General Gallardo
En la entrega publicada en Sin Embargo
01/05/18, describía la importancia de las relaciones civiles-militares
en México, si bien, estas relaciones fueron convenientes después de la
revolución, el control del ejército por un partido de Estado (control
subjetivo), a través de cuotas de poder y prebendas, hoy esos maridajes
han llevado a una crisis de seguridad y al colapso institucional del
Estado.
“La seguridad, debe descansar en una relación civil-militar de
carácter objetivo, donde el poder militar esté sometido, subordinado
absolutamente al poder civil del Estado, en el punto hemos sido
insistentes. Cualquier gobierno por más legítimo que llegue al poder,
incluso con el 100 por ciento de la votación, si no tiene este cimiento
NO PODRÁ GOBERNAR, porque va en contra del orden constitucional, por
tanto la gobernación será nula de pleno derecho”. Decía, que los
parámetros de cómo el poder público ve a la seguridad se deben cambiar,
de una visión política-militar de corte represiva y de control social
para sostener un régimen autoritario y depredador, a otra, donde la
seguridad se perciba como una función de Estado, como un servicio a la
comunidad y como un derecho humano.
Para abundar en el tema de porqué la militarización es un obstáculo
para la seguridad, describo un estudio del Centro de Ciencias Sociales
de Berlín 2015, de Sabina Morales y Carlos Pérez. Publicado en la
Revista Colombiana de Sociología Vol. 38 N°1. Ene-Jun 2015.
Pues sí, la opinión debe llegar de fuera para que el poder volteé a
ver, como cuando se trajo a la Ciudad de México al Sr. Louis Rudolph
William, alcalde de Nueva York, que mediante pagos millonarios a través
del otrora jefe de gobierno Marcelo Ebrard, vino a enseñar a los
políticos defequenses “cómo se calienta el agua”.
¡Va la información! La bibliografía especializada, toda de autores
mexicanos, coincide en que la evolución de la política de seguridad en
México corresponde a un proceso de militarización. De un lado, este
proceso se ha caracterizado por la reconstitución de las instituciones y
organizaciones militares en ejes centrales de la política de seguridad,
y de otro, por la adopción de lógicas y prácticas castrenses por los
actores e instituciones civiles.
En el artículo se analiza el caso de México desde una noción de
militarización inspirada en los conceptos de campo organizacional y
cambio isomorfo del nuevo institucionalismo sociológico. Esta
aproximación teórica metodológica, permite integrar las transformaciones
mencionadas, como procesos interdependientes, en una reconfiguración
general del campo organizacional de la seguridad en México.
Un proceso en el que las organizaciones e instituciones civiles
involucradas sufren procesos de cambio isomorfo (semejanza,
correspondencia, igual forma), relacionados con la constitución de las
Fuerzas Armadas como actor hegemónico y que como parte de la
reorientación de tipo castrense de los componentes civiles del campo,
los componentes militares también cambian. Es decir, se interactúan y se
subsumen uno con otro, tomando igual forma.
Derivado del análisis del caso, se discute la manera en que las
modificaciones de los actores civiles y militares constriñen/violentan
su capacidad para proponer e instrumentar acciones que reorienten el
campo hacia esquemas democráticos.
E identifican cuatro obstáculos, tanto institucionales como
simbólicos, para la gobernanza democrática de la seguridad en México:
cesión del control civil; relaciones jerárquicas entre los actores
hegemónicos y periféricos del campo; una organización centralizada del
campo; y la acción totalizante de una legitimidad centrada en la
retórica de la eficiencia militar.
Estos cuatro elementos, junto con la escalada de violencia e
impunidad frente a la violación sistemática de los derechos humanos, así
como la progresiva retirada del Estado mexicano de sus funciones
sociales, contribuyen a consolidar la trayectoria de la militarización
del campo de la seguridad en México, lo que disminuye cada vez más la
probabilidad de su reorientación democrática.
En general, la investigación señala dos vertientes de militarización:
el control sobre la seguridad pública que han ido ganando las Fuerzas
Armadas y la adopción intensiva de lógicas, estrategias, personal y
tecnología militar por parte de las dependencias públicas de seguridad
(policías, secretarías de seguridad y procuradurías de justicia).
El análisis del caso que define la militarización institucionalizada
isomorfa. Permite entender que los procesos experimentados por los
actores civiles y militares están relacionados y son dependientes.
Bajo esta perspectiva, como ya quedó apuntado, el predominio de las
instituciones militares como ejes centrales de la política de seguridad
pública y la adopción por los actores -en principio civiles- de lógicas y
prácticas militares son parte de un mismo fenómeno de militarización.
En los términos, las organizaciones e instituciones civiles envueltas
en el campo organizacional de la seguridad en México han sufrido
procesos de cambio isomorfo, relacionados con la constitución de las
Fuerzas Armadas en actor hegemónico del campo y, que como parte del
cambio isomorfo de los componentes civiles del campo hacia una
orientación castrense, los componentes militares también se han
transformado.
Así las cosas, según los autores, durante las últimas dos décadas y
media, los cambios en la política de seguridad en México han llevado,
por un lado, a la institucionalización de la supremacía de las Fuerzas
Armadas en el campo de la seguridad pública, y por otro lado, a que los
actores civiles adopten lógicas y prácticas militares.
Estas y otras transformaciones del campo de la seguridad en México
han resultado en un proceso de militarización, entendido en las dos
dimensiones ya explicadas: la reconstitución de las Fuerzas Armadas en
los actores hegemónicos dentro del campo de la seguridad y, el proceso
de cambio isomorfo de las policías civiles hacia prácticas, estructuras y
procedimientos militares.
Concluye, el proceso de adquisición de lógicas militares por parte de
las instituciones policiacas ha ido paralelo al empoderamiento de las
instituciones castrenses. Se trata de dos partes de un mismo proceso que
ha reconfigurado el campo de la seguridad en México, por medio de
mecanismos de cambio isomorfo. Las características actuales del campo
presentan fuertes obstáculos para reorientarlo hacia.
El proceso de militarización en México está ya avanzado, sus
instituciones y prácticas no están en fase inicial sino de
consolidación. Un agravante adicional es que este proceso se encuentra
enraizado en otros campos sociales más generales. Su desarrollo va de la
mano con las políticas de ajuste estructural, que han implicado una
retirada del Estado de sus funciones sociales a la par de un
fortalecimiento y endurecimiento de su parte represiva, característica
de la formación del Estado penal neoliberal.
Recordemos que junto a los cambios en la estructura productiva del
neoliberalismo camina la emergencia del populismo penal, la imposición e
importación de políticas de tolerancia cero y la penalización de la
pobreza.
Eventualmente y pese a lo dicho, aquellos que hemos planteado como
obstáculos para la gobernanza podrán ser reformulados por los actores
como retos para retransformar el campo de la seguridad en México y
reorientarlo hacia una legitimidad de tipo democrática. Aunque su
capacidad de agencia se encuentre fuertemente constreñida, esta puede
siempre reemerger y cambiar el rumbo de las cosas.
Estos temas donde se toca al ejército, han sido intocados y de los
prohibido en toda la historia de México. En esta coyuntura histórica se
deben romper los parámetros de las relaciones-civiles militares que
tienen como eje central el secreto.
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