(apro).- ¿Por qué Felipe Calderón insiste en ponerle su
nombre propio al PAN? ¿Acaso no se da cuenta que cada vez que habla o
hace acto de presencia en el escenario político tiene más consecuencias
negativas para su esposa Margarita Zavala y el partido donde milita? El
calderonismo no ayuda a nadie y menos en el Estado de México donde la
candidata panista Josefina Vázquez Mota va contra corriente frente al
priista Alfredo del Mazo, con la cartera más rápida para repartir
dinero y con Delfina Gómez impulsada por el lopezobradorismo.
Calderón
no ayuda ni con sus chistes que quieren ser irónicos y sólo reflejan
una personalidad densa y dañina como el elemento químico más pesado de
la tabla periódica: el osmio.
Josefina Vázquez Mota debería
pedirle públicamente a Felipe Calderón que mejor no hable si se va a
referir a algún tema de la campaña por la gubernatura del Estado de
México.
La burla que hizo recientemente con el nombre de la
candidata de Morena, Delfina Gómez, preguntando si es nombre propio, y
dejando entrever una crítica a López Obrador, generó un impacto negativo
tan fuerte en contra de él, su partido y Vázquez Mota, como no podría
haberlo hecho un ataque de los otros contendientes.
La burla es
burda y no tiene nada que ver con la ironía, que es la inteligencia. Es
evidente que a Calderón la falta cordura y le sobra soberbia.
Así
lo mostró cuando fue presidente con sus frases imborrables, como
llamarles “perdidas colaterales” a las víctimas de la guerra contra el
narcotráfico que él declaró en el 2006. O cuando trató con desdén a los
integrantes del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad cuando le
pidieron que cambiara su estrategia militar de combate al crimen
organizado porque sólo estaba generando más violencia, muerte y
corrupción.
Hoy quisiera borrar esas frases como lo intentó hacer
cuando negó haber dicho que declaraba la guerra al narcotráfico a pesar
de que sus declaraciones quedaron grabadas en audio y video.
Felipe
Calderón intentó hacer lo mismo con el tuit que escribió el pasado
lunes: “¿Delfina es nombre propio? ¿O así le dicen por cómo la trata
quien la nombró y es su jefe?”. Lo borró de su perfil sin tomar en
cuenta que esas son precisamente expresiones imborrables, que se quedan
en la ciudadanía porque reflejan el carácter y la idiosincrasia de quien
las emite.
Con estas desafortunadas expresiones, Calderón sigue
sumando negativos para quien podría decirse que sí es su “delfina”, su
esposa Margarita Zavala, a quien intenta apuntalar como su heredera
política primero como candidata y luego como presidenta de México en las
elecciones del 2018.
Las palabras tienen una responsabilidad y a
Calderón como a otros políticos se les olvida este principio básico.
Así que mientras siga hablando o escribiendo, el panista no ayudará ni a
su partido, ni a Josefina Vázquez Mota ni tampoco a su esposa que sueña
con sentarse en la silla presidencial.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario