Arturo Alcalde Justiniani
Este miércoles fue
uno de los días más cortos del año, debido a la colocación del Sol
frente a la Tierra, fue el solsticio de invierno, que ha sido evocado,
según el recuento de Alberto Imaz, desde la antigüedad donde se adoraba
al Sol como a un dios. Más de 3 mil años aC, Horus era el dios sol de
Egipto, con forma humana y cabeza de halcón, símbolo de la luz. Su
enemigo Seth representaba la oscuridad, así de desarrollaba una lucha
entre el bien y el mal.
Mitra, dios de Persia (1200 aC), es celebrado en su nacimiento
también por estas fechas; Krishna, en India, 300 años después.
Posteriormente Dionisio en Grecia. Los romanos celebrarán el nacimiento
de Apolo, y los germanos el de Frey, dios nórdico del sol naciente.
En el ambiente de estos climas fríos, se ha desarrollado una cultura
que convoca a la reflexión y a la unión para superar las peripecias de
la vida, entre otras, del propio clima y sus efectos en la carencia de
alimentos, situación que convoca a la unidad familiar y comunal. También
en nuestras tierras se da esa coincidencia: los aztecas celebraban a
Huitzilopochtli y los incas en su momento, al propio dios sol.
En la religión cristiana, si bien la Biblia no hace referencia
específica a la fecha del nacimiento de Jesús, se asumió el 25 de
diciembre por parte de la Iglesia, entre otras razones, para facilitar
la conversión de los paganos. La fecha no siempre fue aceptada por otras
religiones. Los ortodoxos, por ejemplo, lo trasladan al 6 de enero, los
mormones al 6 de abril, e incluso, la celebración de la Navidad el día
de hoy llegó a estar legalmente prohibida por parte de algunas
religiones protestantes que las consideraban fiestas paganas
precisamente por no estar referidas en la Biblia.
Con los años, la celebración religiosa se fue generalizando y
acompañando de otros símbolos; el árbol con hojas perennes, que hace
referencia a la vida eterna, su adorno con bolas a manera de manzana que
recuerdan las tentaciones y las luces para iluminar el camino con la
guía de una estrella. No podían faltar las posadas del 16 al 24 de
diciembre, recordando el camino de José y María para llegar a Belén.
La versión de Santaclós o Papá Noel tiene también un origen
solidario, procedente del apoyo de Nicolás, obispo de Bari que dejó en
casa de su vecino monedas de oro porque sabía de su penuria económica y
angustia por no tener recursos para pagar la boda de su hija.
Un pequeño relato de Charles Dickens, conocido como Cuento de Navidad (1843),
refiere de una conversión provocada en esta fecha. Narra la vida de un
empresario, avaro y huraño, incapaz de actos de bondad y solidaridad, en
una época de gran pobreza y explotación, incluso de los menores de
edad.
El empresario egoísta tuvo la visita de tres fantasmas que lo
transportaron a tres momentos: el primero al pasado, donde recorre su
lugar de origen, sus amigos y familiares, que lo sensibilizan sobre las
condiciones y valores que vivió durante su niñez. Luego aparece un
segundo fantasma, que lo lleva al presente y lo hace recorrer el pueblo
que habita, observa el barullo de las compras, la preparación de la cena
de Navidad y es llevado a visitar la casa de su trabajador más cercano,
que sufría penas por el bajo salario que recibía del empresario,
estando en riesgo la vida de su propio hijo a causa de una enfermedad
sin atender. En un tercer momento aparece el fantasma del futuro que le
permite verse a sí mismo, constatar la mala imagen que tenía hacia la
gente por su mal carácter y falta de bondad. Llegó a presenciar su
propia muerte, lo que lo llevó a la desesperación y a pedir al fantasma
que le diera una oportunidad para seguir viviendo.
Despertado del sueño, el empresario egoísta se dio cuenta de la
miserable vida que tenía y se decidió a cambiar, mandó comprar el pavo
más grande para enviarlo a su trabajador y acudió con alegría y
amabilidad a la cena de Navidad de sus familiares, misma que había
rechazado. Al día siguiente mejoró el salario de su trabajador y le
ofreció planes para convertirlo en su socio, modificó su conducta y
recuperó el aprecio de su comunidad.
La novela de Dickens ha sido considerada una crítica al capitalismo
del siglo XIX y un esfuerzo por recuperar el profundo significado de la
Navidad, entendida como un espacio en favor de la fraternidad y de la
justicia, con especial dedicación a los pobres. Ello aparece claramente
en la travesía y en las condiciones precarias del nacimiento de Jesús.
En esa pobreza está precisamente el principal origen de los males del
mundo, y sin duda de nuestro México, uno de los países más desiguales
del orbe y el segundo expulsor de sus habitantes al exterior, quienes
como migrantes, mayoritariamente indocumentados, luchan por el trabajo y
la subsistencia que su patria les niega.
En esta noche de Navidad nos haría bien tener un pensamiento para los
millones de pobres que no tienen razón para serlo; los presos, muchos
de ellos a causa de la falta de recursos para defenderse; los familiares
de asesinados y desaparecidos, entre otros, con la convicción de que
muchas cosas podrían cambiar si nos organizáramos para lograrlo.
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