Cassez en suelo francés
Foto: Xinhua
Foto: Xinhua
PARÍS (Proceso).- Decir que la repentina liberación de Florence Cassez provocó ondas de choque en Francia es poco. Sorprendió a la principal interesada, a su familia, su abogado, sus amigos y comités de apoyo. Y provocó efervescencia en los medios, sobre todo en los canales de información continua.
En tres días generó polémicas entre políticos de derecha y socialistas, y desató debates sobre la justicia y la democracia mexicanas, pero sobre todo selló una nueva etapa en las relaciones diplomáticas francomexicanas.
Fue por lo menos lo que recalcó François Hollande desde Grenoble, donde estaba reunido con asociaciones caritativas. Al enterarse de la “liberación absoluta e inmediata” de la reclusa de Tepepan el presidente francés pidió que se citara a un canal televisivo y una estación de radio para grabar y difundir a escala nacional una breve declaración sobre la decisión del máximo tribunal mexicano.
Tras expresar su “reconocimiento” a las autoridades judiciales, Hollande enfatizó: “Hoy podemos decir que entre Francia y México tenemos las mejores relaciones que sea posible establecer”.
Con esa frase el presidente puso punto final a cuatro años de tensiones entre los dos países, que culminaron con la cancelación del Año de México en Francia en 2011. Buscó de paso demostrar la superioridad de su “diplomacia discreta”, radicalmente opuesta a los golpes mediáticos de su antecesor.
La Unión para un Movimiento Popular (UMP), partido de Sarkozy, hoy en la oposición, reaccionó de inmediato. Claude Guéant, amigo íntimo del expresidente y quien siguió de cerca el “caso Cassez” entre 2007 y 2011, primero como secretario general del Elíseo y luego como ministro del Interior, estimó que Hollande se atribuía méritos que le corresponden a su antecesor.
Después de recalcar que el actual presidente no había mencionado los esfuerzos de Sarkozy para sacar a Cassez de la cárcel, afirmó que “François Hollande acostumbra callar lo que hicieron sus antecesores”.
Luego se lanzó en un elogio de la batalla del expresidente para “liberar” a Cassez. Aludió a la comisión jurídica francomexicana que examinó en 2009 la posibilidad de trasladar a la detenida a una cárcel francesa. Después de tres meses de deliberación, Felipe Calderón acabó por rechazar esa solución.
“A nivel diplomático hubo esfuerzos continuos. Pero el canal de la diplomacia no fue único. También recurrimos a la vía judicial. Pedimos al procurador Jean Claude Marin que se reuniera con sus homólogos mexicanos para tratar de convencerlos en el plano judicial”, explicó.
Según él, “también hicimos un inmenso trabajo para convencer a líderes de opinión en México. Nuestra meta era crear en el seno mismo de la opinión pública mexicana un movimiento poderoso que exigiera el respeto al debido proceso”.
Rindió homenaje al nuncio apostólico Christophe Pierre, quien apoyó esa iniciativa y fue enlace entre la presidencia de Francia y la Iglesia mexicana. “Los comentarios atribuidos a algunos voceros del Elíseo acerca del triunfo de un método presidencial sobre otro me parecen vilmente politiqueros”, remató.
De inmediato se armó una agria polémica entre “sarkosyanos” y “hollandistas” que se agudizó la tarde del jueves 24, cuando Cassez, recién bajada del avión, declaró en conferencia de prensa, en el salón de honor del aeropuerto Charles de Gaulle, que Nicolas Sarkozy le había “salvado la vida”. Expresó ese reconocimiento mientras el canciller socialista Laurent Fabius la tenía caballerosamente tomada del brazo.
En todas las entrevistas televisivas que dio a los principales noticieros del país la noche del jueves 24, la familia Cassez se topó con la misma pregunta engorrosa: “¿Quién fue más eficiente, Nicolas Sarkozy o François Hollande?”
Esa pregunta no fue la única difícil de contestar para Florence.
Si bien la prensa, sobre todo la televisiva y radial, celebró con gran entusiasmo su regreso a Francia, los periodistas no dejaron de plantearse numerosas interrogantes incómodas para Cassez.
La primera concierne a su inocencia y surgió incluso antes de su llegada a Francia, en el instante en que se dio a conocer la decisión de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) en México. Muchos periodistas preguntaron si, al invalidar las acusaciones en su contra, la Corte había reconocido que Florence es inocente.
Estas discusiones hicieron enojar a Frank Berton, el temperamental abogado francés de Florence. En la conferencia de prensa del aeropuerto Berton se indignó:
“Acabamos de pisar Francia y ya oímos que quizás la Suprema Corte no mencionó o no demostró la inocencia de Florence. Estuvimos en la audiencia y oímos a los magistrados, a los cinco magistrados, que decían que los testimonios de las víctimas carecían de credibilidad. Ustedes los oyeron, ¿no es cierto? ¡Basta! ¡La Corte acaba de decir que esa mujer es inocente y lo es!”.
El exabrupto de Berton prendió aún más el debate.
“Miles de casos como el mío”
La personalidad de Israel Vallarta también plantea dudas a los reporteros.
En sus dos días de encuentros con la prensa francesa, Florence tuvo cuidado de no mencionar el tema. Pero tarde o temprano tendrá que decir, por ejemplo, si aceptará testificar cuando lo sometan a juicio.
Asombró a analistas y juristas el hecho de que Vallarta, acusado de encabezar la banda de Los Zodiaco, no haya sido enjuiciado después de siete años de prisión preventiva.
También los dejó atónitos la difusión en vivo de los debates de la SCJN, porque semejante transparencia es inimaginable en Francia. Los debates en sí, aunque arduos, causaron impacto. El rigor con el que los cinco magistrados analizaron los errores de la justicia mexicana y la fuerza con la que exigieron que se respetaran los derechos humanos y se luchara contra la corrupción tuvieron un efecto contrastado.
Por un lado revelaron los graves problemas que afectan el sistema judicial mexicano, y por otro fueron percibidos como una clara manifestación de la independencia de la Corte. Algunos comentaristas entusiastas hablaron de “fecha histórica para México” o de “revolución judicial”.
Otros, más prudentes, recordaron que miles de mexicanos condenados a largas penas de cárcel sin el debido juicio esperaban en vano el reconocimiento de su inocencia.
A todos les parece interesante ahora saber qué va a pasar con los responsables de los graves vicios de forma que invalidaron la condena de Cassez. ¿Los investigarán? ¿Los enjuiciarán? ¿Hasta qué nivel de responsabilidad se llegará?
A lo largo de los debates televisivos y radiofónicos, varios periodistas recordaron que la buena noticia de la liberación de Cassez no debía ocultar la desaparición en Matamoros de Rodolfo Cázares Solís, director de orquesta francomexicano secuestrado con otros miembros de su familia el 9 de julio de 2011.
Recalcaron que hasta la fecha no existe mayor información sobre el curso de las investigaciones judiciales y policiacas en México para encontrar a las víctimas. Entre los que más insistieron en este caso destacó Ulysse Gosset, reconocido periodista que dirige la información internacional de la cadena BFM TV.
En la edición del viernes 25 del matutino Libération, Emmanuelle Steels, su corresponsal en México, citó una de las primeras declaraciones de Florence Cassez en la conferencia de prensa del aeropuerto: “Visto desde aquí puede parecer inverosímil, pero en México hay miles de casos como el mío”.
Luego Steels multiplicó ejemplos de condenas arbitrarias que sacudieron a la opinión pública mexicana en los últimos años. Recordó también que la liberación de Cassez había tenido antecedentes y que, después de largos años de lucha, la Corte había acabado por reconocer la inocencia de algunas víctimas.
Recordó la represión de Atenco, sin olvidar mencionar que 35 mujeres habían sido violadas por policías y que varios manifestantes fueron torturados, enjuiciados y condenados a largas penas de cárcel cuando Enrique Peña Nieto gobernaba el Estado de México.
Otra polémica, mucho más trivial, se armó sobre los costos del regreso de Cassez, su abogado y su padre en clase ejecutiva y su hospedaje en una suite de un lujoso hotel parisino.
Nada para la reflexión
El espectáculo televisivo que desató la liberación de la francesa creó un malestar creciente entre los defensores del “periodismo de reflexión”.
Numerosos enviados especiales se precipitaron a México para “cubrir en vivo” la decisión de la SCJN, siguieron a los abogados de Cassez hasta Tepepan, grabaron la salida de la pequeña comitiva hacia el aeropuerto, viajaron en el mismo avión para trasmitir imágenes de la pasajera especial platicando con su padre y su abogado.
La llegada al aeropuerto fue apoteósica. Dos ministros la fueron a recibir. Más de cien periodistas apiñados en el salón de honor del aeropuerto Roissy-Charles de Gaulle asistieron a su conferencia de prensa, que duró casi media hora. Otros 50 la esperaban afuera del salón, muchos en motocicletas para grabar sus primeras horas en la Ciudad Luz.
Una comitiva digna de una estrella de rock o de un jefe de Estado –seis coches escoltados por una nube de reporteros y policías en motocicleta– dejó el salón de honor de Roissy y cruzó París a toda velocidad.
Florence y su familia descansaron unas horas en casa de una tía mientras reporteros y policías montaban guardia al pie del edificio.
Posteriormente los Cassez se repartieron las entrevistas con los principales canales televisivos: Florence y su abogado en el de más audiencia, sus hermanos y cuñada en otro, su padre en un tercero… Finalmente la familia recobró su intimidad para cenar en un exclusivo restaurante.
El viernes 25 se inició un nuevo maratón de entrevistas con medios masivos y a las 19:00 horas acudió al Palacio del Elíseo para un encuentro con François Hollande. El presidente no salió a recibir personalmente a Florence, pero sí lo hizo la primera dama, Valérie Trierweiler.
Esa discreción fue inmediatamente comentada por expertos en comunicación y suscitó comentarios encontrados. Para unos analistas Hollande quiso callar a la UMP, que lo acusa de querer recuperar políticamente la liberación de Florence. Otros insistieron en que el presidente no quería herir la susceptibilidad mexicana con actitudes triunfalistas. Los últimos reactivaron la polémica sobre la inocencia de Florence e insinuaron que Hollande, el prudente, no quería retratarse con ella.
Después de la emoción de su liberación y del vértigo de su celebridad, Florence Cassez tendrá que aprender a vivir con el peso mediático de su historia mexicana
No hay comentarios.:
Publicar un comentario