Pedro Echeverría V.
1. Desde que dejé en 1977/78 lo que quedaba del espartaquismo de Revueltas, Rojo y Rousset (1964-77), tratándome de aclarar los sucedido en el debate chino/soviético y la guerra a de Vietnam; sobre todo el planteamiento del “marxismo no leninismo”, mis viejos amigos los anarquistas españoles del exilio: Ricardo Mestre, Benjamin Cano, Héctor Sibirats, Fidel Miró, me convencieron que uno de mis artículos (1977) en la revista Autogestión era anarquista y no marxista. Me invitaron a presentarme en una conferencia en la Casa del Lago y luego en la escuela de antropología, antes ubicada en Chapultepec. Editamos nuestra revista Caos. La realidad es que a los 37 años de edad sólo sabía de anarquismo las deformaciones que me habían enseñado mis amigos marxistas.
2. A partir de esas dos charlas, sobre todo la de la escuela de antropología que di una noche entre gritos de apoyo y de rechazo, me metí de cabeza a conocer a mis nuevos ideólogos: Bakunin. Kropotkin. Malatesta, Fabbri, Flores Magón. Sobre todo a los historiadores, Rudolf Rocker y al filomarxista Isaac Deutcher. En ese camino me topé con críticos marxistas como Korch, Rubel, Castoriadis, Claudín, Mattick, Bettelheim, Pannekoek, así como a muchos trotskistas. Guillermo Rousset, radicado en París por 10 años, nos enviaba cartas de 80 o 90 cuartillas criticándonos e informándonos de los cambios teóricos que se registraban en Europa mientras nosotros hacíamos en México un muy pobre trabajo de organización.
3. Comencé entonces a sentirme un “marxista libertario” mientras otros sentían que era un “marxista vergonzante” porque seguía usando un lenguaje y una seriedad que tenía más de autoritario que de libertario; además porque seguía cumpliendo con mi trabajo, mi horario, mi familia y pensando en una militancia (que viene de militar) y no sabía que era destramparme, es decir, ser libre. La realidad es que en el anarquismo me dediqué mucho tiempo a la teoría y al manejo de consignas contra el poder, las jerarquías, el Estado y los partidos. Las batallas del anarquismo en las calles, de manera amplia, aparecen en México en los noventa, junto a las batallas de protesta organizadas alrededor del llamado fraude a Cuauhtémoc en 1988.
4. Los anarquistas en México mantienen una actitud muy libre ante los movimientos. Todos son de izquierda radical contra la autoridad que se enseña y se impone de manera tradicional desde niño en la familia, la escuela, la iglesia, el partido, el Estado, el gobierno, en la academia. Los anarquistas no son conocidos porque están contra el poder, el capitalismo, el socialismo autoritario, los cargos políticos, los premios, los reconocimientos. Recuerdo muchas polémicas de los anarquistas con Marx, en la Internacional, durante la revolución rusa, la represión de Kronstand y los sindicatos. En México durante todo el magonismo y la Casa del Obrero Mundial en los primeros 20 años del siglo y la organización de la CGT en 1920.
5. En las grandes manifestaciones del Paseo de Reforma en 1968, de anarquistas sólo recuerdo a mi amigo Eligio Calderón que siempre cargaba su gran bandera negra anarquista que sólo nos provocaba sonrisa por el “individualismo anarquista sin perspectivas de triunfo”. No comprendí entonces que aquel movimiento de 1968 era esencialmente popular y espontáneo (como propaga en anarquismo) porque ningún partido lo controló aunque sí muchos grupos izquierdistas influimos para darle vida del 26 de julio al dos de octubre, por lo menos. En el 68 estudiantil de Francia y en Alemania el anarquismo fue una corriente dominante, sobre todo de su liderazgo, (Cohn Bendit y Dutschke)
6. Durante mucho tiempo, cuando el anarquismo no era aún fuerte, se propagó mucho el “marxismo libertario” como una corriente muy crítica del marxismo ruso stalinista distribuido en manuales; luego, al extenderse la distribución de autores anarquistas la libertad se hizo muy grande. Hoy se critica mucho al anarquismo individualista que pone énfasis en la autonomía de individuo sobre toda clase; aunque son un grupo de filosofías que defienden la libertad y la individualidad. Yo, aunque como un poco de juego que da risa, he escuchado el “Anarquismo organizado” que mantiene todo los principios pero mantiene una organización horizontal y nunca permanente o con jerarquías; se trata de una coordinación revocable, que está permanentemente renovándose.
7. Hoy en México los jóvenes anarquistas tratan de encabezar todas las manifestaciones buscando romper con los bloqueos de la policía o el ejército que cuida al gobierno y a los capitalistas. Son ellos, generalmente con la cara tapada para resguardarse de las cámaras policiacas y de la represión fascista, los que discuten con la policía exigiendo respeto al tránsito libre a todas las marchas de protesta. Las fuerzas armadas del gobierno siempre los reciben violentamente y con gases lacrimógenos. Los anarquistas son sin duda, los más valientes y más dignos manifestantes dispuestos a que las protestas obtengan su cometido. Son los que evitan que las marchas se conviertan en un divertido paseíllo de domingo con los niños. No son provocadores de nada, sino vanguardias de las luchas del pueblo. (8/V/18)
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