Un opinador de uno de los espacios de desinformación más peligrosos del
país, Diario Milenio, Álvaro Cueva realizó una acción misógina al
expresar una ofensa e incitar el odio y la violencia en contra de la
medallista olímpica mexicana, Ana Gabriela Guevara y de la vocalista del
grupo Jotdog María Barracuda, quienes denunciaron públicamente las
brutales agresiones de las que fueron objeto por hombres desconocidos,
en días pasados.
Aunque ninguna de las dos exigió en sus testimonios recibir atención especial por ser figuras públicas, Cueva se valió de ese pretexto para incitar públicamente al odio contra ambas.
Pero Ana Gabriela y María son sólo dos mujeres más, que se suman a la interminable lista de víctimas que ha cobrado la avalancha de violencia feminicida en México y después han sido revictimizadas por la opinión pública, como la periodista Andrea Noel.
María fue golpeada dentro de su automóvil por un hombre que intentó asfixiarla, probablemente con la intención de violarla y después asesinarla, como sucede con miles de mujeres cada año en nuestro país.
Para la mala fortuna del feminicida, María practica box desde que era niña y pudo combatirlo, aunque finalmente el agresor consiguió huir. María denunció públicamente la agresión a través de su cuenta en Facebook haciendo el siguiente énfasis:
“Lo que te voy a contar no te lo digo porque me pasó a mí y sea más importante, te lo digo para que no te pase a ti ni a nadie y para añadir una queja más a nuestro pésimo Gobierno de la Ciudad de México”.
“Paralizarse no es una opción. Cuídense antes de verse en peligro, porque yo fui muy afortunada y estoy aquí contándoles esto, pero sabemos los alarmantes porcentajes de gente que no corre con esta suerte. Chavas, tenemos que aprender a defendernos debemos estar alertas y preparadas, podría ser la diferencia de tu suerte”.
Ana Gabriela, por su parte, fue golpeada brutalmente por un ex policía y otros tres hombres que embistieron la motocicleta en la que viajaba con rumbo a la Ciudad de México y después la golpearon y patearon mientras yacía tirada en el piso.
Las lesiones que le provocaron la enviaron al hospital con tres fracturas en el rostro y tuvo que ser intervenida quirúrgicamente.
Pero ahí no termina la marea de violencia: Ana Gabriela y María enfrentaron una segunda ofensa. En el caso de Ana Gabriela –en otro artículo del Diario Milenio– la hacen responsable del ataque sólo: “por parecer hombre”, una tercera embestida, son los comentarios que diversos hombres hicieron en redes sociales en relación a las agresiones”.
¿Qué opinión tuvo Álvaro Cueva respecto a este festín de violencia y dolor? A continuación reproducimos su comentario:
“Todas las cosas hirientes que les dijeron en las redes sociales (a Ana Gabriela y María) fueron la lógica reacción a su soberbia, a creerse especiales, a suponerse con derechos a ser atendidas como no se atiende a nadie en este país”.
“Era lógico que los agentes del Ministerio Público repitieran lo mismo que les dicen a las madres de adolescentes desaparecidas o asesinadas, a los miles de mujeres violadas todos los días en nuestro país: ellas lo provocaron, lo cual implica, por supuesto, que lo merecían en pago a su conducta: por la ropa que vestían, por salir solas a esa hora, por andar con desconocidos… ¡por creer que tienen derechos!” y terminó por agregar al repertorio este Aristóteles de trapo y lentejuela.
“Y al diablo con ese cuento de la violencia contra las mujeres”, concluyó el misógino: “¡Al diablo con el cuento de las miles de mujeres golpeadas, desolladas, quemadas con ácido, mutiladas, violadas, torturadas, apuñaladas, quemadas, descuartizadas, apedreadas, asfixiadas y arrojadas a canales de desagüe, envueltas en bolsas de basura por hombres en las calles de todo México! ¡La violencia contra las mujeres –por el hecho de ser mujeres– es una ficción!”
Bajo esa misma lógica, a Álvaro Cueva no le fueron suficientes ambos atentados feminicidas, ni la posterior oleada de violencia en redes. A través de su columna alzó la voz indignado ¡para exigir más! Para ello, instrumentó su propia golpiza verbal:
“Yo, como cualquier víctima de la violencia, exijo que no se resuelvan los casos de Ana Gabriela y María, que las traten tan mal como nos han tratado a miles de personas y que las dejen así, pasmadas, en la impotencia”
Pero no nos escandalicemos: aunque Álvaro exigió más violencia contra ambas sobrevivientes, lo hizo como lo haría “cualquier víctima de violencia”.
¿Qué sabe este payaso de lo que se siente salir a dejar tu mochila a unos pasos del concierto con el miedo inminente de que ese -tan sencillo ejercicio de libertad- te convierta en una presa de violencia sexual y muerte, por el simple hecho de ser mujer?
¿Qué sabe de la impotencia que te quema la garganta cuando un desconocido te golpea e intenta asfixiarte para violarte dentro de tu propio automóvil, a unos metros de la multitud, porque sabe que puede hacerlo impunemente? ¿Qué sabe de los estragos que le siguen, a algo así?
“Cómo nos han tratado a miles de personas…”, continuó… así, en plural, apropiándose de un horror, una humillación y un dolor de lo que él jamás ha sido, ni será objeto, escupiendo en una angustia y una impotencia que jamás han figurado, ni figurarán en su universo, porque a él jamás intentarán asfixiarlo para violarlo o le desfigurarán el rostro a golpes cuatro hombres –o mujeres– por el hecho de ser hombre.
“Que las dejen así, pasmadas en la impotencia”, concluyó, con el pecho henchido de misoginia…
¿Qué sabe este agresor del pasmo y la impotencia que experimentamos las mujeres cuando uno o varios como él, nos acosan, nos violan, nos humillan o nos meten la mano debajo de la falda de camino a nuestros trabajos, en este segundo país más peligroso del mundo, simplemente por ser mujer? ¿De lo que significa ser violada y asesinada por tu propio padre? ¿O por ocho desconocidos?
Desde luego, no tiene la menor idea, pero de ser legal, sería él quien arrojaría la primera piedra para lapidar a Ana Gabriela y María por atreverse a cuestionar públicamente a sus agresores; por intentar circular por un espacio público que tipos como él consideran exclusivos de los hombres; por no quedarse calladas ante una agresión machista; por creer que son “especiales”; por aspirar a la justicia en un país, donde a las mujeres las tiran todos los días en bolsas de basura.
Sabemos, Álvaro, que, como a muchos, te incomoda que alcemos la voz frente a agresores como tú; que aspiremos a luchar por nuestras vidas en un país que nos quiere muertas, como tú; que nos prefieren calladas e invisibles, resignadas después de haber sido humilladas, violadas, golpeadas o asesinadas por uno o varios como tú.
Pero te tenemos noticias, Álvaro Cueva: el horror, el pasmo y la impotencia a los que nos condenas han dejado de ser una opción para nosotras. Porque estamos vivas, estamos furiosas y somos muchas. Y no descansaremos hasta que los que tengan que tragarse sus palabras sean los golpeadores disfrazados de indignados. Como tú.
*Este artículo fue retomado del portal de la revista feminista La que Arde.
Imagen retomada del portal de la revista feminista La que Arde
Por: Lydia Zárate*
Cimacnoticias | Ciudad de México.-
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