Pero este ingrediente del desmadre nacional no traerá como
consecuencia la producción de un litro más de gasolina en el país. La
refinería cuya construcción anunció el panista Felipe Calderón y para la
que embarcó al gobierno de Hidalgo en la adquisición de un terreno, fue
detenida por él mismo, seguido de Peña, antes de terminar el
levantamiento de la barda perimetral. Mas el país destina a la compra
foránea de ese combustible unos 15 mil millones de dólares anuales sin
que nadie en el gobierno se preocupe por construir industria, generar
empleos, obtener beneficios. Nada. Lo único que se busca es que el
esquema de mercado se apegue a un manual práctico del perfecto
neoliberal, cuyo programa social consiste en valerle madre la sociedad.
¿Por qué se escogió este momento para “liberar” precios de gasolinas?
El país tiene ya una presión inflacionaria con el proceso devaluatorio
de la moneda y el aumento del rédito. Pero al parecer esto no es
suficiente para profundizar el desmadre, sino que se requieren más
elementos de disturbio. Al parecer, las cosas no van a parar aquí, sino
que se van a proyectar durante los próximos dos años, luego de los
cuales tendremos que hacer el inventario completo de daños.
En
lo que va de su sexenio, Peña Nieto –Videgaray-Meade— recortó a la
mitad el ritmo anual de crecimiento económico, redujo la inversión
pública productiva, casi duplicó el ritmo inflacionario, multiplicó el
rédito y devaluó la moneda en 50%. Esto ya no es la repercusión del
fenómeno de la volatilidad financiera internacional que presionó los
mercados desde la Fed estadunidense con un absurdo juego del gato y el
ratón para ver a qué hora y en cuántos puntos base iba a modificar su
tasa de interés. Esto ya es otra cosa, ya existe en curso un proceso
francamente regresivo frente al cual el gobierno está echando leña al
fuego.
Los precios de las gasolinas no tendrían por qué alcanzar cifras
mayores que en el mercado de la zona económica en la que México se
encuentra. ¿Qué está ocurriendo para que la “tendencia de mercado”, el
proceso de fijación de precios no opere en México? Sencillamente una
manera de soltar controles para que la especulación comercial haga de
las suyas con tal de que no todos los expendios sean franquicias de
Pemex hasta lograr sacarlo de ese mercado. Pero eso no lo hace ningún
gobierno serio, mucho menos uno que tiene dos días de reserva de
gasolina en sus tanques –los únicos existentes en el país– y que, por
tanto, con cualquiera cosa que ocurra, puede caer en desabasto real. No
hay duda de que los errores terminan pagándose, la cuestión consiste sin
embargo en el costo de cada equivocación, el cual no tendría que ser
tan alto si hubiera gobierno en lugar de desmadre.
Ya lo ha dicho Meade, quien supone que en aras de las
“liberalizaciones” se puede y se debe hacer cualquier cantidad de
desatinos cuyas consecuencias las pagará la economía y, por cierto, la
gente. Sin embargo, hay un clamor popular que consiste en el rechazo del
desmadre. Vamos a tener que implorar el establecimiento de un gobierno
que pueda llamarse de esa manera.
Por su lado, para provocar algo de hilaridad dentro de esta tragedia,
el PAN (Margarita Zavala incluida) ha rechazado la política del
gobierno sin admitir en absoluto su responsabilidad en la llamada
reforma energética, la cual contiene como parte del plan el descontrol
del abastecimiento de gasolinas y los gasolinazos. Los senadores del PAN
proponen ahora quitar impuestos al combustible aunque ellos mismos los
votaron en el Congreso, pese a que no es la carga impositiva el problema
sino la especulación inducida por el desgobierno.
Tenemos desmadre, sí, pero éste no es unipartidista sino de origen claramente bipartidista.
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