Antonio Gershenson
E
l pasado domingo, 26 de marzo, nos referimos al cambio que se vive en el comercio internacional en el Pacífico. Ahora vamos a tratar el contexto de estos hechos. Empiezo por recordar una parte de mi artículo del domingo 27 de noviembre de 2016:
Se dio la visita del presidente de China a Perú y a Chile, a partir del 12 de noviembre, con resultados precisamente de una asociación estratégica y varios acuerdos comerciales. China es la principal en el comercio exterior de Chile. Se firmó un Tratado de Libre Comercio entre Perú y China. Se firmaron en total 12 convenios de cooperación. Entre China y Chile ya había desde antes un tratado de libre comercio, cuando Salvador Allende era presidente.
Esta visita del presidente de China a países de Sudamérica en el Pacífico es también un antecedente a lo que está pasando y que narramos el pasado domingo, en Asia y el Pacífico. Pero también se publicó durante la semana que termina, por la agencia china de noticias Xinhua, la visita del primer ministro chino a Nueva Zelandia, que sirvió para avanzar hacia la formación de una unión económica más amplia de Asia y el Pacífico. Se establecería un acuerdo de libre comercio entre los dos países, como el que ya tiene China con Australia, como dijimos el domingo pasado, vecina de Nueva Zelandia.
Parece ser que este proceso, que ya venía de antes, fue impulsado por la declaración del entonces presidente electo, Donald Trump, en contra de la asociación comercial formada por sus antecesores en el Pacífico y varios países que lo rodean, incluso México.
Mientras países sudamericanos aumentaban su relación económica con China, en México el presidente hablaba por teléfono con Trump y recibimos a más y más mexicanos y centroamericanos expulsados de Estados Unidos, y también recibimos noticias de mala economía de varios estados. Y el gobierno sigue considerando el 2 por ciento de crecimiento como la gran cosa, que ya ni eso es real, y prefieren que se olvide que México creció a 6 por ciento anual durante 40 años a partir del final del gobierno de Lázaro Cárdenas. Lo de que ni el 2 por ciento es real, que tal vez en crecimiento por habitante sea muy cerca de cero, no es un invento: el Banco Mundial publica que el crecimiento promedio de México en los últimos nueve años es de 1.9 por ciento.
Pero no sólo en México había y hay descontento con este gobierno estadunidense por esta política. Ya desde el 24 de enero, el Financial Timesinglés publicó un artículo de su especialista en economía, Martin Wolf, del que creo debemos estar informados.
Empieza diciendo que, tras su investidura como mandatario,
Trump hizo comentarios sobre el comercio que uno nunca hubiera esperado que vinieran de un presidente de Estados Unidos. Declaró que
debemos proteger nuestras fronteras de los abusos de otros países que hacen nuestros productos, roban a nuestras compañías y destruyen nuestras fuentes de trabajo. Y dijo más: “Vamos a seguir dos simples reglas; comprar lo americano y rentar lo americano”. El hecho de llamarse a sí mismos
americanoses una costumbre que desde hace mucho tiempo implica desprecio al resto del continente americano.
Sigue el artículo: “Esta no es sólo palabrería. El señor Trump ya canceló la participación de EU en la Asociación Transpacífico negociada por su antecesor. Anunció su intención de renegociar el Acuerdo Comercial de América del Norte… y ha hecho amenazas muy punitivas contra México (imposición de tarifa de importación de 35 por ciento) y contra China (imposición de tarifa de importación de 45 por ciento)”.
“La retórica de ‘Primero América’ se lee como una declaración de una guerra de economía.”
Finalmente, menciona como posibilidad que esta situación desemboque en una alianza de China con Europa y con otros países de Asia. Algo de esto ya está pasando, y es de lo que estábamos hablando.
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