Miguel Lorente Acosta
A pesar de los intentos de muchos medios por usar en lenguaje inclusivo estos días, la mayoría de las veces, al referirse al personal sanitario se habla de “médicos y enfermeras”. Se reproduce así el estereotipo que asocia el conocimiento y la razón a lo masculino, y el cuidado y el afecto a lo femenino. Y se hace al margen de la realidad.
Hoy, por encima del 55% de quienes ejercen la Medicina son mujeres, y en el grado de Medicina aproximadamente el 70% del estudiantado son también mujeres. En Enfermería el 84% de sus profesionales son mujeres, mientras que en los estudios de grado representan el 80%. Por lo tanto, ante esta realidad sería más correcto hablar de “médicas y enfermeras”.
Pero claro, si se hace, rápidamente se dirá que el masculino es neutro y que incluye a hombres y mujeres, pero curiosamente sólo se utiliza para referirse a los “médicos”, no a los “enfermeros”,
por lo cual, según ese mismo razonamiento, el 16% de los enfermeros
hombres quedan excluidos al llamar al grupo como “enfermeras”, puesto
que el femenino no les incluye. Entonces se dirá que se hace referencia a
“enfermeras” porque históricamente ha sido una profesión muy feminizada,
lo cual es cierto, sin embargo, para los puristas del lenguaje real y
académico se seguirá sin incluir a los hombres, negando, al mismo
tiempo, el reconocimiento del trabajo realizado mayoritariamente por
mujeres al impedir su representación a través del lenguaje.
Lo digo porque los colegios profesionales se han denominado tradicionalmente con el masculino
de quienes los formaban por esa doble razón, por un lado, porque en su
origen prácticamente eran sólo hombres quienes los formaban, y por otro,
porque después, cuando se incorporaron mujeres de manera progresiva, el
masculino neutro las incluía. Pero la trampa de este planteamiento formal se demuestra en la práctica al comprobar lo sucedido con Enfermería.
Si se toma el argumento de que la inmensa mayoría eran mujeres, debería haberse llamado “Colegio de Enfermeras”,
y si utiliza el criterio de que el masculino incluye a mujeres y
hombres, aunque estos sean minoría, debería haberse denominado “Colegio de Enfermeros”. Pero no se ha llamado de ninguna de esas dos formas, y se llamó “Colegio de Enfermería”; imagino
que por esa “vergüenza ajena” que supone llamarlo en masculino cuando
se es consciente de que la gran mayoría de las personas que lo forman
son mujeres, pero al mismo tiempo con plena conciencia para negarse a llamarlo en femenino
y reconocer la labor y dedicación que durante siglos han hecho las
mujeres en Enfermería. Ha preferido utilizar la vía intermedia que hace
referencia a la profesión.
Lo curioso, y donde se refuerza la construcción machista en toda esta forma de entender y denominar la realidad,
se produce al comprobar que todo ese planteamiento que utiliza el
nombre de la profesión de Enfermería para llamar al colegio que reúne a
los hombres y mujeres que la ejercen, se ha considerado válido, sin
embargo, se entiende incorrecto e inaceptable para el resto de colegios profesionales. De manera que se denominan (centrándonos en la profesión y quitando adjetivos), por ejemplo, Colegio de Médicos, Colegio de Ingenieros, o Colegios de Abogados, y no se admite que se denominen Colegios de Medicina, Colegios de Ingeniería o Colegios de la Abogacía,
argumentando que agrupan a las personas que ejercen la profesión para
abordar sus cuestiones profesionales, no a la profesión. Por lo visto,
entonces, quienes ejercen la Enfermería no son personas, puesto que en
esa profesión mayoritariamente desempeñada por mujeres, ¡oh casualidad!,
si se ve bien denominar a su colegio bajo la referencia de la profesión
(“Colegio de Enfermería”), no de las personas que la ejercen.
El lenguaje sólo reproduce las ideas que la cultura entiende adecuadas y válidas,
y así las representa en la conciencia de las personas. Y aunque el
masculino se entienda como neutro deberíamos llamar al pan pan, no masa
de harina fermentada y horneada, al vino vino, no mosto fermentado; y a
las médicas médicas, a los médicos médicos, a las enfermeras enfermeras y
a los enfermeros enfermeros. Y así con el resto de las profesiones y
trabajos.
Y muchas gracias por el gran trabajo y ejercicio de responsabilidad que están realizando estos días.
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