Magdalena Gómez
La segunda asamblea plenaria del Congreso Nacional Indígena (CNI) y el Concejo Indígena de Gobierno (CIG), con la comandancia del
EZLN, se realizó del 11 al 14 de octubre en el Cideci-Unitierra, San
Cristóbal de las Casas, Chiapas. Con más de medio millar de asistentes,
las dos terceras partes delegadas y delegados y el resto invitados
nacionales y 13 internacionales, de Estados Unidos, Italia, Guatemala,
Ecuador y Nicaragua. Pese a que no entrañan representación de pueblo o
comunidad, suelen destacar las lenguas indígenas presentes: binizaa,
chinanteco, chol, chontal, español, ñahñu, kumiai, mame, maya
peninsular, mayo, mazahua, meepha, mixteco, nahua, popoluca, purépecha,
rarámuri, teenek, tepehuano, tojolabal, totonaco, tzeltal, tsotsil,
wirrárika y zoque. Lamenté no aceptar su invitación debido a un
compromiso en Temuco, Chile, con la Red Latinoamericana de Antropología
Jurídica.
El pronunciamiento del CNI-CIG y el EZLN entraña propuestas que es
importante destacar. En primer lugar, se reafirma la urgencia de avanzar
y fortalecer la organización.
Somos redes en nuestras localidades donde buscamos en colectivo tener una sola palabra que sea espejo de nuestra madre tierra, de su latido y de su vida. Somos redes de redes en nuestras comunidades y regiones que son colectivos de colectivos, donde encontramos una sola otra palabra, que entre los nuestros escuchamos con atención, porque sigue siendo lo que decidimos libremente ser; eso es nuestra lucha permanente y por eso la respetamos y honramos, haciéndola nuestro gobierno, no ahorita sino siempre, porque de nuestras diferencias surge el acuerdo colectivo. Pese a que llaman a ampliar el trabajo con organizaciones urbanas, prevalece la identidad indígena y la postura anticapitalista. Al señalar que juntos seamos concejo de gobierno con las redes del apoyo al CIG, que se desdoblen con sus propias formas e identidad en el campo y la ciudad sin importar fronteras, acordaron consultar en sus comunidades, pueblos, naciones, tribus y barrios las formas y modos de construirlos.
Respecto de ampliar la organización fuera de las fronteras no pasa
desapercibida la complejidad de que, si bien se comparte el impacto
neoliberal, los pueblos y sus movimientos guardan historias particulares
que es preciso considerar más allá del contacto con alguno de sus
representantes en otros países. Justamente en Temuco se hizo presente el
contraste entre la persecución, por ejemplo, a Juana Calfunao, quien
tiene medidas cautelares de la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos y los esfuerzos autonómicos de una asociación de presidentes
municipales que, aclararon, sus titulares son de origen mapuche, juegan
en esa cancha para recuperar su identidad.
En el ámbito nacional, analizaron la naturaleza del Estado mexicano,
así como la continuidad neoliberal, en los cambios de gobierno, incluido
el próximo. Ofrecieron evidencias como la amenaza a los pueblos
binniza, chontal, ikoots, mixe, zoque, nahua y popoluca del Istmo de
Tehuantepec con sus planes transístmicos y la expansión de las zonas
económicas especiales, a los pueblos mayas con su proyecto de Tren Maya
que despoja y destruye a su paso la tierra. La anunciada siembra de un
millón de hectáreas con árboles frutales y maderables, la ilegal
consulta para la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de
México, o la oferta para que sigan invirtiendo las mineras que tienen
concesionadas grandes extensiones de los territorios indígenas. En ese
recuento, en que
las palabras sobran, destacan que sin consultar a sus pueblos el futuro gobierno impone la creación, al estilo del viejo indigenismo, del Instituto Nacional de Pueblos Indígenas, comandado, denuncian, por los desertores de nuestra larga lucha de resistencia. Por si fuera poco incluyen el anuncio de que las corporaciones militares seguirán en las calles y la pretensión de reclutar 50 mil jóvenes para las fuerzas armadas que han servido para reprimir, despojar y sembrar el terror en toda la nación.
Rompen el silencio, guardado los años recientes, para recordar la
traición: “De aprobarse los acuerdos de San Andrés en el actual
contexto, estando vigentes las sucesivas reformas al artículo 27
constitucional, que han transformado la tierra en mercancía y puesto las
riquezas del subsuelo en manos de las grandes empresas, sin acabar con
las concesiones de aguas, minería, bienes nacionales e hidrocarburos,
sin imponer límites al poder imperial derogando el actual tratado de
libre comercio y limitando severamente a las grandes corporaciones
trasnacionales, sin destruir el control que los cárteles de la
delincuencia ejercen, apoyados en los militares, sobre nuestros
territorios, estaremos viviendo, en el mejor de los casos, una burda
ilusión, que nos oculta la embestida del dinero contra nuestros
pueblos”. En efecto, las palabras sobran.
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