“Habrá una chiva de creo que de 10 mil pesos, el primer lugar, y
otras dos, por ahí nos acomodamos. La misa es a la una y media de la
tarde, en Zaragoza de Solís. Quedan todos cordialmente invitados” dijo
don Crescencio. Y los usuarios de las redes y no pocos “cazadores” de
videos para viralizar, lo captaron.
El
video se subió a la plataforma de YouTube y la naturalidad se
transformó en curiosidad, escarnio o comentario de millones de usuarios.
El video original alcanzó más de dos millones 800 mil reproducciones y
otro video con los memes y el mame para burlarse o compartir el relajo
alcanzó más de tres millones y medio de reproducciones.
Los XV años de Rubí se volvieron Trending Tópic en Twitter, se
abrieron más de 10 páginas en Facebook para promover a las
“celebridades” que serían los chambelanes de la joven y a través de
distintas plataformas digitales se “autoinvitaron” más de un millón 300
mil personas.
Mitad ficción, mitad realidad, los XV Años de Rubí devinieron en
profecía autocumplida cuando se colgaron del fenómeno viral todos
aquellos que ya “no conectan” o están hambrientos de la popularidad
instantánea surgida en las redes: el gobernador mexiquense Eruviel Avila
aprovechó el viaje para ofrecer “vacaciones pagadas” a la joven en
Valle de Bravo, antes de que se autograbara presumiendo sus obras tras
la tragedia de Tultepec; el mandatario de San Luis Potosí.
Juan Manuel Carrera López (de quien se sabe más por sus ausencias que
por sus intervenciones) se ofreció para estar presente en el evento;
Televisa y TV Azteca se pelearon por tener a los padres y a la niña en
sus estudios y lanzaron “coberturas especiales” hasta la saciedad.
La empresa Meganet se autopromovió para instalar tres antenas y
ofrecer el servicio de telecomunicaciones inalámbricas por la “módica”
cantidad de 100 pesos por usuario; el alcalde de San Blas, Hilario
Ramírez, Layín, se sintió Santa Clos y le ofreció un automóvil Smart
Chevrolet a Rubí; y todas las marcas posibles, desde cosméticos hasta
estilistas, peinadores, cantantes, conductores y diseñadores de modas de
las artistas se colgaron del evento de Rubí para recordar que “nosotros
ahí estaremos”.
El caso de Rubí, hasta hace 15 días, era muy similar al video de Paco
Orihuela, el joven vendedor de empanadas de Acapulco, que atrajo la
atención de las televisoras, de Grupo Carso y de todos quienes quieren
colgarse de estos fenómenos de carisma para tener sus 15 minutos de
rating.
Sin embargo, los XV Años de Rubí se volvieron algo más aparatoso
cuando prácticamente todos los medios, desde los televisivos, los
digitales, los impresos hasta los radiofónicos sacaron el caso de una
cobertura menor para darle un tono periodístico sobredimensionado.
Supe del fenómeno cuando dos televisoras de Estados Unidos me
llamaron a los dos días del video original para dar “mi punto de vista”.
“Disculpen, creo que no es un asunto de interés periodístico”, les
comenté. “¿Cómo no? Si se ha viralizado”, me replicó uno de los
productores.
En efecto, ahí está el detalle del caso Rubí, pensé. La confusión
entre viralización y ponderación periodística. La transformación de
todos nosotros en paparazis de lo efímero. La pobreza de los contenidos
informativos suplida con la cargada multimediática, ahora que ya todo se
combina entre lo analógico y lo digital.
El punto delicado del caso Rubí no es la fiesta masiva sino la
ausencia de un autocontrol mínimo del papel del periodismo frente a los
fenómenos digitales ¿Todo aquello que se vuelve “viral” en las redes
sociales tiene un interés periodístico? ¿Todo aquello que es objeto del
morbo masivo, de la burla o del insulto en nuestro circo mexicano es
asunto informativo? ¿No estaremos cayendo también en la trampa de buscar
el “tráfico” en los medios digitales a como dé lugar? ¿Cambiamos la
tiranía del rating por el hambre de los likes?
Algunos comentarios en las redes señalan los XV Años de Rubí como una
“cortina de humo”, “una caja china” de las televisoras, “un distractor”
planeado maléficamente por el gobierno. Sospecho que no es ni caja
china, ni matriushka rusa ni cortina de humo ni distractor de nada.
Simplemente es el signo de la confusión de los tiempos. Es una
demostración más del hambre de fama y del oportunismo mediático. Es una
“no-nota” transformada en nota por el interés súbito y masivo de los
propios medios informativos.
Es una especie de nihilismo digital inducido por la propia falta de
ponderación periodística para valorar y diferenciar entre lo noticioso y
lo viral, entre lo sustancial y lo anecdótico. Es la sociedad del
espectáculo llevada a viralización de lo cotidiano.
Por supuesto, el “cuento de hadas” de los XV Años de Rubí se
transformó en una aglomeración masiva, desbordada y autorreferencial,
donde los propios medios celebrábamos la importancia de nuestra propia
presencia en el evento. Hubo un muerto, hubo reclamos. Ahí se “dio la
nota”. Y hubo no pocos comentaristas que le pedían a la niña actuar y
sonreír como si fuera Galilea Montijo o La Gaviota.
Cuando la farándula devora la naturalidad de lo cotidiano y absorbe
lo periodístico corremos siempre el riesgo de viralizar todo hasta
encumbrar a quienes hacen de nuestro analfabetismo emocional una forma
de vida y de poder.
www.homozapping.com.mx
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