4/05/2020

Columnas y opinión del periódico La Jornada domingi 5 abril 2020


Optimismo frente a la pandemia
La forma de ver una calamidad como la que padecemos con cierto optimismo es esperar que se vuelva una incitación y que genere una respuesta creativa en nosotros (Toynbee). Un impulso para que México aproveche la lección de la desdicha y busque soluciones mejores a las usuales. Entre muchos aspectos negativos de nuestra sociedad, la epidemia está poniendo en relieve al desastroso sistema sanitario que dejaron los gobiernos que piadosamente llamamos neoliberales. Un aspecto más grave es la desigualdad en la que vivimos: 50 millones de personas que viven en el nivel de pobreza y algunos sectores en la miseria.
A veces las incitaciones son tan grandes que lejos de estimular a una sociedad, la colapsan. Nuestra historia tiene un ejemplo: las grandes epidemias del siglo XVI asociadas a la guerra y al hambre mataron, probablemente, al 80 o 90 por ciento de la población indígena. Fue una incitación imposible de responder. Para el siglo XVIII de los 14 o 20 millones de indígenas con los que se encontraron los conquistadores españoles, quedaban sólo un millón 300 mil, pero se habían añadido 300 mil blancos y otro tanto de mestizos y negros. ¡Había surgido una nueva nación!
La actual pandemia no tendrá el carácter apocalíptico de las calamidades del siglo XVI y se encontrará con una sociedad mucho más articulada y fuerte. Como dicen los economistas, se abrirá una gran ventana de oportunidad para reformas profundas, en nuestras relaciones con el exterior y en nuestra conciencia de la desigualdad, que es la llaga abierta en el corazón de México.
Sabemos que esta peste va a concluir y que el problema sanitario está bien manejado. ¿Qué haremos con la crisis económica y social que será su secuela? ¿Cómo responderemos a estas incitaciones? Al menos en las grandes líneas podemos tomar una idea de Freud que señaló que el trabajo y el amor son los signos de la salud emocional. El trabajo creativo encontrará nuevas soluciones. Y en cuanto al amor diríamos que las familias se unirán en el aislamiento y la solidaridad en México y en el mundo tendrá su oportunidad.

Netanyahu: el “Deep State” controla Israel y países se hundirán como Titanics (sic) por el Covid-19
En un abordaje multidimensional/plural/dialéctico, impactaron dos declaraciones incendiarias del primer ministro israelí Bibi Netanyahu –con cargos criminales a cuestas(https://bit.ly/34f9wpU)–, debido a sus estrechos lazos con el eje Trump/Kissinger/Jared Kushner, además de sorprendentes juegos de poder en Israel, que en su conjunto reflejan la dinámica de los nuevos órdenes locales/regionales/global.
Dejo para otra ocasión el artículo de Kissinger al WSJ –dislocado, a mi juicio– sobre el nuevo orden mundial post-Covid-19 (https://on.wsj.com/2wTuRZO).
Algo muy fuerte debió haber ocurrido tras bambalinas para que el general y ex jefe del Estado mayor, Benny Gantz (BG), seleccionado por el presidente Reuven Rivlin para formar el nuevo gabinete, haya preferido presidir el Congreso. Quienes conocemos el Medio-Oriente, a sus países y actores, entendemos que no es común que un general, de la talla de BG, haya sucumbido a muy fuertes presiones del eje Trump/Kissinger/Jared Kushner cuando Israel y su complejo militar industrial son tan dependientes de la ayuda de EU.
El mismo eje nacionalista Trump/Kissinger/Jared Kushner, en franca confrontación con los banqueros globalistas Rothschild y George Soros, fustigan a los respectivos “ Deep State” de EU e Israel.
El hijo de Trump ha comentado que “solamente un ‘loco (sic)’ niega al “ Deep State” (https://bit.ly/3aLjUb4)”.
Netanyahu –cuyo hijo expuso el control globalista de George Soros(https://bit.ly/39KdS9B)–, comentó a puerta cerrada que en Israel no existe democracia ya que está controlado por el “ DeepState”: un gobierno de burócratas y juristas, según el rotativo opositor Haaretz, muy cercano a Soros, que se burla de sus “teorías conspirativas (https://bit.ly/39Cbemc)”.
Días antes de su espectacular arreglo con BG, Netanyahu lo instó a salvar a Israel conforme los países se hunden como Titanics.
Esta declaración no es menor, debido a los lazos estrechos de Netanyahu con el eje Trump/Kissinger/Jared Kushner y, también, debido a la omnipresencia de sus servicios secretos en varias naciones de Latinoamérica y Europa, en estrecha alianza con su diáspora que lo mantiene muy bien informado.

Lenín Moreno oculta el número de muertes
Llegan noticias aterradoras del Covid-19 en Ecuador, principalmente de Guayaquil, provincia de Guayas, sobre el Pacífico, segunda ciudad del país e importante centro comercial y financiero con 2.7 millones de habitantes. Afirma la BBC que Guayas había reportado el primero de abril más víctimas que naciones latinoamericanas enteras: 60 muertos y mil 937 infectados (mil 301 en Guayaquil). Circulan profusamente imágenes de cadáveres expuestos o quemados en las calles por el colapso del sistema de salud y funerario. Otros son apilados en bolsas en las estaciones de policía.
Reporta el diario argentino Página 12: fuentes en la Policía Científica de Guayas revelan un escandaloso ocultamiento de muertes por Covid-19 perpetrado por el gobierno de Lenín Moreno. En esta ciudad –afirman– hay, como mínimo, 70 fallecimientos por día producto del virus. Sucede que hay una trampa. El protocolo que se puso en marcha no exige que se verifiquen las razones de la muerte, de manera que se termina computando el deceso como de causas no concluyentes. La cremación es obligatoria y a los familiares directos se les permite ver el cuerpo apenas cinco minutos. En los textos oficiales figura la frase superados en la capacidad de respuesta.
El diario bonaerense informa que el gobierno de Moreno pagó, la semana pasada, unos 350 millones de dólares al FMI por concepto de deuda externa. Concluye que como otros gobiernos neoliberales mochó el presupuesto de salud en un 30 por ciento. Más claro no canta un gallo.

La extrema situación que pasan los sin techo en Berlín durante la emergencia por Covid-19
De acuerdo con cifras oficiales, en la capital alemana alrededor de 2 mil personas viven en la calle, muchas de las cuales no se han enterado del todo de que deben seguirse las medidas restrictivas y el confinamiento dictado por el gobierno para evitar la propagación del Covid-19, que desde hace casi dos semanas tienen al país prácticamente paralizado.
El perfil de las personas –aquí llamadas sin techo– en una metrópoli como Berlín no puede siquiera compararse con los indigentes de otros países.
Se trata, en muchos casos, de personas con problemas de alcoholismo, ciudadanos europeos que han emigrado temporalmente para trabajar en Alemania y no cuentan con los recursos necesarios para financiar una vivienda ante la explosión del voraz mercado inmobiliario que hizo de esta capital una de las más atractivas de Europa.
Aunque el calendario marcó ya la entrada de la primavera, durante las noches el termómetro sigue con temperaturas invernales bajo cero, condiciones especialmente difíciles para estas personas.
Ciudadanos europeos de Rumania o Bulgaria que viven en las calles de Berlín se encuentran ahora expuestos a un mayor riesgo de contagio. Se han quedado sin trabajo y tampoco les es permitido regresar a sus países de origen ante las fuertes medidas de control en las fronteras europeas.

Desde la ventana
I. Flores del mal
Las jacarandas se deshacen en lágrimas azules que lucen como flores.
II. Sentidos
No lo nombro: es el mal. Desde que apareció y nos obliga a la sana distancia y al aislamiento, el mundo –nuestro mundo– se redujo a lo que puede mirarse a través de la ventana. La visión es, por obvias razones, limitada: en sentido horizontal nos ofrece unos metros de banqueta con su hilera de casas, pequeños establecimientos fuera de servicio, automóviles erizados de alarmas que aúllan ante cualquier cercanía amenazante.
Al levantar la mirada nos topamos con una muralla de edificios desiguales, anuncios espectaculares, algo de las montañas que poco a poco se han ido desnudando del verde; y, por encima de todo, un cielo luminoso, prometedor de horas mejores pero también lejano.
En esta nueva era de aislamiento, el oído nos permite atrapar con mayor nitidez, revalorados, ciertos sonidos que nos provocan la ilusión de que todo sigue igual y de que el mundo palpita como antes: el motor del avión que cruza la ciudad y el estruendo del helicóptero que la sobrevuela, el carraspeo de las motocicletas, el claxon de un tráiler que, semejante al silbato de un tren, nos provoca añoranzas.
Conforme avanzan las horas, en la calle se escucha el pregón con que el repartidor de gas anuncia sus servicios. Horas más tarde se oye, alegre como nunca, la campanilla, que avisa con anticipación la llegada de los trabajadores de limpia: cinco héroes, cinco hombres risueños y tatuados envueltos, como es su costumbre, por la música que a todo volumen sale de un afónico equipo de sonido.

Recuerdos
 Empresarios (CXXVII)
Ay. las envidias...
Todas las ilusiones de Conchita y Ruy de Camara, de presentarse; ella como gran figura, amén del cariño de los ex compañeros de este y su pléyade de amigos.
Resultó que todos los de a caballo se negaron a alternar con La diosa del toreo, y ella no cesaba de llorar, mas por lo que su apoderado estaba sufriendo, por lo que se oponían, esgrimiendo como razón que la ley portuguesa exigía que al celebrarse una corrida se incluyera la actuación de un rejoneador nacional. Así que, automáticamente, ella estaba fuera de los ruedos. Después de mucho cavilar y de darle vueltas al asunto, Ruy decidió entrevistarse con el ministro correspondiente para exponerle el caso ,y éste, por demás comprensivo, ordenó que se enviara una circular a todos los caballistas invitándolos a que torearan con Conchita y si nadie quisiera hacerlo, ella podría actuar sin ellos.
La empresa de Campo Pequeño, conforme lo decidido, lo comunicó a todos los rejoneadores lusitanos. Ninguno contestó y más tarde algunos dijeron que no habían recibido el escrito y se señaló la presentación de Conchita para la semana siguiente en una corrida nocturna. Poco antes de la anunciada corrida, se ofreció para acompañarla un antiguo rejoneador llamado Rufino da Costa, retirado años atrás, y con él partió plaza una noche en Campo Pequeño.
Dejemos la palabra, tal cual, a ella:
“El bravo toro de Pinto Barreiros que me tocó lidiar, mulato, listón, ojinegro y bajo de agujas, me proporcionó momentos tremendos. ¡Fueron 17 los rejones y banderillas que lo adornaban el morrillo al terminar la faena! Y como en el toreo, frente al toro, no existen injusticias, al término de mi actuación el público cobró con creces cualquier indelicadeza de sus toreros, pues no solamente me llamó a mí, sino que obligó a mi querido Ruy a que saliera conmigo a los medios y desde allí vistiendo él una vieja gabardina gris con la finura de quien lleva un manto de armiño, lo vi agradecer una apoteósica ovación.


Editorial 
Desde hace prácticamente un mes los gobiernos, las instituciones de salud, los medios y el público en general –no sólo de México sino del mundo entero– tienen como centro de atención la pandemia que a estas alturas abruma prácticamente a todo el planeta. Con todo y la utilidad que ello tiene para la población, también relativiza, especialmente en términos informativos, otros indeseables fenómenos sociales que se siguen produciendo con independencia del Covid-19. Tal es el caso de la violencia que desde hace décadas mantiene su ominosa y constante presencia en varias regiones de nuestro país, a las que las alteraciones que en estos días sufre la vida cotidiana en todos sus órdenes no parecen afectar siquiera mínimamente.

Llama a reflexionar sobre el humanismo
Gracias a la ciencia podemos vivir más años. Nadie quiere morir, pero en el vano intento de huirle a la muerte, hemos olvidado para qué vivir, y terminamos viviendo sin amor a la vida, al planeta, al universo, al vecino y a nosotros mismos.

La crisis por la que atraviesa la humanidad como consecuencia del Covid-19 nos proporciona muchas lecciones. El desastre tiene dos aspectos fundamentales: uno, la tragedia humana; el otro, el costo económico de combatirlo. En ambos casos el desastre tienen una raíz común: la globalización neoliberal que estableció los circuitos y las condiciones económicas y sociales a través de la cual se pudo propagar la pandemia.
Antes de cualquier cosa quiero disculparme con los lectores y los compañeros de este diario.
El pasado viernes tres de abril, en este periódico, se dio la noticia del aumento de la mezcla mexicana. Retomo el título Mezcla mexicana gana 51% en un día porque es un acontecimiento histórico. Este aumento, en un día, no tiene precedente.

“Por ‘financiarización de la naturaleza’ se entiende el proceso por el cual el capital especulativo toma el control de los bienes y componentes de la naturaleza y los comercializa por medio de certificados, créditos, acciones, bonos, etcétera, con el fin de obtener las mayores ganancias posibles gracias a la especulación financiera” (Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales, WRM, por sus siglas en inglés, 2020). La pregunta es si ¿esto se está proponiendo en el llamado Proyecto de Desarrollo Tren Maya? Es decir, ¿en el sureste se plantea la financiarización de la naturaleza en el territorio maya? Con el instrumentos financiero Fideicomisos de Infraestructura y Bienes Raíces (FIBRA) Tren Maya, la respuesta es que sí. Veamos cómo.
La irrupción del nuevo coronavirus ha sido de tal magnitud que no ha quedado de otra que recurrir a las metáforas más a la mano. Ahora sí viene la grande, “ the big one” como dirían en Wall Street o los comederos del New York Times. Crisis mayor y tal vez definitiva, empezaron a recitar en Europa a la vista no sólo de la saturación de sus servicios de salud sino de las implicaciones inmediatas de la pandemia, ya bautizada así, por encima de los ya dañados circuitos productivos y financieros. La maldita austeridad no ha dejado de imprimir su nefasto legado de penuria, carencia y deterioro de lo más preciado que el humano había podido construir después de la destrucción masiva de la Segunda Guerra.
Hasta antes de la actual crisis teníamos cerca de 90 millones de habitantes en condiciones difíciles. Muy difíciles. ¡Pobre ingreso! En algunos casos, paupérrimo. Y en otros más, miserable.
En la coyuntura de la llamada epidemia del siglo, la diplomacia de guerra de Estados Unidos ha decidido profundizar su guerra no convencional, asimétrica, contra Venezuela.
Uno de los sitios de la Ciudad de México que guarda una rica y muy antigua historia es Tlalpan, ya que data de alrededor de los años 1000 a 600 aC, cuando se estableció en ese sitio un industrioso pueblo que ahora conocemos como Cuicuilco. Rodeados de bosques, pero alejados de las lagunas que daban fertilidad a los pueblos cercanos a ellas, los cuicuilcas diseñaron ingeniosos sistemas de riego. Crearon terrazas en las que sembraban maíz, chile, amaranto y calabazas, con tan buenos resultados que generosos excedentes les permitían comerciar con las comunidades aledañas.
Aparte de que su lectura me haya parecido enteramente disfrutable, la autobiografía de Juan Antonio Masoliver Ródenas ha desencadenado en mí una serie de reflexiones particulares, más bien inquietantes. Que el título sea Desde mi celda, justifica mi inquietud. Para mí significa que el autor se siente, o advierte que se encuentra, preso en él mismo. Quiere decir que su vida, que sus memorias octogenarias, han transcurrido dentro de la cárcel que es su propia persona.
Por su talento, por su originalidad, porque siempre los sentí y los viví como creadores libérrimos, dos hermanos, Jordi Soler y Álvaro Enrigue, marcaron mi vida. Los dos novelistas (resultó excelente la novela de Jordi Soler Rojos de ultramar) ejercieron sobre sus lectores no sólo curiosidad, sino fascinación. Conferencias, programas de radio, diatribas, happenings, los dos desde muy jóvenes abarcaron varios campos de la cultura mexicana con desparpajo y una enorme capacidad creadora. Ahora Jordi vive en España. De Álvaro Enrigue, autor de Muerte súbita e Hipotermia sólo supe de su estadía literaria en Nueva York.

Carlos Bonfil: Miles Davis
En esta temporada de confinamiento doméstico, cierre de cines, teatros, museos y salas de conciertos, una opción estupenda de distracción, relajamiento y goce cultural es combinar el placer de escuchar música y ver buen cine a través de las plataformas digitales (Netflix, Amazon Video Prime, HBO, etc), así como de las múltiples ofertas que organismos independientes e instituciones culturales van poniendo al alcance de la ciudadanía. Hay propuestas para todos los gustos, desde los productos más comerciales, que hasta hace poco llenaban las salas de cine, hasta películas de autor o documentales con escasa visibilidad y promoción en la cartelera. En diversos medios abundan las recomendaciones y guías mínimas para que los espectadores en casa afinen sus propios filtros para un entretenimiento de calidad. El documental Miles Davis: Birth of the Cool (2019), del director afroestadunidense Stanley Nelson, ofrece una amalgama de buen cine y música formidable.

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