2/02/2015

Espionaje, guerra sucia y campañas

Serpientes y Escaleras
Salvador García Soto

Los particulares no son los únicos que saben realizar espionaje. Hay 5 estados que tienen aparatos de inteligencia
A las tensiones propias de la disputa electoral que se librará en junio próximo a nivel federal y 9 estados del país, se suman otras preocupaciones. Unas tienen que ver con la debilidad de un INE que, entre su reciente creación y un pesado marco legal, no logra aún consolidar su autoridad y más bien es cuestionado de antemano por los partidos políticos; otras con la amenaza de sabotaje en estados como Guerrero, Oaxaca y Michoacán, donde grupos violentos y radicales buscan violentar los comicios, y otras más con los llamados al abstencionismo o la anulación del voto que reflejan el hartazgo ciudadano con la política y los partidos.
Pero entre las situaciones que meterán ruido a los próximos comicios, tanto federales como locales, hay otra que tiene que ver con el nivel de las campañas y las contiendas y la práctica de espionaje y tácticas de campañas negras entre los partidos y sus candidatos. Hay casos recientes en estados como Nuevo León y Querétaro, en donde los ataques previos a las elecciones han llegado incluso a un nivel en el que se espía la vida íntima de aspirantes y precandidatos, desatando escándalos que, por encima de la invasión a la privacidad que es un delito, marcan la pauta del tono al que pueden llegar los contendientes en estas elecciones. 
Aprovechando el anonimato de internet y las redes sociales, los políticos de todos los partidos han encontrado en el ciberespacio un canal no regulado para difundir cualquier tipo de ataques y espionajes a sus contrincantes, a los que se busca atacar, desprestigiar y en algunos casos exhibir en prácticas ilícitas o incluso en actos de intimidad sexual que se vuelven un escándalo en los medios y desatan crisis políticas para los personajes exhibidos. 
El videoescándalo de los diputados del PAN que fueron grabados en plena bacanal con prostitutas, en medio de una reunión parlamentaria en Puerto Vallarta, es el mejor ejemplo de las nuevas tácticas de ataque y contienda política en México. En ese caso, que provocó la caída del coordinador parlamentario Luis Alberto Villarreal y el escarnio de varios destacados panistas —amén de los problemas maritales para otros— fue producto de un espionaje atribuido a Edelmiro Sánchez, un empresario de Nuevo León que, en venganza porque la fracción del PAN no le pagó varios contratos y servicios que les daba como proveedor, orquestó todo un set en una mansión rentada con la más sofisticada tecnología de audio y video, y desató un escándalo que cimbró al panismo nacional.
Pero los particulares no son los únicos que saben realizar espionaje en México. Hay por lo menos cinco estados de la República que tienen aparatos especializados de inteligencia y espionaje como son los gobiernos de Nuevo León —que se piensa ayudó a Edelmiro Sánchez con su grabación—, Estado de México, Jalisco, el Distrito Federal y Puebla. Las cinco entidades manejan áreas de inteligencia equipadas con los más modernos equipos de espionaje y seguimiento políticos.
Las otras dos áreas que tienen esa capacidad de espionaje político son federales: el Cisen es el primero, y la Policía Federal es el segundo, los dos con equipos y personal especializado en inteligencia y capacidad de intercepción de comunicaciones, incluso de internet.
Así que no nos sorprenda que en las campañas que inician formalmente en marzo, tanto a nivel local como federal, el lodo y la suciedad del espionaje sean parte de la contienda. En todo caso, a sacar los paraguas si no quieren verse salpicados. 
sgarciasoto@hotmail.com

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