Entre
los países de América Latina, México es de los que menos capacidad de
movilidad económica registran. Sólo Nicaragua, con 78 por ciento de la
población en status de sin cambio, y Guatemala, con 81 por ciento,
superan a México
La Conferencia del Episcopado Mexicano, a través del obispo y secretario general de la CEM, Víctor René Rodríguez Gómez, hizo votos porque con el regreso del PRI a Los Pinos no existan retrocesos en la democracia ni en las condiciones de vida de los mexicanos. Después de padecer doce años de estancamiento económico y de desarrollo humano con los regímenes panistas, tendrían que existir condiciones sumamente adversas para que un nuevo gobierno obtuviera tan pobres resultados o peores. Sin embargo, la aplicación del mismo modelo neoliberal, agudizado con más reformas estructurales que son encaminadas hacia ese mismo objetivo, lo único que puede implicar es obtener las mismo secuelas, es decir, retrocesos y estancamientos en el nivel de vida de los mexicanos y en el grado de desarrollo del país.
Durante la Asamblea Plenaria de la Conferencia del Episcopado Mexicano, el obispo Rodríguez Gómez hizo énfasis en que “cuando se trata de pedir no volver al pasado es en lo que se refiere al cambio de actitud del autoritarismo, actitudes antidemocráticas que seguramente los actuales gobernantes tienen muy en cuenta”. El jerarca católico pierde de vista el autoritarismo del que hizo gala Felipe Calderón, quien no dudó en utilizar los aparatos de administración y procuración de justicia en contra de adversarios políticos, incluidos gobiernos estatales y municipales bajo siglas diferentes al PAN, generando serios problemas de ingobernabilidad en diversas regiones del país. El obispo parece olvidar el origen antidemocrático del actual mandatario, cuya debilidad fundamental fue la legitimidad que no obtuvo en las urnas y que intentó lograr con la fuerza de las armas contra los criminales, la cual, a final de cuentas, fue utilizada contra la población.
Todo parece indicar que lo que el Obispo del CEM pretende es presionar al nuevo gobierno de extracción priísta para acrecentar los privilegios alcanzados en los últimos gobiernos, desde el de Carlos Salinas de Gortari hasta el de Felipe Calderón, en donde la separación de la Iglesia y el Estado ha ido disminuyendo por la injerencia de la jerarquía católica en asuntos eminentemente políticos y de competencia estatal. Sin duda alguna que los purpurados pretenden ampliar sus prerrogativas políticas, apoyados por supuesto en el panismo tradicional, hasta llevarla al nivel de votar y ser votados, lo que acrecentaría su poder político y económico.
Rodríguez Gómez habla de no tener retrocesos, cuando el estancamiento de los ingresos de los mexicanos llevo a México a un retroceso de 15 años. En nuestro país, la posibilidad de escalar económicamente respecto a su generación anterior es poca y las posibilidades de caer son muy amplias, de acuerdo a un estudio en la materia del Banco Mundial, quien sustenta que la mayor parte de la población se mantiene en la misma capacidad de ingreso que sus predecesores. El documento “La movilidad económica y el crecimiento de la clase media en América Latina”, registra que hasta 2010, el 77 por ciento de la población se mantuvo en un rango de ingreso idéntico o con una variación muy pequeña respecto a una generación 15 años atrás. El 22 por ciento logró escalar hacia un mejor ingreso y uno por ciento decayó hacia una peor condición económica.
Entre los países de América Latina, México es de los que menos capacidad de movilidad económica registran. Sólo Nicaragua, con 78 por ciento de la población en status de sin cambio, y Guatemala, con 81 por ciento, superan a México. El reporte indica que “de cada 100 latinoamericanos, 45 cambiaron su estatus económico durante este periodo y hay que considerar que la movilidad se da en al mayor parte de los casos hacia arriba, con 43 mejorando sus capacidades y sólo dos empeorando, sea por empobrecimiento o se dirigieron hacia la clase media”. Estos datos confirman que es precisamente México, en los periodos que gobernaron presidentes de extracción panista, el país que menos ha avanzado en la región, y ha sido ampliamente superado por otras naciones que padecieron regímenes represores y crisis económicas profundas que sin embargo lograron superar.
En síntesis, la clase media en América Latina y el Caribe creció un 50 por ciento en la última década y rompió un estancamiento prolongado durante décadas, lo que no sucedió en nuestro territorio. De acuerdo con el reporte presentado en Washington por Jim Yong Kim, presidente del BM, la población de clase media en la región aumentó 103 millones de 2003 a 152 millones en 2009. El porcentaje de clase media en la región, un 30 por ciento, es comparable a la de pobres, un “fuerte contraste” con apenas una década atrás, cuando “el porcentaje de pobres equivalía aproximadamente a 2.5 veces el de clase media”. Esto refleja un crecimiento económico y una disminución de la desigualdad en el subcontinente a lo largo de ese periodo.
En el caso de México, las cosas son diferentes. No obstante que –dicen- el 17 por ciento de la población subió a la clase media en una década, considerando a ésta como a las persona cuyos ingresos oscilan entre un mínimo de diez dólares y un máximo de 50 dólares diarios –frente al máximo de cuatro dólares al día en que se sitúa el umbral de pobreza- y que 5 por ciento adicional logró mejorar ingresos, el 77 por ciento, es decir, la gran mayoría se mantuvo en un rango de ingreso idéntico o menor. Los datos de nuestro país contrastan con los de Brasil que logró un 40 por ciento del crecimiento de la clase media en la región, seguido de Colombia, donde el 54 por ciento de la población mejoró su nivel económico entre 1992 y 2008. Argentina, Brasil, Chile, Costa Rica y Uruguay, son los países con mayor porcentaje de clase media, y los peores son Bolivia, Ecuador, El Salvador, Honduras y República Dominicana.
El mayor nivel educativo entre los trabajadores, una mayor nivel de empleo formal, más personas viviendo en áreas urbanas, más mujeres en la fuerza laboral y familias más pequeñas, son factores que han contribuido al cambio regional en otros países de América Latina y el Caribe y que en México, a pesar de las incumplidas promesas de campaña de Vicente Fox y Felipe Calderón, brillan por su ausencia.
Lilia Arellano - Opinión EMET
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