Al
proponer la creación de una Comisión Nacional Anticorrupción, Enrique
Peña Nieto intenta cubrir el Talón de Aquiles del PRI y del sistema que
retorna con su regreso al poder. La corrupción vista como uno de los
graves problemas “históricos” de México; como un fenómeno “que afecta a
la economía, aumenta la desigualdad y desalienta las inversiones en el
país”; pero también la corrupción vista como un “problema ético” que
distorsiona el servicio público y hace que la sociedad perciba la
política “como un negocio al servicio de los poderosos”, son algunos
argumentos que el presidente electo plantea en la iniciativa de ley que
ayer envió al Congreso.
Senadores
de PRI y PVEM -dos partidos que han sido emblemáticos de la corrupción
en México- suscribirán esta iniciativa que equipara al problema de la
corrupción con el de la desigualdad como de los dos males más dañinos
del país. Sin hablar del pasado de los gobiernos priistas, el texto de
la iniciativa que ya circula de manera preliminar en el Senado, sí
habla del fenómeno en los sexenios del PAN. “El arribo de la
alternancia política ha tenido poco efecto a la hora de reducir los
niveles de corrupción e incluso se observa un incremento moderado del
problema”.
Con
datos y gráficas de Transparencia Internacional, los senadores
firmantes refieren que la corrupción se incrementó en el final del
sexenio de Calderón y es la peor de los últimos 10 años.
“Según
el Índice de Percepción de la Corrupción (IPC), elaborado anualmente
por la prestigiada organización TI, México se ubica en la posición 100
de 183 países, con una calificación de 3.0 en una escala donde 0 es la
mayor y 10 la menor percepción de corrupción. Dicha calificación es la
peor en 10 años”, mencionan y muestran un cuadro que indica que el país
pasó de la posición 51 con calificación 3.7 en 2001, al lugar 100 con
calificación de 3 en 2011.
También
en la exposición de motivos se hace un recuento de los distintos
modelos e instituciones con los que se ha buscado “combatir” la
corrupción en México entre 1982 y 2012, que, eso no lo dice la
iniciativa, todos fracasaron. Y cita desde la “Renovación Moral de la
sociedad” el ex presidente Miguel de la Madrid, que dio como origen a
la fallida y fraudulenta SECOGEF, antecedente de la Función Pública que
hoy quieren desaparecer. Sin mencionar nada del sexenio de Salinas,
como si no hubiera habido en ese periodo lucha anticorrupción, los
senadores brincan al sexenio de Ernesto Zedillo y la Ley de
Fiscalización Superior en el año 2000 que dio origen a la Auditoría
Superior de la Federación, a la que elogian pero señalan que “raramente
proceden” sus recomendaciones, porque lo encargados de sancionar, PGR o
Secretaría de Función Pública, actúan lento o nunca actúan contra los
responsables.
Tras
un análisis comparado de las instituciones de lucha anticorrupción en
varios países del mundo y los modelos que representan, la iniciativa
propone la creación de la Comisión Nacional como un “órgano autónomo
con personalidad jurídica y patrimonios propios que garanticen su
independencia”, además de que sería un órgano facultado para “prevenir,
investigar y sancionar los actos de corrupción en materia
administrativa cometidos por los servidores públicos de la Federación,
así como por cualquier particular, ya sea persona física o moral. Se le
dotará en la ley de la facultad de atracción para conocer casos de los
estados y municipios”.
Así
que, con una Comisión con dientes, PRI y Verde, impulsados por la
propuesta de Enrique Peña Nieto, quieren cambiar el paradigma del
combate a la corrupción que durante la historia de este país ha
fracasado. ¿Podrá el mismo partido que prohijó la filosofía de “el que
no transa no avanza” cambiar esa su herencia arraigada en parte de los
mexicanos?
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