11/17/2012
Forum en Línea 254
El humano, nuestro más valioso yacimiento
Silvio Rodríguez / Segunda cita, blog del cantautor
forum@forumenlinea.com
En la entrada anterior recibimos muchas muestras de solidaridad por el daño que nos hizo el huracán Sandy. Incluso apareció la idea de hacer una colecta para los damnificados, aprovechando los próximos conciertos que haremos por el cono sur americano. Yo respondí pidiendo un poco de paciencia, seguro de que nuestra respuesta al desastre iba a ser inmediata y enérgica, como es costumbre en nuestro país cuando ocurre este tipo de cosas.
Por esos días algunos segundaciter@s se hicieron preguntas en voz alta que inevitablemente me llevaron a reflexiones. No era el mejor momento para ponerme a pensar en estas cosas, porque me encuentro ensayando intensamente para la gira, y cuando llego a casa continúo elaborando ideas musicales. Pero ¿quién para el pensamiento? Así que una mañana, muy tempranito, antes de irme a ensayar, esbocé una idea y se la mandé a Guillermo Rodríguez Rivera y a Víctor Casaus, para que me dijeran lo que pensaban. Esta entrada consiste en eso: en lo que tecleé esa mañana y le mandé a mis amigos, y en lo que ellos me respondieron. En cuanto les leí, me di cuenta de que lo dicho por ellos completaba y ampliaba mi planteo inicial. Por eso les propuse que lo publicáramos. En definitiva se trata de asuntos que a todos nos interesan. Víctor, por estar también en un berenjenal de trabajo, fue más parco y “amenazó” con seguir participando aquí en el blog, cuando tuviera un chance.
He aquí lo que yo expuse:
Materialmente pobres
La verdad es que somos materialmente pobres. No tenemos grandes yacimientos, excepto de níquel, cuyo valor ha bajado en el mercado mundial en los últimos años. También parece que tenemos algo de petróleo, lo que se está explorando todavía. Estamos rodeados de agua salada pero tenemos poca dulce: no tenemos ríos caudalosos de los que pudiera extraerse fuerza para turbinas generadoras de electricidad.
Nuestro más valioso yacimiento es el humano, porque gran parte del pueblo está instruido, gracias a una política correcta que se instauró desde hace medio siglo. Eso y la tierra, aunque es difícil ue un pueblo educado decida dedicarse a la agricultura. Los estudios relacionados con el campo trataron de estimularse, pero la mayoría quería ser médico, ingeniero, arquitecto, o sencillamente vivir en las ciudades. Uno de los dramas anteriores a la Revolución era que las tierras pertenecían a grandes latifundios, generalmente de empresas foráneas; los que la trabajaban no eran propietarios sino peones. La Revolución hizo dos reformas agrarias y repartió tierras a quienes las querían trabajar, pero por una política agraria sin luz larga los hijos de los propietarios de tierras se fueron de los campos, y hoy resulta que hay que importar la mayoría de los alimentos que consumimos, a pesar de que podríamos producirlos.
No me ofende que alguien nos diga pobres, porque somos dignos. Fuimos capaces de lanzarnos a una concepción elevada del ser humano. Quizá pecamos de idealistas, pero teníamos dos mundos que comparar: el injusto que habíamos vivido y el solidario que soñábamos construir. Los desganos actuales no son por falta de memoria: es que los que comienzan a decidir no tienen edad de recordar lo que fuimos. Y ¿qué convence a las nuevas generaciones de que respondan por las vidas de sus abuelos, más que por las propias? El mundo parece funcionar por reglas ancestrales, por lo básico que se suele entender: si trabajas, tienes; si tienes, te das el gusto de hacer lo que desees.
La actualidad parece estar violentando nuestro espíritu al volvernos realistas, lo que en cierto sentido podría parecer que nos empobrece, porque nos hace sacar más cuentas, no sólo de lo que tenemos y aspiramos sino de lo que estamos dispuestos a dar. Muy al principio de la Revolución, Fidel dijo una vez: “Nos casaron con la mentira y nos obligaron a vivir con ella. Por eso nos parece que se hunde el mundo cuando escuchamos la verdad. Como si no valiera la pena que el mundo se hundiera, antes que vivir en la mentira.” (*) Aunque parezca contradictorio, lo cierto es que la forma de ser que teníamos, la más elevada, la más altruista, además de bien, también nos hizo daño: creó demasiada seguridad. Fabricamos un mundo en el que, incluso sin trabajar, algunos podían sobrevivir. Y lo cierto es que somos un país sin mejores recursos que nosotros mismos, los que lo habitamos.
Si pensamos que es justo que todos tengamos derechos, no debemos olvidar que también es muy justo que todos aportemos. Porque no se trata de que por haber nacido nos toquen todas las bondades, y nos las den, y después nos las sigan dando, como si la vida fuera un interminable biberón; se trata de que, porque nacimos y somos ayudados a sobrevivir, tengamos la oportunidad de ganarnos el bien que seamos capaces de realizar. Ese principio, el derecho a lo honradamente trabajado, debiera ser nuestra mayor riqueza.
(*) Citado de memoria.
(Donativos para apoyar al pueblo de Cuba por los cuantiosos daños ocasionados por el huracán Sandy: Número de Cuenta: 2938901139.
Banco: BBVA Bancomer. Titular: Gilberto López y Rivas).
¿Hank González ayudó a Fidel en 1956?
Pedro Echeverría V.
pedroe@cablered.net.mx
1. He leído cien historias e investigaciones sobre Fidel Castro y la Revolución cubana, acerca de sus contactos en 1955-56 en México con Gutiérrez Barrios, Lázaro Cárdenas, Che Guevara, de algunos viajes en el país, su estancia en Yucatán, el entrenamiento militar en la hacienda de Chalco, acerca del entrenador Alberto Bayo, pero no había leído nunca, no me había dado cuenta o me olvidé, que haya figurado tan cerca de él, un personaje –para muchos siniestro– como Carlos Hank González. Más aún parece que el mismo presidente de México, Adolfo Ruiz Cortines, estuvo enterado de los mil problemas que tuvo que enfrentar Castro con la policía mexicana. Por intervención de esos personajes y por la posición de México en Punta de Éste, Uruguay, ha sido por lo que Cuba ha guardado evidentes consideraciones políticas a México evitando denunciar muchas cosas.
2. Dice un artículo de José Martínez (Forum en Línea 253): Durante su estancia en México Fidel Castro le pidió a Carlos Hank González (era presidente municipal de Toluca) un lugar para preparar a sus combatientes para la Revolución cubana. Fidel le pidió a Hank un lugar que se asemejara a la cadena montañosa en la región suroriental de Cuba, en las provincias de Granma y Santiago. Días después Hank recibió un reporte confidencial de sus allegados. De acuerdo a las necesidades de Fidel y sus huestes sugerían un paraje en las faldas del Nevado de Toluca; como segunda opción se le ofreció a Fidel unos terrenos cercanos a Ixtapan de la Sal. Ninguno de estos parajes convenció al mítico comandante, hasta que por fin se decidió por un lugar cercano a Chalco, la Hacienda de Santa Rosa, a la que vio como el lugar ideal, pues en ese entonces la zona se encontraba alejada de la mancha urbana y estaba rodeada de cerros.
3. Era un Hank que apenas se iniciaba en política y quizá no tenía empresas poderosas. Pero en 1958 se convirtió Hank en diputado federal, en 1964 en director de la Conasupo y cinco años después en gobernador del Estado de México. Luego López Portillo lo nombraría regente del Distrito Federal, siendo uno de los empresarios con más millones de pesos, propietario de grandes empresas en Tlalnepantla, Naucalpan y otros lugares. Hank fue uno de los políticos más populistas en su trato con los gobernados y, al mismo tiempo, uno de los pocos grandes empresarios que participaba en la alta política. Fue tan poderoso Hank que dos veces se habló de él como futuro presidente, pero por la existencia del artículo de la Constitución que prohibía a los hijos de extranjeros, fue hecho a un lado. Ya en el gobierno de Salinas fue secretario de Turismo y después de Agricultura.
4. Me causó extrañeza la ayuda a Fidel Castro de parte de Hank González porque éste siempre fue para la izquierda una de las figuras políticas más siniestras por ese doble papel de alto gobernante y empresario; sobre todo en los 70 y 80 cuando el PRI se decía de “centro” porque aún no era ampliamente penetrado por empresarios y la Iglesia católica. No creo que la visión acerca de Hank cambie mucho, pero es interesante conocer que para que Castro pudiera conseguir hombres dispuestos a luchar, armas y un yate para trasladar a 82 revolucionarios a invadir Cuba, se requiere una enorme capacidad para hacer relaciones con todo tipo de personajes, sobre todo, para poder escapar de la vigilancia y la persecución de la policía del dictador cubano Fulgencio Batista con órdenes de matar.
5. Estaba Castro metido en una tarea gruesa, además de clandestina muy cercanas a la prisión o la muerte; y, a pesar de ello necesitaba todo tipo de apoyos económicos, políticos y militares que –por pura convicción y compromiso– había que conseguir a como dé lugar. A veces pienso que muchas cosas no salen adelante en México porque no hay compromisos serios por falta de convicción: pensamos con gran laxitud que las cosas deben salir bien, pero “si no salen pues no hay problema, al fin el mundo sigue existiendo”. Y las convicciones de Fidel Castro, por lo menos desde que en 1953 pretendió apoderarse con 200 personas del Cuartel militar Moncada e ir a la cárcel, eran muy grandes y es lo que demostró en sus andanzas en México con el único objetivo de organizar la invasión y la rebelión. No había más objetivo que ése.
6. No se sabe por qué Hank González –exprofesor normalista– aceptó ayudar con amplitud al dirigente del grupo revolucionario cubano. Se sabe que Lázaro Cárdenas –a 15 años de haber terminado en la Presidencia de la República– aún poseía una ideología nacionalista; además tenía que la influencia de varias batallas independistas que se libraban en el Cercano Oriente y en los países No Alineados, lo impulsaron a intervenir por la lucha en Cuba abriendo varias puertas con varios funcionarios ruizcortinistas. ¿Puede olvidarse que cinco años después fue este mismo Lázaro Cárdenas el que convocó y organizó la reunión internacional en México para crear lo que sería el Movimiento de Liberación Nacional y la defensa de la Revolución cubana? En la izquierda radical fuimos siempre críticos de Cárdenas y el cardenismo, pero no podemos más que reconocer su ayuda.
7. Como puede verse: por la cantidad de cargos de alto nivel ocupados, por los enormes negocios empresariales que realizó y por ser uno de los dirigentes más fuertes del llamado Grupo Atlacomulco, del estado de México, Hank González sigue influyendo en política nacional. El futuro presidente, Enrique Peña Nieto, es parte de ese grupo en el que Hank y sus hijos siguen teniendo una fuerza enorme. De todas maneras son las vueltas de la historia en un mundo capitalista en que muchas cosas cambian para quedar igual. Mientras tanto el imperio de Estados Unidos y sus agentes siguen asesinando y matando –por enésima vez– a Fidel Castro mientras éste a sus 86 años de edad sigue vivito y coleando. Esperamos que siga escribiendo sus historias y opinando sobre los cambios actuales en el mundo.
Amor a la hondureña
Teresa Gurza
teregurza03@yahoo.com
Aunque la preparación de su boda duró casi un año, Natasha estuvo casada sólo 34 días.
Nació en Siberia, muy cerca del Lago Baikal que es la reserva de agua dulce más grande del mundo, en donde estaba comisionado su padre; militar ruso de bastante importancia.
Se casó sólo porque le fascinaban los plátanos y un muchacho hondureño le prometió que en su tierra los podría comer diario y sin hacer cola, como sucedía en la URSS cuando “aparecían” en el mercado y las filas eran kilométricas y los precios altísimos.
Los trámites del enlace, de por sí difíciles cuando una rusa quiere casarse con un extranjero, fueron peores por ser hija de un militar con acceso a información reservada.
Y de no haber sido porque el novio estaba absolutamente deslumbrado por esa belleza que había conocido en un viaje de puros tavariches a Siberia; y a que ella soñaba con un castillo tropical lleno de plátanos, no hubieran tenido éxito.
Tuvo que intervenir hasta el secretario general del Partido Comunista de Honduras, para que las autoridades del partido y el gobierno soviéticos dieran la autorización.
Finalmente Natasha tuvo la propishka --pasaporte interno-- para poder pasar por Moscú; y el pasaporte internacional para viajar a México y de ahí a Honduras; donde ya la esperaba su futuro esposo.
En esa época –1984– cualquier extranjero que pretendiera casarse con una soviética, debía pagar al Estado lo que había “invertido” en su educación.
Para fortuna del hondureño, Natasha era muy joven; así que el gasto estatal incluía sólo primaria y secundaria, año y medio de carrera y unos cursos de español; y su partido, orgulloso de que uno de los jóvenes que había mandado a la Escuela de Cuadros, regresara a casa con una rusa alta, güera, y bonita, le ayudó a solventarlo.
Pero el disgusto de los familiares de Natasha era mayúsculo.
Por eso llegó sola a Moscú y se alojó tres noches en casa de Nadia, una traductora de las delegatzias latinoamericanas que visitaban la URSS y a la que ella había visto casi de paso en una dascha que el Comité Central del PCUS tenía en el Mar Negro, donde ella fue de vacaciones y Nadia acompañaba a unos argentinos.
Como pensó que como periodista podría interesarme el tema, Nadia me invitó a acompañarlas a comprar el vestido de novia; y al día siguiente, un jueves de verano, la llevamos al aeropuerto a tomar el avión de Aeroflot a México, donde dormiría para al día siguiente salir a San Pedro Sula y de ahí en autobús, al pueblo donde viviría.
Los rusos son muy supersticiosos; y esa mañana, sentadas nosotras en sillas y ella sobre sus maletas, meditamos, brindamos y dejamos los vasos tal cual en el fregadero; porque la costumbre ordena no lavarlos hasta que el viajero informe que llegó con bien.
Me había casi olvidado del asunto, cuando Nadia me habló para ir al aeropuerto porque Natasha, “regresaba”.
De esa novia radiante, quedaba una mujer acongojada; el agobio hizo estragos su lozanía; adelgazó, y hasta su larga trenza dorada parecía mustia cuando nos contó lo sucedido.
En México se hospedó en el hotel Reforma; cansada de las casi 20 horas de vuelo, salió a estirar las piernas; los piropos llovían y ella desacostumbrada, los agradecía con sonrisas; lo que fue tomado por algunos como insinuación y el gerente tuvo que llamar a la policía porque dos tipos querían entrar a su habitación.
En Honduras una suegra molesta de por sí porque su hijo había vuelto comunista del viaje de estudios, se enfureció al enterarse que la noviecita de siempre era relegada por una rusa que viajaba sola y se casaba sin permiso.
¿Qué es pudor?, preguntó Natasha cuando la primera noche oyó la palabrita; “lo que ella tiene y tú no conoces…”, explicó la suegra señalando a la exnovia del hijo, que no se despegaba de la casa.
El día de la ceremonia su larga cola blanca barría el polvo de las calles sin pavimentar, donde su familia política vivía; y llegó a la iglesia llorosa, acalorada y desilusionada.
En la fiesta el novio se emborrachó; y le dio por besar a la ex, mientras Natasha se la pasó en la cocina sin probar nada, porque hasta los plátanos perdieron el sabor.
El desencuentro arreció; y un mes después, todos opinaron que mejor se fuera; y ni el PCH pudo hacerlos cambiar.
Sus padres la recibieron pésimo, al sentirse doblemente deshonrados; primero por la boda con un extranjero que para colmo, era pobre; y luego por la separación.
Le perdí la pista; pero por Nadia supe, que odió los plátanos para siempre.
Juan Diego, ¿símbolo de la mexicanidad?
José Cabrera Parra / Forum, número 108, febrero de 2002
forum@forumenlinea.com
Corría el año de 1543 cuando fray Juan de Zumárraga, primer obispo de México dio a la publicidad su libro intitulado Doctrina breve en el cual, utilizando lenguajes al alcance de los indígenas, resumía las enseñanzas que se habían impartido desde su llegada a México en el año de 1531. En este documento, al igual que en muchos otros salidos de la pluma del obispo, no se hace mención alguna de las supuestas apariciones de la Virgen en el año de 1532, es decir 11 años antes de la fecha señalada; y desde luego, nada dice el prelado del supuesto de que él había recibido de un indígena llamado Juan Diego un ayate en el cual la propia madre de Dios hubiera estampado su imagen.
Si bien ese sólo dato anterior resultaría prueba suficiente de la inexactitud del hecho, lo que en este artículo nos interesa abordar es cierta afirmación reciente hecha por el cardenal Norberto Rivera Carrera en el sentido de que Juan Diego sería el representativo de los indios mexicanos y el padre de nuestra nacionalidad. Afirmación especialmente audaz cuando es históricamente aceptado que el padre indígena de nuestra nacionalidad es nada menos que Cuauhtémoc, el emperador que cayó defendiendo a su patria frente a enemigos superiores en armamento.
Si bien la caída de Tenochtitlan permite la toma por Cortés habrían de pasar muchos años, más de 15, para lograr la consolidación militar de la conquista ante la constante rebelión de los aztecas –y de otras razas indígenas– que mal soportaban la dominación española y la destrucción de sus costumbres y de su religión, ciertamente politeísta.
Que la Iglesia católica, saturada de santos quisiera llevar a los altares a quien no existió, es cosa de ella; pero de allí a afirmar que ese mito llamado Juan Diego sea representativo de aquellos que pelearon junto con Cuauhtémoc hay una gran distancia. De haber existido, Juan Diego representaría, según algunos de los centenares de relatos que se han soltado alrededor de su posible canonización, al indio sometido, por propia voluntad, al poder y la voluntad del conquistador que, asociado con los frailes “evangelizadores” impusieron su religión y destruyeron sus costumbres, su historia y a sus familias, hundiéndolas en la esclavitud.
Por otra parte, nuevas y risibles versiones del suceso, presentan ahora al vidente ya no como un pobrecito macehual “el más pequeño “de los hijos de
María, sino como un príncipe azteca, quien tenía varias esposas y concubinas y quien era, ¡hágame usted el favor! nieto nada menos que de Netzahualcóyotl y quien por ser un gran guerrero formó parte de los Caballeros Águilas, los miembros de la elite militar de los aztecas.
Mal anda su ilustrísima el cardenal Rivera mancillando la historia y adjudicándonos metrópolis filiales, en su afán, un tanto enfermizo, de elevar a los altares un mito más a pesar de que otro papa anterior a éste, dio de baja del santoral y el martirologio romanos a más de tres mil personajes –entre ellos San Cristóbal y San Jorge– porque la Iglesia comprobó que nunca habían existido. Pero es asunto de ellos y de quienes les crean.
Nosotros, descendientes de indios tlahuicas que lucharon ferozmente en defensa de su patria –como lo demuestra la batalla de Zuapapalotzin –cerca de Oaxtepec, Morelos–, en donde Cortés recibió una de las primeras derrotas en su marcha hacia Tenochtitlan. De haber existido, el chichimeca Juan Diego hubiera estado muy lejos de estos indígenas patriotas.
Quédese su eminencia y quienes le sigan en su mítica aventura que nosotros, nos quedamos con Cuauhtémoc.
Y la muerte se puso en huelga
Jesús Delgado Guerrero / Los sonámbulos / Milenio Estado de México
jesdeg@prodigy.net.mx
“Al día siguiente no murió nadie”. Por razones de estrategia oficial, éste no fue ni sería el titular de “ocho” para describir cualquier día, incluso el menos feroz, de un sexenio como el que está por morir. Tampoco serviría para corregir el “rigor de la demografía funeraria” de Monsiváis.
Pero sí es el inicio, entre estremecedor y seductor, de Las intermitencias de la muerte, del Nobel José Saramago, ya extinto, donde la propietaria de la guadaña decide una tregua, en algún país, y deja a un lado su actividad, como si colocara banderas rojinegras.
Días propicios para reflexionar sobre ese tema (y otros como la ciencia y la religión), en la obra del lusitano al principio la gente cree haber logrado el sueño de la humanidad: la vida eterna en la tierra. A su vez, el gobierno asume la derrota de la muerte con un: “Aceptaremos el reto de la inmortalidad del cuerpo, si ésa es la voluntad de Dios”.
Ahí está, sometida, la mujer gorda vestida de negro que, como recuerda Saramago, al parecer se le mostró a Marcel Proust.
Pero no tardaron en surgir los problemas y, luego, el caos. A las protestas de la jerarquía católica (sin muerte no hay resurrección, y sin resurrección no hay iglesia, reprochó un cardenal al gobierno) siguieron las dificultades de las empresas funerarias, que se vieron forzadas a inhumar animales para revitalizar su negocio.
Lo peor: la muerte se puso en huelga pero el tiempo no y los moribundos y comatosos seguían ahí y alguien los debía atender, igual a jubilados y pensionados, contados por millones, una pesada carga tanto para el erario público, cada vez más miserable, así como para las familias y jóvenes.
No falta la mafia. Los cárteles siguen matando pero ahora con fines humanitarios: confabulados con el gobierno, trafican con enfermos terminales y los pasan ilegalmente a un país donde pueden fenecer.
“De dios y de la muerte se han dicho muchas historias y ésta es una de ellas”, dice Saramago, para el cual sólo el arte, mediante un músico de esos duros y no precisamente del tipo Rolling Stones o Paul McCartney, pudo librarla cuando la muerte reactivó sus quehaceres habituales, se colige que vía “outsourcing”, con notificaciones al domicilio de los elegidos.
Lo demás es, pues, empeñarse en desafiar inútilmente a la muerte, faltándole con ello al respeto a la vida
Difamación
Raúl Moreno Wonchee / La nave va / El Nuevo Mexicano
wonchee_r@yahoo.com.mx
La moral pública es terreno resbaloso. Sobre todo si se trata de condenar a un personaje por actos que ya están siendo juzgados por la justicia institucional encargada de definir la culpa y dictar la purga que será la medida de la redención social del inculpado. Quienes prenden una hoguera inquisitorial y le echan leña con afanes claramente denigratorios, incurren en difamación. Y cuando el objeto del frenesí acusatorio no es sólo el penitente sino las instituciones y los funcionarios que lo hicieron compadre, el asunto se vuelve sutil y peligrosamente político.
Me refiero al lamentable linchamiento del que está siendo víctima el escritor peruano Alfredo Bryce Echenique. Doblemente lamentable porque entre quienes así están procediendo figuran algunos intelectuales cuya trayectoria los acredita como activistas del respeto al derecho ajeno. Y vaya si tiene derecho Alfredo Bryce Echenique, a pesar de sus trapacerías, a ser reconocido como autor de una gran obra narrativa, y premiado en consecuencia. De lo que se le acusa es de haber cometido pequeños hurtos, desvergonzados si se quiere, pero pequeños. Poco más de una docena de artículos, ninguno memorable. Una de las afectadas declaró que se sentía distinguida por haber sido plagiada por tan grande escritor. Lo interesante del caso son los motivos de Bryce: hay quien supone que es una consecuencia de su manera inmoderada de beber y que ya entrado en tragos, echa mano al fusil; o una irrefrenable cleptomanía debida a una atroz neurosis compulsiva.
En fin, un caso para ser tratado en la intimidad del consultorio de un psiquiatra pero que de ninguna manera debe dar lugar a una sospechosa campaña moralista en tiempos de definiciones político-burocráticas.
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