Obrador de gira en Los Mochis, Sinaloa. Foto: Germán Canseco |
Tres cosas han quedado evidentes en estos rounds de sombra entre los empresarios y el candidato de Morena:
a) El sector privado en México no es monolítico, sino que, al
contrario, se encuentra profundamente fragmentado tras 18 años de
“alternancias” -unos le apuestan a Anaya, otros menos a Meade y un
sector creciente por López Obrador ante lo que leen ya como un “triunfo
inevitable”.
b) No es el modelo económico lo que está en juego, sino el modelo de
corrupción que ha predominado en las relaciones para beneficio de unos
cuantos hombres de negocios.
c) Las cúpulas del empresariado, en especial, el Consejo Mexicano de
Negocios (CMN) y el Consejo Coordinador Empresarial (CCE) se han
distanciado frente a la posibilidad de que gane el exjefe de gobierno
capitalino, pero individualmente, cada potentado ha tendido puentes con
el puntero en las encuestas.
El pasado lunes 7 apareció en distintos medios impresos un desplegado
del CCE, organismo cúpula de cerca de 90 organismos de la iniciativa
privada, para hacer un llamado a un “debate constructivo, abierto, a
dialogar las diferencias, con evidencia y argumentos de fondo, para que
hagamos realidad el México al que todos tenemos derecho”.
El tono del desplegado fue diferente al publicado el pasado jueves 3
por el CMN, una especie de club de mega ricos que le plantearon al
candidato presidencial tabasqueño que “así no” y consideraron que el
líder político de Morena los agravió el 1 de mayo en su discurso de
Zongolica, Veracruz.
“Condenamos que un candidato a la Presidencia de la República recurra
a ataques personales y a descalificaciones infundadas. Es preocupante
que alguien que aspira a ser presidente de México denoste a quienes no
comparten sus ideas”, afirmó el organismo.
Los integrantes del CCE demandaron un liderazgo que “convoque a la
unidad, no a la división; que reconozca el México diverso que somos, que
esté dispuesto a escuchar todas las voces y que no genere encono”.
También señalaron que creen en “la libertad como cimiento fundamental
de una sociedad democrática. En la libertad de expresión, de
asociación, en la libertad para emprender, para competir y sobre todo en
la libertad para disentir y pensar diferente”.
En ambos desplegados, ninguno de los organismos empresariales
menciona el problema fundamental que originó el enfrentamiento verbal
entre liderazgos de la iniciativa privada y el candidato de Morena: la
generalizada corrupción entre el poder económico y el poder político que
afecta a los propios empresarios y a millones de mexicanos.
El NAIM y los adversarios
Desde el lunes 7, López Obrador planteó un cambio significativo en
relación con el proyecto del Nuevo Aeropuerto Internacional de México
(NAIM). El exjefe de gobierno capitalino afirmó en el XVI Foro Nacional
de Turismo que no se cancelará el NAIM y convocará a “mesas técnicas”
para analizar su viabilidad.
“Al día siguiente de la elección presidencial, voy a estar tocando
las puertas de Los Pinos porque voy a hablar con el presidente (Enrique)
Peña Nieto y un tema que llevo para tratarle es el del aeropuerto para
que de inmediato se conformen los equipos de qué es lo que más
conviene”, afirmó.
“Nosotros no queremos cancelar, queremos resolver el problema de
saturación del actual aeropuerto sin gasto o inversión”, sentenció.
El mismo mensaje lanzó en la entrevista con TV Azteca. Ante
el conductor Javier Alatorre, López Obrador les puso nombre y apellido a
sus adversarios en el tema del NAIM: el magnate Carlos Slim y el
concuño de Carlos Salinas, Hipólito Gerard, ambos del grupo de los
“cinco más beneficiados” con los contratos para la obra de
infraestructura más ambiciosa del peñismo.
El mismo lunes, López Obrador, Meade y Anaya sostuvieron un encuentro
con el financiero Larry Fink, presidente ejecutivo de Black Rock Inc,
el fondo de inversiones más grande del mundo y con amplios intereses en
México.
Según la agencia Reuters, el encuentro con el morenista fue
muy bueno. “Ambos salieron encantados de la reunión”, declaró Carlos
Urzúa, designado como futuro secretario de Hacienda del gabinete del
aspirante presidencial de “Juntos haremos historia”.
Incluso, las dos grandes empresas de televisión privada en México, Televisa y TV Azteca,
han dado muestras claras de distensión con López Obrador, conocedoras
de que son concesionarias, que dependen de una buena relación con el
futuro presidente y no les conviene escalar una “guerra sucia”.
A pesar de los signos de distensión, el periódico español El País
afirmó que los grandes empresarios preparan una batería de mensajes
contra López Obrador, pero “en caso de que no se reduzca la distancia
con AMLO, la mayoría de los consultados da por un hecho que se
producirán un acercamiento con el líder de Morena para tratar de limar
las tensiones ante un eventual triunfo.
Supondría la continuación del camino recorrido, hasta ahora, por
Alfonso Romo, empresario y artífice del proyecto de nación de López
Obrador”.
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