Su discurso en el Royce Hall sobre feminismo y supresión de las cárceles resume parte de su trabajo
Los
Angeles, 09 jun.14. AmecoPress.- 45 años después de que sus primeros
bolos académicos atrajesen la ira del gobernador de California Ronald
Reagan, Angela Y. Davis vuelve al campus este semestre como profesora
del departamento de estudios de género de la Universidad de California
en Los Ángeles. Su discurso del jueves pasado en el Royce Hall sobre
feminismo y supresión de las cárceles resume parte de su trabajo, pero
no todo, una larga carrera académica con su activismo radical en
paralelo.
El
presidente Nixon la llamó “peligrosa terrorista” cuando fue acusada de
asesinato y conspiración tras un tiroteo mortal en un juzgado en 1970.
Fue absuelta y, desde entonces, esta mujer nacida en el campo de minas
de la segregación racial de Birmingham, en el estado de Alabama, ha
escrito, enseñado y dado clase por todo el mundo. Su emblemático pelo
“afro” se ha transformado desde su silueta de 1970; su intensidad, no.
El
Congreso está trabajando en la reforma de de las penas de cárcel.
Muchos estados han prohibido la pena capital. ¿No resulta esto
alentador?
Me he
vinculado al movimiento de supresión de las prisiones; eso no significa
que me niegue a respaldar reformas. Hay una campaña muy importante
contra las celdas de aislamiento, una reforma que es absolutamente
necesaria. La diferencia reside en si las reformas contribuyen a hacer
la vida más habitable para la gente que está en la cárcel o si
apuntalan el complejo penitenciario-industrial. De modo que no es una
situación de blanco o negro.
¿Qué sería un sistema penal justo para usted?
Es complicado.
La mayoría de quienes estamos en el movimiento abolicionista del siglo
XXI nos fijamos en la crítica que hizo W.E.B. Du Bois respecto a la
supresión de la esclavitud: que no se trataba simplemente de arrojar
las cadenas. La verdadera meta consistía en volver a crear una sociedad
democrática que permitiera la incorporación de los antiguos esclavos.
La supresión de las cárceles tendría que ver con la construcción de una
nueva democracia: derechos substanciales, a la subsistencia económica,
a la salud; un énfasis mayor en la educación que en el encarcelamiento;
crear nuevas instituciones que tenderían a hacer obsoletas las
cárceles.
¿Cree que llegará un día en que las cárceles ya no sean necesarias?
Es posible,
pero aunque no suceda esto, podemos pasar a un tipo muy diferente de
justicia que no requiera un impulso retributivo cuando alguien hace
algo terrible.
¿Ha visto la tragicomedia Orange Is the New Black, serie televisiva, de tema carcelario?
No sólo he
visto la serie sino que he leído las memorias de Piper Kerman, que es
un análisis mucho más profundo que el que se ve en la serie, pero como
persona que ha analizado el papel de las cárceles de mujeres en la
cultura visual, sobre todo en el cine, creo que la serie no está mal.
Hay tantos aspectos que con frecuencia no aparecen en las
representaciones de la gente en estas circunstancias opresivas. Por
ejemplo, en Doce años de esclavitud, uno de las cosas que eché de menos
era cierto sentido de alegría, cierto sentido de placer, cierto sentido
de humanidad.
Este semestre
vuelve usted a la UCLA, Universidad de California en Los Ángeles, el
campus del que el gobernador Ronald Reagan hizo que le expulsaran.
Era una oferta
que no podía rechazar. Los estudiantes son muy diferentes de los
estudiantes de 1969, 1970. Son mucho más sofisticados en el sentido de
que tienen preguntas más complicadas.
Cuando considera hoy el feminismo, ¿cree que las mujeres han retrocedido, salvo, si acaso, cuando se trata de la sala de juntas?
Se puede
hablar de multiples feminismos; no se trata de un fenómeno unitario.
Hay quienes asumen que el feminismo significa ascender dentro de la
jerarquía en puestos de poder, y eso está bien, pero no es lo que mejor
sabe hacer el feminismo. Si las mujeres que están en la base se mueven
hacia arriba, el conjunto de la estructura se mueve hacia arriba.
La clase de feminismo con el que me identifico es un método de investigación, pero también de activismo.
Stokely
Carmichael solía bromear diciendo que la posición de las mujeres en el
Student Nonviolent Coordinating Committee del movimiento de derechos
civiles era “boca abajo”. ¿Son las mujeres participantes plenas de la
política de hoy?
Tal vez no del
todo, pero hemos hecho muchos progresos. Respecto a cómo pensamos sobre
los movimientos del pasado, animo a la gente a mirar más allá de las
heroicas figuras masculinas. Si bien Martin Luther King es alguien a
quien reverencio, no me gusta dejar que lo que representa borre las
aportaciones de la gente corriente. El boicot de los autobuses de
Montgomery en 1955 tuvo éxito porque hubo mujeres negras, trabajadoras
domésticas, que se negaron a tomar el autobús. ¿Dónde estaríamos hoy si
no hubieran actuado así?
¿Apoya usted el libre control de la natalidad y el aborto, que se denuncia entre ciertos sectores como genocidio?
A veces en lo
que podrían parecer afirmaciones estrafalarias, descubrimos que puede
haber un grano de verdad. Aunque nunca sostendría que el control de la
natalidad o el derecho al aborto constituyen genocidio, he de tomar en
consideración de qué modo se ha impuesto la esterilización a la gente
pobre, sobre todo a la gente de color, y que alguien como Margaret
Sanger, precursora de la planificación familiar en los años 20,
sostenía que el control de natalidad era un privilegio para las mujeres
acomodadas, pero un deber en el caso de las mujeres más pobres.
¿Qué piensa del primer presidente negro del país?
Hay momentos
de enormes posibilidades, y su elección fue uno de esos momentos. En
todo el mundo la gente tenía la impresión de que nos movíamos hacia un
mundo nuevo. Por breve que fuera esa sensación de euforia, se trata de
algo que no olvidaremos. Eso nos permite comprender qué posibilidades
podría reservarnos el futuro. Pero mucha gente ha tendía a depositar
tantas aspiraciones en individuos singulares que no han conseguido — no
hemos conseguido — realizar esa labor de sacarle más partido a ese
momento. La gente fue a las urnas y dijo “Ya hemos hecho nuestro parte”
y le dejó el resto a Obama.
¿Es la democracia un buen chasis sobre el que erigir un sistema politico?
Creo
profundamente en las posibilidades de la democracia, pero la democracia
necesita emanciparse del capitalismo. Mientras vivamos en una
democracia capitalista, se nos seguirá escapando un futuro de igualdad
racial, de igualdad de género, de igualdad económica.
En
1980 y 1984 se presentó como candidata del Partido Comunista a la
vicepresidencia; ¿Significaba eso que tenía fe en el proceso
democrático?
Se trataba de
sugerir que hay alternativas. Nadie creía que fuera posible ganar, pero
en los años 80 se produjo el ascenso de la globalización del capital,
del complejo penitenciario-industrial, y era importante proporcionar
algunos análisis politicos alternativos.
¿Qué piensa ahora del comunismo?
Todavía
mantengo un vínculo, pero ya no soy militante. Abandoné el partido
porque tenía la impresión de que no estaba abierto al tipo de
democratización que nos hacía falta. Creo que el capitalismo sigue
siendo el género de futuro más peligroso que podamos imaginar.
¿Por qué falló el comunismo, en que falló?
Eso exigiría
una larga conversación. Puede que haya habido democracia económica, que
es lo que nos falta en Occidente, pero sin democracia política y
social, lo cierto es que no funciona. No creo que tengamos que tirar el
bebé con el agua del niño, sería important ver qué es lo que
verdaderamente funcionaba y lo que no.
¿Como que no hubiera libertad de expresión?
Sí.
En 2016 se cumplirá el 50 aniversario del partido de las Panteras Negras; fue usted miembro del mismo durante algún tiempo.
El movimiento
de derechos civiles tendía a centrarse en la integración, pero había
quienes decían: “No queremos asimilarnos en un barco que se hunde, de
modo que cambiemos totalmente el barco”. El surgimiento del Partido de
las Panteras Negras marcó un momento de ruptura y todavía estamos en
ese momento.
El partido
tenía dos tipos distintos de activismo: el activismo de base que
contribuyó a crear instituciones que todavía hoy funcionan, por
ejemplo, el Departamento de Agricultura dispone ahora de programas de
desayunos gratuitos. Por otro lado, está la posición de defense propia
y de control de la policía.
Si se le echa
un vistazo al programa de 10 puntos del partido, cada uno de sus puntos
resulta tanto o más pertinente 50 años más tarde. El punto décimo
incluye el control comunitario de la tecnología. Eso fue muy profético.
Se trata de usar la tecnología en vez de que permitir que nos use a
nosotros.
Alguna
gente todavía debe ver en usted a la joven que apoyaba la violencia
contra la policía, la violencia de los movimientos políticos.
Es importante
comprender las diferencias entre esa época y ésta. Nuestra relación con
las armas era muy diferente y se centraba en buena medida en la defensa
propia. Hoy en día, cuando hay del orden de 300 millones de armas en el
país y hemos experimentado estos horrendos tiroteos, no podemos adoptar
la misma postura. Estoy completamente a favor del control de armas, de
eliminar las armas no sólo de los civiles sino también de la policía.
Se utilizaron
pistolas de su propiedad en el secuestro y el tiroteo del Marin County
Civic Center en 1970. Fue absuelta de todas las acusaciones. He leído
que había comprador las pistolas para su propia defensa.
Sí, y comenté
la circunstancia de que mi padre tenía armas cuando yo era pequeña;
nuestras familias tenían que protegerse del Ku Klux Klan. Hoy en día
tenemos leyes contra el odio, hacia las que tengo una actitud
ambivalente, porque a veces acaban usándose contra la gente que era
inicialmente víctima. La legislación contra linchamientos se dirige más
hacia los niños negros y las llamadas pandillas. A veces las
herramientas contra el racismo se ponen al servicio de una especie de
racismo estructural.
El documental
Free Angela and All Political Prisoners destaca mucho su relación con
George Jackson, el activista de las cárceles muerto en la prisión de
Soledad.
¿Demasiado?
Yo habría
puesto el énfasis en otra parte. Si hablas con la directora, Shola
Lynch, comprobarás que estaba trabajando dentro de géneros
convencionales; ve la película como un drama político, un thriller
criminal y una historia de amor. Aun así, la investigación que llevó a
cabo fue realmente asombrosa. Entrevistó a uno de los agentes del FBI
que me detuvieron y gracias a esa entrevista descubrí cómo me
atraparon. Me impresiona cómo ha afectado la película a la gente joven.
Puede ayudar a conversaciones entre generaciones de las que aprenda yo
algo y aprenda algo la gente más joven.
¿Qué pasó con la forma de escribir radical, personal, de enfrentamiento de la década de los 60 y 70?
Es una
pregunta interesante. En muchas cosas dependíamos de nosotros mismos.
Esos experimentos son importantes, porque sin movernos a terrenos de
los que uno no sabe nada, nunca habrá ningún cambio.
Supongo que hay gente que le dice: “Si no le gusta Norteamérica, ¿por qué se queda?”
He vivido en
otros países, pero este es mi hogar, y me siento comprometida con la
transformación de este país. Así lo he sentido desde que era niña. Mi
madre era una activista que creía en las posibilidades de transformar
el mundo. Y eso es algo a lo que todavía no he renunciado.
(La entrevista la realizó Patt Morrison, conocida comentarista de Los Ángeles Times)
Foto: Archivo AmecoPress.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario