En la mayoría de los países latinoamericanos, la falta de
sistematización de datos oficiales sobre femicidios o feminicidios
–los vocablos que tipifican los asesinatos de mujeres por razones de
género- dificulta la identificación de las víctimas por edad.
Pero en el caso de Argentina, algunos informes independientes, como el de la no gubernamental La Casa del Encuentro,
comienzan a visibilizar un dato generacional: no solo se matan más
mujeres por razones de género, sino que también aumentan las víctimas
de menos de 18 años.
“Entre 2008 y 2014 fuimos viendo como paulatinamente aumentó, y esto
tiene que ver con violencia de género dentro del noviazgo o de abuso
sexual seguido de muerte”, sintetizó a IPS la directora ejecutiva de
esa organización, Fabiana Túñez.
Otros países latinoamericanos
En México, la Red por los Derechos de la Infancia (Redim) detalló en
diciembre que durante 2013 las niñas y adolescentes fallecidas
presuntamente por homicidio fueron 315, en un ejemplo de la situación
que se vive en otros países latinoamericanos.
“Los casos de violencia contra las mujeres en México han ido en
aumento, la mayoría de ellas son niñas y adolescentes quienes son
víctimas de la violencia y que en muchas ocasiones terminan en
feminicidios”, señaló Redim, que criticó la falta de acciones del
gobierno para prevenir esta violencia.
En El Salvador, la Policía Nacional Civil registró 261 feminicidios
durante los primeros 11 meses de 2014, de ellos 28 de me mujeres entre
0 y 17 años.
Mientras, en Panamá, tres de cada 10 mujeres víctimas de femicidios eran menores de edad, según el Ministerio Público del país.
En el periodo 2009-2014 hubo en Panamá 343 muertes violentas contra mujeres, de las que 226 se clasificaron como feminicidios.
El informe del Observatorio de Femicidios Adriana Marisel Zambrano,
perteneciente a esa organización, registró 295 casos de femicidio
durante 2013 en Argentina, con 40 millones de habitantes. Entre 2008 y
2013 ocurrieron 1.236 homicidios por razones de género, equivalentes a
un femicidio cada 35 horas.
Según el observatorio, durante esos seis años hubo 124 adolescentes
asesinadas de entre 13 y 18 años víctimas de femicidios, según datos
recabados de los medios impresos, lo que equivale a 21 en promedio cada
año. Pero la cifra real podría ser ampliamente superior, porque en
variadas ocasiones no se indica la edad de la víctima.
El informe coincidió con un caso que causó conmoción en Argentina:
el asesinato de la estudiante, Lola Chomnalez, de 15 años, quien había
desaparecido el 28 de diciembre, cuando estaba de vacaciones en casa de
su madrina en un balneario uruguayo.
“Encontraron muerta a la nena argentina perdida en Uruguay. Nos
siguen matando y todavía hay gente que pregunta qué hacía una de
nosotras caminando sola en la playa. Se escucha en la televisión: el
asesino vio a una chica linda y joven y aprovechó la situación”, se
indignó en Facebook la activista feminista Verónica Lemi, bajo su
pseudónimo “Penélope Popplewell”.
“Si hasta para pasear por la playa tenemos que ir protegidas, llevar
espray de pimienta o ir acompañadas, las mujeres no somos libres. Si
actuamos con los mismos derechos que los hombres, aumentamos el riesgo
de que nos maten solo por ser mujeres”, agregó.
A veces los verdugos acechan en la calle: a la salida de una
discoteca, volviendo de estudiar. Pero en otros casos son parte del
entorno de sus víctimas.
Según Túñez, la mitad de femicidios se vincula a abuso sexual
seguido de muerte. La otra mitad, con la violencia en noviazgos y
parejas, lo que erradamente algunos medios siguen llamando “crimen
pasional”.
Los datos confirman una tendencia mundial. Según la Organización Mundial de Salud, tres de cada 10 adolescentes, sufre violencia durante el noviazgo.
Las causas, según Túñez, son las mismas que en los adultos. “el
varón agresor controla, domina, cela. Y las adolescentes que están en
sus primeras etapas de idealización del amor consideran que podrán
cambiar eso aunque en realidad comiencen a entrar en una gran telaraña
de la que después no pueden salir”, analizó.
Subrayó que hay que concientizar a las adolescentes para “desnaturalizar” estos comportamientos.
“No es normal que el novio tenga celos, no es normal que no puedan
salir solas, no es normal que les controlen los movimientos, no es
normal que les revisen sus celulares, no es normal que las insulten o
les peguen”, destacó a los medios locales Ada Rico, otra fundadora de
La Casa del Encuentro.
En su página “Acción Respeto: por una calle sin acoso”,
Lemi, de 26 años, intenta en Facebook “desnaturalizar” esa “cultura
agresiva y sexista”, cuya peor expresión es el femicidio.
“Por un lado tenemos el avance que se dio en los derechos mujeres
pero por el otro, en cuanto a idiosincrasia, seguimos viviendo en una
sociedad muy machista en Argentina, donde decirle algo humillante a una
piba (joven) de 15 años en la calle está bien porque significa que le
gustaste”, dijo la activista a IPS.
“La aparente libertad sexual es hasta ahí. Porque cada vez que una
chica es abusada todos los medios y comentaristas dicen ‘seguro que era
una putita’. Cuando una mujer ejerce su libertad sexual es considerada
una puta”, agregó
Para Lemi hay que combatir socialmente “esa relación hombre y mujer,
donde hay un dominante y una sumisa” y contrarrestar esa “cultura de
culpabilización de la víctima”.
“Hay muchísima violencia hacia las mujeres no solo física sino
también desde lo discursivo, a nivel simbólico. Se sigue justificando
la violencia hacia las mujeres. Dentro de ese contexto es lógico que
sucedan femicidios”, opinó.
Natalia Gherardi, directora ejecutiva del Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA), consideró que el aparente aumento de casos de femicidios puede estar vinculado a su mayor difusión en los medios.
“Hay mayores visibilidad y por eso conocemos más casos o muertes, cuando ya es demasiado tarde para denunciar”, dijo a IPS
Argentina integra el grupo de países latinoamericanos donde ha
habido avances en la educación a favor de la equidad de género y acceso
de la mujer a la educación y a cargos directivos.
Además, el bicameral Congreso legislativo argentino aprobó en el
2012 una ley que endurece las penas para los casos de violencia de
género, aunque no incluyó la figura del feminicidio o el femicidio,
como hicieron ya otros países de la región.
En ella se establece la cadena perpetua cuando el homicida es la
pareja o expareja de la víctima, o cuando se mate por razón de género.
“Se avanzó en la inserción laboral, en la educación… pero eso por sí
solo no alcanza para cambiar la cultura machista y patriarcal”, sostuvo
Gherardi
La directora de ELA cuestionó las deficiencias de implementación,
control y evaluación de políticas públicas, como la de Educación Sexual
Integral, que contempla aspectos de género.
“Me gustaría ver a líderes políticos, mujeres y hombres, hablando
sustantivamente de temas de violencia, más allá de acciones
grandilocuentes, cuando ocurren hechos que espantan”, exhortó.
Gherardi subrayó el papel fundamental de los medios en la lucha contra la violencia machista.
Indicó que hay medios y periodistas con mensajes “que contrarrestan
el estereotipo de género y otros que lo ayudan a perpetuar, poniendo a
las mujeres en papeles humillantes”.
“Antes de llegar al golpe o al femicidio, hay una enorme cantidad de situaciones de violencia sutiles cotidianas”, concluyó.
Editado por Estrella Gutiérrez
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