Bajo la lupa
Rex Tillerson, de Exxon Mobil, secretario de Estado
Alfredo Jalife-Rahme
Hace un mes evoqué el
choque tectónicode Trump que tendría como objetivo geoestratégico el acercamiento con Putin para la probable alianza de un G-2: “reajusta los capitales globales, como se notó con el rebote espectacular de los mercados, en los que salen favorecidas farmaceúticas y petroleras (en detrimento de la energía alternativa) y reacomoda las alianzas a escala global (https://goo.gl/JI345U)”.
En imagen captada en Sochi, Rusia, el 30 de agosto de 2011,
aparecen el entonces premier ruso, Vladimir Putin (derecha),
y Rex Tillerson, presidente de Exxon Mobil –designado
ayer jefe de la diplomacia estadunidense–, tras la firma
de un acuerdo estratégico entre la petrolera estadunidense
y su par rusa RosneftFoto Afp
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Tal
prospectiva resultó correcta con el nombramiento del director de Exxon
Mobil, el texano Rex Tillerson, de 64 años, como secretario de Estado
del
petroleroTrump que (en)marca el coqueteo con Putin, lo cual es afianzado el mismo día con la designación del ex gobernador texano (sic) Rick Perry, de 66 años, como jefe del Departamento de Energía, quien favorece la extracción de hidrocarburos fósiles en detrimento de la energía alternativa (https://goo.gl/D0j4
2I).
En
Rusia están felices con el nombramiento del texano Tillerson,
galardonado con el Premio de la Amistad en Rusia, lo cual apunta a la
normalización de las relaciones entre Trump y Putin y al levantamiento
de las inoperantes sanciones (https://goo.gl/KNw2em).
Muchas
cosas sucedieron tras bambalinas y al aire libre antes del audaz
nombramiento: emisarios privados de Trump acudieron al Kremlin, mientras
la empresa estatal petrolera rusa Rosneft, a cargo de Igor Sechin –de
56 años e íntimo de Putin, también del clan de San Petersburgo–, (https://goo.gl/9FB9ie) vendía 19.5 por ciento de sus acciones a la extraña empresa hierática anglo-suiza Glencore (https://goo.gl/4IJMZm) y a la Autoridad de Inversiones de Qatar por 11 mil millones de dólares, lo cual, según FT, representó
un triunfo para Putiny su
programa de privatización, pese a las sanciones financieras y tecnológicas (https://goo.gl/TbWxA7)”.
Glencore es el
segundo mayor comercializador independiente de petróleo en el mundoy la compra de una parte de Rosneft será financiada por el banco italiano (sic) Intesa Sanpaolo.
Rosneft
alcanza una dimensión global después de su compra de un puerto y una
refinería en India y, ahora, con la adquisición de un importante campo
gasero en Egipto por mil 600 millones de dólares (https://goo.gl/h2irxW).
El maridaje de Rosneft con Exxon Mobil tendrá un efecto multiplicador geoestratégico.
Rosneft, según FT,
es la mayor empresa rusa y la mayor firma petrolera en el mundo, con una producción de 5.5 millones de barriles al día, la mitad de Arabia Saudita, mientras el mismo Trump se ha encargado de la publicidad de Exxon Mobil como la máxima empresa de Estados Unidos (EU), lo cual exalta el libro de Steve Coll: El imperio privado (sic) de Exxon Mobil y el poder de EU (https://goo.gl/UrsL2u).
Si Exxon Mobil fuera un país su economía equivaldría al lugar 40 del mundo:
un gigante cuyos actos comportan implicaciones geopolíticas, cuando “Tillerson puede ser considerado como la cabeza de dicho Estado, con 270 mil millones de dólares de ingresos, operaciones en 58 países, y 75 mil 300 empleados, frente a los 34 mil del Departamento de Estado (https://goo.gl/fMFTbb)”.
Lo mismo solía decir yo de Pemex antes de su extinción por los entreguistas del “México neoliberal itamita”:
Pemex no es una empresa. Pemex es un país.Pemex es México.
Si Cheney/Condy Rice/ Baby Bush
promovieron los intereses petroleros de Halliburton y Chevron mediante
sus guerras en Medio Oriente, ahora toca el turno de Exxon Mobil, que
había descolgado un acuerdo por 500 mil millones de dólares con
Putin/Sechin, lubricados por Tillerson, que incluía el desarrollo del
Ártico en su fase de deshielo, antes de la imposición de las sanciones
por el contencioso de Crimea (https://goo.gl/XzoStO).
No fue gratuita la alharaca contra el supuesto hackeo ruso y su
interferenciaque favoreció a Trump, según la CIA, feudo de Daddy Bush y de dos mormones: Brent Scowcroft, ex asesor de Seguridad Nacional con Ford y Daddy Bush, y Mitt Romney, quien no consiguió el puesto de Tillerson.
Los
servicios de inteligencia de EU, a escala doméstica y foránea, se
encuentran tan divididos como su mismo país: los Clinton acusan a la FBI
de su inesperada derrota y ahora la CIA imputa a los hackers rusos el triunfo de Trump.
Las patadas de ahogado de la desacreditada CIA fueron desechadas por
ausencia de evidencia concluyentepor la máxima agencia de espionaje de EU, la Oficina del Director del Espionaje Nacional (ODNI, por sus siglas en inglés), que supervisa a la comunidad de espionaje de 17 (sic) agencias estadunidenses (https://goo.gl/tfOAOX).
Lo
real es que el nombramiento del texano Tillerson, íntimo de Sechin y
Vlady Putin, marca un cambio de paradigma geoestratégico que también
fractura al viejo establishment dinástico de los Bush y los
Clinton, quienes, a juicio de los geoestrategas del Kremlin, deseaban
una tercera guerra mundial nuclear contra Rusia.
La reacción de los pugnaces rusófobos del caduco establishment no
se ha hecho esperar, y cuatro senadores prominentes del disfuncional
Partido Republicano –el líder de la mayoría del Senado Mitch McConnell,
John McCain, Lindsey Graham y Marco Rubio– han fustigado con furia
inusitada la llegada de Tillerson, a quienes se han sumado sus homólogos
demócratas, como el polémico israelí-estadunidense Chuck Schumer (muy
cercano a George Soros y a los Clinton), al abogar por una investigación
bipartidista sobre la presunta interferencia rusa, curiosamente a una
semana de la votación final del Colegio Electoral, cuando el recuento de
votos en Wisconsin/Michigan/Pensilvania resultó un fracaso y, al
contrario, benefició aún más a Trump (https://goo.gl/7zeqWT).
The Washington Post, portavoz del anacrónico establishment bélico, augura que el nombramiento de Tillerson sería bloqueado en el Congreso (https://goo.gl/Gqskhn), mientras el irascible Keith Olbermann alega un
golpe de Estado de Rusia en EUpermitido por los
traidoresrepublicanos cuando “estamos en guerra con Rusia (https://goo.gl/IXMC5p)”. ¡No, bueno!
Los delirios de Olbermann reflejan el audaz acercamiento de Trump con Putin:
el fin de EU como país independiente. No habrá un pacífico (sic) cambio de poder, será una usurpación, y el usurpador carece de validez, no tiene credibilidad y no tiene autoridad según la Constitución. ¡Uf!
Al desahuciado Partido Demócrata sólo le queda deslegitimar la presidencia de Trump, quien con un solo tuit
de advertencia desmontó el fracaso de la industria bélica de Lockheed
Martin, vinculada a los Clinton, con su fallido programa de aviones F-35
(https://goo.gl/SloqdT).
El mismo
día petrolerode Trump con sus temerarios nombramientos de los texanos Tillerson y Perry, el zar Vlady Putin visitaba Japón, mientras caía Alepo, lo cual trastocará la geopolítica de Medio Oriente, donde se encuentran los máximos yacimientos de hidrocarburos del mundo.
El nuevo orden mundial –un
G-2 por lo pronto, en espera de que Putin coloque a China en un G-3– se
gesta entre EU y Rusia mediante la ecuación petrolera: el acuerdo
Trump&Tillerson/Putin&Sechin cuando a destiempo y sin previsión
el desahuciado y desaseado “México neoliberal itamita” regaló sus hidrocarburos, el principal error geoestratégico de su Historia desde El Álamo (https://goo.gl/V9HYC8).
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