate, por polémico, incómodo o encendido que
sea.
Precisamente, hace pocas semanas preguntamos por el tema al colectivo
Afroféminas a través de las redes sociales. Huelga decir que la
existencia de colectivos de mujeres afrodescendientes feministas es algo
enormemente positivo, ya que pueden abordar en primera persona los
problemas concretos que enfrentan esas mujeres, casi siempre
pertenecientes a los estratos más bajos de la sociedad, siendo más
vulnerables a todo tipo de discriminaciones y explotaciones – como la
laboral y la sexual -, lo cual complica mucho la posibilidad de
articularse para defender sus derechos. Es por esto que es
particularmente necesaria la existencia de este tipo colectivos dentro
del movimiento feminista.
Entre el contenido de la web de Afroféminas pueden encontrarse
artículos muy variados, acerca de los prejuicios racistas, el pelo afro –
que tiene su propia sección, como la tienen las cuestiones de moda y
belleza -, las parejas interraciales, sexualidad, un buen número de
críticas al “feminismo blanco”, Rosalía y la apropiación cultural… La
variedad de temas tocados por Afroféminas revisten sin duda interés para
el debate. Sin embargo, no encontré ningún artículo que pudiera ser
útil a unas amigas y conocidas, mujeres gambianas que trabajan
explotadas y sin contrato en el sector de la hostelería en Cataluña, y
que en algunos casos apenas saben leer y escribir. La discriminación
material y socio-económica no parece estar muy presente en la mente de
las integrantes de Afroféminas, en beneficio de cuestiones de corte
identitario en relación al color de su piel o su pelo. El contenido me
resultó un tanto superficial, una miscelánea de denuncias, quejas,
ideas, opiniones y reivindicaciones agrupadas por temáticas, pero sin un
análisis de conjunto de la situación de las mujeres africanas y
afrodescendientes en España. Ni una línea política de fondo, que es lo
que más falta hace. Esto me hizo pensar que Afroféminas está integrado
por un perfil muy concreto de mujer afro, para quienes las cuestiones
económicas y materiales no son la principal preocupación. Y esto es,
evidentemente, muy legítimo, aunque dudosamente representativo de los
graves problemas que enfrentan las mujeres negras en nuestro país.
No encontré tampoco prácticamente ninguna mención – y menos una
posición clara – acerca de los principales debates del feminismo en todo
el mundo actualmente, como los vientres de alquiler o la prostitución.
Hace unos días, al ver que Afroféminas difundía a través de
las redes sociales contenido sobre “trabajo sexual” procedente de la
cuenta de una activista perteneciente a una conocida asociación
argentina pro-prostitución con condenadas por trata de mujeres,
aproveché para preguntarles públicamente por su posición sobre el tema.
Me dijeron que lo estaban debatiendo, y que tenían posturas muy
diversas sobre la cuestión. Esto resulta extraño, teniendo en cuenta que
llevamos ya unos años – en realidad unos siglos – exigiendo la
abolición de la prostitución, debatiendo en la arena política – y de qué
manera – con quienes defienden que se trata de “un trabajo más” para
las mujeres – las pobres, claro -. A estas alturas no es muy creíble
pensar que un colectivo feminista no tenga una postura sobre el tema.
Siendo, además, algo tan sencillo como condenar toda forma de
explotación sexual de mujeres y niñas.
Afroféminas evitó posicionarse de forma explícita sobre la prostitución,
pero lo cierto es que suscribir la idea de “trabajo sexual” ya es
posicionarse, aunque sea de forma implícita. Ninguna abolicionista de la
prostitución habla de la explotación sexual en términos de “trabajo
sexual”. Rehuyeron la cuestión, y no tardaron en preguntarme si soy una
mujer “racializada”. Dejaremos para otra ocasión el análisis de éste
término, muy utilizado últimamente. Sólo decir que me parece
absolutamente desafortunado, ya que sigue dando vueltas a la falsa y
esencialista idea de raza, aplicada a cualquier persona no blanca. El
caso es que no tengo ni idea de qué podría tener que ver el color de mi
piel con la postura de Afroféminas sobre prostitución. Salvo porque sí
la tengo.
Si quieres rehuir un debate es mejor salirse por la tangente. Al
decirles de forma irónica que soy una mujer “racializada”, concretamente
de “raza” blanca, dispararon la acusación de racista que a Afroféminas
parece quemarle en la recámara; y que les sirve de parapeto, de comodín y
de bomba de humo ante cualquier cuestión sobre la que no les convenga o
no quieran pronunciarse. Evidentemente, no era la primera vez que
ocurría esto, pero en este caso ocurrió a propósito de la prostitución.
Además de hablar de racismo, hablaron también del acoso del “feminismo
blanco” – de lo que muy probablemente acusarán también a este texto – en
las redes sociales. Todo por no reconocer que, de facto, secundan la idea de “trabajo sexual”, idea clave de la artillería discursiva del lobby proxeneta.
Publicaron en la web un artículo diciendo que probablemente nunca
tendrían una postura sobre prostitución, y que exigírselo es una muestra
de racismo del “feminismo blanco”, pretendiendo someterlas a una
“prueba de pureza”. Lo ilustraron con una imagen cinematográfica de una
mujer blanca revisando la dentadura a una mujer negra.
Publicaron en la web un artículo diciendo que probablemente nunca tendrían una postura sobre prostitución, y que exigírselo es una muestra de racismo del “feminismo blanco”, pretendiendo someterlas a una “prueba de pureza”. Lo ilustraron con una imagen cinematográfica de una mujer blanca revisando la dentadura a una mujer negra.
Hay un par de cosas que lamentar que este episodio puso de
manifiesto. En primer lugar, la grave banalización de lo que es el
racismo, utilizado aquí en forma muy parecida a las acusaciones de
homofobia contra el feminismo por oponerse a los vientres de alquiler, o
las de transfobia cuando afirmamos que la mujer es el único sujeto que
articula el feminismo. Y en segundo lugar, es lamentable tener que
presenciar cómo un colectivo de supuestas feministas afrodescendientes
se lava las mano y mira para otro lado ante la prostitución, una de las
peores suertes que sufren las mujeres, particularmente las migrantes o,
como dicen algunas ahora, las “racializadas”.
Por suerte, existen feministas afrodescendientes que sí se oponen a la prostitución y que no rehuyen el debate con peregrinas acusaciones de racismo.
Como hemos dicho, a juzgar por las preocupaciones que expresan en su web,
Afroféminas parece estar integrado por un perfil de muy concreto de
mujeres, centradas en su cuerpo y en el reconocimiento de su identidad
afrodescendiente. En entrevistas que pueden encontrarse en la
red, la fundadora de este colectivo explica que está formado por mujeres
pertenecientes a la academia y la universidad. Explica también que se
dio cuenta del racismo que sufría cuando, siendo profesora
universitaria, en la facultad hubo quien llegó a confundirla con la
mujer de la limpieza. Evidentemente, ésta es una confusión
racista, pero una vez más, nada representativa de las brutales
discriminaciones que sufren las mujeres africanas o afrodescendientes en
España. Sin embargo, parece ser el máximo grado de opresión
que ha experimentado la fundadora de Afroféminas. Y, sinceramente, a
sabiendas de lo que sufren las mujeres negras – e incluso muchas blancas
-, lo cierto es que puede darse con un canto en los dientes. Porque
más allá de los muros de la facultad se encontrará con la barbarie de
la prostitución, de los vientres de alquiler y de la explotación
laboral. Cuestiones, éstas, que poco parecen preocupar a
Afroféminas porque, a fin de cuentas, no forman parte de los estratos
sociales más desfavorecidos. Y tampoco muestran una ideología capaz de
analizar en profundidad la cuestión de la clase social y su relación con
el género y el color de la piel, salvo por alguna referencia aislada a
la interseccionalidad, malentendida al concebirla como una simple suma
de discriminaciones, y no como una dialéctica entre clase, género y
“raza”.
De un tiempo esta parte, estamos asistiendo a un ataque coordinado
contra el feminismo y sus luchas desde muchos frentes, acusándolo de
“putófobo” y homófobo por oponerse a la explotación sexual y
reproductiva de mujeres pobres, de transfobo por cuestionar la ideología
queer, y también de racista y blanco. Por suerte, existen
feministas afrodescendientes que sí se oponen a la prostitución y que
no rehuyen el debate con peregrinas acusaciones de racismo. Estas feministas, frente a pseudofeminismos como el de Afroféminas, son las verdaderas compañeras.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario