Daniela Villegas
ONU Mujeres cumple quince años y con ello ha lanzado sus quince objetivos a lograr para el año 2035.
Desplegados en su página de Internet a manera de lista se lee: Hacer frente a la reacción en contra de los derechos de las mujeres; Poner fin a los conflictos; Promover la participación de las mujeres en el establecimiento de la paz; Erradicar la pobreza; Poner fin a la inseguridad alimentaria; Poner fin a la violencia contra las mujeres; Promover el acceso de las mujeres a la economía; Erradicar la brecha salarial entre hombres y mujeres; Proteger el planeta; Aumentar el liderazgo y la participación política de las mujeres; Desmantelar los marcos jurídicos discriminatorios; Cerrar la brecha digital de género; Garantizar la paridad de género en la educación; Erradicar la mortalidad materna; Aumentar la financiación de las cuestiones de género.
Si no reparáramos en leer con detenimiento la síntesis de cada uno de los objetivos, se nos pasaría de largo que el séptimo objetivo Promover el acceso de las mujeres a la economía, alude al sistema de cuidados. Y aquí refiero lo que el documento enuncia:
Dato: Las mujeres realizan 2,5 veces más trabajo de cuidados no remunerado que los hombres, incluido un total de 250 millones de horas diarias dedicadas a recoger agua, más del triple que los hombres y niños, lo que restringe su acceso al mercado laboral formal.
Solución: Invertir en sistemas de cuidados y en empleos dignos en este sector podría crear casi 300 millones de puestos de trabajo —en el cuidado de infancias y personas mayores o enfermas—, de aquí a 2035, lo que transformaría vidas y economías a la vez.
Una realidad donde las mujeres realizan más tareas del hogar que sus contrapartes masculinas sin un pago por su trabajo y una solución invertir en sistemas de cuidados, crear empleos formales de cuidado y ampliar el acceso de las mujeres al trabajo formal.
Todo esto suena muy bien y de entrada muy necesario. Sin embargo, me parece que la solución resulta limitada, pero no porque la respuesta sea menor, sino porque desde la formulación de la problemática no se plantea la complejidad de los cuidados desde lo conceptual, lo institucional y lo cultural y por lo tanto el remedio pareciese ser muy acotado.
Pero entonces para iniciar la reflexión ¿qué es el cuidado? Y ¿cuáles son los desafíos que se avisoran en un escenario latinoamericano?
Me apoyo en el trabajo de Karina Batthyány socióloga uruguaya y directora del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales CLACSO quien parte desde una epistemología feminista y latinoamericana.
Para Batthyány el cuidado es un concepto en construcción que si bien en un principio bajo la influencia de las teóricas anglosajonas de los 1970s, abarcaba ayudar a un niño, niña o persona dependiente en el desarrollo y bienestar de su vida cotidiana, hoy en día se ha extendido a dedicarles tiempo y atención a las personas que tienes a tu alrededor, así como al entorno que te rodea. Esta visión del cuidado más global e inclusivo se basa en la idea de que todo el mundo puede ser dependiente en algún momento y todo el mundo necesita atención en distinto grados; además, el planeta también debe ser cuidado desde diferentes ámbitos para desarrollarse en un contexto sano.
En conferencia en la Universidad Nacional de San Martín, Argentina en 2023, Batthyány hablaba de los desafíos en el tema de cuidados por un lado en el plano conceptual; en la política pública y presupuestal y en un aspecto fundamental que es el del cultural.
Al hacer referencia al carácter en construcción e interdisciplinar del concepto de cuidado, señalaba: “¿dónde ubicamos el cuidado? ¿es una política de salud, de igualdad, de los ministerios de la mujer? La respuesta es sí a todo, es eso y más”.
En cuestión de política pública hay que “colocar el cuidado como el cuarto pilar de bienestar junto a la educación, el trabajo, la seguridad social”, esto con el fin de mirar al cuidado como un derecho y darle los recursos que merece.
Y el aspecto más importante el cultural “que se entienda de forma generalizada en la sociedad cómo este cuidado se ubica en el centro de la división sexual del trabajo y por lo tanto en el centro de los mecanismos que generan dominación, opresión, desigualdad en materia de género”.
Por ello mismo cuando leo los objetivos de ONU Mujeres pienso que cada uno de ellos es atravesado por la categoría cuidado y no se puede dar una solución única enmarcada en la economía capitalista formal. Se requiere un cambio de paradigma cultural donde se destierre la idea de que las mujeres estamos hechas para cuidar, que es en la familia nuclear, en lo privado donde se dan los cuidados y que sólo a partir de la idea desarrollista que vamos a avanzar.
Sólo así las metas que se proponen los organismos internacionales pueden llegar a buen puerto, con una mirada transversal donde se resalte el hecho de que todxs necesitamos de cuidados, de forma recíproca con nuestra comunidad inmediata y con el planeta mismo.

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