Periodista narra cómo el Congo sale de dos guerras
Con
todo y las atrocidades que se cometieron en las últimas dos décadas
durante las dos guerras que vivió la República Democrática del Congo, la
periodista y abogada congoleña, Caddy Adzuba, es una optimista, por eso
nunca ha dejado de defender los derechos humanos de las mujeres.
Después de reportear la guerra, de entrevistar a las víctimas y de
darles voz a través de los medios de comunicación la periodista señala:
“Todo ser humano puede cambiar”, pero son cambios que en su opinión no
se deben esperar de los organismos internacionales: “La voluntad del
cambio tiene que ser innata”, dijo en entrevista con Cimacnoticias.
La defensora y periodista ha viajado por todo el mundo para dar a
conocer la historia “olvidada” de las guerras en la República
Democrática del Congo. Esta vez estuvo en México para dar dos
conferencias a propósito del Día Mundial de la Libertad de Prensa, fecha
que se conmemoró este 3 de mayo.
En una visita de prácticamente 24 horas, Caddy Adzuba se dio tiempo
para dar una entrevista a Cimacnoticias, una conversación en la que
enfatizó los esfuerzos de las mujeres para conciliar su país y el
desarrollo positivo que ha vivido la sociedad civil congoleña en los
últimos años.
Los momentos esperanzadores no se pueden contar sin conocer la
historia atroz de este país centroafricano, una historia que relató
durante una conferencia en la Universidad Iberoamericana. En el centro
del conflicto están los valiosos recursos naturales del Congo que en vez
de ser riqueza son una maldición para la población.
El segundo país más grande de África, con nueve países vecinos, no
solamente tiene reservas de diamantes y oro, también de coltán, mineral
muy demandado por la industria que produce teléfonos celulares
inteligentes.
La lucha por el control de los yacimientos de este mineral,
estratégico para la innovación tecnológica, fue uno de los detonantes
para dos guerras en el Congo entre 1996 y 1998, con un saldo de 6
millones de muertas y muertos, la mayor cifra desde la Segunda Guerra
Mundial.
La periodista Adzuba fue una de las víctimas de esta guerra, perdió a
sus padres cuando la familia decidió de huir de su casa y no los volvió
a encontrar hasta dos años después, cuando tenía 17 años. “Esta
experiencia me llenó de valor, empecé a trabajar para poner fin a esta
guerra”, narró.
Su voz firme, su discurso libre, sus pausas determinadas y sus
miradas austeras, aun cuando habló de las atrocidades más
escalofriantes, dejaron estupefacto al público académico al que dirigió
su charla la mañana de este jueves 3 de mayo.
A la edad de 19 años se desempeñó como reportera de guerra. “Entendí
que el mundo es malo. Sólo para tener este celular, hay que matar a mil
niñas y niños congoleños”, explicó mientras mostraba un teléfono móvil.
En el Congo, más que en otras guerras, la violencia contra las
mujeres se empleó como una estrategia para destruir al enemigo. Las
historias son muchas y de entre ellas Adzuba relató el destino de una
familia que vivió al norte de Bukavu, ciudad al este del país.
Los rebeldes entraron al pueblo, a la casa de esa familia y exigieron
al papá de violar a sus dos hijas. Cuando él se negó, lo mataron, igual
que al hijo varón. A las mujeres previeron un destino más cruel.
“Son caras las balas, no las gastamos en mujeres”, le decían a la
madre. Violaron a la madre y a las hijas. Incendiaron botellas de
plástico y las introdujeron a sus vaginas. Introdujeron tenedores,
cuchillos y pedazos de vidrio a la vagina de la menor, que tenía once
años de edad.
Enseguida la mataron, tomaron la mujer y a su hija mayor como
rehenes y las llevaron a su campamento, allí amarraron a la madre a un
árbol, usaron su cuerpo para apagar sus cigarros y después de asesinar a
su hija, le ofrecieron de comer carne.
“Todos los días vivimos esas historias increíbles, incomprensibles”,
comentó Adzuba y preguntó: “¿Por qué nadie habla de esta guerra?”
Ella es una de las activistas que si cuenta estas historias, que sí
alza la voz, por ejemplo, en su programa en Radio Okapi, de Naciones
Unidas, que se transmite en la región del este del Congo; y en la radio
comunitaria de mujeres que fundó, Mama Radio, la única radio dirigida
sólo por mujeres.
Por su trabajo ha recibido numerosas amenazas, agresiones que muchas
ocasiones le hicieron pensar en dejar de defender Derechos Humanos.
“Pero cuando me despierto a las seis de la mañana, hay cincuenta mujeres
esperando en mi sala, cada una con su problema. Me dicen, ‘tenemos
miedo de hablar, pero tú puedes hacerlo, diga a la policía, la
administración, de hacer su trabajo.’ Y me pongo a hacer presión sobre
ellos. Eso es lo que me da el valor”, dijo.
En su trabajo en la radio denuncia los casos de desaparecidas y
desaparecidos y la violencia contra la población y además aboga por los
derechos de las mujeres.
Caddy Adzuba, quien en 2014 recibió el Premio Príncipe de Asturias a
la Concordia, es parte de varias iniciativas, entre ellas de la
Organización de periodistas del Este de la República Democrática del
Congo e integra otra asociación donde con la ayuda de unos mil
voluntarios hombres busca dar capacitación en materia de igualdad de
género a otros hombres.
La católica creyente no cesa en ir a los pueblos y anotar las
historias de las mujeres para intentar de buscar justicia para ellas. En
esta campaña de hacer visible lo que sucede en su país, también viaja
por el mundo para hacer público los crímenes que se cometen y ejercer
presión sobre los gobiernos de países donde se fundan las mineras
multinacionales que explotan el coltán.
En sus recorridos Adzuba consideró que han tenido éxito, por ejemplo,
se modificó la legislación de Estados Unidos para que las mineras
estadounidenses no extraigan minerales en ciertas zonas del Congo, pero
“es difícil, porque son las mismas empresas que financian los políticos
de países occidentales”. Aun así, dijo, el cambio más importante tendría
que darse dentro del Congo, con las víctimas que se organizan.
En los últimos cinco años, contó en entrevista, la población se ha
esforzado por dejar de ser víctima y convertirse en actor de cambio;
ahora se dedican a la reconstrucción del país. “Ya hay varios grupos
trabajando este tema y las mujeres participan activamente”, dijo la
defensora.
Una tarea muy importante será la resocialización de toda una
generación que nació en la guerra y que no ha visto otra cosa que la
violencia en su vida. ¿Cómo reinsertar a los muchachos que fueron niños
soldados en la sociedad? Caddy Adzuba es optimista: “Nadie está perdido,
todo ser humano puede cambiar”.
Apuesta por ejemplo a la terapia, a una educación formal para estos
jóvenes y a diálogos con la sociedad civil en sus pueblos natales. “Las
comunidades tienen que perdonar a estos jóvenes, porque no es su culpa,
mataron pero fueron niños”, opinó Adzuba, quien durante su discurso
también trazó líneas paralelas con la situación que viven las mujeres en
México.
“Siete feminicidios al día, esto es una situación muy grave. Somos
distintas, pero sufrimos de la misma manera”, dijo. Una coincidencia
entre México y el Congo es que a finales de este año están previstas
elecciones presidenciales en ambos países.
Para ella los augurios en su país son peores: El actual presidente,
Joseph Kabila, no quiere dejar el poder y ha postergado las elecciones
una y otra vez desde el año 2016.
Ni este contexto adverso derriba el optimismo de Caddy Adzuba: “Ya se
fijó el día, el 23 de diciembre 2018, Kabila ya no puede negarse ante
el mundo, entonces creo que habrá elecciones. ¿Bajo qué circunstancias, y
si se puede evitar la violencia?, bueno, es incierto. Pero es nuestro
trabajo como sociedad civil sensibilizar a todas y todos los actores,
que las elecciones se desarrollen en paz.”
Especial
Por: Sonia Gerth Cimacnoticias | Ciudad de México.-
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