Por: Alejandra Buggs Lomelí*
En fechas recientes en varios medios de comunicación se ha abordado el
importante y trascendental tema del matrimonio igualitario.
Algunos medios desde un lugar ético, profesional e informativo, y otros
con la intención de sólo elevar su “rating”; sin embargo, la realidad es
que sea cual sea la intención, lo importante es que se está hablando y
por tanto visibilizando un tema que tiene que ver con los Derechos
Humanos.
Hagamos un poco de historia para ubicar tanto el contexto legal, social y psicológico.
El matrimonio entre personas del mismo sexo, se habilitó legalmente en
la Ciudad de México, en marzo del 2010, cuando por instrucción del Jefe
de Gobierno capitalino la reforma fue publicada en la Gaceta del
entonces Distrito Federal, el 29 de diciembre de 2009.
El pasado 17 de mayo del año en curso, el actual Presidente de la
República Mexicana firmó una serie de demandas realizadas por
representantes de la población LGBTTTI, entre ellas la relacionada con
el derecho de las personas del mismo sexo a contraer matrimonio
legalmente en todo el país.
Este logro era, jurídicamente una asignatura pendiente de muchos años en
materia de Derechos Humanos con la Comunidad de la Diversidad Sexual, y
considero que continúa siendo una asignatura pendiente en lo
relacionado al respeto que toda la población debería tener hacia las
personas del mismo sexo que deciden casarse y construir una familia.
En una sociedad como la nuestra, que es: patriarcal, heteronormativa y
androcentrista, es más que sabido que las mujeres independientemente de
la orientación sexual, erótica y afectiva que tengamos, siempre hemos
sido invisibilizadas por este sistema y por tanto, violentadas.
Empecemos visibilizando el término lesbomaternal, que es una palabra
aceptada y ya utilizada, resultado, según Imaz (2006) de la unión entre
las adelantadas tecnologías reproductivas y el movimiento feminista que
impulsó su uso.
De tal forma que referirnos como familias lesbianas o familias
lesbomaternales, es no sólo política sino emocionalmente correcto.
Lo importante es saber y respetar, que una familia lesbomaternal la
conforman dos mujeres que tienen una relación amorosa, sexual y erótica,
con derecho a criar y a educar a una hija, a un hijo o a varias hijas e
hijos.
Sin embargo, las familias lesbomaternales generalmente pasan
desapercibidas, debido a que no se conoce de su existencia o a que la
sociedad las borra, siendo esta invisibilidad una forma de sometimiento
social, lo que se traduce en palabras de Bourdin (2010) en la más
profunda experiencia del sometimiento.
Después de la alienación, explotación, dominación, discriminación, y el
desprecio social, viene la invisibilización, cada una de ellas terribles
manifestaciones de la violencia de género.
De acuerdo a investigaciones realizadas por Estrada, Acuña,
Traverso-Yepes en 2007, se ha visto que existe un alto porcentaje de
familias lesbomaternales desdibujadas como resultado del sistema
político, social y legal, que se hace presente a través de la represión
violenta que utiliza un mecanismo de internalización del miedo, a través
de lo no hablado.
Por otro lado, la realidad es que haber ampliado las capacidades
reproductivas a través de los avances médicos y hasta tecnológicos, se
ha convertido en un logro de liberación y autonomía para las mujeres
lesbianas y como lo describe Lewin (1994, citado en Imaz, 2006), hasta
hace poco se cuestionaba la maternidad de las lesbianas, porque era
vista como una incongruencia, debido a que a muchas personas se les
dificulta pensar la maternidad fuera de lo heterosexual y de lo
heteronormativo, por lo que la posibilidad de concebir, sólo se podía
pensar en el contexto de una relación heterosexual.
En sociedades regidas por el patrón heterosexual, existen muchos límites
y normas que se imponen tanto en el espacio legal como en el moral,
social y cultural, en cuanto a la construcción y planificación de una
familia.
Los nuevos modelos de familia como la lesbomaternal, han reformulado las
relaciones al interior de las familias: los símbolos, los códigos, los
roles, creando un contrapeso a los modelos conservadores y
exclusivamente heterosexuales.
Según Weeks (2002), toda relación de pareja o familia no heterosexual,
trabaja para evitar las jerarquías dentro de sus dinámicas,
desarrollando relaciones más cercanas a lo democrático e igualitario, si
realmente logran evitar replicar el modelo tradicional de familia.
Son modelos de relación tan nuevos a la luz de la sociedad, que esto
hace que se cuiden a sí mismas, ya que no cuentan con un parámetro
externo al cual poder apegarse.
De acuerdo a la tesis de Rosa Andrea Pérez Segovia, sobre las familias
lesbomaternales en Chile, éstas se caracterizan por la forma en que se
organizan cotidianamente, a partir de negociaciones consensuadas que se
van construyendo de acuerdo a las habilidades, gustos y preferencias, en
este caso, de cada mujer, y de variables circunstanciales como: las
condiciones laborales, maternales y emocionales.
Las relaciones lesbomaternales, son relaciones que si bien intentan o
logran estar alejadas de los mandatos culturales de género, a veces no
escapan al juicio de algunas personas heterosexuales y alguna que otra
no heterosexual, a quienes les cuesta trabajo respetar formas diferentes
de relacionarse y de construir familias sanas.
La sociedad patriarcal es un sistema que limita y en ocasiones no
permite la expresión del lesbianismo, ni ninguna expresión diferente a
la heterosexual, en lo que a igualdad, libertad y dignidad, se refiere,
derechos intrínsecos a toda persona.
Desafortunadamente esta invisibilidad que vivimos por ser mujeres, se
exacerba en las mujeres lesbianas y fomenta que se alejen de los
espacios públicos.
Es sumamente necesario para la visibilización y aceptación de la
expresión sexual, afectiva y erótica entre mujeres que no recaiga sólo
en las mujeres lesbianas esa responsabilidad, sino que la misma sociedad
sensibilizada y respetuosa de todos los Derechos Humanos, articule
desde lo jurídico, legal, laboral, educativo, formativo, cultural,
comunicativo, solidario y sororario, mecanismos que permitan avances en
la comprensión y el respeto hacia el estilo de vida lésbico y hacia los
derechos de las familias lesbomaternales.
A manera de conclusión especialmente para aquellas personas que dudan y
aseguran que las hijas e hijos de dos mujeres o dos hombres podrían no
ser “normales”, comparto esta información del sitio web “Código
Espagueti”.**
En una reciente investigación realizada en Estados Unidos y Holanda, se
estudiaron a 95 parejas entre lesbianas y homosexuales, y a 95 parejas
heterosexuales, ninguna divorciada o que estuviera separada y todas con
hijas e hijos entre 6 y 17 años de edad.
Tomaron en cuenta factores como: salud, problemas emocionales, capacidad de adaptación y conducta de aprendizaje.
Las investigaciones se enfocaron en cómo eran educadas las niñas y
niños, por ambos tipos de parejas y encontraron que la orientación
sexual y afectiva no marca ninguna diferencia.
La diferencia importante que sí encontraron fue el estrés que
experimentan las parejas lésbicas y homosexuales al enfrentar
cuestionamientos sobre su papel como madres y padres, por una parte de
la sociedad declarada lesbofóbica y homofóbica.
No es la primera vez que se hace un estudio de este tipo, la ciencia ha
respaldado este mismo resultado desde hace varias décadas con otros 73
estudios, y 4 estudios de los 73 que sustentan lo contrario, han sido
desmentidos.
Es momento de saber que el debate científico ¡llegó a su fin!
Queda pendiente por ayudar a construir una sociedad más sensible,
tolerante y respetuosa hacia la visibilización de familias
lesbomaternales, lo que contribuirá de manera positiva en la reducción
del estrés, de las amenazas que reciben las lesbianas y reducir la
necesidad de que creen máscaras de protección ante las actitudes de
intolerancia y discriminación.
Toca por hacer, nombrar a las familias lesbomaternales por aquí y por
allá, por todos lados, porque si no las nombramos no existen.
Las familias lesbomaternales, así como otros modelos de familia existen
criando hijas e hijos sanas con cuidado, respeto y buen trato, para
lograr su bienestar integral.
** Nota completa en este link: cdgo.es/1qKEkJS
*Directora del Centro de Salud Mental y Género, psicóloga clínica,
psicoterapeuta humanista existencial, y especialista en Estudios de
Género.
CIMACFoto: César Martínez López
Cimacnoticias | Ciudad de México.-
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