No está aún claro cuándo fue
que el viento frío y seco del noroeste, el que trae la locura, le pegó a
Paco Ignacio Taibo II, pero de que lo tocó, lo tocó. Su creatividad, la
originalidad y vitalidad de su obra, su talento más allá de lo innato
así lo muestran y, como bien sabe la ciencia, todos estos atributos
caminan de la mano de la locura.
¿Acaso fue en algún paseo en el puerto de El Musel de su natal Gijón?
¿O en 1958, durante los 28 días de travesía en barco rumbo a México, a
sus nueve años de edad, después de dejar atrás para siempre amigos y
juguetes? ¿O en algún recreo en la primaria de la colonia San Rafael, en
la secundaria 4, en la Preparatoria 1 del Distrito Federal o en
Ciencias Políticas de la UNAM, escuelas en que estudió?
Haiga sido como haiga sido, esa excentricidad creativa e
irreverente lo ha acompañado a lo largo de su vida y lo ha empujado a
escribir más de 80 libros (el más reciente de los cuales, Patria,
vendió más de 100 mil ejemplares), publicados en 28 países y
traducidos, entre muchas lenguas más, al griego, ruso, japonés, búlgaro,
turco y polaco. O a organizar la Semana Negra de Gijón a lo largo de 25
años. O a editar y distribuir gratuitamente medio millón de libros con
la Brigada para Leer en Libertad y fomentar el debate sobre la historia
nacional como nadie lo ha hecho en este país.
La suya es una clase de compulsión a la repetición que lo arrastra a
no tolerar el racismo y el capitalismo salvaje, y que le ha valido, con
especial satisfacción de su parte, la acusación de extremista e
intolerante. A estas alturas –dijo al periodista cubano Iroel Sánchez–
la medida de un hombre no son sus amigos, son sus enemigos, y yo tengo los enemigos que me gusta tener.
Ese espíritu contestatario está en su ADN. Por su sangre corre la
simiente de la rebeldía. Su papá, escritor y periodista como él, vivió
un primer exilio en Bélgica, en 1934, al que tuvo que partir como
secuela del levantamiento minero de ese año. Su abuelo paterno, Benito,
fue dirigente del Partido Socialista, y combatió en esa insurrección. Su
tío abuelo materno fue director del diario socialista Avance.
Paco Ignacio era un niño cuando emigró de Asturias hacia México con
sus padres, Paco Ignacio y Maricarmen, en un viaje para siempre, con el
que se libraron de la intolerancia y el autoritarismo franquista. Ahora
es mexicano por adopción. Y vaya que batalló para serlo legalmente. En
la década de los 70 solicitó infructuosamente en dos ocasiones la
nacionalidad, pero, debido a su historial
subversivo, se la negaron. Finalmente la obtuvo en 1982.
Escribió Paul Nizan que un hombre se recomienza por una mujer o por
la Revolución. Parafraseándolo, puede decirse que Paco se recomenzó como
mexicano sumergiéndose de lleno en las aguas de la transformación
social. Así que, antes de obtener su nacionalidad, tenía ya carta de
naturalización por vía de la militancia de izquierda. En 1966 alfabetizó
obreros en Xalostoc, se incorporó a la Liga Comunista Espartaco,
participó activamente en el movimiento estudiantil-popular del 68. En
los 70 fundó la Cooperativa de Cine Marginal, organizó sindicatos
independientes y luchas obreras en el valle de México, acompañó la lucha
de los electricistas democráticos de Rafael Galván. Más adelante dio
vida a Información Obrera y participó en la formación del PRD y de Morena.
Taibo II conoce México de arriba abajo. Lo ha recorrido como pocos en
camiones de línea y hospedándose en modestos hostales. En el camino, ha
escuchado el sentir y las preocupaciones de miles de voces, lo mismo de
yaquis de Sonora que de maestros de Oaxaca. Ese conocimiento de la
nación profunda está plasmado en su creación literaria. Sus novelas
policiacas y cuentos obreros explican una parte sustantiva del país,
mucho mejor que gran cantidad de ensayos y tratados académicos. Sus
libros, conferencias y debates sobre la historia patria han calado hondo
en profesores de primaria, luchadores sociales y jóvenes.
Aunque nunca ha sido un político profesional (que reciba un pago por
ello), esta actividad es, junto a la literatura y la historia, su gran
pasión. Y reniega de los que dicen no ejercerla. Una declaración de
apoliticismo en un país y un continente y un mundo convulsionado como el
nuestro –dice– es una declaración de vuelo sobre la realidad con alas
en el culo. Encubre una actitud conservadora frente a la vida y un
politicismo conservador y reaccionario.
Taibo II considera que
en cultura, la rentabilidad no tiene que ver con valor y precio, sino con el impacto en el desarrollo de la columna vertebral de la educación sentimental de tu sociedad. Es rentable aquello que eleva, protege, hace crecer, educa, ofrece alternativas a tu sociedad, y no aquello que es rentable económicamente.
Quien busque la declaración de principios a partir de la cual el
escritor guiará su gestión al frente del Fondo de Cultura Económica, ya
la encontró. Es la hora de los vientos del noroeste en el mundo
editorial.
Twitter: @lhan55
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