Más a fuerzas que de ganas, Meade se puso la chamarra roja y aceptó
que pusieran el logo del PRI en el escenario que instalaron este domingo
en la sede nacional del partido como parte de su relanzamiento. Aunque
un día antes, en Poza Rica, se vio obligado a recibir el apoyo de uno de
los personajes más denostados del priismo por su riqueza inexplicable y
denuncias de corrupción: Carlos Romero Deschamps, quien le prometió el
voto de los petroleros.
El relanzamiento de la campaña de Meade, sin embargo, no fue como
esperaban en el PRI que había anunciado la llegada de 10 mil militantes a
la sede del partido y solo llegaron tres mil.
Este famoso relanzamiento es un intento de conciliar la campaña de
Meade con el PRI, lo cual quiso evitar a toda costa, durante meses, el
propio candidato presidencial y su equipo coordinado por Aurelio Nuño.
El fracaso del experimento del “candidato ciudadano” encarnado por
Meade, que implicaba el alejamiento vergonzante del PRI por los
escándalos de corrupción, obligó a realizar un cambio en la dirigencia
del partido con la salida de Enrique Ochoa Reza y la llegada de René
Juárez Cisneros.
Voces en el PRI dijeron que la oferta de dirigir al partido durante
el resto de la campaña, se la hicieron a Miguel Ángel Osorio Chong, en
un intento de reconciliación tras el revés que sufrió el exsecretario de
Gobernación en su intento por ser el candidato presidencial. Aunque la
propuesta fue rechazada, René Juárez Cisneros, amigo y aliado de Osorio y
Peña, fue puesto al frente del PRI para tratar de cerrar la cicatriz.
No obstante, con el relanzamiento de Meade, en realidad parece que la
meta del PRI y del peñismo es asegurar posiciones en las cámaras de
diputados y senadores, así como algunas de las ocho gubernaturas en
juego, las diputaciones locales y las presidencias municipales.
Al interior del partido y de la oficina presidencial, al parecer
tienen encuestas que indican que ya nada se puede hacer ante el desfonde
de la campaña de Meade, quien esta muy lejos de Andrés Manuel López y
de Ricardo Anaya. De ahí que el plan de relanzamiento en realidad sea
rescatar el mayor número de votos en la elección presidencial a fin de
contar con más diputaciones y senadurías.
El PRI tiene ante sí uno de los peores escenarios de su historia como
partido en el poder. Si pierden la elección presidencial, las ocho
gubernaturas más la Ciudad de México, y consiguen unas cuantas decenas
de diputaciones y senadurías, podría convertirse en cuarta fuerza
nacional.
Por cierto… Hay cierta expectativa y esperanza entre los priistas de
que desde Los Pinos comience la “operación rescate” de Meade y el PRI.
Peña Nieto estaría dispuesto a echar a andar la maquinaria electoral,
aceitada con los recursos de los programas sociales, pero falta que
funcione la otra parte: la del candidato Meade, porque la estrategia no
funciona en automático y hasta ahora no se ve que el aspirante
presidencial y su equipo tengan la fuerza y la destreza para manejarla.
Mientras tanto, el tiempo avanza inexorablemente hacia el 1 de julio
como fecha fatal.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario