La cantante chilena Francisca Valenzuela estrenó en marzo de este año
una iniciativa en Santiago de Chile, para tejer redes de colaboración y
estimular la conciencia y la reflexión en torno a problemáticas de
género: “Ruidosa Fest”.
Esta idea de crear un espacio de reflexión y de exposición para proyectos liderados por mujeres venía gestándose desde hacía tiempo.
“El interés ha estado siempre ahí, como ciudadana, como mujer, como música y como fan o espectadora”, cuenta en entrevista.
“Estaban las ganas de hacer un tipo de iniciativa o experiencia que uniera dos intereses muy fuertes míos: la música y los temas de género, el activismo de género y los derechos de las mujeres”.
Para que el proyecto cristalizara tuvieron que alinearse varias circunstancias: que se encontrara en un momento de su carrera en que pudiera tomarse el tiempo para hacerlo, sumado al conocimiento y el tiempo necesarios para desarrollarlo, además de conseguir articularlo y estructurarlo como iniciativa y como todo un manifiesto.
“Además fue haciéndose necesaria la conversación que teníamos que tener, había que hablar de las barreras de acceso a las mujeres a la música, había que hablar de los códigos de conducta y el sexismo que pueda haber, y había que empoderarnos a través de nuestras experiencias, de visibilizar nuestras historias, y generar un espacio que no es de competencia, sino de conversación, de convivencia. Y también mostrar ejemplos de mujeres que son referencia en el mundo de la cultura y que son diversas entre ellas; el valor de la diferencia”.
Luego de una experiencia exitosa en Santiago –con mesas de discusión de amplia convocatoria y las presentaciones de Javiera Mena, Camila Moreno y Fakuta, entre otras artistas–el ejercicio se replicó en la Ciudad de México el pasado 4 y 5 de noviembre.
Ruidosa Fest abrió escenarios y micrófonos a mujeres que protagonizan distintos ámbitos de la industria musical. Para que la versión mexicana de Ruidosa sucediera, Francisca Valenzuela se alió con Derré Tidá –agencia que ha hecho posibles fiestas en las que los controles están a cargo por completo de mujeres, como la visita a México de Discwoman– y GRRL, plataforma que estimula jornadas de networking para estimular la colaboración entre mujeres involucradas en las industrias creativas.
- Jesús Pacheco (JP): La iniciativa se planteó desde un principio que fuera tanto un encuentro de discusión como de exposición del trabajo de las mujeres de la industria musical. En ese primer ejercicio que tuvo lugar en Santiago (Chile), ¿qué temas se buscaba someter a reflexión, además de temas que tocan esferas más allá de la industria?
- Francisca Valenzuela (FV): Creo que hay un par de temas que son bastante transversales y que tocan distintas áreas de trabajo en las que hay una predominancia de hombres. Primero, es la circunstancia numérica; es decir, la participación femenina suele ser baja en contraste con los hombres.
Y era preguntar qué pasa, por qué están esas barreras de acceso; por ejemplo, en los carteles de festivales o en las oficinas de sindicatos de derechos de autor o en los puestos gerenciales de música o en dirección de medios especializados en música, en periodismo musical.
En el fondo, era hacer una observación y traer a la mesa esa información. En el caso de Chile, por ejemplo, esos datos no están a la mano; no existe un registro realmente. No es como los gringos, que pueden tener un montón de información ya investigada desde la industria musical misma. Entonces hay preguntas que tienen que ver con esto, con la participación y las barreras de acceso.
Por una parte, tiene que ver con compartir experiencias desde el aspecto no solamente de género, sino a nivel profesional; cuáles son las prácticas que uno desarrolla para poder generar una carrera musical o cultural que sea auténtica y que uno lidere, que responda a la visión y los intereses propios, y no de otros. Romper con el estereotipo del deber ser, que muchas veces viene impuesto por la sociedad a todos los individuos, para ser exitosa, para ser deseable, para ser funcional.
También hay que tocar los códigos de conducta y el sexismo en los comportamientos, porque sin duda, gran parte de las cosas que pasan en los medios de comunicación, en la representación, en las reuniones, tras bambalinas, tiene mucho que ver con un trato que es complicado para las mujeres, y ante el que muchas de nosotras no sabemos qué decir o qué hacer, y la única manera de hacer un cambio es generar, a través de la conversación, conciencia y visibilidad de los problemas y las conductas, identificarlas para poder así generar un cambio.
Esto, por lo que tiene que ver con los temas que se tratan en las conversaciones. Después, obviamente, hay cosas mucho más específicas, como qué puede hacer una para poder promover la participación femenina en las industrias culturales y en el mundo de la música. Hay temas que tienen que ver con procesos creativos, con cómo uno maniobra, navega y desarrolla una carrera artística desde Latinoamérica al mundo; temas de autoestima, seguridad y constancia, cómo se desarrollan, cómo se sostienen… Hay temas que tienen que ver tanto con mundo interno como mundo externo.
Y luego, sin duda, están los temas de activismo de género, además de los derechos de las mujeres, también los de las minorías, como LGBT; la ruptura de la mujer sílfide. La idea es unir y hacer una conexión entre cultura pop y activismo de las causas de las organizaciones que están liderando los cambios en la sociedad.
- JP: Tú has tenido oportunidad de atestiguar escenas y circunstancias en distintos puntos del continente por tus giras y demás viajes, e imagino que has descubierto preocupaciones similares que harán que una iniciativa como Ruidosa tenga eco en todos ellos.
- FV: Sí, por supuesto. Creo que hay muchísima similitud y hay un momento similar culturalmente hablando, a nivel regional, en Latinoamérica. Tiene que ver con la interacción y la comunicación transversal que existe hoy en día. Así como hablo hoy contigo, me junto a trabajar con gente en México para desarrollar Ruidosa y yo estoy en Chile. Existen las posibilidades, las herramientas para comunicar y generar conciencia de lo que está pasando en otros lugares del mundo.
Yo creo que la resonancia de un proyecto como este, más allá del proyecto en sí, es lo que se refiere a los temas de conversación, las organizaciones y los temas que están generando conexiones; esos son los verdaderos movilizadores, tanto para quienes participen como para el público o yo misma.
Las preguntas que constantemente me hago son cómo no hay igualdad de salarios entre hombres y mujeres, cómo no hay aborto universal protegido, cómo no se conversa acerca de generar un cambio en los códigos de conducta o sobre “cultura” de la violación, o en conversar acerca de romper estereotipos o diversificar los ejemplos de las mujeres que están mostrándose en los medios… Ampliar la conversación de la idea de una mujer latinoamericana, generar una multiplicidad de voces, que tiene que ver con simplemente invitar a alguien a participar y pasarle el micrófono.
Yo creo que va a resonar en otros lugares porque es una invitación universal, y habrá sin duda cosas que serán locales. Cada país, cada ciudad, cada región puede tener su identidad y su realidad local, pero hay ciertas cosas o ejes que son transversales. En México está pasando muchísimo, al igual que en Chile, el tema del acoso callejero y el tema de la seguridad y la amenaza; el tema del lenguaje, de los adjetivos descalificativos. Hay que cuestionarse ciertas cosas que están muy arraigadas en la cultura latinoamericana, y que afectan tanto a las mujeres como a los hombres.
- JP: ¿Qué malas prácticas has detectado en el medio musical que estén tan arraigadas que incluso se les pierda de vista?
- FV: Uy, creo que hay varias. Pero creo que son tres principales. Uno es el tema de estadística, de participación. Creo que hay preguntarnos –como colectivo, como sociedad– por qué la idea de ser un músico o de vivir una vida asociada a los escenarios o al rock and roll es de hombres, mientras la mujer está en la casa cuidando a los niños.
Hay que preguntarnos cuáles son las barreras de acceso y de participación. Son casi puros hombres en la mayoría de los escenarios y en las bandas de rock and roll. Ahora está cambiando… Pero sin duda, hay que generar esa conversación y esa apertura. Por otra parte, están el estereotipo y las expectativas de cómo ser una mujer en el ojo público, y que es extramusical pero que influye sin duda: cómo se ve, qué hace, cómo se comporta, es deseable o no, está soltera o no, es vieja o joven…
Son muchas cosas que se ponen de manera mucho más agresiva sobre las mujeres que sobre los hombres. Hay muchísimas cosas que tienen que ver tanto con la data dura como la data blanda, que tiene que ver con cosas más de comportamiento, y que es súper importante compartirlas, y eso sumado a la oportunidad de fortalecer redes y el potencial de colaboración y de convivencia no solo entre mujeres profesionales del mundo latinoamericano de la música de hoy, sino con otras mujeres o jóvenes a las que les interesa aventurarse en un rubro que tal vez no conocen.
- JP: ¿Cómo fue la reacción a Ruidosa allá en Chile?
- FV: Diría que fue transversalmente muy positiva. Superó con creces mis expectativas. Todo era una apuesta y una exploración. Y el que se haya recibido positivamente y haya sido acogida con la fuerza que tuvo tanto por parte de la prensa como por parte del público y los colegas de la industria de la música, fue algo increíble, fue muy positiva la recepción tanto para la parte pública como para la parte de industria.
Para la parte pública, la convocatoria fue masiva, estuvo llena todo el día, no solo los conciertos, en los que hubo más de mil personas, sino también en los conversatorios. Cada panel de conversación tuvo más de 300 personas encerradas ahí dentro. Nos faltó espacio y nos faltó tiempo. Entre lo más bonito, en el segundo panel, que era con integrantes de los medios de comunicación, del mundo del management y la gestión cultural, la que moderó la conversación, una periodista muy conocida acá en Chile, Marisol García, decía: “no tengo el recuerdo de habernos encontrado todas bajo el mismo techo a conversar, hasta este momento”.
En ese mismo panel estaba Carola Ozaus, una chica a la que admiro un montón, porque cuando yo era adolescente, hacía un festival acá en Santiago que se llamaba FemFest, que era medio punk; la invité porque era de las pocas referencias de un colectivo feminista que era realmente muy activo, transversalmente, en colegios, en cárceles, haciendo fiestas, qué sé yo. Ella decía: “es un honor poder hacer un vínculo del underground con un mundo más pop, y poder estar en las noticias en medios masivos y contar su historia. Para nosotros, en el 98, era importante armar ese espacio porque nos manoseaban y nos tiraban al suelo.” Entonces, la primera edición de Ruidosa acá en Santiago fue una afirmación importante y una activación súper bonita, y un impulso para seguir trabajando, seguir delante e intentar un siguiente paso.
- JP: ¿Por qué Ciudad de México después de Santiago?
- FV: Buena pregunta, y te voy a decir que nadie me lo ha preguntado todavía. Si bien está la intención de hacerlo en otros lugares de la región, como también en otros lugares dentro de Chile, para mí México es un epicentro cultural muy relevante en la región. Para todos, creo que es un lugar intimidante, fascinante y con una escena cultural potentísima, que tiene un impacto muy fuerte en la región. Y es como un puente entre el norte y el sur.
En mi caso, tengo una experiencia ahí, lo llevo siempre súper cerca, siempre estoy yendo y viniendo, siempre estoy tratando de entender cómo desarrollar mi carrera en México como artista, y diría también que es uno de esos lugares que sufre de un machismo arraigado y de unas conductas impactantes.
Además, es de los lugares donde más he tenido experiencias fuera de Chile, porque es el lugar donde más he estado fuera de Estados Unidos y de Chile. Entonces me pareció lógico como siguiente paso internacional activar Ruidosa en un territorio como el mexicano, que es tan relevante y tan lleno de una diversidad de proyectos musicales de mujeres muy potentes, está lleno de energía, de organizaciones, de causas feministas muy poderosas, y por último, por ser donde hay una escena muy nutrida de medios de comunicación y de industria musical que tiene una relevancia para México y para la región.
- JP: Ahora cuéntame cómo ha sido la curaduría específica para la Ciudad de México.
- FV: La curaduría tiene que ver principalmente con identificar a diferentes mujeres que, por una parte, han podido forjar una carrera muy auténtica y propia, que tú ves que están en control, que han hecho carreras longevas, diversas y propias.
También tiene que ver la curaduría con las mujeres que yo admiro de alguna manera, que conocemos, con quienes hay un vínculo y se da la oportunidad de pedirles que colaboren. Creo que la idea, en esta primera experiencia, era que hubiera una diversidad en los paneles, que estuvieran presentes diferentes géneros, y que hubiera propuestas desde el underground, el pop y el rock; las experiencias desde la cumbia, el punk… Tener la cantidad más amplia de visiones y que sean mujeres con carreras muy diferentes.
* Este artículo fue retomado del portal La Ciudad de Frente http://frente.com.mx/
Especial
Por: Jesús Pacheco*
Cimacnoticias | Ciudad de México.-
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