El Instituto Federal Electoral
se ha metido gustosamente en un callejón lleno de trampas. Conforme a
sus cuentas, resulta que el único candidato a la Presidencia en los
comicios pasados que rebasó el tope para gastos de campaña fue el que
ante la opinión pública y de manera sistemática mostró más austeridad y
sacrificio personal, Andrés Manuel López Obrador, mientras su antípoda
en esa materia, Enrique Peña Nieto, ha quedado irónicamente limpio de
culpa.
La postura del IFE va en contra de lo que los
ciudadanos pudieron ver en el pasado proceso electoral (una descomunal
utilización de recursos por parte del candidato priísta, mientras el de
PRD, PT y MC desarrollaba una campaña mesurada) y agrega elementos de
inconfiabilidad a la hoja de servicios, de por sí bastante ajada, de
varios de los consejeros y funcionarios de ese instituto.
En el fondo, lo que se busca es entretener y
entrampar al lopezobradorismo en cuestiones contables (en las que, por
lo demás, no hay extrema pericia, como lo demuestran los casos de las
asociaciones civiles a las que el PRI puso el ojo fiscalizador apenas
pasadas las elecciones de 2012, con la mira de tres colores puesta en
escalar escándalos de malos manejos formales de cifras y comprobaciones
y de grupales designaciones de consejeros y directivos de esas
asociaciones en caso de que hubiera avanzado una oposición recia a la
instalación política del peñanietismo). Pero, también, el objetivo es
tratar de etiquetar a AMLO como infractor electoral, despilfarrador o
mal administrador, colocándolo en el mismo nicho de los Amigos de Fox o
el Pemexgate.
No debe perderse de vista que, más allá de las argumentaciones técnicas del IFE y la respuesta específica que ayer boletinó AMLO (http://bit.ly/14qW9gJ),
al conjunto de intereses coaligados para repartirse botines nacionales
mediante argumentaciones pactistas (sobre todo en el tema energético)
le urge desacreditar al máximo posible al tabasqueño que, a fin de
cuentas, constituye el único punto de convergencia para movilizaciones
y acciones en contra del diseño peñanietista.
Lo paradójico del asunto sería que, como sucedió
cuando Fox quiso frenar al tabasqueño instaurando fórmulas de desafuero
judicial que al final no pudo sostener, sean ahora nuevamente los
estrategas del grupo en el poder los que a fuerza de golpes constantes
contra el tabasqueño acaben fortaleciéndolo en el plano del liderazgo
social. Con esta suerte de intento de desafuero electoral el propio IFE
pierde legitimidad (de la que ya casi no le queda nada), se enreda en
dictámenes legalistas que no corresponden a la realidad vista por
millones de ciudadanos y causa irritación al actuar con tanto cinismo.
En otro tema: una nota en El Sol de Puebla, bajo la firma de Cirilo Calderón, mencionó que
escasos liderazgos del ámbito político nacional acompañaron a la secretaria de Desarrollo Social federal, Rosario Robles Berlanga, durante la ceremonia religiosa de su hija Mariana Moguel, quien este sábado contrajo nupcias con el ex diputado federal Francisco Ramos Montaño en la iglesia de Santa María Tonantzintla. No obstante, elementos del Estado Mayor Presidencial (EMP) tomaron los accesos al santuario religioso, impidiendo la entrada de turistas y pobladores locales para admirar el inmueble considerado una joya del arte barroco de Puebla. Aunque el sacristán de la iglesia de Tonantzintla refirió que se esperaba la presencia de Angélica Rivera, esposa del presidente Enrique Peña Nieto, sólo algunas figuras del ámbito político local y familiares de los novios asistieron a la ceremonia religiosa(http://bit.ly/14toWSO).
La más relevante
de esas figuras del ámbito político local fue Mario Marín García, hijo
del ex gobernador de Puebla. El novio, Ramos Montaño, fue director del
instituto estatal de la juventud y diputado federal a cuenta del grupo
encabezado por Marín júnior, a quien con insistencia se ha denunciado
en las redes sociales como beneficiario de negocios hechos al amparo
del progenitor y como orgulloso exhibidor de los placeres que brinda el
dinero en abundancia. En algunas columnas poblanas se menciona al ahora
yerno de la titular de la Sedeso como una especie de
hermanopolítico de Marín júnior.
Aun cuando diversas fuentes aseguran que en la fiesta posterior a la ceremonia religiosa también estuvo el ex gobernador apodado Precioso,
Mario Plutarco Marín Torres, no hay demostración gráfica del asunto ni
testimonio firme al respecto. Beto Tavira, columnista especializado en
asuntos de
socialesrelacionados con la política, ha publicado que sus informantes le aseguraron que sí estuvo el poblano de las botellas de coñac (http://bit.ly/11cc57M). Quienes sí asistieron a esa boda fueron algunos miembros del gabinete peñista y Cuauhtémoc Cárdenas.
En un país fundadamente dominado por el
sospechosismo bien caben las reservas a la hora de ver alineadamente
felices a las administraciones de México y Estados Unidos al anunciar
ésta un proyecto de reforma migratoria. Cierto es que la situación tan
difícil en la que viven millones de mexicanos en el vecino país hace
que todo paso adelante sea plausible, pero en la actual circunstancia
es válido preguntarse a cambio de qué se ha producido tan llamativo
cambio de rumbo en la política imperial. Se ha ido esparciendo la tesis
de que el voto de los hispanos fue definitorio en el triunfo
obamista, lo que no corresponde estrictamente a la verdad y, si así lo
hubiera sido, enfrentaría hoy una obstrucción absoluta de los
republicanos que no regalarían así a los demócratas un granero de votos
de migrantes regularizados.
Vale preguntarse si el esbozo de cambio de actitud
del poder estadunidense está relacionado con las promesas de venta de
la riqueza petrolera mexicana. Son tantos los mediáticos disparos
sonoros al aire en estos momentos de acelerado avance del peñanietismo
en pos de sus
reformas estructurales, que no es exagerado plantear la posibilidad de que estén relacionados los temas de migrantes y petróleo. ¡Hasta mañana!
Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx
De nueva cuenta se escucha la cantaleta de que Petróleos Mexicanos
dejó de ser rentable y ya no es negocio, de tal suerte que los privatizadores promueven la urgente
modernizaciónde la paraestatal mediante
alianzascon el sector empresarial, porque
sólo así se evitarála quiebra.
No hay de otra, dicen a coro, mientras exigen a los mexicanos
romper ataduras,
acabar con el tabú, dejar
a un lado los dogmas, ser más
audaces y valientes, y
destetara las finanzas públicas del oro negro, entre otras emotivas peticiones. A cambio, prometen,
vivirán como noruegos.
A Pemex se le pueden achacar innumerables ineficiencias,
desviaciones y corruptelas, pero difícilmente alguien puede sostener
que
dejó de ser rentable, y justificar su privatización porque
ya no es negocio. Más allá de sus directivos, el gran problema financiero de Petróleos Mexicanos sigue siendo la Secretaría de Hacienda, que no sólo se queda con todo el rendimiento de la paraestatal, sino que le exige un
plusque debe cubrirse con endeudamiento.
Pemex es la caja grande del gobierno federal: no menos de una
tercera parte del presupuesto de egresos de la federación se sustenta
en el ingreso petrolero, y en los últimos años éste ha sido creciente,
como resultado de los elevados precios internacionales. Año tras año,
la paraestatal cubre el enorme agujero fiscal que abre el gran capital
por las graciosas concesiones que en la materia le otorga la propia
autoridad; de tal suerte, es impensable la privatización de Petróleos
Mexicanos (que le otorgaría un trato impositivo igual al de las
empresas privadas) sin antes amarrar una reforma fiscal real y de fondo
que obligue a los golosos empresarios a pagar lo que les corresponde, y
así mantener aceitado el presupuesto federal.
Si la reforma fiscal se limita –como todo apunta– a cobrar IVA a
todos y en todo, dejando intocado al gran capital, las finanzas
nacionales se irán a pique sin el voluminoso ingreso petrolero. La
política privatizadora seguida a los largo de 30 años ha sido un
rotundo fracaso para el país (no así para el gran capital), pues lo
único que logró fue estancar la economía nacional, multiplicar la deuda
social, dilapidar los recursos públicos y exentar fiscalmente al gran
capital. Si en este contexto se suma la privatización de Pemex,
entonces el caos está a la vuelta de la esquina.
El petróleo se mantiene como el principal sustento de las finanzas
públicas, sin que Ejecutivo ni Legislativo haga el menor esfuerzo por
dar un giro en materia de ingreso. Por ello, la mejor
alianzaque el gobierno federal puede hacer con el capital privado no es cederle el petróleo, sino obligarlo a cumplir con la responsabilidad fiscal que le corresponde, y en esto la Secretaría de Hacienda ya no puede fingir demencia. Otra reforma fiscal de juguete, de mentiritas y cargada a los de siempre, sólo servirá para calentar aún más el de por sí crispado ambiente social.
Pemex es una de las empresas públicas con mayores rendimientos en el
mundo. Sus costos de producción (alrededor de seis dólares por barril)
son extremadamente bajos en comparación con el precio de venta (cerca
de 100 dólares por barril), de tal suerte que tiene suficiente
capacidad para financiar sus proyectos de expansión. Sin duda
puede lograr más, crecer más y hacer más(Peña Nieto dixit) con sus propios recursos; no necesita la
ayudani las
alianzascon el capital privado. Lo mejor es que éste cumpla con su parte, que la Secretaría de Hacienda no asfixie a la paraestatal y que ésta deje de endeudarse para atender las exigencias de la SHCP.
Una paraestatal que
dejó de ser rentable y ya no es negociodifícilmente genera rendimientos (utilidades en el caso de una empresa privada) como los de Petróleos Mexicanos: alrededor de 6.5 billones de pesos durante los dos gobiernos panistas, para no ir más lejos. Ese monto equivale a cerca de 50 por ciento del producto interno bruto mexicanos a precios actuales. Entonces, no existe registro de que un consorcio que
ya no es rentableobtenga rendimientos por 500 mil millones de dólares y un margen de ganancia por barril superior a mil 600 por ciento (la diferencia entre el costo de extracción y el precio de venta en el mercado internacional).
He allí a la paraestatal que
ya no es negocio, lo que lleva a preguntar: ¿si no lo es, entonces cuál es el interés del capital privado de participar en algo que
no es rentable? El problema se presenta cuando llega la Secretaría de Hacienda y arrasa: en esos dos sexenios, se quedó con todo el rendimiento, y exigió a Pemex un
plussuperior a 600 mil millones, que la petrolera obtuvo vía endeudamiento. Además, está la vergonzosa dilapidación que de esos dineros hicieron Vicente Fox y Felipe Calderón. Doce años de ingreso petrolero histórico, para que se lo gastaran en su fiesta.
En el sexenio foxista, y de acuerdo con sus cifras, Petróleos
Mexicanos reportó rendimientos antes de impuestos por un total de 2
billones 427 mil millones de pesos. En ese periodo, la Secretaría de
Hacienda se quedó con 2 billones 634 mil millones, es decir, todo el
rendimiento, más 207 mil millones, por concepto de impuestos, derechos
y aprovechamientos.
En tiempos de Fox, los rendimientos antes de impuestos registrados
por Pemex se incrementaron 172 por ciento, al pasar de 230 mil millones
en 2001 a 628 mil millones en 2006. ¿Dónde quedaron y en qué se
aprovecharon? La Auditoría Superior de la Federación documentó que la
mayoría de esos recursos se dilapidaron en gasto corriente, mientras la
Secretaría de Hacienda emitía un decreto por medio del cual canceló
multimillonarios adeudos fiscales de los grandes corporativos privados.
En ingresos petroleros a Felipe Calderón le fue mucho mejor, aunque
no al país. Durante su estadía en Los Pinos, Pemex reportó rendimientos
antes de impuestos por alrededor de 4 billones 100 mil millones de
pesos, 170 por ciento más que en tiempos de Fox. Pero llegó Hacienda y
se quedó con todo, más un
pluscercano a 400 mil millones. El susodicho gastó más de 800 mil millones de pesos en su fracasada
guerra, mientras en Hacienda emitían decretos para cancelar adeudos fiscales de los grandes corporativos. Pero aseguran que Pemex
dejó de ser rentable y ya no es negocio.
Las rebanadas del pastel
Entonces, como en tantos otros casos, la
modernizaciónde Pemex no tiene mayor creatividad, pues la finalidad es simple: que la teta cambie de dueño.
De los tres libros de poesía
que de Lêdo Ivo, autor brasileño fallecido en Sevilla a finales del año
pasado, ha publicado la editorial Vaso Roto, cabría decir algo parecido
a lo que él mismo afirmó hace años de Las islas inacabadas (en portugués, Antologia Pessoal),
en traducción de Marcela Terán para la Universidad Autónoma
Metropolitana: “Soñé que todos mis poemas habían sido escritos
simultáneamente. No había en ellos el sello del pasado ni el estigma
del presente. Todos eran contemporáneos, habitaban el mismo momento…”
Con a la vez relativa y sonriente modestia el poeta parece
resguardarse en el verbo soñar, pero nosotros podemos con algún dejo
temerario indicar sobre los versos que le conocemos que
no hay en ellos el sello del pasado ni el estigma del presente, todos son contemporáneos, y contemporáneos de todos los hombres.
La organización humanitaria Amnistía Internacional (AI) calificó ayer de
paso crucial hacia la justicia, la verdad y la reparaciónel proceso judicial iniciado un día antes en Guatemala contra el ex presidente de ese país Efraín Ríos Montt, quien llegó al poder en marzo de 1982 por un golpe de Estado y fue derrocado por la misma vía 18 meses después. Ríos Montt es señalado como responsable intelectual de los delitos de lesa humanidad y genocidio cometidos durante su gobierno por las fuerzas armadas y grupos paramilitares.
Groucho Marx y la picaresca priísta sobre Pemex
Vivimos tiempos de Groucho Marx, creador de la famosa frase:
Estos son mis principios, pero si no le gustan, tengo otros, ahora que el PRI se dispone a modificar sus estatutos en lo que a la defensa de los energéticos se refiere, para dar paso a la privatización de Pemex. ¡Ah, la picaresca priísta, ya la extrañábamos!
A río revuelto… Cuando así fluyen las cosas, los aventureros del imperialismo entrepeneur, con dudosas chapas académicas, se pasean por los países del otrora llamado
tercer mundoseduciendo a políticos, intelectuales y gobernantes dispuestos a pagar por
ideas modernas, que en realidad son cuentos para cazar bobos.
Los vicios y componendas
de los partidos políticos para construir los órganos ciudadanos como el
IFE, tarde o temprano están pasando una costosa factura. El descrédito,
derrumbe y la inevitable erosión de la credibilidad como metástasis
institucional que ahora padece el IFE y el conjunto de los órganos
electorales del país, es una realidad. El estigma del partido que
promueve a los consejeros, los convierte en entes absolutamente
predecibles, sobre todo en aquellas deliberaciones cruciales. Cuando
los consejeros supuestamente
ciudadanosde órganos autónomos tienen estos lazos fuertes, más o menos evidentes pero a la postre orgánicos con cualquier poder, sea fáctico o partidario, la intención de su voto es incondicional. Es lo que hemos llamado desde hace años: los consejeros electorales de consigna. Así se dibujó la lamentable sesión de IFE el pasado miércoles 23 de enero. Se les imputa a los consejeros no sólo qué deciden sino cómo lo deciden.
El oficialismo priísta y
sus patrocinadores de fuera y locales creen haber barnizado el piso
actual y paliar así las próximas reformas que llaman estructurales.
Varios son los escenarios previos que han ejecutado. Todos ellos
embadurnados con alardes difusivos que no descuidan pieza alguna del
montaje. El último, quizá el de mayor envergadura desde el punto de
vista gubernamental, ha sido el anuncio de la cruzada contra el hambre:
hambre cero, a semejanza del célebre y eficaz programa brasileño.
Aseguran que con él y por él los perjuicios que se vienen infligiendo
al bienestar del pueblo serán menores o, al menos, impedirán su
agudización. La modernidad, como objetivo generalizador de sus
políticas y acciones de gobierno, quedará, desde esta perspectiva,
entronizada.
Por
todos lados se escucha el coro de la recuperación económica. En Europa
se afirma con brío que la crisis ya no pone en peligro la unión
monetaria, como se temía hace un año. En Estados Unidos se dice que no
sólo lo peor de la crisis ha pasado, sino que la recuperación, aunque
todavía frágil, ya ha comenzado. En otros países, como México, se
insiste en que viene un renacimiento económico.
A lo largo de la traducción que hice de El ladrón del tiempo (Mortiz,
prólogo de J.E. Pacheco), no cesé de hacerme la pregunta planteada por
el autor en su libro: ¿de dónde viene el deseo, o la obligación de
escribir? Más que un ensayo filosófico, el narrador relata hechos
precisos de su infancia. Esta manera, más auténtica que un análisis, es
también más reveladora. Otros escritores, Sartre, por ejemplo, en Les mots, no analiza, cuenta.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario