¿Cómo se puede no quedar atrapada en una tragedia? ¿Cómo se puede superar el dolor, la rabia, la frustración y seguir adelante? ¿Cómo se puede dar vuelta a la página?
Me pregunto eso tras escuchar el discurso de José Narro Robles, rector de la UNAM, y del presidente Enrique Peña Nieto, que la semana pasada hablaron de superar lo acontecido en Ayotzinapa.
Tras reconocer lo que calificó como “un esfuerzo sin precedentes de búsqueda, de investigación”, el rector de la máxima casa de estudios de mi país se dijo convencido de que “este instante, este momento en la historia de México, de tragedia y de dolor, no puede dejarnos atrapados”.
A continuación, el presidente de México señaló que “no podemos quedarnos ahí, tenemos que darle atención, tiene que haber justicia, tiene que haber castigo para aquellos que fueron responsables de estos hechos lamentables”. Y precisó que no debemos permanecer “parados, paralizados y estancados”.
Y yo, que no tengo vocación de mártir, digo que tienen razón. Pero hay un problema. No es el dolor el que nos paraliza. No es el espanto el que nos estanca. No es la gravedad de los hechos el que nos atrapa. Es la falta de justicia, que en nuestro país se ha vuelto un callejón sin salida.
De modo que no son las madres y los padres de los 43 normalistas desaparecidos quienes “atrapan” el derrotero nacional.
No son los millones de personas que se manifiestan en distintas ciudades del país o en las redes sociales exigiendo justicia las que “estancan” el camino a un mejor país.
No son los millones de ciudadanas y ciudadanos de medio mundo quienes, al solidarizarse, “paralizan” la posibilidad de superar estos hechos.
Lo que realmente atrapa, estanca, paraliza, es la corrupción que desde hace tiempo ha permitido que el crimen organizado y el desorganizado actúen con enorme impunidad con la complicidad, por acción u omisión, de las autoridades.
Lo que realmente atrapa, estanca, paraliza, es que cada hecho sólo le gana en gravedad al anterior. Porque no son sólo 43, son decenas de miles. Y fueron cientos de mujeres con las que empezó este terrible conteo (y seguimos contando).
Lo que realmente atrapa, estanca, paraliza, es que Ayotzinapa no es un hecho aislado en un municipio aislado en una ciudad aislada de un estado aislado.
Lo que realmente atrapa, estanca, paraliza, es la urgencia por socializar su “verdad histórica” o su “verdad jurídica”, porque para la inmensa mayoría de la ciudadanía es la verdad oficial, y esa no tiene valor.
Así que estoy de acuerdo, hay que superar lo acontecido en Ayotzinapa. Y también el feminicidio en Ciudad Juárez. Y también las desapariciones de mujeres en el Estado de México y en cada rincón del país. Y también Tlatlaya. Y también lo acontecido en la Guardería ABC. Y también…
Pero no se supera apostando al olvido. No se supera con la “verdad histórica”. Se supera con justicia. Se supera con “cero tolerancia” a la corrupción. Con “cero tolerancia” a la impunidad.
Sí, #superémoslo. Superemos el desastre de país que tenemos. Salgamos de la parálisis en que nos deja el binomio corrupción e impunidad. Abandonemos el estancamiento en que nos coloca la falta de justicia.
Sólo así podemos empezar a sanar las heridas. De lo contrario sólo duelen más.
Apreciaría sus comentarios: cecilialavalle@hotmail.com.
*Periodista y feminista en Quintana Roo, México, integrante de la Red Internacional de Periodistas con Visión de Género.
CIMACFoto: César Martínez López
Por: Cecilia Lavalle*
Cimacnoticias | Quintana Roo.-
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