2/04/2015

Dicen en gobierno que no habrá corrupción

Como Angélica Rivera, Luis Videgaray y el mismo presidente Peña Nieto no están vinculados directamente en las asignaciones de contratos del Grupo Higa seguramente se les exculpará por ese tecnicismo jurídico.

Manuel Fuentes 

lasillarota.com

Por más que la Presidencia y su séquito de colaboradores traten de acabar con los escándalos generados por las bondades inmobiliarias del Grupo Higa a los principalísimos del gobierno, éstos crecen y crecen.

La designación del nuevo Secretario de la Función Pública, Virgilio Andrade Martínez, es una burla más sin parangón; antes de su imposición era empleado en la Secretaría de Economía y en 1992 representante del PRI en el entonces Consejo General del IFE. Así que ¿cuál autonomía de decisión tendrá este empleado impoluto?

Con ese tipo de funcionarios a modo, convertidos de un día para otro en jueces de terciopelo con la correa de su amo visible, no será posible generar credibilidad social alguna; por el contrario engordará la sospecha, la sospecha razonable.  Estos actos desesperados desde la silla del poder, (porque los acusan de corruptos por todos lados), serán una forma de tratar de acallar tantos reclamos.

Pero la burla es de tal magnitud, que al designar a Virgilio Andrade hasta le dictaron el contenido de las conclusiones del veredicto que dará a conocer en semanas o meses: Que Angélica Rivera no es funcionaria y por tanto no incurrió en conflicto de intereses en la compra de la Casa Blanca. Que Luis Videgaray, secretario de Hacienda cuando hizo la operación de ganga con el Grupo Higa al adquirir su casa de Malinalco no era funcionario del actual gobierno y que el presidente Peña Nieto no participa directamente en las asignaciones ni en los contratos de las empresas que colaboran para el gobierno y que los beneficios inmobiliarios recibidos son cosa aparte. Por eso nada tienen que temer.

Hará el nuevo designado como que no existe (porque en el gobierno de Peña Nieto nadie lo conoce) el texto de la fracción XII  del artículo 8º  de la Ley Federal de Responsabilidades Administrativas de los Servidores Públicos que condena los conflictos de interés de los funcionarios públicos:

“Habrá intereses en conflicto cuando los intereses personales, familiares o de negocios del servidor público puedan afectar el desempeño imparcial de su empleo, cargo o comisión”.

El texto del citado artículo dice enfáticamente que todo funcionario deberá:

“Abstenerse, durante el ejercicio de sus funciones, de solicitar, aceptar o recibir, por sí o por interpósita persona, dinero, bienes muebles o inmuebles mediante enajenación en precio notoriamente inferior al que tenga en el mercado ordinario…”.

Ese artículo prohíbe a los funcionarios públicos recibir:

“…Donaciones, servicios, empleos, cargos o comisiones para sí, o para…” su cónyuge o familiares “que procedan de cualquier persona física o moral…”.

Pero el citado artículo condiciona la responsabilidad, si las actividades profesionales, comerciales o industriales están:

Directamente vinculadas, reguladas o supervisadas por el servidor público de que se trate en el desempeño de su empleo, cargo o comisión y que implique intereses en conflicto.

Como Angélica Rivera, Luis Videgaray y el mismo presidente Peña Nieto no están vinculados directamente en las asignaciones de contratos del Grupo Higa seguramente se les exculpará por ese tecnicismo jurídico. Por eso con tanta pompa se anuncian las 8 acciones “para prevenir corrupción y conflictos de interés”, porque saben que eludirán la condena “legal”, pero no la popular, porque al pueblo no se le engaña nada más así porque sí.

Con el anuncio del nuevo fiscalizador a modo, se creará una “Unidad Especializada en Ética y Prevención de Conflictos de Interés” dependiente de la Secretaría de la Función Pública que según esto, será la encargada de  decidir que funcionarios están metidos en conflictos de interés, de aplicar medidas preventivas y hasta podrá imponer sanciones para quienes incurran en esos actos. ¿Qué tipo de empleados laborarán allí? Seguramente empleados recomendados que aseguren disciplina del nuevo fiscalizador impuesto.  Que aseguren impunidad para los de arriba.

Que para nada se les ocurra molestar a los mandamás del gobierno, porque ellos no cometen conflictos de interés ¿cómo pensarlo? Que los beneficios inmobiliarios recibidos y otros favores, no son para nada una falta del servicio público, ¡de ninguna manera!, son actos del buen proceder irreprochable, protegidos por el aparato de gobierno diseñado por ellos mismos.

Dice uno de los ocho puntos que habrá colaboración con el sector privado en materia de transparencia y combate a la corrupción.  ¿A poco acabarán con el famoso diezmo que exigen los funcionarios en las asignaciones de contratos millonarios para sus amigos de interés?  Para nada, a funcionarios corruptos y empresas coludidas no les conviene que este clase de cochupos desaparezca, porque son la forma de subsistencia de unos y otros.

Estas medidas en estos tiempos de crisis moral y económica son los tiempos del engaño, del no pasa nada, del que se acabó la corrupción, del cinismo, que olvidemos esas corruptelas de gran magnitud, que ya se acabaron según ellos, que todo en adelante será diferente. Pero ¿quién les cree?

Correo: mfuentesmz@yahoo.com.mx      twitter: @Manuel_FuentesM

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