Luis Hernández Navarro
La difusión de los resultados
de la prueba PISA en México ha provocado un pequeño escándalo
mediático. Las autoridades educativas se desagarran las vestiduras, los
empresarios disfrazados de sociedad civil responsabilizan a los maestros
del fracaso en la evaluación y una parte de la prensa pone el grito en
el cielo. Ni hablar, como decía John F. Kennedy,
el éxito tiene muchos padres, pero el fracaso es huérfano.
Ante
semejante bullicio conviene escudriñar un poco en lo que se encuentra
detrás de la prueba PISA. Por ejemplo, ver quién hace negocio con ella.
Porque, no hay que olvidarlo, la realización del examen no es un acto de
filantropía, sino business. Como informó Sylvia Schmelkes,
presidenta del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación,
México invirtió 44 millones de pesos en la evaluación.
Los
primeros rastros de la ruta del dinero de esta medición pueden
encontrarse en un comunicado difundido el 7 de octubre de 2011 por
Pearson, el gigante trasnacional de la enseñanza:
Pearson, la empresa líder en el aprendizaje del mundo, anuncia que ha sido elegida por la OCDE para desarrollar los marcos para la prueba PISA de 2015(https://goo.gl/v7zs6p).
Orgullosa, la empresa informó que el negocio no quedaba allí.
Pearson también asesorará al estudio PISA sobre los beneficios, las oportunidades y las implicaciones de la implementación de pruebas adaptativas por computadora para PISA en el futuro.
Entusiasmado, John Fallon, presidente ejecutivo de Pearson International, declaró:
Una educación de alta calidad es vital para el desarrollo económico y el bienestar social de una nación y PISA es un punto de referencia clave por el cual las naciones pueden medir su propio progreso y aprender unos de otros. Así que estamos encantados de tener la oportunidad de trabajar con la OCDE y las comunidades académicas de todo el mundo para desarrollar la prueba 2015.
Emocionado con el acuerdo, Andreas Schleicher, subdirector de la OCDE y director de PISA, afirmó:
La prueba de 2015 tiene el potencial para comenzar una nueva era en los exámenes internacionales. Tenemos que hacer un uso mucho más inteligente de la tecnología.
Curiosamente, míster Pisa forma
parte del panel asesor de Pearson. Un hecho nada excepcional en la
estrategia de esta compañía, en la que, con harta frecuencia, sus
ejecutivos y asesores tienen estrechos vínculos con funcionarios
educativos claves de diversos países.
Dedicado a servicios y
contenidos educativos, Pearson es uno de los cuatro grupos editoriales
más importantes en el mundo. Se describe a sí misma como la compañía
líder mundial en educación, con más de 35 mil empleados en más de 70
países, que ayudan a la gente de todas las edades a que sus vidas
progresen. En 2015 facturó más de 5 mil 655 millones de dólares.
La
multinacional Pearson posee 50 por ciento de las acciones de la
editorial Penguin Random House; de Longman, del influyente diario Financial Times y la mitad de la revista The Economist. Es
dueña, también, de la más importante empresa estadunidense dedicada a
la elaboración de exámenes, la National Evaluation Series. Su objetivo
es
lograr el monopolio de la medición de la eficacia del sistema educativo.
Pearson –apunta su página web–
es la compañía mundial de aprendizaje, con experiencia en cursos educativos y evaluación, y una gama de servicios de enseñanza y aprendizaje impulsados por la tecnología. Su gran apuesta comercial es la elaboración de exámenes estandarizados, similares a los utilizados en la reforma educativa de México.
En un estudio sobre la
estrategia empresarial de Pearson para conquistar el mercado
estadunidense y canadiense, Donald Guststein documentó cómo este
consorcio obtiene el grueso de sus ganancias a través de los textos
digitales, las herramientas de enseñanza virtual y los exámenes online, convirtiendo a cada estudiante y a cada maestro en sus clientes.
Aunque
parezca historia de ciencia ficción, no lo es. El objetivo de Pearson
es convertirse en un poder fáctico trasnacional, capaz de definir en qué
consiste una educación exitosa, al tiempo que
garantizaque sus productos y servicios permiten alcanzarla. Su creciente control de los mercados de evaluación, elaboración de guías de estudio y plataformas digitales, producción de libros de texto y su actual papel en la prueba PISA son un paso adelante en ese propósito.
La empresa justifica
su estrategia con base en consideraciones altruistas. Según Alice Hunt,
su directora de comunicaciones para las operaciones no estadunidenses,
la compañía tomó
conciencia de los debates sobre la educación en todo el mundo y la necesidad de contribuir a ellos. Vemos nuestra contribución a estos debates como una parte realmente importante de la discusión general, que abarca gobiernos, otros políticos y grupos de la sociedad civil.
Cada día, el monopolio crece e invade áreas
antes ocupadas por los estados. De acuerdo con la académica
estadunidense Diane Ravitch,
Pearson está sobrepasando los límites del papel de un negocio lucrativo. En varios casos, la corporación actúa como una agencia cuasi gubernamental. Pero no es una agencia cuasi gubernamental: es un negocio que vende productos y servicios ¿Qué parte de la cadena educativa no está controlada por Pearson? ¿Actúa en el mejor interés de los estudiantes, de la nación o de su propio negocio?
Pearson
respondió esta pregunta. En 2011 firmó un contrato por 32 millones de
dolares para realizar los exámenes oficiales de las escuelas públicas de
Nueva York durante cinco años. La compañía fue multada con 7.5 millones
de dólares. Un fiscal encontró que utilizaba para sus propios negocios
la información que obtenía al hacer los exámenes. Si esto hizo en Nueva
York, imaginemos qué no hará con la información de la prueba PISA.
La
barahúnda por los resultados del examen de la OCDE no debe llevarnos a
perder de vista una de las consecuencias más relevantes y graves de la
prueba PISA. Con ella (y con la reforma educativa en marcha) Pearson
está dando un paso más en el control y la gestión de la educación en
nuestro país y en el mundo.
Twitter: @lhan55
No hay comentarios.:
Publicar un comentario