4/07/2020

Columnas y opinión del periódico La Jornada


AMLO, su plan y la reacción de los opositores
 Estados Unidos: más decesos que en seis guerras
Ahorro y crecimiento

El plan que presentó el presidente Andrés Manuel López Obrador provocó reacciones más violentas que de análisis de reflexión. Fue el desquite de la oposición. Después de que fue derrotada en las elecciones de 2018 cayó en la estupefacción, nunca imaginó que su pérdida iba ser del tamaño que fue. Sus candidatos prácticamente desaparecieron del escenario y una reciente reaparición de Ricardo Anaya le valió una dura andanada de ataques en redes sociales. López Obrador tuvo todo 2019 para tejer una fuerte alianza con el Ejército y la Marina para impulsar sus reformas constitucionales para recorrer todos los rincones del país y reafirmar su cercanía con la gente. Sus programas sociales están goteando dinero en la economía de millones de familias. La oposición ha tenido como voceros a Vicente Fox y Felipe Calderón, pero Fox tiene varias semanas que se esfumó, al parecer arrastra problemas fiscales. Calderón perdió autoridad moral con la captura de su secretario de seguridad pública, Genaro García Luna, quien sigue en la cárcel en Nueva York y la formación de su partido está en veremos. AMLO también ha ganado puntos importantes en su lucha anticorrupción, mantiene en prisión a Rosario Robles, Emilio Lozoya, Juan Collado y Alonso Ancira. La oposición comenzó a vivir y reaccionar fuertemente a finales del año pasado y los meses que han transcurrido del actual. Los ataques que ha recibido en redes sociales y las encuestas de opinión amañadas han hecho alguna mella al menos en el ánimo de los grupos antagónicos a los que llama conservadores. En estas circunstancias le cayó encima la pandemia que vino a sumarse al crecimiento cero de la economía. Presentó un plan que más de rescate debería ser llamado de supervivencia nacional. Su eje: primero los pobres y después también los pobres. No gustó a las cúpulas empresariales. Aunque levantan la bandera de defender el empleo –algunos son sinceros– en realidad quisieran pilotear la crisis. Les gustaría que el gobierno pidiera prestado y los ayudara a mantenerse a flote. Eso no es posible, sostiene el Presidente. Ya en otra crisis Ernesto Zedillo recurrió a un préstamo de 50 mil millones de dólares, operación que lideró Bill Clinton y el dinero se empleó para salvar a inversionistas nacionales y extranjeros que habían comprado bonos. La crisis no cedió y Zedillo echó a andar el Fobaproa. Rescató a bancos y grandes empresas –algunos no lo necesitaban– incluso pidiendo dinero a los propios bancos rescatados. Sus deudas las convirtió en deuda pública. Todos los años que han transcurrido desde entonces –cuatro sexenios– ha sido abonada la deuda del Fobaproa, hoy convertida en IPAB, y todavía hoy sus pasivos son de alrededor de un billón de pesos. Este es el momento de crisis que la oposición esperaba para recuperar –si lo consigue– lo perdido en las urnas.
Los muertos de seis guerras
Estados Unidos alcanzó ayer un hito sombrío en su lucha contra el coronavirus: más de 10 mil personas han muerto por Covid-19, según los indicadores de la Universidad Johns Hopkins. Ese total supera el número de muertes en batalla de seis guerras estadunidenses combinadas, según datos del Departamento de Asuntos de Veteranos (VA, citados por USA Today, un total de 9 mil 961 soldados en la revolución estadunidense, la de 1812, la llamada guerra de México, las guerras de los indios, el Escudo del Desierto de Warand y la Tormenta del Desierto.

Vía mexicana ante Covid-19
Otros países la seguirán: AMLO
Negociación con grandes capitales
 Campañas de descalificación
Fiel a su estilo e historial, Andrés Manuel López Obrador se sostuvo en cuanto a los lineamientos de política económica frente a la crisis derivada del coronavirus que dio a conocer este domingo en Palacio Nacional, e incluso redobló la apuesta: dijo que no hay un plan alternativo, aunque se declaró dispuesto a corregir, si las circunstancias así lo demandan más adelante, y consideró que esta vía mexicana será emulada en otras naciones.
La postura optimista del Presidente de México navegó entre aguas embravecidas de sus opositores partidistas, empresariales y mediáticos, que fluctúan entre la exigencia de que el gobierno de la República destine suficientes fondos para el rescate no de las grandes empresas sino de las medianas y pequeñas, y la abierta descalificación del ejercicio andresino de poder, deslizando la demanda de que AMLO deje la silla del máximo mando nacional.
La embestida contra el Presidente de la República tiene varios niveles. En un plano institucional, aún no desbordado, empleados que a la vez son directivos de cámaras y órganos de representación de empresarios y patrones plantean la necesidad de diálogos que permitan corregir el rumbo anunciado por López Obrador este domingo. Estos empleados-directivos presionan declarativamente mientras sus jefes, los verdaderos dueños de los grandes capitales, se reúnen con AMLO en Palacio Nacional para negociar lo que va más allá de los discursos y las arengas. Ayer fue la primera de estas reuniones cumbre y duró más de tres horas.
El otro plano de presión hacia López Obrador trata de alcanzar los resortes defensivos de los ciudadanos ante presuntas o reales amenazas. En las redes sociales y en ciertos medios de comunicación tradicionales se desarrolla una intensa campaña de descalificación del Presidente de México desde presuntos parámetros políticos, físicos y mentales. Se busca sembrar y asentar la percepción de que el país va rumbo a un abismo y que el capitán al mando ni siquiera se permite darse cuenta de la tragedia que asoma.
Esta versión pretende fortalecerse y confirmarse ante la inminencia de riesgos reales que se derivan de la crisis global del coronavirus y del acelerado y traumático diseño de un nuevo orden mundial a partir de dicha crisis: si se multiplican las muertes por el citado virus (que se multiplicarán) y si se llega a complicaciones económicas fuertes (que se llegará), estaría probado que los críticos de AMLO tenían razón cuando planteaban deponerlo o incluso jugueteaban con la posibilidad de actos violentos contra él. Un razonamiento, como puede verse, tramposo y venenoso.

La importancia del consumidor
Cuando se controle al coronavirus, la recuperación de la economía dependerá de los consumidores. Por ahora, la mayor parte de la población dejó de adquirir todo tipo de bienes y servicios, por lo que ya se presenta una fuerte recesión.
Es de vital importancia el consumo porque de eso dependen las empresas. Sin embargo, la mayor parte de analistas y políticos están más preocupados por la caída de la producción y de las inversiones y no por la caída de las ventas; pero los empresarios no realizarán nuevas inversiones y contratarán a más personas hasta que se reactive el mercado.
Imagine usted dos casos sencillos: la fonda de la esquina y el pequeño vendedor de artesanías. Si no hay consumidores que compren una torta, una comida corrida o una muñeca de trapo, ambos microemprendedores no tendrán dinero para hacerle frente a sus necesidades, por lo que quebrarán y se quedarán sin empleo.
La caída del consumo se presenta en todo el mundo, lo que ha generado millones de personas que han perdido su trabajo. En el caso de Estados Unidos el deterioro del empleo no tiene precedente. Las peticiones iniciales del seguro de desempleo en semanas recientes evolucionó de la siguiente manera: el 14 de marzo 282 mil personas se inscribieron en este seguro, el 21 de marzo esa cantidad se multiplicó por 11, al llegar a 3 millones 307 mil y para marzo 28 la cifra se duplicó al situarse en 6 millones 648 mil personas que se quedaron sin trabajo, niveles nunca vistos en Estados Unidos.

¡Qué tiempos aquellos!
 Barones ya no aplauden
Lo que son las cosas: el 8 de octubre de 2008 (avanzada ya la sacudida económico-financiera y seis meses antes de la pandemia por influenza, en abril de 2009) el comandante Borolas, entonces inquilino de Los Pinos, hizo público su plan oportuno contra la crisis (lo divulgó más de un semestre después de que su secretario de Hacienda, Agustín Carstens, reconociera que para el país la situación se ponía color de hormiga), que impulsaría –según dijo– el crecimiento y el empleo, y mitigaría el impacto negativo.
Más tardó Calderón en anunciar su plan oportuno que la cúpula del sector privado (y jilgueros que la acompañan) en ovacionarlo, porque, prometía el susodicho, la estrategia anticrisis no sólo evitará una recesión, sino permitirá mantener un crecimiento económico, si se quiere más lento, pero crecimiento económico y generación de empleos al fin.
¿Qué incluía el paquete calderonista? Entre otras medidas, la construcción, porque a México le hace falta(ojo) una nueva refinería (en realidad, la anunció en marzo de 2008), con 12 mil millones acumulados del Fondo de Estabilización de Petróleos Mexicanos; instrumentación de medidas para acelerar el ejercicio del gasto en infraestructura; apoyo a las pequeñas y medianas empresas; desregular y desgravar aranceles para hacer más competitivo el aparato productivo nacional; conversión de los pasivos de los Pidiregas (Pemex) en deuda pública y exclusión de la inversión de Petróleos Mexicanos del Presupuesto de Egresos.
El déficit público aumentaría un punto porcentual y, a diferencia de lo que ocurre en otros países ahora mismo, el plan oportuno no es un rescate financiero, sino está enfocado al fortalecimiento de los motores internos de la economía, que darán un impulso equivalente a cifras cercanas al 1 por ciento del PIB. En conjunto implica un mayor impulso fiscal, disponibilidad de financiamiento a sectores prioritarios y apoyo a proyectos de infraestructura por un total de 255 mil 300 millones de pesos.
Y de cereza Calderón aseguraba (después de meses de negar el golpe interno, porque la crisis es externa) que la fortaleza de las finanzas públicas evitará una crisis como las que solíamos sufrir en el pasado y que condujeron al país a la bancarrota. Lo he dicho y lo reitero: la situación adversa de la economía mundial tendrá impacto en México, sí, pero saldremos adelante. Una vez que pase esta adversidad el país estará más fuerte, crecerá más rápido y generará más empleos. El gobierno federal tiene un margen de maniobra importante para hacerle frente al problema y evitar que la crisis internacional paralice la economía y provoque despidos masivos.

O AMLO perdió la brújula o nos engañó
No hay explicación ni argumento que valga. En alguna parte de esta, que supusimos sería una nueva historia para el país, Andrés Manuel López Obrador perdió la brújula, o algo peor: durante 18 años, por lo menos, nos engañó a todos.
Es más que doloroso enfrentarnos a una realidad que nos deja, a muchos, sin alternativa para pensar que es posible cambiar el destino del país. ¿Qué parte de la incontrovertible verdad que reza: la iniciativa privada no acompañará su gobierno no entiende el Presidente de México?
Los promotores de la desigualdad no han cambiado, son los mismos a los que López Obrador descalificó, a los que combatió porque significaban, y significan, la desigualdad que durante mucho tiempo el tabasqueño nos hizo pensar que buscaría equilibrar.
Todas las medidas que desde Palacio Nacional se han aplicado –como no condonar impuestos, que golpea a toda la iniciativa privada, incluyendo a los muy pequeños comerciantes, por ejemplo– se vienen a tierra cuando desde el mismo foro, el mismo personaje nos anuncia que devolverá a los concesionarios de radio y televisión los tiempos del Estado.


Editorial
El empresario gasolinero y ex diputado Juan Antonio Vera Carrizal, acusado de fraguar el ataque con ácido que sufrió el año pasado la saxofonista mixteca María Elena Ríos Ortiz, se entregó ayer a las autoridades de Oaxaca, según informó el gobernador de esa entidad, Alejandro Murat.

Repudia posibilidad de que desaparezca el Fonca
Al Presidente de Estados Unidos Mexicanos y a la opinión pública: El Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca) atraviesa por los momentos más críticos de su existencia. Las condiciones para su desaparición se han activado y manifestado con toda su fuerza en días recientes.

La crisis del coronavirus ha visibilizado el papel que el saqueo desempeña en la reproducción del capitalismo actual. Como si fueran modernos bucaneros, los gobiernos de países poderosos como Estados Unidos o Francia se han dedicado a confiscar, sin recato alguno, pruebas médicas, respiradores y mascarillas que otras naciones han adquirido para combatir la pandemia.

El oxímoron es evocado aquí, allá, en todas partes, y de formas diversas: un silencio atronador reina en el planeta.Los ciervos, los osos o los jabalíes se atreven a rondar por calles vacías de ciudades fantasmas. Vivíamos inmersos en un movimiento vertiginoso perpetuo y en el ruido permanente, pero las cadenas de producción cesaron, paró la faena, paró la labor, paró el trabajo.

Hace 15 días ofrecí que continuaría con el tema de la relección legislativa. Veo que no tenía caso: el gobierno está dedicado a enfrentar la pandemia y la recesión, y la autodenominada oposición, a exhibirse como la más ruin imaginable. Nunca en mi vida había estado yo tan cansado, tan avergonzado del terrible nivel de los periodistas y del debate público. Tampoco quiero entrar al análisis del informe de antier que para mí es verdaderamente alentador: no se cede a las presiones ni a los chantajes, ni se volverá a las políticas neoliberales.

James Lovelock es el científico inglés quien junto con la bióloga Lynn Margulis, postularon y demostraron que el planeta Tierra es un organismo vivo, dotado de mecanismos de autocontrol que son tremendamente delicados y frágiles. A toda su demostración, que es científicamente impecable, se le llamó la teoría de Gaia, en honor a la diosa griega de la tierra. Hace 14 años Lovelock publicó La venganza de Gaia (Penguin Books, 2006) en el cual sintetizó las reacciones del ecosistema global ante los impactos de las actividades humanas. Desde cada una de las cosmovisiones de los 7 mil pueblos originarios o indígenas del mundo, existe una visión similar: el castigo de la madre tierra surge porque los humanos no han escuchado su voz y han rebasado los límites marcados por ella. Ya sea desde la ecología científica o desde la ecología sagrada, hoy existe un consenso cada vez más generalizado de que todo daño que se inflige a la naturaleza termina revirtiéndose y que la humanidad debe reconstituirse a partir de su reconciliación con el universo natural, es decir, con la vida misma.

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