6/13/2014

Luis Videgaray, el “cerebro” y la sombra del salinismo


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Esta semana la tecnocracia se frota las manos. En el Congreso de la Unión se discutirán las leyes secundarias en materia de telecomunicaciones y energía. No obstante, lo que en el pasado se dibujó como una sonrisa de júbilo en la cara de Peña, hoy apenas figura como una agria mueca: un magro crecimiento económico, represión, ingobernabilidad y la puerta de entrada a una recesión económica. ¿Pero además de él, quiénes son los autores de esa crisis que lo aturde?
(11 de junio, 2014).- Salió a desdecirse así mismo, con el rictus trabado, el ego por los suelos y una mirada extraviada. Luis Videgaray Caso, actual secretario de Hacienda y Crédito Público en la administración de Peña Nieto, tuvo que aceptar públicamente, frente a la periodista Carmen Aristegui, el fracaso de sus expectativas de crecimiento económico: el país apenas alcanzaría un magro 2.77 por ciento de crecimiento anual, abajo del 3.1 pregonado.
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Pese a todo, apostado frente a un micrófono y las cámaras de televisión, negó que estuviéramos frente a una “recesión económica” o tan siquiera una “crisis”. Con esa solemnidad suya y otras múltiples explicaciones técnicas, redundantes, se enredó en excusas y abandonó en cuarenta minutos de “toma y daca”, el estudio de Noticias MVS. Dicen quienes lo vieron subirse a su camioneta blindada, largarse un poco molesto y serio.
Partió rumbo a su despacho para encerrarse por el resto del día, a pensar, como suele hacerlo, entre matemáticas y variables. No esperaba el factor sorpresa.
Esa tarde, la asesora financiera Bank of America Merril Lynch, contradeciría sus argumentos de forma escandalosa: en México, dijeron, “todavía no hay signos de recuperación del Producto Interno Bruto (PIB), los mayores impuestos que entraron en vigor este año socavan la confianza de los empresarios y consumidores”. Basados en estadísticas registradas por un equipo de técnicos, previnieron que una mentada “recesión económica”, fechada desde el tercer trimestre del 2012, habría estado cernida sobre la espalda de México. El lastre cuelga todavía rompiéndole los huesos.
En parte, la asesora culpó las bajas expectativas de crecimiento en los Estados Unidos (gran parte del “desarrollo” se ha equilibrado por la exportaciones manufactureras); también, una menor producción petrolera que disminuyó, poco a poco, un 2.1 por ciento anual (producción que representa 6 por ciento del Producto Interno Bruto); así mismo, culparon a como los elevados impuestos que molestaron a varios sectores del poderoso organismo empresarial mexicano.
Batido entre un nuevo silencio, la interrogante, el descrédito, el acoso de la burguesía mexicana, inició el declive de quien hace apenas unos meses, fue declarado por la revista británica The Banker, como el mejor secretario de finanzas a nivel mundial. Sin ese aire de alegría que mostraba cuando ganó la presidencia, esta vez Videgaray calló y eludió frecuentemente las preguntas de los reporteros. Intempestivamente se había apagado su luz, había ganado un mundo de sombras.
El origen- Luis Videgaray pertenece a una estirpe de jóvenes economistas, graduados en la Instituto Tecnológico Autónomo de México- Los ITAM Boys.
El origen del “cerebro”
Luis Videgaray pertenece a una estirpe de jóvenes economistas, de perfil tecnócrata, graduados en la Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM).
Un sesgo particular de este poderoso grupo, tanto en su formación ideológica y posiciones clave dentro la administración pública, se deben a dos rasgos particulares: en primer lugar, muestran una hostil desconfianza hacia las economías nacionales basadas en la renta y explotación petrolera; y en segundo, crecieron bajo la tutela de Pedro Aspe Armella, el otrora secretario de Hacienda durante la administración de Carlos Salinas de Gortari.
Nacido en el regazo de una familia de clase media originaria de Ciudad Satélite, en el Distrito Federal, hijo de un cajero bancario que falleció cuando contaba con sólo 11 años, Luis, el mayor de la familia Videgaray Caso, desde la educación media superior, comenzó a sobresalir de sus dos hermanos gracias a su introversión, dedicación y “brillantes” dotes intelectuales.
Sin el “pedigree” con el que se ha formado buena parte de la nueva tecnocracia mexicana, el primer acercamiento que tuvo el joven economista con la política, lo hizo cuando apenas era estudiante universitario: se afilió al Partido Revolucionario Institucional (PRI), y después, se convirtió en líder de los estudiantes itamitas. (De esas fechas data su acercamiento a Luis Donaldo Colosio, quien lo cristianizó como referente moral.)
¿Pero tan fácil escaló a la cúpula? No. Siendo formalmente alumno de Carlos Sales, también asesor de la Secretaria de Hacienda, éste lo recomendó para convertirse en el office boy del gran constructor económico del salinismo: Pero Aspe. En aquellos días, Luis Videgaray ignoraba los frutos que cosecharía de esta relación.
Aspe, detrás del sigilo, una vez que abandonó su puesto clave, pronto descubrió en aquel joven de talante “amigable, pero serio; cordial, pero poco efusivo; inteligente, pero no soberbio”, y quien a menudo se solía mirar haciendo cálculos con los dedos y ecuaciones en hojas de papel, no lo dignificaba el puesto de servir cafés y cargar su maleta. Uno meses bastaron para convertirlo en otro más de sus asesores y quizás su mejor amigo.
Su maestro, Pedro Aspe
Escuela Dornbusch
Pedro Aspe salió airoso del sexenio de Salinas. Abandonó la Secretaria de Hacienda y en su sucesor, depositó el llamado “error de diciembre”. Esta experiencia no condujo al país hacia el primer mundo como lo había sostenido su jefe. Pero ganó posteridad al salir sin daños, es decir, sin  pisar la cárcel por ese año muy recordado. Poco a poco, a Aspe, también las facturas se fueron pagando en la impunidad.
“Fue el principal impulsor del programa económico que incluía una renegociación de la deuda externa, [fue el responsable de] otorgarle autonomía al Banco de México, [también de] disminuir la intervención del estado en la economía y [generar] un amplio programa de privatización de las compañías paraestatales”. Es decir, el “cerebro” que destruyó la herencia de la Revolución mexicana.
Fiel como su sombra, abrigado por su peso político, arropado por sus ideas, el fiel Luis Videgaray, mucho más joven aún y con poco más de pelo, se embarcó en la aventura de construir, con sus dotes intelectuales, la consultoría “Protego Asesores”, propiedad del viejo chief fiscal. Siguiendo sus pasos, encontró en éste al depositario de su imagen invertida. De ello resultaron sus estudios en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (ITM) –como dos décadas antes lo haría él mismo. En 1997 se graduó con sendos aplausos, mediante una tesis que tituló “The Fiscal Response to Oil Shocks (La respuesta fiscal a los choques petroleros), dirigida entonces, por el economista alemán Rudiger Dornbusch (padrino de la conversión neoliberal de América Latina), pero dedicada al señor “Secretario”.
Desde luego, Dornbusch aceptó dirigir su tesis doctoral gracias a la recomendación de Aspe, pero también porque el joven no mostraba resistencia alguna, a los dogmas formulados por el ITM; al contrario, representaba a uno de sus más fieles cuadros. De aquella aventura en Boston, obtenida gracias a una beca del Consejo Nacional de Ciencias y Tecnología (Conacyt), quedaron rastros de lo aprendido mediante su tesis doctoral disponible en la página del ITM.
Los gobiernos de izquierda tienden
Cabe señalar que sus fragmentos iluminan aún hoy, las reformas en el gobierno de Enrique Peña Nieto:
1)    Aplicando el estudio de los ciclos en el precio del petróleo, propuesto por el teórico Markov Hamilton, dentro de una serie temporal de 217 años, el principal hallazgo sostiene que los llamados “shocks petroleros” (variaciones positivas o negativas en su precio derivado del mercado internacional), tienden a hacer a los gobiernos menos “responsables” en su recaudación y administración pública.
O sea, en palabras simples: al variar los ingresos por el petróleo crudo, el gasto público no puede disminuir, y por tanto, los gobiernos suelen traducir estas pérdidas y déficit fiscal, por una “viciosa” e “irresponsable” filia: la deuda externa. ¿Y después del regaño?
Entre más autocrático sea un gobierno
Una alabanza a los gobiernos autoritarios, quizás inspirada en Irak:
2)    “El hallazgo principal en dicho capítulo [principalmente el tercero], es que entre más autocrático sea un gobierno, más moderado será el gasto de la crisis del petróleo; en cambio, la democracia expone una tendencia derrochadora. El segundo hallazgo señala que los gobiernos de izquierda tienden a gastar más que los gobiernos de derecha después de la llegada de dinero inesperado (o caído del cielo)”, se puede leer en inglés.
¿Pero cómo no traducir en endeudamiento y déficit fiscal las variaciones en el precio del petróleo, con base a los resultados propuestos por el entonces joven Videgaray? ¿Cómo lograr una dictadura sin dictadura formalmente?
3)    Como contrapeso, sugirió medidas para crear una buena política hacendaría: en primer lugar, la buena tutela de la economía por medio de un “equilibrio presupuestario”; en segundo, un rediseño basado “el funcionamiento de las instituciones que los pondrán en práctica”; y por último, el empoderamiento secretario de Hacienda bajo la formulación, explícitamente,  de un “fuerteministro de finanzas”.
Sin ponerle nombre a quien debería tocarle ese papel, sería él mismo quien haría “fuerte ministro de finanzas” poco más de tres lustros transcurridos. Es decir, él mismo encarnaría en la nueva dictadura hacendaria.
Videgaray-Peña, de la economía a la política
De vuelta a México, sin visibles catapultas políticas, durante el zedillismo y posteriormente el foxismo, Luis Videgaray se incorporó nuevamente al equipo de“Protego Asesores”, propiedad de Aspe. Siendo uno de sus caballos de batalla más “inteligentes” y con cierta capacidad de negociación política, el joven economista que entonces había ganado el mote de “El Doctor”, fue asignado, gracias a la gestión del entonces diputado, Enrique Peña Nieto, a participar en el rediseño de la deuda pública en la administración de Arturo Montiel.
De esa gestión, logró para el Estado de México, una mejor recaudación fiscal y la modernización del sector, adquiriendo, además, una mejor calificación crediticia; por otra parte, obtuvo u incremento en la base de contribuyentes al hacer más eficiente el proceso recaudatorio sin necesidad de subir los impuestos.
Al concluir sus operaciones, la revista Latin Finance  puso su mirada  en él y lo nombró “Deal of the Year”; desde luego, su carrera política y económica subió como espuma. Una vez que Peña Nieto fue elegido el sucesor de Arturo Montiel en el gobierno mexiquense, Videgaray fue nombrado secretario de Finanzas, Planeación y Administración; puesto que ocupó durante casi cuatro años hasta que el 31 de marzo de 2009 lo despidieron… para inmediatamente premiarlo como diputado federal por recomendación de Peña.
Mostrando “bueno dotes de negociación”, esa jugada sirvió para preparar el ascenso de su nuevo jefe a la presidencia de la República. Fuentes cercanas señalan que durante ese periodo, también logró interlocución y posibilidades de negociación con las fuerzas políticas de izquierda y derecha: ensayo del futuro “Pacto por México”. Estrechó vínculos con los priistas que se encontraban dispersos luego de las derrotas del 2006. Y por último, ganó la plena confianza de su jefe, al vencer al ala más rancia de la política priista.
 Sin concluir su etapa como representante en el Congreso, en el 2011 abandonó su curul y se integró en la campaña de Eruviel Ávila. Al ganar éste y heredar para su partido la gubernatura del Estado de México, demostró nuevamente sus dotes de “hábil negociador”, dicen. Pasó entonces a dirigir la campaña presidencial de Peña Nieto. Un grupo de reporteros le preguntó: “¿Qué se siente ser el cerebro detrás el regreso del PRI a Los Pinos?”. Únicamente sonrió.
Su valía al frente del gabinete de Peña
Salinismo sin salinas
Después del chasco sufrido en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, más de uno ha cuestionado la capacidad intelectual de Peña Nieto. Sin embargo, más de uno también se ha preguntado de dónde ha salido tanta capacidad política para gestionar tantas reformas en tan poco tiempo. O peor aún, ¿cómo fue posible que en la gestión de éste se desmoronara uno de los grandes hitos del pasado posrevolucionario, el petróleo?
La polémica revista Time, que a principios de este año sacó la polémica portada “Saving Mexico”, mostró algunos indicios para entenderlo. Algunas fotos impresas a los interiores dieron la clave del equipo que lo ha hecho posible: en ella, Peña posa, lo hace sosteniéndose las manos, un poco altivo y mirando frente la cámara. A sus espaldas, los secretarios de Gobernación y Hacienda, Miguel Ángel Osorio Chong y Luis Videgaray, respectivamente, escoltan sus espaldas.
Para el periodista Raymundo Riva Palacio no es un mero dato ocasional.
“Por decreto, el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, es el jefe del gabinete, pero en la práctica cotidiana, hay otro jefe de gabinete en las sombras, el secretario de Hacienda, Luis Videgaray. […] Son los dos pilares del Presidente. El primero es su amigo y camarada de múltiples acciones políticas desde que eran gobernadores; el segundo es su principal estratega y alter ego con quien cada noche tiene acuerdo en Los Pinos para revisar lo que hubo, lo que viene, y lo que hay que hacer”.
Sin embargo, la razón para que Videgaray no sea corrido después del sonado fracaso al frente de Hacienda, tiene que ver con que él ha sido precisamente el diseñador de la política institucional que le dieron sus victorias neoliberales. Su valía al frente del gabinete de Peña, la ganó al emprender la batalla contra el ala del PRI más conservadora: la subordinó a las decisiones tecnocráticas.
“A pesar de que llegó a ser ministro de Hacienda en diciembre de 2012, el Sr. Videgaray sólo ahora ha empezado a divulgar su filosofía económica. Durante gran parte del año pasado, se puso en cuclillas en una oficina cercana al presidente Enrique Peña Nieto, la elaboración de las reformas en materia de energía, educación, telecomunicaciones, banca y finanzas públicas. Los dos hombres han sido casi inseparables desde que el señor Peña se convirtió en gobernador del estado en 2005 e hizo d Videgaray su jefe de finanzas. Sus admiradores dicen que su nous político complementa con el cerebro de su ministro”, publicó la revista The Economist a su favor.
La gran mayoría de estas publicaciones coincidente que detrás de Peña está el “cerebro” de Videgaray. Este talante lo demostró desde joven, con la formación intelectual de Pedro Aspe, quien fue el “cerebro” del salinismo. Y Lo demostró con su tesis doctoral, cuando pidió la figura de un secretario de Hacienda fuerte. También, cuando en la reforma energética, pidió alejar el gasto público de losshocks petroleros ahora traducidos en crisis. Y cuando jugó un papel importante en las radicales reformas neoliberales: un nuevo salinismo pero sin Salinas.

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