Cristal de Roca
A
65 años de haber conseguido el voto, las mujeres mexicanas celebramos
con paridad en las Cámaras. Al punto que es hora de cambiarles el
nombre, porque hoy por hoy queda claro que el poder es cosa de hombres y
de mujeres a la par.
En México, mujeres –feministas o no– llevaron a cabo cientos de
acciones para conseguir la ciudadanía, convencidas de que si queríamos
cambiar nuestra opresión legalizada era preciso tener la garantía de
votar y ser votadas.
La primera demanda data de 1821. Recién concluida la Independencia de
México, mujeres zacatecanas exigieron la ciudadanía bajo el argumento
de que habían dado por la patria “todo y más”.
Después, las primeras periodistas mexicanas escribieron artículos,
publicaron revistas, y junto con otras mujeres organizaron o
participaron en mítines y plantones.
Si se tiene la tentación de creer que fue terso, escuchemos a Adelina
Zendejas: “A veces nos juntábamos 300 en el Zócalo y nos recibían con
cáscaras de sandía, huevos podridos, jitomates…”
Cuando lograron la reforma Constitucional –el 17 de octubre de 1953–
comenzaron a llegar a los espacios de poder a cuentagotas y sin poder
real. Una de las dos primeras senadoras (1963), María Lavalle Urbina
dijo: ““Muy caballerosos los señores, siempre me daban la silla, pero
nunca me daban el lugar”.
Para la década de 1990 ya sabíamos que nuestra minoría en el poder ni
era casual ni cambiaría con el tiempo, así que feministas, movimiento
amplio de mujeres y legisladoras de casi todos los partidos comenzaron a
construir alianzas para impulsar cambios democráticos: Mujeres y Punto y
De la A a la Z, Diversa son algunos ejemplos.
Así, promovimos las cuotas de género para obligar a los partidos
políticos a inscribir mujeres, primero en 30 y luego en 40 por ciento de
sus postulaciones.
Cómo sería el ambiente en las Cámaras que la activista Cecilia Loría
Saviñón (+) le dijo a la entonces diputada María Elena Chapa: “Resiste
Chapa, que hay que sostener la utopía”.
Y la sostuvieron.
Y ante los fraudes a la ley nos fuimos encontrando o reencontrando,
de todos los ámbitos, de todo el país. Y formamos Mujeres en Plural, que
se sumó a las organizaciones de otras entidades, y que también inspiró
agrupaciones similares.
Y diseñamos estrategias como en la que participaron Silvia Hernández,
Clara Scherer y otras compañeras que, en alianza con Jorge Alcocer,
interpusieron una demanda histórica, que dio lugar, en 2012, a la
sentencia 12624 del Tribunal Electoral Federal.
¡Y le dimos vuelta a la página! Comenzamos a escribir otro capítulo.
Entonces trabajamos para reformar la Constitución federal y después
cada una de las Constituciones estatales para inscribir la palabra
Paridad para todos los cargos de elección popular.
Y aquí estamos hoy, con paridad en las Cámaras, en muchos Congresos y en algunos ayuntamientos del país.
Esto, escrito en unos cuantos párrafos, nos ha llevado 197 años.
Dicho de otro modo, más de seis generaciones de mujeres, con tenacidad,
convicción, paciencia y resistencia hemos cambiado nuestra historia –la
de las mujeres- y también la de la democracia en nuestro país.
A veces unas cuantas, otras veces decenas, cientos o miles de mujeres
hemos realizado acciones organizadas o desorganizadas; hemos
cabildeado, argumentado, investigado, documentado; hemos diseñado
estrategias o actuado sin mayor plan cuando se presentó la oportunidad;
hemos convencido y hemos resistido; hemos llorado de frustración y
apretado los dientes ante la injusticia o los embates; hemos respirado
profundo para aceptar lo posible y no lo deseable o lo necesario; y
también hemos celebrado, nos hemos abrazado y nos hemos reconocido.
Sí, ya sé, retos aún hay muchos, y algunos son muy complejos.
Pero hoy estamos escribiendo otra historia.
Hoy el lema es #NoSinMujeres en la mitad de todos los cargos de toma de decisiones.
#NoSinMujeres en la mitad del poder.
Apreciaría sus comentarios: cecilialavalle@hotmail.com @cecilavalle
*Periodista de Quintana Roo, feminista e integrante de la Red Internacional de periodistas con visión de género.
Comunicación Social del Senado de la República
Por: Cecilia Lavalle*
Cimacnoticias | Ciudad de México
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