Álvaro Delgado Gómez
En contraste con el oficialismo que lidera el presidente Andrés Manuel López Obrador, que procesó sin revueltas mayores las candidaturas a nueve gobiernos estatales y se desvaneció la ruptura de Marcelo Ebrard por un acuerdo político con Claudia Sheinbaum que no será fácil sobrellevar, el proyecto opositor es un desastre: Xóchitl Gálvez en la indigencia plena, un caso que va de lo ridículo hasta lo triste, y atrapada en los cruentos pleitos por las migajas entre los dirigentes del PRIAN.
Faltan seis meses para la elección del 2 de junio de 2024, pero la disputa entre los dos proyectos de nación que está en curso también tiene en las formas muy claros contrastes, hasta en las dos opciones del polo de derecha —Xóchitl Gálvez y Samuel García– que aspiran desde ahora sólo al segundo lugar.
Xóchitl Gálvez por fin se destetó del Senado, pero en su despedida, este domingo en el Monumento a la Revolución, exhibió otra vez sus límites: El fallo en el prónter que reproducía su discurso la pasmó y se echó a reír nerviosa, extraviada, inerme, desamparada. Fueron dos minutos penosos para la mujer que ya no logró consumar el “fenómeno” con el que se vendió.
Quiso emular a Luis Donaldo Colosio y lo citó mal: “Millones de mexicanos siguen teniendo hambre de sed y de justicia”. Se equivocó una vez y, descolocada, lo reiteró: “…tienen hambre de sed y de justicia”.
Se trata de la misma política exhibida como traficante de influencias y plagiaria confesa la que, es una misma semana, antes y después de asistir a la sede nacional del PRI para registrarse como su candidata presidencial, el jueves 9, escupió dos veces a su dirigente nacional, Alejandro “Alito” Moreno Cárdenas, con tal mal tino que lo hizo ante auditorios priistas.
“Yo no invitaría a Manuel Bartlett jamás a mi gobierno, nunca. Ni a Alit…”, expresó la política que al pronunciar el apodo del presidente del PRI, el lunes 6, en Hermosillo, apenas logró contenerse, pero el viernes 10, en Chiapas, consumó su desprecio con todas sus letras:
“Hay muy malos priistas (con los) que yo no trabajaría, como Bartlett, como Alito o como ahora el exgobernador de Hidalgo, Fayad”, dijo Gálvez, el viernes, junto a la secretaria general del CEN del PRI, Carolina Viggiano, tan visiblemente molesta que la hizo desdecirse ahí mismo.
Compungida, seria, trató de componer lo que no fue una gracejara: “Yo quiero aclarar, porque ha habido malos entendidos: tengo un enorme respeto por el presidente del PRI, estoy contenta de ir con el PRI, con Alejandro Moreno, hemos coincidido en sacar adelante al país”.
Y al día siguiente, en su visita a Monterrey, dio a conocer la humillación ante el presidente del PRI: “Hablé con Alito, el día de ayer ofrecí una disculpa. Me encanta, yo sí quiero decirlo, estoy orgullosa de caminar con el PRI”.
Incapaz de improvisar nada y obligada a corregirse a ella misma, Xóchitl Gálvez cometió un error todavía peor: Decirse “orgullosa de caminar con el PRI”, el partido más desprestigiado de México, por el que no votarían jamás la mayoría de la población.
Y ese es el principal problema de la coalición que lidera el junior salinista Claudio X. González, un conjunto de partidos desprestigiados, sobre todo el PRI, dirigidos por personajes que sólo ambicionan garantizarse seis años de presupuesto público.
Es decir, el desastre de Xóchitl Gálvez encubre otro desastre: El del PRIAN. Se trata de dirigentes incapaces de procesar, oportuna y democráticamente, las candidaturas a nueve gobiernos estatales, porque no han sido capaces tampoco ni de echar a andar la presidencial.
Morena y sus aliados, con sus muy controvertidas decisiones de sus candidaturas, les lleva una delantera que, como en la presidencial, impone agenda nacional ahora también en cada uno de los estados.
De los nueve estados, el PRIAN sólo gobierna Guanajuato y Yucatán, con expectativas de derrota en el segundo, con lo que Morena y aliados sumarían su gubernatura 24 y con ella dominará todo el sur-suerte de México, con el PAN sólo en tres estados del Bajío, Querétaro y Aguascalientes.
Y hermanado al PRI en Chihuahua, Coahuila y Durango en el norte, en lo que es el más disminuido poder territorial en la historia de ambos partidos y con un PRD agónico.
En medio año, en un escenario inédito en México, habrá muchos imponderables, pero no se ve cómo se recomponga el tablero sobre el que se mueven las piezas políticas del poder que en nada favorecen a la mediocre y envilecida oposición.
Álvaro Delgado Gómez
Álvaro Delgado Gómez es periodista, nacido en Lagos de Moreno, Jalisco, en 1966. Empezó en 1986 como reportero y ha pasado por las redacciones de El Financiero, El Nacional y El Universal. En noviembre de 1994 ingresó como reportero al semanario Proceso, en el que fue jefe de Información Política y especializado en la cobertura de asuntos políticos. Ha escrito varios libros, entre los que destacan El Yunque, la ultraderecha en el poder (Plaza y Janés); El Ejército de Dios (Plaza y Janés) y El engaño. Prédica y práctica del PAN (Grijalbo). El amasiato. El pacto secreto Peña-Calderón y otras traiciones panistas (Editorial Proceso) es su más reciente libro.
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