El detective social y los muertos despiertos
Ciberletras
Traducido del inglés para Rebelión por Jorge Vital de Brito Moreira. |
Viviendo engañas, muriendo enseñas. Sor Juana Inés de la Cruz
Es así como se puede imaginar al ángel de la historia. Su rostro está
vuelto hacia el pasado. Donde nosotros percibimos una cadena de
eventos, él ve una sola catástrofe que amontona incansablemente ruinas
sobre ruinas, arrojándolas a sus pies. El ángel quisiera quedarse,
despertar a los muertos y recomponer lo despedazado. Pero una tormenta
sopla desde el Paraíso; se ha enredado en sus alas con tal violencia
que el ángel ya no puede cerrarlas. Esta tormenta lo propulsa
irresistiblemente hacia el futuro, al que él está de espaldas, mientras
los montones de ruinas y escombros crecen ante él hasta el cielo ....
Walter Benjamín
El dilema central del pequeño
"ángel de la historia" de Walter Benjamín parece ser su deseo de
enfrentar el pasado, reparar la violencia y la destrucción que ocurrió
allí, mientras que al mismo tiempo él es impulsado hacia el futuro, así
como él sigue velando lo que está pasando detrás de él, el dolor y la
destrucción que crecen y crecen.
El célebre detective del
escritor Paco Ignacio Taibo II, Héctor Belascoarán Shayne, a menudo
parece encontrarse en una posición similar. Al habitar uno de los
espacios urbanos más grandes y poblados del mundo, la Ciudad de México,
Héctor, en su papel de detective, debe asumir invariablemente un punto
de articulación doble ya que se interpone entre e intenta vincular
injusticias no resueltas del pasado con las del presente. Su tarea es
histórica y requiere recursos que van más allá de las alianzas con los
canales oficiales de poder - la policía, el sistema judicial, el estado
- todos ellos recursos que han demostrado ser poco fiables, por decir
lo menos. En cambio, Héctor solicita y crea comunidades informales de
apoyo y solidaridad situadas en los márgenes de la sociedad mexicana,
en sus contra-espacios, que, al mismo tiempo, se encuentran dentro de
su centro urbano. Estos personajes aún conectados de modo dispar
trabajan juntos y por separado, en busca de las piezas necesarias para
elaborar una especie de narrativa coherente para explicar los crímenes
e injusticias que parecen eludir explicación.
Mientras
Héctor desarrolla sus investigaciones de los asesinatos, estos
conocimientos contrarrevolucionarios a menudo cuestionan, contradicen,
e iluminan "historias oficiales" y ofrecen un antídoto a la amnesia
colectiva impuesta a la población mexicana por los medios corporativos
oficiales y las cortinas de humo construidos por la expansión de las
fuerzas de la realidad postmoderna de la globalización neo-liberal del
capitalismo tardío dentro de un contexto también altamente
transcultural, en el que la posibilidad de comprender y rastrear el
"poder" se hace cada vez más difícil de alcanzar. Héctor es un
detective de y para su espacio-tiempo (1).
Por lo tanto,
al igual que el pequeño ángel, mientras que Héctor intenta discernir
una cadena socio-lógica e histórica de los acontecimientos que conducen
de un punto a otro, lo que con frecuencia se revela son los resultados
crónicos y catastróficos de la traición constante de las promesas de la
Revolución Mexicana; la corrupción desenfrenada en todos los niveles de
la autoridad; el estado patrocinador de la represión y la violencia a
menudo en asociación con la represión militar por el gobierno y la
masacre de los miembros del movimiento estudiantil y de trabajadores en
1968 y luego en el 1970; la tremenda afluencia de migrantes que
abandonan su campo empobrecido hacia la ciudad de México que los
recibe, no con calles de oro, sino con pocas oportunidades de empleo
decente y con la falta de infraestructura que sea capaz de satisfacer
las necesidades básicas de los millones de habitantes de la metrópolis
(megalópolis) en crecimiento; la delincuencia, los secuestros y el
gansterismo del tráfico de drogas que surge dentro del sistema
socio-económico capitalista basado en privilegios, prejuicios raciales,
y relaciones neocoloniales; los estragos producidos por el capitalismo
salvaje que corren rampantes en la sociedad mexicana; y, las pocas
esperanzas de un futuro mejor para la gran mayoría de los ciudadanos de
México.
Los restos y los escombros que Héctor se
enfrenta, en el pasado y en el presente, se pueden remontar por lo
tanto a secretos históricos, a la mentira, a la codicia, a la traición,
a la explotación, a la tortura y al asesinato.
En este
ensayo, estudio el desarrollo del detective Héctor Belascoarán Shayne,
como un detective de y para su espacio-tiempo, que realiza un papel de
detective social dentro de su comunidad y es capaz de enfrentarse a los
delitos que se mueven desde el individuo a un colectivo en su dimensión
histórica. De manera concreta, el detective busca humanizar al gran
"monstruo", a la Ciudad de México, para entonces dar nombres y rostros
a los "nosotros" y "ellos" - las víctimas y los criminales - y crear,
mínimamente, narrativas parciales para ayudar a explicar el proceso que
conduce al sufrimiento de sus clientes y, finalmente, a menudo, a
proporcionar medios alternativos de justicia.
Como Risa
Dickens ha sugerido, "El detective es una alegoría, no solo es un
símbolo para ser leído, sino que el detective es también un lector de
símbolos." Al nivel estético-formal, uno de los problemas que intento
discernir aquí es la cuestión del personaje protagonista Héctor y sus
características como detective: ¿quién es él? ¿de dónde viene? ¿por qué
él se ajusta a esta coyuntura histórica particular? ¿Tiene una función
alegórica? O, en este momento histórico, ¿solo deberíamos verlo como
una función alegórica parcial desde que la posibilidad de representar
la totalidad parece estar fuera de nuestro alcance narrativo? Como el
crítico cultural Fredric Jameson ha declarado.
Por lo
tanto el detective social (como ahora le llamaremos) requerirá una
motivación suplementaria a fin de conseguir verosimilitud narrativa:
«motivación del mecanismo», como la llamaban irónicamente los
formalistas, en la que se racionaliza post factum con
finalidades estéticas lo que debe hacerse en arte (en este caso la
pesquisa). Es como si las excentricidades de las que necesariamente
estaban dotados los Grandes Detectives (el violín y la cocaína de
Holmes, las orquídeas de Ñero Wolfe, el ajedrez de Marlowe) adquiriesen
ahora cierta urgencia histórica e ideológica más profunda (1995, 37).
¿Cuáles son las características particulares y notables del ser de
Héctor como detective, y qué es lo que motiva dichas características de
Héctor no solo a nivel del contenido de la novela, sino también, y más
allá de los límites del ámbito de aplicación formalista, cuál es la
urgente motivación de esas características en el ámbito exterior,
social, histórico e ideológico? ¿Cómo representa y encarna esos motivos
Héctor?
La categoría del "detective social" desarrollado por Jameson en su Estética Geopolítica,
ofrece una forma útil de comenzar a conceptualizar este nuevo tipo de
detective posicionado para enfrentar las condiciones socio-económicas y
políticas actuales en los grandes centros urbanos como se representa en
Héctor:
De esta forma el detective social… será desde el
principio un intelectual en sentido formal o progresivamente se
encontrará ocupando la posición estructural de intelectual, gracias al
premio que la propia forma otorga al conocimiento o a lo cognitivo
(acaso el último modo narrativo contemporáneo en el que el intelectual
solitario todavía puede alcanzar dimensiones heroicas). En cualquier
caso será la situación más general del intelectual en la estructura
social la que dote al protagonista individual de resonancia colectiva,
la que transforme al policía o al periodista, al fotógrafo e incluso a
una figura de los media en un vehículo de juicios sobre la sociedad y
de revelaciones de su naturaleza oculta, del mismo modo que reintegra
los diversos sucesos individuales o empíricos y sus actores en un
patrón representativo sintomático del orden social como totalidad.
(1995, 39)
En la primera novela de la serie, Días de combate,
(1976) Héctor acaba rompiendo con su cómodo estilo de vida de clase
media alta. Este estilo de vida se había convertido en una incomodidad
para él. Héctor ha dejado su trabajo como ingeniero industrial en la
General Electric, dejó a su mujer y su casa para ir a vivir en un
pequeño apartamento en el centro de la ciudad y ha comenzado una nueva
vida como detective privado, buscando casi obsesivamente a un
estrangulador en serie cuyas víctimas son mujeres y que deja hojas de
notas junto a los cadáveres firmadas por “Cerevro". En este punto de la
serie de las novelas, Héctor no es capaz de articular plenamente sus
razones por el cambio abrupto en su estilo de vida. En cambio, su
hermano Carlos, con una conciencia política muy desarrollada, intenta
hacerlo por él, explicando primeramente los por qué:
-
Para ponerte a mano con tantos años de estarte haciéndote pendejo. De
rutinas y fraudes. De falta de tierra debajo de los pies, y sobra de
refrigerador y coche nuevo en los sueños ... 41
-Yo
siempre pensé que tú eras la vertiente conservadora de la herencia. Que
tú habías cumplido la necesidad del stablishment de ganarse a uno de
cada tres pequeños burgueses, matar al otro y dejar al otro aislado
hasta que se rinda por hambre. Eso lo pensé siempre, y repartí los
papeles: Tú eras el cuadro…Y ahora me vienes y me jodes el esquema.
Parece que las reglas se hunden. Y te lo agradezco. No tienes idea,
hermano, cuánto te lo agradezco. 43
Entonces,
advirtiéndole que su obsesión con el estrangulador, su necesidad de
detener al estrangulador a toda costa, es en realidad un pretexto para
algo mucho mayor:
- Ahora…no esperes que concilie. Si te
quieres matar, que quede claro. Porque lo que está pensando que te
estás columpiando en el borde del sistema; como patinar descalzo sobre
una Gillette. Hasta da escalofrío. No te creas demasiado lo del
estrangular; lo de la cacería. Estás rompiendo con todo lo que había
atrás. Estás jugando en el borde del sistema, y no pienses que es otra
cosa. Siento que esperes que el otro juegue también en el borde. Y que
de una manera un tanto mágica has creado un asesino idealizado como tú.
Fuera de las reglas del juego. Ten cuidado no te vayas a encontrar a
alguno de los artífices del juego. Cuídate el Comandante de la
Judicial, en sus horas libres, las horas que le sobran de golpear
estudiantes o torturar campesinos, no se dedique a estrangular mujeres.
Cuídate del Presidente de la República, del dueño de la fábrica de
enfrente. Quizás ellos estén también jugando en el borde de su sistema,
del que han creado…Cuídate de los milagros, de los militares, del
cielo, de los apóstoles. Y si lo encuentras, y si él está loco y mata
por necesidades más allá de ti, de mí, de nosotros, mátalo. No lo
entregues a la policía que ellos están en otro juego…43-44
Por lo tanto, la ruptura con su clase social y estilo de vida burgués,
es un movimiento de Héctor que viene de dentro de sí mismo, pero, no
está plenamente consciente de todas las razones por la ruptura, es casi
como si no tuviera otra opción. Tanto las razones como la realidad que
va a enfrentar en su trabajo hacia la justicia, son articulados a
Héctor por su hermano politizado. Dependerá de Héctor incorporar ese
entendimiento y hacerlo suyo. El caso del estrangulador en serie en Días de combate
es el caso más convencional que Héctor tomará en la serie, quedando en
un plano relativamente individual. Es su manera de hacer la transición
a su nueva vida y nuevo propósito en su vida.
En el libro dos, Cosa fácil
(1977), Héctor ha colocado su pasado hacia atrás y se integra a sí
mismo en su nuevo papel más profundamente, lidiando con tres casos que
tienen dimensiones históricas y políticas mucho mayores. En Cosa fácil, él es capaz de comenzar a articular a sí mismo por qué ha elegido este camino importante y peligroso.
Pero, ¿cuál era el reto?, ¿en dónde estaba el endemoniado truco, el
valor de su actitud?...Lo que fastidiaba a Belascoarán era no el ritmo
violento de aquellos días, ni siquiera la inercia que se le imponía
obligándole a tomar decisiones, o más bien a que las tomaran por él los
acontecimientos. Lo que le jodía era no descubrir por qué había
aceptado un reto así. Que parte de su oscura cabeza buscaba gloria en
aquella carrera agotadora por las tres historias que corrían paralelas.
La pregunta en el fondo era sencilla: ¿por qué lo estaba haciendo? Y
por ahora sólo tenía una respuesta que explicaba por separado tres
diferentes compromisos contraídos. A saber: a) que le gustaba la forma
de ser de la adolescente del brazo enyesado, que le gustaba el papel de
protector silencioso que le adjudicaban los acontecimientos; b) que
pensaba que metiendo las manos en el lodo del asesinato de los
ingenieros podía encontrar el pago a la deuda contraída en sus años de
capataz con diploma en la general. Deuda, no con la profesión y el
oficio, sino con su sumisión al ambiente, con su desprecio por los
trabajadores, con sus viajes por los barrios obreros como quien cruza
zonas de desastre. Regresaba el ambiente en que se había formado y
deformado y necesitaba mostrarse a sí mismo que era otro. Jugaba
también en ese reto el problema de desembarazar al sindicato
independiente del muerto que querían colgar a sus espaldas; c) quería
ver los ojos de Emiliano Zapata de frente, quería ver si el país que el
hombre había soñado era posible. Si el viejo le podía comunicar algo
del ardor, de la fe que había animado su cruzada. Aunque nunca
terminaba de creer la posibilidad de que estuviera vivo, el escarbar en
el pasado en su busca lo acercaba a la vida. (223-224)
Para proteger a los vulnerables y penalmente perseguidos; para pagar su
deuda con los trabajadores del sindicato que había tratado con desdén y
falta de respeto en su "vida anterior"; y para cumplir con el gran
héroe de la Revolución Mexicana, Emiliano Zapata, y experimentar algo
de la pasión y la fe que trajo al proyecto revolucionario de crear un
México más justo, son todos los elementos del compromiso de Héctor a su
nuevo trabajo como detective social en esta segunda novela. Él está
empezando a ver su papel histórico, se está moviendo desde el nivel
individual a lo colectivo y está juntando las piezas para construir una
conciencia político-social.
Es también en Cosa fácil,
durante una ráfaga de ametralladora, que el ojo de Héctor recibe un
disparo y su fémur derecho se hace añicos. Así se inicia bruscamente e
intensamente en el mundo de los heridos. Estas primeras heridas graves
son infligidas por los esbirros de los altos funcionarios públicos que
persiguen a Héctor porque él está protegiendo a una joven a quien ellos
creen que tiene fotos comprometedoras de ellos con su madre, una ex
estrella del porno. A lo largo de la novela los secuaces amenazan a
Héctor, lo acuchillan, lo golpean, y le toman fotos a él. Finalmente,
una noche, cuando estaba saliendo de su oficina, ellos le acertaron. A
partir de entonces, Héctor se enfrenta a la delincuencia con un solo
ojo y una notable cojera.
A medida que la serie continúa,
Héctor es herido muchas veces más. Su cuerpo se convierte en un
verdadero mapa de los crímenes contra los cuales él ha luchado, un
cuerpo que está marcado físicamente por la violencia de la ciudad de
México. Y, es por medio de las cicatrices de Héctor que podemos ver
otra dimensión de su integración en su papel del detective social, su
integración en la comunidad de las víctimas y de los compañeros
colaboradores hacia la justicia. Como Héctor afirma en toda la serie, y
Taibo confirma, (y, como se puede observar en la cita arriba de Cosa fácil),
la única forma de que pueda resolver los casos del tipo que debe
enfrentar es insertarse directamente en la historia, para convertirse
en una parte de la propia narrativa para que los criminales comiencen a
perseguir al detective y así revelarse a él. (Hernández Martín) Esta
estrategia funciona en numerosos casos. También da lugar a numerosas
lesiones. Pero, lo más importante, reduce la distancia entre las
víctimas y el detective. La alianza víctima-detective se hace más
igual, más democrática. En vez de ser un centro de conocimiento y poder
alejado de la realidad de la delincuencia, Héctor permite convertirse a
sí mismo en una parte de ella, sus conocimientos y deducciones son
informados por la empatía y surgen desde una perspectiva más orgánica
basada en la experiencia, una perspectiva socialmente informada.
Esta disposición de Héctor para ser herido y las heridas que él ha
sufrido pueden verse a formar parte de una narrativa social más amplia
relacionada con la vulnerabilidad, el heroísmo y la comunidad. Como
Marina Berzins McCoy sugiere en su libro, Wounded Heroes: Vulnerability as a Virtue in the Literature and Philosophy of Ancient Greece (Héroes Heridos: vulnerabilidad como una virtud en la literatura y la filosofía de la Antigua Grecia).
... La conciencia de la propia vulnerabilidad y la de otros para ser
herido y la respuesta adecuada a la misma, son una parte central de la
virtud de comunidades exitosas. No sólo los individuos, sino también
las comunidades políticas deben llegar a un acuerdo con y responder
apropiadamente a la vulnerabilidad que existe dentro de ellos. De
hecho, la vulnerabilidad fortalece los lazos interpersonales dentro de
una comunidad, y está estrechamente entrelazada con una serie de
diferentes facetas de la vida ética. ix
Y, en su análisis de la Ilíada
de Homero, ella dice: "... las heridas humanas aumentan los vínculos de
las relaciones dentro de la comunidad." (X) (2) Las heridas de Héctor
pueden servir para crear puntos de identificación e integración con las
víctimas y los grupos sociales vulnerables con quienes trabaja. En su
papel de héroe herido - cojo, tuerto, con cicatrices - una vez más, la
distancia entre las víctimas y el intelectual/detective pueden ser
acortadas. Las victimas son vulnerables, así es él también. Si uno se
coloca en la frontera entre su vida pasada de comodidad de la clase
media alta y su nueva vida en el corazón de las calles de la Ciudad de
México, el papel y la función de Héctor pueden ser vistos como estar en
la frontera entre "servir" a una comunidad y ser parte de esa
comunidad. Sus heridas y su disposición para ser herido pueden servir
como un enlace con las víctimas, con la comunidad, con la historia de
la violencia de la ciudad que está inscrita en su cuerpo.
El prefacio de la traducción al inglés del séptimo libro de la serie, Sueños de frontera
(1990) incluye un dibujo de Héctor, que incluye todas sus mayores y
menores lesiones y sus orígenes. La imagen ofrece un interesante mapa,
trazando los resultados de la caminata de Héctor a través del campo de
minas de la criminalidad en México. De la cabeza a los pies, podemos
ver su participación en e incluso su sacrificio a su tarea. Su
condición de héroe herido no solo hace evidente su vulnerabilidad
humana, sino también su valentía y su compromiso social con el proyecto
ético que lo obliga a caminar por y enfrentarse al campo de minas que
puede ser la Ciudad de México contemporánea.
A medida que avanza la serie, por el cuarto libro, No habrá final feliz
(1981), el pequeño ángel de la historia se convierte en el ángel de la
muerte, o tal vez, como en el título de la película surrealista de Luis
Buñuel filmado en la Ciudad de México en la década de 1960, "El ángel
exterminador ". Cuando la novela finaliza, Héctor es abatido por los
Halcones, un grupo paramilitar que, entrenado por la CIA y respaldado
por el gobierno, fue el responsable por la masacre de estudiantes en
una protesta en 1971, pero que sigue en la impunidad. Las frases
finales de la novela afirma:
Al caer en el charco, estaba
casi muerto. La mano se hundió en el agua sucia y trató de asir algo,
de detener algo, de impedir que algo se fuera. Luego, quedó inmóvil. Un
hombre se acercó y pateó su cara dos veces. Se subieron a los coches y
se fueron. Sobre el cadáver de Héctor Belascoarán, siguió lloviendo.
(503)
Se describe a Héctor como un "cadáver", un cuerpo
muerto, un difunto. (3) La corrupción y la violencia histórica de la
ciudad, tal como se representan específicamente en los Halcones, han
logrado asesinar al detective. Sin embargo, con el inicio de la quinta
novela Regreso a la misma ciudad y bajo la lluvia (1989), Héctor está una vez más vivo, resucitado, y listo para continuar en las próximas seis novelas. Regreso a la misma ciudad
se abre con la amante de Héctor (bastante etérea y con tendencia a
desaparecer durante largos períodos de tiempo) preguntándole "¿Cuántas
veces te has muerto?"
¿Cómo entendemos la muerte de
Héctor en una novela y luego su resurrección en la siguiente? ¿Es una
experiencia surrealista de ensueño o un momento del realismo mágico
latinoamericano? Cuando uno entra en el mundo de la Ciudad de México,
tan surrealista como pueda parecer, tan mágicamente realista como pueda
parecer, la resurrección de Héctor parece tan verosímil como la Ciudad
de México bajo capas y capas de engaño, de violencia y de corrupción
que él y sus compañeros tratan de descubrir o sea, como las maneras
asombrosas que los ciudadanos regulares se las ingenian para sobrevivir
en aquella asombrosa ciudad. La muerte y resurrección de Héctor, en
este contexto, parecen ser una incoherencia coherente. Como Taibo ha
explicado,
La resurrección es una enfermedad mexicana.
…No puedo mantener a un personaje como Belascoarán con vida en este
tipo de realidad, porque la realidad lo mata. La realidad lo mata, y yo
lo traigo de vuelta a la vida, y los lectores aceptan este absurdo
juego loco. (citado en Hernández Martín)
¿Cuál es la
función del mecanismo cultural de la resurrección en una novela
policíaca contemporánea? ¿Por qué debemos creer o aceptarlo como Taibo
sugiere? ¿Cuál es la función de la muerte de Héctor? En el plano
literario, (formalista y luego brechtiano), podemos ver el mecanismo
innovador como parte del proceso de extrañamiento, la incorporación de
algo fuera de lo común que nos sacude a reconocer la locura de lo que
esperamos. Es decir, que las balas nunca alcanzan al detective o que el
detective es de algún modo inmune a las balas. Al personaje principal,
el héroe (herido), no se le puede quitar de la serie, él simplemente no
muere. Pero Héctor es asesinado, sufre la victimización absoluta, la
muerte.
Ciertamente no hay nada mágico en su muerte.
Pero, el hecho material de su resurrección parece sugerir algún tipo de
cualidad mágica, lo que Taibo propone como "…la magia blanca tal vez
..." La literatura latinoamericana de la década de 1960 y 70 es bien
conocida por la producción de lo que se ha llamado el "realismo mágico"
(4), una respuesta literaria a la realidad histórica del "desarrollo
desigual y combinado", que ha enmarcado las economías sociales de
América Latina, y se expresa en la coexistencia de los diferentes modos
de tiempo, espacio, y la mentalidad de un contexto neo-colonial. Una
cita de la segunda novela de la serie, Cosa fácil, ilustra lo que he descrito (en la escena, Héctor está bebiendo cuba libres vírgenes mientras espera a un cliente en un bar):
El Farol del Fin del Mundo, cantina de postín, estaba situada en el
viejo casco de la ciudad feudal de Azcapotzalco, en lo que alguna vez
había sido “las afueras”, y hoy era un centro fabril más, con
pintorescos pedazos de hacienda, panteones, iglesias de pueblo y una
monstruosa refinería, orgullo de la tecnología de los cincuenta. (155)
En pocas frases, las raíces históricas saturadas de conflicto y lucha
entre el bar y su barrio se colocan en primer plano: la ciudad feudal
(una encomienda colonial) con un nombre azteca, que ahora forma parte
del proyecto de industrialización moderna de la Ciudad de México,
compartiendo el espacio de sus muertos coloniales y sus restos -
haciendas, lápidas, iglesia - y, por último, que asoma por encima, el
petróleo, un recurso importante que fue privatizado, nacionalizado y
una vez más privatizado mientras presidentes iban y venían en los
últimos años.
Uno de los ejemplos más conocidos de esta
coexistencia entre el tiempo, el espacio, la mentalidad y los modos de
producción en la Ciudad de México es la Plaza de las Tres Culturas
también conocida como la Plaza de Tlatelolco. En esta plaza central, se
pueden observar los edificios ultramodernos de la cosmopolita
metrópolis mexicana (como por ejemplo, los edificios de la Secretaria
de Relaciones Exteriores) en conjunción con los viejos edificios de la
época colonial (como por ejemplo, la catedral de la época de Nueva
España) todo ello construido sobre ruinas aztecas de la gran ciudad de
Tenochtitlán. Es una impresionante realidad "mágica", pero también es
el lugar de la matanza de 1968; de la matanza de los estudiantes
mexicanos por las fuerzas militares respaldadas por el gobierno de
México durante la presidencia de Díaz Ordaz. La masacre de los
estudiantes por los Halcones llegaría tres años más tarde, en junio, en
la celebración del Corpus Cristi en la Ciudad de México, durante la
presidencia de Echeverría. Los Halcones se formaron en respuesta al
movimiento estudiantil de 1968, para impedir que los estudiantes
ganaran fuerza política una vez más. En los años 1960 y 1970, Héctor
estaba en la franja del movimiento estudiantil. Estaba concentrado en
obtener su título de ingeniero industrial. Él sin embargo tenía amigos
que participaron en el movimiento estudiantil, algunos de los cuales
aparecen más adelante en la serie Belascoarán.
Con la
muerte de Héctor a manos de los Halcones, tal vez podríamos leer una
conmemoración o un homenaje a los estudiantes que fueron asesinados. Y,
como el ángel de la historia, el deseo de "despertar a los muertos" es
simbólicamente realizado. Héctor vuelve a la vida. Héctor será capaz de
continuar la lucha contra la impunidad con la que las autoridades
históricamente han sido tratados. Como Taibo ha señalado en su libro de
memorias "68":
Hoy el Movimiento del 68 es más un
fantasma mexicano entre los muchos fantasmas no asimilados y en
constante vigilia que rondan nuestra tierra. Podría ser que, debido a
su juventud este fantasma particular, está vivo y está bien y viene
automáticamente a la ayuda de nuestra generación cuando se le solicite.
(10)
Esta afirmación es también un recordatorio, que
muchos del movimiento pueden haber sido asesinados, pero las ideas, el
espíritu, el proyecto histórico, el "fantasma" no han desaparecido.
La convivencia de los mexicanos con sus muertos forma parte de una
historia cultural que se remonta a la época precolombina y la
conquista. Como Octavio Paz afirma,
Para los antiguos
mexicanos la oposición entre muerte y vida no era tan absoluta como
para nosotros…. Vida, muerte y resurrección eran estadios de un proceso
cósmico, que se repetía insaciable. (42)(5)
Como
Héctor mueve entre la vida y la muerte y viceversa (esto parece ocurrir
más de una vez mientras la serie sigue su curso), él también gira a
través de la historia, ya que sus casos lleguen adelante y atrás en el
tiempo. Si seguimos el ejemplo de John Berger, cuando dice:
Como las palabras, las apariencias pueden leerse también y, de entre
las apariencias, el rostro humano constituye uno de los textos más
largos.”(La Jornada 2007),
nosotros podemos
intentar leer la historia que se representa en el rostro de Héctor.
Algo así como una máscara azteca de la vida-muerte, el rostro de Héctor
se divide en dos y así puede también representar la dualidad de la vida
y la muerte. Un lado con una mirada viva, el otro lado sin vida, a
veces cubierto con un parche, a veces sin parche, inicialmente llamado
un "ojo muerto" por su médico. Las máscaras de este tipo - con la cara
de dos lados - fueron encontradas en Tlatilco en el Valle de México y
Soyaltepec. Según James Maffie, "las máscaras son intencionalmente
ambiguas... Las caras no están ni vivas ni muertas, pero al mismo
tiempo ambas están vivas y muertas." Las máscaras sugieren que la vida
y la muerte son dos partes de un todo, (Wrigley 6) y pueden coexistir
ambiguamente. Tal máscara, mediando entre la vida y la muerte, por lo
tanto, parece particularmente apropiada para la situación de Héctor en
el comienzo de Regreso a la misma ciudad, la situación de su resurrección.
Héctor hace referencia a su condición de un solo ojo, a menudo por
medio de humor negro, burlándose de si mismo, rara vez en queja. Pero
este mecanismo, del detective privado de un solo ojo, tiene una
connotación más allá del héroe herido y fuera de la máscara azteca de
la vida-muerte. La dualidad de la cara de Héctor sugiere un lado visual
y otro intuitivo, un lado observador y otro procesador, un ojo que mira
hacia fuera y el otro ojo fantasma centrándose para adentro. También es
una dualidad que transforma la mirada del detective, el modo de ver del
detective física, cognitiva y quizás, ideológicamente. Risa Dickens
estudia la mirada del detective como una construcción cultural, con "el
poder tanto para presenciar como para ordenar". La mirada del
detective, o su modo de ver, está marcada por el espacio y el tiempo en
el que se surge, está socio-culturalmente situada. En el caso de
nuestro detective de un solo ojo, que ve el mundo a través de su
máscara de la vida y la muerte, su visión adquiere otra dimensión. La
mirada de Héctor está marcada por la violencia, transformada por la
violencia, y por lo tanto lleva la memoria de la violencia. Su visión
está teñida por la violencia de la ciudad, y por supuesto, en
particular, por la rajada de ametralladora que le hizo perder el ojo.
Como Donna Haraway ha subrayado,
La visión es siempre una
cuestión del poder para ver ... Los ojos se han utilizado para
significar una capacidad perversa - afinada hasta la perfección en la
historia de la ciencia ligada al militarismo, al capitalismo, al
colonialismo, a la supremacía masculina – para distanciar al sujeto
conocedor de todo y de todos en aras del poder ilimitado. 188
Pero la visión o mirada que Haraway describe es el del poder, de la
categoría no marcada, del conocimiento distanciado, situado en una
posición de autoridad que está ausente. La mirada de Héctor, por el
contrario, es encarnada, marcada y parcial. No pretende tener
conocimiento totalizante, omnisciente, pero en su lugar, una
perspectiva parcial, un conocimiento situado, ubicado dentro de los
contra-espacios de las víctimas, de los ciudadanos, de las alianzas de
solidaridad que buscan dar a conocer y cuestionar la lógica incorpórea
del poder corrupto. De este modo, el mecanismo del detective tuerto (de
un solo ojo) parece surgir de la motivación dejada clara en el libro
dos, Cosa fácil, el momento en el que Héctor fue capaz de
articular su papel y su proyecto personal y social, y en que su forma
de ver es alterada para contribuir a ese papel/proyecto.
Héctor no es el único personaje de la serie que parece mediar entre la
vida y la muerte, que proclama una perspectiva parcial, que trabaja
hacia la construcción de comunidades alternativas de resistencia en
busca de justicia. El décimo (y último hasta la fecha) libro de la
serie, Muertos incomodos (2005), es el producto de un esfuerzo
de colaboración entre Taibo de la Ciudad de México y el Subcomandante
Insurgente Marcos del Movimiento Zapatista en Chiapas. Aquí se trata de
"una novela a cuatro manos" en el que todos los capítulos impares
fueron escritos por el Subcomandante Marcos y todos los capítulos pares
fueron escritos por Taibo. La colaboración entre los dos autores se
extiende en el mundo narrativo de la novela en que Héctor une sus
fuerzas con el llamado Elías Contreras, una "Comisión de Investigación"
de La Realidad, en Chiapas. Elías ha sido enviado a la Ciudad de México
por el Subcomandante Marcos para encontrarse con Héctor e investigar la
posibilidad de que trabajen juntos para seguir a "Morelos", una figura
del delito que ha cometido injusticias en Chiapas y en la Ciudad de
México.
En el primer capítulo de la novela, narrada en
primera persona, Elías informa a los lectores que Elías no es su nombre
"real", sino su nombre de guerra, y que el apellido "Contreras" le fue
dado por el Subcomandante Marcos porque Elías tiende a comportarse de
manera contraria. También informa a los lectores de que él mismo está
muerto.
Pero déjenme y les platico un poco de quien era
yo. Sí, era. Porque ahora ya estoy finado.... Ahora tendría yo sesenta
y un años, pero no los tengo, porque ya estoy muerto ya. O sea que soy
finado. (17-18)
Mientras Elías es muy directo con el
lector con respecto a su estado físico vital, dentro de la narrativa
Elías funciona como un personaje vivo. No hay una explicación por su
muerte o por qué él es capaz de funcionar entre los personajes vivos
como si él fuera uno de ellos. Así, en Muertos incomodos,
tenemos dos detectives (un detective privado y una Comisión de
Investigación), que vienen de dos mundos diferentes dentro de México-
la ciudad y la selva - que están muertos pero vivos, y que trabajan
juntos para encontrar a "Morelos" (6). Mientras Héctor fue asesinado
por los Halcones, como se mencionó anteriormente, y su muerte y
resurrección pueden tener un efecto conmemorativo asociado con las
masacres de Tlatelolco en 1968 y la masacre del Corpus Cristi en 1971,
es posible que el estado de Elías como muerto pero funcionalmente vivo,
se asocie con cuestiones paralelas de la violencia patrocinada por el
Estado. En el párrafo en el que explica que él está muerto, él también
discute sus experiencias militares como zapatista:
Yo fui
miliciano cuando nos alzamos en 1994 y combatí con las tropas del
Primer Regimiento de Infantería Zapatista, que comandaba el Sup Pedro,
en la toma de Las Margaritas… Al Sup Marcos primero lo conocí en 1992,
cuando se votó la guerra. Ya después lo volví a ver en 1994 y jun- tos
nos cotorreamos cuando los federales nos atacaron en febrero de 1995.
Yo andaba con él y con el Mayor Moisés cuando nos echaron encima los
tanques de guerra, los helicópteros y las tropas especiales de los
ejércitos. Estuvo un poco duro, sí, pero ya ven que no nos pepenaron.
Nos pelamos, como quien dice. Aunque todavía tardamos días oyendo el
“chaca-chaca” de los helicópteros. (18)
Como Víctor Pablo
Santana Peraza y Glen Close han sugerido, tal vez, a través de la
figura de Elías, el Subcomandante Marcos pensó honrar a zapatistas
caídos que lucharon durante la guerra o cayeron bajo ataque
paramilitar. (7) La deducción parece plausible, sobre todo en
asociación con la situación de resurrección de Héctor y, con el
reciente cambio en la situación de la vida real del ahora ex
Subcomandante Marcos, quien ha desaparecido, “ha muerto" y en su lugar
ha surgido, de entre los muertos, el Subcomandante Galeano, un maestro
zapatista que fue asesinado por las fuerzas del gobierno federal,
mientras defendía una escuela zapatista, La Escuelita en La Realidad,
Chiapas, en mayo de 2014. (8) El discurso de despedida del
Subcomandante Marcos finalizó así:
Dicho todo lo anterior,
siendo las 0208 del 25 de mayo del 2014 en el frente de combate
suroriental del EZLN, declaro que deja de existir el conocido como
Subcomandante Insurgente Marcos, el autodenominado “subcomandante de
acero inoxidable”. Eso es. Por mi voz ya no hablará la voz del Ejército
Zapatista de Liberación Nacional. Vale. Salud y hasta nunca… o hasta
siempre, quien entendió sabrá que eso ya no importa, que nunca ha
importado. Desde la realidad zapatista. Subcomandante Insurgente
Marcos. México, 24 de mayo del 2014… (se escucha una voz en off) Buenas
madrugadas tengan compañeras y compañeros. Mi nombre es Galeano,
Subcomandante Insurgente Galeano. ¿Alguien más se llama Galeano? (se
escuchan voces y gritos). Ah, tras que por eso me dijeron que cuando
volviera a nacer, lo haría en colectivo. Sea pues. Buen viaje.
Cuídense, cuídenos. Desde las montañas del Sureste Mexicano.
Subcomandante Insurgente Galeano. México, mayo del 2014. (Entre luces y
sombras)
La muerte-resurrección es entonces un mecanismo que
puede funcionar para responder al momento histórico – tiempo/espacio -
y para representar la solidaridad con las víctimas de la injusticia,
una manera de honrar a ellos y permitirles a seguir luchando por la
justicia, la vindicación - en la ciudad y en la selva. El mecanismo
también produce extrañamiento, sin duda, y ha causado mucha
especulación por parte de los lectores, en busca de una explicación -
más allá de la "magia" - por la resurrección de Héctor y el status de
muerto aun vivo de Elías. El mecanismo provoca incomodidad, y convoca a
los lectores para pensar tanto en un plano literario como en el social.
Estos son papeles importantes del intelectual/detective social:
provocar la incomodidad que conlleva el pensamiento crítico (9)
En la misma novela, Muertos incómodos,
Héctor se introduce en una investigación por medio de una voz del
pasado, la voz de un hombre que fue encarcelado después de la masacre
en 1968 y luego asesinado en 1971 en los jardines de Tlatelolco. Esta
voz, este hombre, deja mensajes telefónicos en el contestador
automático de un viejo conocido, quien busca la ayuda de Héctor en el
desciframiento de las grabaciones. Finalmente, el "fantasma" comienza a
llamar a Héctor también. Los mensajes incluyen contra-narrativas
históricas, pistas para encontrar al escurridizo "Morales". Al mismo
tiempo, pistas para encontrar a "Morales" también llegan a Chiapas por
un mensajero especial de Manuel Vásquez Montalbán, el famoso autor
español de novela policíaca, que, fuera del mundo de la ficción, murió
en 2003, pero que está vivo dentro de la novela y envía mensajes al
Subcomandante Marcos con respecto a esta figura criminosa "Morales".
(10) Más tarde se revela que la voz del "fantasma", Jesús María
Alvarado, es presentada por su hijo, Ángel Alvarado Alvarado con el fin
de empujar la investigación y reivindicación de la muerte de su padre.
Y así, somos llamados de nuevo al ángel, al pequeño ángel de la
historia, aquí llamado "Ángel", para encarar al pasado para crear la
justicia en el presente con la ayuda de Héctor y la ayuda de una serie
de personajes comunes que tienen piezas individuales para articular la
totalidad y encontrar a "Morales" poniendo fin a sus actos criminales
para siempre. Al crear un modo por el cual Jesús María-Ángel pueden
hablar, Taibo da voz a las víctimas, incluso las de más allá de la
tumba, como agentes "vivos" que encarnan la verdad y la dan a conocer a
sus aliados en la comunidad para que puedan trabajar juntos para traer
al inmoral "Morales" a la justicia. (11)
Al comienzo de
este ensayo, sugerí que Héctor, en su papel de detective social,
trataba de investigar y revelar las características humanas e inhumanas
de las relaciones sociales urbanas en la era de la globalización
neoliberal, las relaciones que se han convertido en relaciones
alienadas, mercantilizadas, fetichizadas, marcadas por la corrupción,
la violencia, el miedo, y finalmente, relaciones ocultas dentro de ese
gran "monstruo" que es la Ciudad de México. Uno puede preguntarse,
¿cómo puede un "monstruo" humanizarse?, ¿cómo puede uno buscar la
justicia humana dentro de un "monstruo"? Parecería estar más allá de su
naturaleza monstruosa. Pero, la “ciudad monstruo", la Ciudad de México,
por ejemplo, es una construcción humana, tal vez un poco como el
monstruo de Frankenstein, pero no es una fuerza de la naturaleza, y por
lo tanto, estaría capacitada para ser cambiada a partir de las luchas
de los seres humanos. En esta época y contexto, a lo que Jameson ha
llamado la "era del capitalismo multinacional", cuando la
"totalización" se ha convertido en imposible, y se la ha sustituido por
la paranoia y la conspiración, el camino que elige Héctor es reconocer
la paranoia (a menudo basada en una verdadera situación de persecución)
buscando la manera de revelar al menos los elementos urgentes de "la
conspiración" – histórica y localmente. Y, cuando las fuerzas oficiales
de la supuesta protección pública - el estado, el sistema judicial, la
policía - no responden a las necesidades de los ciudadanos, se hace
evidente que las formas alternativas de búsqueda de la justicia deben
ser elaboradas.
A través de recursos literarios que son
motivados por la urgente situación socio-histórica de crisis general
para la mayoría de los habitantes de la Ciudad de México, el detective
social, Héctor Belascoarán Shayne, comienza el camino para su
transformación social, física e ideológica; un camino para salir a
crear contra-espacios de solidaridad ciudadana para trabajar juntos (y
por separado) para desarrollar contra-saberes parciales que ayuden en
la elaboración de los modos no oficiales de la realización de la
justicia. Las víctimas y los victimarios son nombrados e historiados.
El monstruo comienza a tener una historia o historias, con nombres y,
contra-espacios de justicia humana comienzan a ser formados dentro de
la bestia. Y eso lo podemos ver en el momento actual a partir de la
reacción de protesta y solidaridad de la sociedad mexicana frente a la
desaparición de los 43 estudiantes de educación de la Escuela Normal
Rural de Ayotzinapa, en el municipio de Iguala, Guerrero, México.
Notas
(1) En su introducción a una colección de cuentos Mexico City Noir, que Paco Taibo II editó, él describe la Ciudad de México:
Veintiún millones de residentes en el área metropolitana. Una ciudad
infinita, una de las más grandes del mundo, un fascinante manto de
luces para los que llegan en los aviones; un enorme árbol de Navidad a
su lado - rojo, verde, amarillo, blanco; mercurio, de tungsteno, de
sodio, de neón. Una ciudad que se ha vuelto loca con la contaminación,
la lluvia, el tráfico; con una crisis económica que ha estado
sucediendo desde hace veinticinco años.
Una ciudad famosa
notable por las razones más extrañas: por ser el contrapunto urbano a
la selva de Chiapas; por tener la más variada colección de chistes
sobre la muerte; por el establecimiento del record de tener más
protestas políticas en un año; por tener dos volcanes invisibles y la
fuerza policial más corrupta del planeta. (11)
(2) El
estudio de Berzins McCoy de la Ilíada, naturalmente, incluye el
análisis del héroe Héctor, quien, a pesar de las súplicas de su esposa,
Andrómaca, insiste en que debe ir adelante y luchar en la guerra, no
importa el riesgo, para que su comunidad no esté esclavizada por sus
enemigos. La muerte valiente de Héctor ha significado que él va más
allá de sí mismo como individuo, en que la valentía y la virtud
muestran que la pérdida, su muerte, tiene un significado mucho más
amplio en relación con sus relaciones con su comunidad.
(3) Es interesante notar que la traducción al inglés de la novela no
utiliza la palabra "cadáver/cadaver" o "difunto/corpse" o "cuerpo
muerto/dead body", pero en su lugar leemos: "The rain continued to fall
over the shattered body of Héctor Belascoarán Shayne."171 Esto parece
ser mucho más ambiguo o eufemístico, y tal vez podría considerarse una
interpretación cultural, La interpretación cultural de EUA del evento
tejido en la traducción. O tal vez en previsión o como presagiando (de
un traductor que ya ha leído la próxima novela) - él no está
necesariamente muerto porque ... "Continuará ..."
(4) Víctor
Pablo Santana Peraza señala una crítica narrativa a la noción de la
"magia" percibida de la realidad mexicana como se representa en la
novela Difuntos desvanecidos:
Contrario a la visión folclórica y condescendiente que enaltece el desbarajuste latinoamericano, la magia
implícita en el desorden hace que uno de los personajes, explicando las
peripecias que sufre en las procuradurías ante un caso injusto,
cuestione esa visión: “Y luego viene un mamón antropólogo francés y
dice: ‘¡C’est maravilleux, le magique mexicaine!’ ¡Mis ovarios! ¿Dónde
está lo maravilloso en que el puto de Kafka sea el papacito del poder
judicial? (45)
Como verá el lector, la noción de
"realismo mágico" que estoy describiendo aquí, propone un enfoque
bastante material e histórico para la comprensión de la realidad
latinoamericana.
(5) Las representaciones culturales de
la manera de experimentar la "muerte" en México son ricas y variadas,
desde las celebraciones de "Día de los muertos", a las imágenes
populares creadas por Guadalupe Posadas, por las pinturas de Frida
Kahlo, como por ejemplo "Niña con máscara de la Muerte", o "El Sueño",
la famosa pintura "Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central"
de Diego Rivera en el que las figuras que cruzan toda la historia de
México son retratadas junto a La Catrina - la muerte – y su sonrisa en
el centro de la pintura. La representación de la muerte está también en
las canciones populares tales como "El Preso Número 9", o en las
novelas como, por ejemplo Pedro Páramo de Juan Rulfo, y la
lista continúa. El recurso (o dispositivo) de la "muerte" y la
convivencia entre los vivos y los muertos es una recurrencia en la
cultura mexicana desde los tiempos precolombinos hasta el presente.
(6) El papel y la función del detective social que estoy trabajando
aquí en el caso del protagonista Héctor, responden a su contexto social
e histórico - la metrópolis urbana de la Ciudad de México – a su origen
social y realidad, mientras que el personaje Elías proviene de un
trabajo en un entorno social, cultural y geográfico muy diferente de
Héctor, pues el papel y las funciones de Elías como representante de
una comisión de investigación de origen rural y campesina son similares
pero a la par diferentes de la de Héctor. Para empezar, el papel
individual del detective privado urbano independiente de Héctor no
forma parte de la realidad de Elías, quien, como investigador, ya es
mucho más que "Elías", que ya siempre desde el inicio, es un colectivo,
una "comisión" en representación de su grupo social.
Durante
el suceder de la novela se revelará que en realidad hay dos "Morelos",
uno que cometió numerosas injusticias en Chiapas y otro en la ciudad de
México, por lo que cada "detective" regresará a su área de
especialización – Elías regresará a Chiapas en busca de "su Morelos" y
Héctor se quedará en la ciudad de México en busca de "su Morelos."
(7) En un artículo que es muy crítico de lo que llama, "el polifónico
monólogo del discurso de la novela del Subcomandante Marcos”, Close
sugiere que el status de Elías como un personaje muerto que funciona
como un personaje vivo representa un intento barato de equiparar los
capítulos de la novela Muertos incómodos con el clásico mexicano Pedro Páramo
de Juan Rulfo. Por su parte, Santana Peraza ha puesto de relieve
elementos de la representación de Elías que muestran que la sugerencia
crítica de Close es muy poco probable.
Encontrar el parecido
es difícil si tomamos en cuenta el tono festivo y de gran flujo verbal
de Elías, frente a la parquedad y precisión de los personajes de El llano en llamas o Pedro Páramo.(58)
(8) "El 2 de mayo de 2014, en el territorio zapatista de La Realidad,
Chiapas, México, el grupo de la CIOAC-H, planificó y ejecutó un ataque
paramilitar contra civiles zapatistas desarmados. Una escuela zapatista
autónoma y clínica fue destruida, 15 personas fueron emboscadas y
heridas y José Luis Solís López (Galeano), profesor en la Escuelita
zapatista, fue asesinado. Los medios de comunicación falsamente
describieron este ataque a los zapatistas como se fuera un
enfrentamiento dentro de la comunidad; pero, de hecho, este ataque y
asesinato es el resultado de la estrategia de contrainsurgencia a largo
plazo impulsado por el gobierno mexicano. (www.schoolsforchiapas.org/2014/05an-attack-us-all)
(9) El anuncio del 25 de mayo del Subcomandante Insurgente Marcos causó
un gran revuelo a nivel internacional cuando las personas fuera del
círculo interno Zapatista trataron de entender lo que estaba pasando,
lo que su desaparición como subcomandante podría significar para el
futuro del movimiento, por qué ocurrió en ese particular momento .
En una nota lateral, se decía que el ex Subcomandante Marcos había llevado un parche en el ojo cuando hizo su anuncio...
(10) En una interesante inversión de esta situación, en la tercera novela de la serie, Algunas nubes
(1985), Héctor se encuentra con un amigo de su hermano, el autor, Paco
Ignacio, que a finales de la novela ha sido asesinado. Por supuesto,
sabemos que el autor Paco Ignacio, fuera del mundo narrativo de Algunas Nubes, está vivo y continúa escribiendo la serie de Héctor Beloscoarán Shayne.
(11) La voz grabada que permite que las víctimas hablen más allá de la muerte, también juega un papel central similar en Amorosos fantasmas
(1989), la sexta novela de la serie en la que una joven graba mensajes
en cinta de casete que ella envía a una DJ de una emisora de radio de
última hora que toca los mensajes en el aire para ella. Héctor es
llamado para investigar cuando la chica, Virginia, es encontrada muerta
en lo que parece ser un pacto suicida con un joven que la ama. El
problema es que comienza la cinta así:
Me llamo Virginia,
tengo diecisiete años y no quiero morir…Qué ridículo, ¿verdad?, suena
como mensaje de alcohólicos anónimos…pero de verdad que no me quiero
morir, para nada, cuando se tienen diecisiete años todas las cosas
están por hacerse, hasta las que ya se hicieron una vez. No sé por qué
pienso que las despedidas deben ser públicas, por eso grabo esta cinta
que te haré llegar al programa de radio… (620)
lo que indica
que la idea del pacto de suicidio no parece viable. La DJ, Laura, es
una amiga de Héctor y también una amiga de la madre de la víctima. Su
emisora de radio le pagará para investigar el caso. En esta situación,
las cintas de Virginia ayudan a proporcionar las pistas que revelan una
banda de pedófilos, una vez más, los miembros masculinos de corrupción
de las clases altas que secuestran y encarcelan a las jóvenes para su
uso y abuso. La voz de Virginia más allá de la muerte (pre-grabada
antes de su muerte), conduce a la justicia para las niñas y la
vindicación de su muerte.
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Fuente original: http://www.lehman.cuny.edu/ciberletras/
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