La última década los rarámuris han
exigido al Estado mexicano por la vía judicial la recuperación de sus
territorios, con el respaldo valiente de varias organizaciones, entre
ellas Alianza Sierra Madre, para el caso de Choréachi. Para la mirada
prevaleciente centro y surocéntrica le puede parecer inexplicable que se
destaque la inédita marcha a la capital del estado de Chihuahua de
rarámuris con la que se hicieron presentes apenas hace 10 años, o sus
caravanas para hablarle al poder en la capital del país; lo es si nos
acercamos a la realidad que han vivido los pueblos indígenas en la
Sierra Tarahumara, lo es si damos cuenta de los días de camino que les
implica el traslado, lo es más si observamos la reciente agudización de
la violencia ancestral contra ellos y sus territorios. En días pasados,
el sacerdote jesuita Javier Ávila, tras 40 años de vivir en la Sierra
Tarahumara, explicaba que históricamente, cuando al rarámuri le ponía el
pie encima el chabochi (mestizo), procuraba retirarlo poco a
poco y en silencio continuaba su camino. Hoy esa reacción pasiva es
insoportable, hoy se está viviendo el ¡ya basta! rarámuri. En esa
resistencia, en el aislamiento en que la ha vivido, resulta inapropiado
hablar de que parezca tenerles sin cuidado lo que pasa en la sociedad
mayoritaria. Un ejemplo: en 2001, en el cierre en el Zócalo de la marcha
El Color de la Tierra, el EZLN nombró a todos los pueblos
indígenas y la pequeña representación rarámuri, a su regreso, informó
con emoción que acá se vinieron a enterar que
somos muchosy además que ellos, los rarámuris fueron nombrados. Cierto que no están enterados como otros pueblos de la situación nacional o del crimen contra Miroslava Breach, pero es un hecho que están resintiendo sus efectos y nada de esta descomposición criminal y grave riesgo les es ajeno.
Justamente es el contexto para leer el profundo significado que tiene
el que ahora sean nombrados en el sistema interamericano y el Estado
mexicano esté emplazado por la Corte Interamericana de Derechos Humanos
(CoIDH) , para proteger a la comunidad de Choréachi ya no sólo a alguno
de sus integrantes amenazados. La resolución fue aprobada el 25 de marzo
pasado, un día antes el gobierno respondió de manera insatisfactoria a
su solicitud de información precisa sobre Choréachi, así como las
medidas adoptadas sobre el proceso que ha sido denunciado primero ante
la Comisión Interamericana (CIDH) hace tres años por la representación
jurídica de la comunidad y reiterado el primero de febrero de 2017:
una extrema situación de riesgo de las personas beneficiarias y la continuidad en los hechos de amenazas, hostigamientos y otros hechos de violencia ocurridos en la región por la presencia de actores del crimen organizado, los conflictos del territorio y otros factores generadores de la situación de violencia denunciada.
Adicionalmente,
destacaron la falta de medidas de protección adecuadas por parte del Estado pese al tiempo de vigencia de las medidas cautelaresy expresaron a la comisión
la necesidad de que se solicitaran medidas provisionales a la Corte Interamericana.
La CIDH señaló al remitir el caso a la Corte el pasado 20 de marzo:
Si bien el Estado mexicano ha respondido formalmente a las medidas cautelares y reiterado su disposición de dar cumplimiento a las mismas, la información aportada en el marco de dicho trámite refleja que, pese al tiempo transcurrido, no se han adoptado medidas adecuadas y efectivas para atender la situación de seguridad de la comunidad, las cuales deben ser adoptadas de manera urgente y con un enfoque diferenciado que atienda las necesidades particulares de las personas beneficiarias. Es clave la expresión de que las respuestas oficiales son formales, es la línea que mantuvo para responder a la Corte; señaló que sus medidas
han sido eficaces: diversas reuniones sobre el asunto agrario-ambiental, la presencia policiaca, por ejemplo, la alerta decretada en Chihuahua por el Mecanismo de Defensores y Periodistas (pese a los crímenes que cumplieron con amenazas denunciadas previamente: Juan Ontiveros, entre otros) y cuestionó a la CIDH
al solicitar medidas provisionales; es contraria a la naturaleza complementaria del sistema interamericano; señaló que su carácter coadyuvante:
obliga a los órganos interamericanos [a] abstenerse de intervenir en dichos asuntos cuando los estados actúen de conformidad con sus obligaciones de respeto y garantía de los derechos humanos. ¿Qué tal su autoexculpación?
Pese a ello, la CoIDH reiteró “la extrema gravedad, urgencia y la
necesidad de evitar daños irreparables a personas por lo que decidió
ordenar al Estado que presente, a más tardar el 25 de abril de 2017, un informe completo y pormenorizado sobre las actuaciones realizadas para dar cumplimiento a las medidas provisionales decretadas. No se nos está
descomponiendoChihuahua (según el secretario Osorio Chong) forma parte de un patrón de impunidad.
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