Entrevistado en el marco de la trigésima
Feria Internacional de Guadalajara, el escritor español Arturo
Pérez-Reverte habló de su amor por México y su vívido lenguaje –es el
español del futuro, dijo–; de Falcó, su novela reciente, y de la
satisfacción que siente por el éxito de su famoso libro La reina del
sur. También confesó que no volvería a escribir sobre el narcotráfico en
México porque, afirmó, ahora ese flagelo es tan sucio, tan triste y tan
amargo como lo fue en Colombia.
GUADALAJARA (Proceso Jalisco).- El 25 de noviembre, Arturo
Pérez-Reverte cumplió 65 años. Y los festejó en Guadalajara, donde,
dice, tiene muchos amigos y suele visitar desde hace varios años. Lo
hace cada noviembre, para asistir a la Feria Internacional del Libro, en
cuya trigésima edición presentó su nuevo libro Falcó –el primer volumen
de una saga de novela de espías ambientada en la Guerra Civil
Española–, acompañado del escritor sinaloense Élmer Mendoza.
Integrante de la Real Academia Española y autor de más de una
veintena de novelas, Pérez-Reverte confiesa, no sin rubor, que de los
países de Latinoamérica, prefiere a Argentina y a México, sobre todo
este último, pues cuando estaba escribiendo La reina del sur –su
bestseller traducido a innumerables idiomas y llevado a la televisión–
se percató que “en este lugar se está desarrollando el español del
futuro”.
En la frontera con Estados Unidos, comenta el escritor español, “las
clases más pobres y humildes están creando un español interesantísimo,
una mezcla de español e inglés o una españolización del inglés, sin
ningún complejo”.
Y añade: “Con su riqueza, con su gracia (el español) es el lenguaje
que Élmer Mendoza –un escritor especializado en temas de narcotráfico–
ha fijado por primera vez en la literatura mexicana: el lenguaje
hablado… Es un leguaje tan fascinante, tan rico, tan evolutivo, tan
potente y tan lleno de posibilidades, que está creando un aluvión de
palabras. Las academias van por detrás; no corren lo bastante para poder
atraparlo”.
E insiste: “Venir a México para mí es venir al corazón de la lengua
española del siglo XXI, aquí es un espíritu muy interesante siempre.
Estar en una cantina… Me gusta irme por barrios populares, tengo mis
sitios, y hablar con la gente; escucharlos hablar. Eso es un festín de
lenguas españolas.
“España, como Europa, es vieja, ya está cansada. La juventud está
aquí, la juventud lingüística. Es muy interesante venir donde está el
español vivo, no muerto como en España.”
Pérez Reverte considera que hay dos tipos de escritores: el cazador y
el recolector. El primero “se va lejos y trae historias que contar”,
mientras que el segundo no abandona su entorno. Y cuando aquél regresa
al fuego de la hoguera, los niños escuchan al viejo, se deciden por él,
más que por el recolector, comenta.
Dice que él se identifica con el escritor cazador.
–El próximo año se conmemora el centenario del natalicio de Juan
Rulfo, oriundo del sur. Recuerdo que el primer gobernador panista,
Alberto Cárdenas Jiménez, decía palabras como “nuncamente”. Una vez
incluso corrigió a los reporteros. Les dijo: “No… es que ustedes me
‘tergivergan’”. ¿Se refiere a eso con el uso del español en México? –se
le pregunta.
–Eso, en su origen, es fruto de la incultura. Cuando se extiende y se
usa se vuelve uso, y entonces es tan legítimo como las expresiones más
ortodoxas. Eso justamente es lo que tiene México, que es muy creativo.
Coge las palabras y hace maravillas con ellas; da igual que sean cultas o
incultas. Lo que fascina es la hermosa brutalidad, la hermosa eficacia.
Pérez-Reverte destaca: “Si uno dice: Estoy ‘agustitamente’, está
bien. Es lo que hace Élmer Mendoza, quien recoge esa oralidad, esos
neologismos de origen inculto que se convierten en uso general, y los
hace literatura. Por eso México es un país rico lingüísticamente para un
escritor en español. México es una especie de visita de estudios, de
cuna de humildad”.
Recuerda a Carlos Fuentes, quien decía: “Los españoles trajeron una
lengua extraordinaria y algunas otras cosas también, con todo lo malo
que hicieron y lo mucho que se llevaron nos trajeron una lengua
extraordinaria. Y eso no deberíamos olvidarlo nunca”.
–¿Qué propone a la nueva generación de periodistas, bajo esa óptica
de lo que menciona? Y de paso, dígame ¿qué significa para usted el mar?
–El mar es un espejo de la vida. Es cruel, no distingue a quién mata.
Es implacable. Al periodista le sugiero sobre todo leer, el problema
principal –hoy en día– es que ellos son la última línea defensiva en un
mundo cada vez más asqueroso.
El narco y sus generaciones
Con relación a la violencia que actualmente se vive en México, el
entrevistado sostiene: “Un periodista que haya cubierto nota roja en
México durante 30 años es un periodista de guerra, no hay gran
diferencia, la mirada es la misma”.
Sobre La reina del sur –la novela que más le satisface–, dice que
luego de conocer lo que ocurre con el fenómeno del narcotráfico en
México, no volvería a escribir algo así. Su adaptación a la televisión
por Telemundo con una inversión superior a 10 millones de dólares ha
sido exitosa.
Hasta ahora, dice, la serie basada en La reina del sur se ha
transmitido en más de 20 países, lo que lo hace sentirse orgulloso. No
obstante, lamenta que los productores no hayan preparado al público
antes de lanzarla.
“Es como el narcocorrido –dice–. Se requiere preparar al receptor… A
los niños hay que prepararlos para que interpreten la violencia como lo
que es. Debe explicárseles qué es el narcotráfico, qué es la violencia.
Eso se hace con libros de textos adecuados, con programas de televisión
explicativos, compensatorios. Ocultar o tapar la realidad es un error
enorme, porque la vida siempre termina imponiéndose.”
–Sinaloa y Guadalajara tienen mucho en común. Aquí los
narcotraficantes buscaron refugio en la década de los ochenta. A mí me
llama la atención la forma como se presenta el material de La reina del
sur.
–Hay una cosa muy importante. El narco ya no es el mismo que cuando
yo escribí La reina del sur. Eso es fundamental. Ahora no haría una
novela sobre el narco.
–¿Por qué?
–Mire. Escribí el guion de una telenovela que producirá Televisa el
próximo año. El personaje es un narco, más identificado con los hackers
que con los pistoleros. Él se mueve en el mundo de las finanzas y los
bancos.
“Es diferente a los narcos que conocí en los ochenta. Ellos eran de
primera generación, digamos, campesinos bajados de la sierra que habían
conseguido con sus huaraches y la milpa hacer algo de dinero, sin
estudios. Y había códigos, tenían principios. Ellos mandaban mariguana a
Estados Unidos. Era gente hecha a sí misma.
“Pero eso se fue al carajo cuando el gobierno mexicano tomó partido
por un cártel contra otro y se metió a ayudar a su propio narco. Esos
narcos desaparecieron, los de los corridos, como Lamberto Quintero,
desaparecieron. Llegó una generación de los que tienen prisa y hoy
ocupan el lugar de los chacales, de los grandes capos de la droga. Las
cosas son diferentes; empezó una degradación, ahora ya no se respeta
nada.
“Ahora el narco es tan sucio (en México), tan triste y tan amargo
como lo fue en Colombia. Por eso digo que ahora yo no haría una novela
como La reina del sur.”
–Ahora los narcos descuartizan a la gente, arrancan cabezas, acaban familias. ¿Qué opina de eso?
–Antes eso era impensable; antes, hasta los malandrines tenían
códigos. Un sinaloense me dijo: “Cuando se vive torcido, hay que caminar
derecho. Ahora se vive torcido y se camina torcido”. Por eso, al narco
de ahora no le encuentro nada simpático.
La nueva saga
En su novela reciente, Falcó, publicada por Alfaguara, su personaje
central, Lorenzo Falcó, es un excontrabandista de armas y aventurero que
ejerce de comisionado en la Europa de entreguerras.
“Es una novela de aventura, de espías, de aquella Europa de los años
treinta y cuarenta. A Falcó no lo mueve la patria, sino las aventuras,
las mujeres, el dinero, el glamour”, comenta.
Su objetivo, dice, es contar historias y tratar de atrapar al lector.
“Yo cuento historias divertidas, que hacen pensar. Detesto a los
escritores Ong. Ellos piensan que todo lo que hacen debe ser para ayudar
a la humanidad. Yo cuento historias y además gano mucho dinero con
ellas.
“Cuando era reportero de guerra –dice– no lo hice por amor a la
humanidad ni para parar la guerra, sino para contar cómo era la guerra.
Dejé que el lector sacara sus conclusiones.”
–¿Cuál es su opinión sobre el expresidente de Cuba, Fidel Castro,
quien falleció el pasado 25 de noviembre, y sobre Donald Trump, el
presidente electo de Estados Unidos?
–Respetando a los que han votado por Trump, no me gusta. Yo no habría
votado por él, me preocupa. Me interesa más Fidel Castro, lo que
simboliza. Lo triste –es una triste figura– es que un sueño hermoso, de
justicia y libertad de esperanza y fe en el futuro, y de valor y coraje,
rebeldía y combate (que él representó) terminó. Fidel se convirtió en
un grotesco dictador caribeño y eso me entristece mucho.
–¿Cómo observa a México?
–Con dolor. México me gusta mucho, lo quiero mucho. Tengo muchos
amigos, lo conozco muy bien, pero lo veo con dolor, porque México se
está estropeando.
–¿Le merece algún comentario la figura del presidente de México, Enrique Peña Nieto?
–No lo he tratado, no lo he seguido mucho. Me preocupa más el
mexicano medio, esa mezcla de violencia, orgullo y ternura, cortesía y
dureza.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario