10/17/2018

Ada, Manuela, Claudia


Luis Linares Zapata

Dos alcaldesas de distintas ciudades y una jefa de Gobierno declaran, como sólida intención de sus respectivos gobiernos, luchar contra la desigualdad imperante. Sostienen velar y responder al mandato de sus pueblos y no al imperio de los grupos de presión. Tanto Ada Colau como Manuela Carmena, actuales alcaldesas, casi han cumplido su periodo completo y pueden ahora hacer la evaluación de sus administraciones. Y lo están haciendo de la mejor manera posible: con creíble honradez. Barcelona y Madrid, sus municipios, pueden dar cuenta de la entrega e inteligencia con que han cumplido sus deberes. Las dos españolas se preparan, después de una prolongada fase de reflexión, para intentar, cada una con sus particularidades, la demandante relección para otros tres años. Las normas establecidas lo permiten de manera indefinida. Ambas aseguran requerir de otro periodo adicional para consolidar los beneficios del exitoso conjunto de programas que han puesto en marcha.
Claudia Sheinbaum las visitó en días pasados para compartir experiencias y los propios planes futuros. Con seguridad, la mexicana encontró información de primera mano sobre los logros de esas articuladas políticas al frente de las ciudades más importantes de su país. Tanto Manuela (74 años) como Ada (44 años) fueron electas tras el fenómeno causado por la emergencia de Podemos, el movimiento-partido de izquierda. Éste las impulsó debido a la rebelión de buena parte de la juventud, amplios sectores de las capas medias y trabajadoras que no se sintieron representadas por ninguno de los partidos prevalecientes en esos días. Las dos mujeres iniciaron sus periodos en medio de presiones del conservador sistema dominante que les recetó un manojo inacabable de predicciones negativas. El fracaso y hasta el ridículo era el futuro que, según los dogmáticos opositores, les esperaba. Una, Ada, porque no tenía experiencia alguna en el manejo de una gran ciudad. Procedía de aguerrida lucha por los derechos de los afectados durante la crisis de las hipotecas bancarias. Manuela porque, a pesar de ser juez emérita durante años, tampoco tenía carrera política ni gerencial. Su misma edad, la hacía aparecer como digna de retiro, incapaz de atorarle al enorme reto de la capital del país. El mismo partido que las cobijaba, con arranques radicales en sus posturas ideológicas, las predestinaba, según sus férreos críticos, a un sonoro fracaso.
Tanto Colau como Carmena han probado la falsedad de todas las premoniciones de anegarse en tal fracaso. Los resultados que muestran ahora hablan por sí mismos. Manuela presume que 75 por ciento de los madrileños están satisfechos viviendo en su ciudad, un hecho insólito. Ha logrado bajar la contaminación hasta ser la capital de Europa con el aire más limpio. Sus negociaciones con toda clase de intereses creados, entre ellos los de los automovilistas, desarrolladores de vivienda y transportistas, ahora le reconocen sus habilidades y transparencia. Carmena afirma que su filosofía se basa en tres postulados: solidaridad, participación y creatividad para avanzar en su cometido. Para ella, negociar es hacer política y a eso se dedica. No resiste la evidencia de la desigualdad existente entre los distintos rumbos (barrios) citadinos y de las personas que en ellos habitan respecto de otros que gozan de variados privilegios. Trata, por ello mismo, de promover equilibrios para amortiguar las diferencias. Ha reducido la voluminosa deuda heredada de los anteriores cuan dispendiosos y corruptos alcaldes del partido popular (PP) que, todavía, mantiene la presidencia de la comunidad de Madrid. Esta situación, compartida entre ambas, le presenta dificultades adicionales en su ejercicio presupuestal pues, como afirma, se negocia mejor con aquellos que sostienen posiciones similares. Durante los años pasados las dos tuvieron, como duro enemigo, al poderoso ministro de finanzas, asunto ahora arreglado con la entrada del PSOE a la presidencia. Carmena pretende neutralizar la desatada especulación inmobiliaria al ofrecer construir 10 mil viviendas de interés social.
Ada, por su parte, ha priorizado atacar similar problemática, agudo problema de los barceloneses de menores ingresos. Los alquileres de pisos y cuartos para el turismo ha desatado una espiral de alzas en las rentas, creando dificultades extremas a las clases medias y bajas. Hoy, sin embargo y a pesar de las limitantes presupuestarias, ha logrado alcanzar la mayor inversión por habitante registrada, una de las mayores del mundo. Clausuró los contratos con las empresas de luz y se surte ya de manera autónoma. Claudia, sin duda, constató tales éxitos y le servirán de referente para su venidera administración. Establecer esta clase de contacto entre mujeres al mando de complejas ciudades será de valiosa y solidaria ayuda para las tres.

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