Ella imaginaba que bastaría con estar unos meses en ese país para juntar el dinero suficiente para regresar y montar un negocio. Al llegar a Estados Unidos nada fue lo que esperaba. Estuvo recluida por semanas en una fábrica donde, junto a otras mujeres, era maltratada, golpeada, apenas si podía dormir y comer, además de permanecer encerrada.
Con el paso de los días las jornadas eran más extensas y los maltratos más agresivos. Un día logró escapar y corrió a pedir ayuda, la canalizaron con una organización de la sociedad civil. Ahí le explicaron que había sido víctima de trata con fines de explotación laboral. Su tratante fue juzgada como una patrona abusiva y no como tratante, apenas le dieron arresto domiciliario, usó un brazalete por seis meses y pagó una multa. En ninguna parte del proceso Flor fue protegida por las autoridades estadounidenses. Gracias a que colaboró en la investigación recibió una Visa T. Después de un tiempo logró reunirse con sus hijos en Estados Unidos. Aún después de tanto tiempo, su tratante sigue amenazándola.
Desafortunadamente historias como las de Flor se repiten por miles entre las personas migrantes. En agosto de 2023, Insight Crime publicó una investigación sobre la manera en que opera la trata de personas en la frontera norte de México. Uno de sus hallazgos es que depende, en gran medida, de los flujos migratorios presentes en la zona y, evidencia que el tráfico ilícito de personas migrantes es la antesala para que el crimen organizado reclute forzosamente a los hombres y explote sexualmente a las mujeres. La investigación da cuenta de un hecho lamentable: en México, ser mujer y ser migrante es una doble condición de vulnerabilidad ante la trata de personas.
La delgada línea entre la trata y el tráfico de personas es una muestra de la incertidumbre, riesgos y falta de protección a la que está expuesta la población migrante en México. Las personas recurren a los traficantes para hacer su cruce ante las medidas de disuasión y contención que el gobierno mexicano ha implementado, por lo que la oferta engañosa de un “cruce asegurado” hacia Estados Unidos evitando los retenes del Instituto Nacional de Migración en México, a cambio de cuotas elevadas, es llamativo pero no real. Las personas a menudo suelen perder grandes sumas de dinero, son abandonadas por los traficantes e incluso son entregadas a grupos del crimen organizado.
La trata de personas no solo representa un delito grave y una violación extrema de derechos, sino que es un fenómeno social complejo cuyo origen obedece a factores estructurales como la pobreza, la desigualdad y factores individuales como el género y la edad. Pese a que no todas las personas tienen las mismas condiciones de vulnerabilidad de ser víctimas de este delito, el vínculo con la migración incrementa las posibilidades de caer en estas redes.
Este vínculo se vuelve aún más complejo si se analizan los perfiles de las personas y la modalidad de trata de la que son víctimas, por ejemplo, se sabe que las mujeres jóvenes generalmente son enganchadas para la trata con fines de explotación sexual y esto no es coincidencia, el género es un determinante a la hora de ser víctima de ciertos tipos de delitos.
Pero la trata con fines de explotación sexual es tan solo una modalidad de las once que están reconocidas en la legislación mexicana y el perfil de las personas es una importante variable para considerar. Por ejemplo, en la mendicidad forzada son la niñez y la adolescencia quienes se ven mayormente afectadas, en cambio, los hombres jóvenes son los que mayormente padecen el reclutamiento forzado por el crimen organizado.
Mientras que la condición migrante es un factor que incrementa la vulnerabilidad ante la trata. Los tratantes se aprovechan de las condiciones de pobreza y desigualdad que enfrentan las personas migrantes para engancharlas a través de ofertas de trabajo falsas o con trabajos reales, pero donde son explotadas laboralmente, incluso obligadas a trabajar bajo la amenaza de que, si dejan de hacerlo, le notificarán a la autoridad migratoria para que las deporten como en el caso de Flor.
En un país como México donde las personas migrantes en tránsito están expuestas a múltiples formas de violencia y discriminación -por parte de autoridades, crimen organizado y otros actores, el anhelo de una mejor vida se ve entorpecido por prácticas violentas como la trata y el tráfico de personas, por lo que la campaña de este año del Día Internacional contra la Explotación y Tráfico de Mujeres, Niñas y Niños: “Llegar a todas las víctimas de la trata, sin dejar a nadie atrás”, entre ellas a las mujeres migrantes, cobra especial importancia pues nos permite poner el foco en las mujeres y las niñas migrantes por motivos relacionados con la violencia de género, los efectos del cambio climático y las desigualdades socioeconómicas en los países de origen, que las expone al tráfico y trata de personas en los países de tránsito y destino.
En 1999, la Conferencia Mundial de la Coalición contra el Tráfico de Personas, en coordinación con la Conferencia de las Mujeres, acordaron establecer el 23 de septiembre como el Día Internacional contra la Explotación y Tráfico de Mujeres, Niñas y Niños.
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