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La
aparición de tropas militares del Ejército, la Marina y la Policía
Federal ayer en un operativo sorpresa en calles de la delegación
Gustavo A. Madero, luego del asesinato de una familia de seis miembros
en esa zona, viene a terminar con un mito genial, larga y
artificialmente sostenido por las autoridades capitalinas del PRD en
los últimos años: que la Ciudad de México era la entidad más segura del
país y que en ella, como un territorio inmaculado, no operaban los
grupos y cárteles del narcotráfico.
La decisión de Miguel Ángel Mancera de aceptar finalmente la
realidad y pedir la entrada de las tropas federales en el territorio
del Distrito Federal tiene que ver con el reconocimiento de que el
problema de la inseguridad y la violencia, provocada por los grupos que
se disputan el tráfico de drogas en la capital, ya rebasó la capacidad
de la Secretaría de Seguridad Pública y su policía. Las ejecuciones
violentas y las disputas entre los grupos que controlan el narcomenudeo
en la ciudad más grande del país, no sólo han ido en aumento sino que
son cada vez más sanguinarias y se equiparan ya a las disputas
territoriales entre los cárteles en otros estados de la República.
Por más que el Gobierno del Distrito Federal, desde la época de
Marcelo Ebrard, y luego bajo la actual administración de Mancera ha
sostenido una y otra vez que “en el DF no operan cárteles del
narcotráfico” y ha defendido el eufemismo de que en todo caso aquí se
trata de “pandillas o grupos de narcomenudeo”, la realidad es que esos
grupos han demostrado ser tan violentos y sanguinarios como los mismos
cárteles y, en sus vendettas y venganzas, ya sea por territorios o por
zonas de distribución de drogas en la ciudad, ha incrementado el nivel
de la violencia a tal grado que ya se requiere la presencia del
Ejército y la Marina en las calles de la ciudad para enfrentar ese
fenómeno.
Aunque las denuncias habían ocurrido desde hace varios años y los
dueños de antros y bares en la ciudad ya reportaban a la autoridad,
desde 2010, las extorsiones y amenazas de que eran objeto por parte de
los grupos criminales para distribuir drogas en sus establecimientos,
el tema fue minimizado y negado por el gobierno capitalino hasta que
estalló el escándalo del Bar Heaven, con el secuestro y asesinato de 13
personas, lo que vino a demostrar que, cárteles o pandillas, los grupos
que mueven las drogas en el Distrito Federal, como la Unión Tepito o la
Unión Insurgentes, no estaban jugando y eran tan peligrosos como
cualquier organización de narcotráfico en México.
Luego vino el incremento de ejecuciones y asesinatos masivos por el
narcomenudeo y finalmente, el martes pasado, el jefe de Gobierno,
Miguel Ángel Mancera, anunció que había solicitado el apoyo federal,
con el Ejército, la Marina, la Policía Federal, la PGR y el CISEN, para
“reforzar la seguridad” en las zonas de la ciudad con mayores índices
de violencia por drogas. De hecho, el propio Mancera instaló el primer
“Grupo de Coordinación DF”, una figura similar a la que ya opera en
estados como Tamaulipas, Estado de México o Michoacán, para coordinar
los esfuerzos de las áreas federales de seguridad con la Secretaría de
Seguridad Pública que encabeza Jesús Rodríguez Almeida.
Precisamente Rodríguez Almeida aclaró que el apoyo de las fuerzas
federales no significa que El Ejército y la Marina vayan a patrullar
las calles de la ciudad de manera permanente como ocurre en otras
ciudades del país, aunque sí participarán en operativos como el
efectuado ayer en Gustavo A. Madero y en retenes y puntos de revisión
como los que ya funcionan en varias zonas de la ciudad entre la Policía
Federal y la policía capitalina.
Al final, sea con matices y con otro tipo de esquemas, el hecho es
que las fuerzas militares ya están actuando en el DF porque finalmente
se reconoce que la ciudad capital no es ajena al fenómeno de violencia
que genera el narcotráfico en todo el país, algo que en el Gobierno de
la ciudad se negaron a reconocer y a llamar por su nombre durante mucho
tiempo.
NOTAS INDISCRETAS…El caso Cuauhtémoc Gutiérrez
volverá a cimbrar al PRI del DF. Anoche en la sede priista capitalina
se daba por hecho la renuncia de Laura Arellano, quien fungía como
presidenta tras la licencia de Gutiérrez de la Torre. El CEN priista
designará a un nuevo presidente para tratar de eliminar cualquier
influencia de Cuauhtémoc. Y ya se barajan varios nombres, desde
Mauricio López, actual coordinador de Asesores del secretario de
Gobernación, Miguel Osorio Chong, hasta Araceli García, ex candidata al
Senado. También se mencionan los nombres de Alfonso Rivera y Paloma
Villaseñor. Por lo pronto, llama la atención el silencio de muchos
priistas y ex priistas que conocieron muy bien a Cuauhtémoc Gutiérrez y
sus cuestionadas prácticas y que ahora prefieren ver para otro lado,
entre ellos están Manuel Aguilera, Jorge Schiaffino, Manuel Jiménez
Guzmán y hasta el ex priista Roberto Campa, hoy subsecretario de
Gobernación. Ahora resulta que nadie supo lo que hacía Cuauhtémoc
Gutiérrez…Se detienen los dados. Amenaza Serpiente.
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