Ciudad de México. Hasta ahora, en todo el mundo
ningún esfuerzo de protección por el COVID-19 ha dado respuestas de
salud pública centradas en las vulnerabilidades específicas de la
mujeres y hombres afrodescendientes.
Así lo dieron a conocer expertas y expertos independientes de las
Naciones Unidas en un comunicado del pasado 6 de abril, en el cual
llamaron a los gobiernos a garantizar la equidad y la igualdad racial en
la prestación de servicios de salud durante la crisis del COVID-19.
De acuerdo el Grupo de Trabajo de Expertos, la discriminación
estructural podría exacerbar la desigualdad en el acceso a atención y
tratamiento sanitario para las personas afrodescendientes, lo que
provocaría disparidades en los resultados de salud y mayor mortalidad y
morbilidad entre este grupo.
Las y los expertos informaron que existen varias condiciones de salud
que aumentan el riesgo y la vulnerabilidad de manera desproporcionada
entre las personas de ascendencia africana, incluidas la hipertensión,
las enfermedades cardiovasculares, el lupus y los trastornos
autoinmunes, y los efectos metabólicos documentados del estrés racial
crónico. Todas estas se complejizan por razones de género, discapacidad,
clase y orientación sexual e identidad de género, señalaron.
De acuerdo con sus datos, en los países sin atención médica universal
las personas de ascendencia africana enfrentan barreras significativas y
desproporcionadas para acceder a la atención. Incluso en los Estados
con atención médica universal, las personas sin documentos de
ascendencia africana reportaron vivir estas barreras para acceder a la
atención médica incluso antes de que comenzara esta pandemia, explicaron
las y los expertos.
Sin embargo, de acuerdo con la ONU, durante esta pandemia, los
Estados no han reconocido los riesgos de salud específicos que enfrentan
las personas afrodescendientes o cómo la discriminación racial y los
prejuicios implícitos y los estereotipos raciales pueden permear las
políticas.
“Hasta ahora, ningún esfuerzo de protección ha centrado la respuesta
de salud pública en las vulnerabilidades específicas de las personas
afrodescendientes (…) Esto también plantea la preocupación paralela de
que incluso la investigación y la producción de conocimiento en
respuesta a esta crisis pueden pasar por alto barreras específicas para
la atención o el impacto racialmente discriminatorio de una política”,
dijo Ahmed Reid, uno de los expertos independientes de las Naciones
Unidas.
En su declaración, el Grupo de Trabajo de la ONU señaló que un número
desproporcionado de personas afrodescendientes trabajan en industrias
de servicios, viven en comunidades densamente pobladas, enfrentan
inseguridad alimentaria y respecto al agua, y a menudo carecen de acceso
a viviendas seguras.
“Estas son fuentes adicionales de riesgo y vulnerabilidad. En muchos
Estados, las personas afrodescendientes trabajan brindando asistencia
sanitaria en el hogar, como cuidadoras y personal de prestación de
servicios que ayudan a los hospitales y los sistemas de salud a
centrarse en los casos más graves, a pesar de la ausencia de esfuerzos
públicos para garantizar su seguridad y protección”, expresaron la y los
expertos.
El Grupo de Trabajo señaló que la presencia desproporcionada de
personas afrodescendientes en las prisiones y en campos de personas
refugiadas o internamente desplazadas en muchos lugares del mundo era de
particular preocupación, dado el contagio extremo, la falta de medidas
de protección y el uso del trabajo de personas privadas de libertad. “La
disponibilidad continua de personas afrodescendientes para colaborar en
esta crisis no significa que sean excluidas”.
Las mujeres afrodescendientes, un grupo más vulnerable durante las epidemias
De acuerdo con el informe “Mujeres afrodescendientes en América
Latina y el Caribe”, que publicó la Cepal en 2018, no existen datos
suficientes sobre las mujeres afrodescendientes en cualquier rubro de su
vida, en específico los sistemas de salud no incluyen variables de
identificación étnico-racial.
Sin embargo, datos del Brasil demuestran que las mujeres afro han
sido el grupo que menos expresó satisfacción con la atención de salud
recibida, en una proporción 0.4 puntos porcentuales superior en relación
con los hombres negros, 5.3 puntos porcentuales superior en relación
con las mujeres blancas y 5.6 puntos porcentuales más en relación con
los hombres blancos. En este mismo país, la probabilidad de que una
mujer afro no sea atendida en el sistema de salud aún cuando lo busque
es 2.6 veces superior a la de un hombre blanco.
Esta situación se agrava en casos de virus y emergencias sanitarias.
Por ejemplo, según el informe de la Cepal, en el Brasil, uno de los
países más afectados por la epidemia del Zika entre 2015 y 2016, ocho
de cada diez niños recién nacidos con microcefalia y otras alteraciones
cerebrales relacionadas con el virus eran hijos de mujeres afro
(Maisonnave, 2016).
“La epidemia del Zika, por lo tanto, no sólo es una emergencia de
salud pública, sino también el resultado de las inequidades sociales que
aún persisten, lo que señala cómo la falta de acceso universal a
servicios de salud sexual y planificación familiar afecta de manera más
pronunciada a ciertos grupos de mujeres”, observó la Cepal
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