Pedro Echeverría V.
1. Hace algún tiempo, no más de un año, he buscado entender al filósofo coreano Byung-Chul Han porque muchas de sus ideas me parecen muy diferentes a las que he difundido en cinco décadas. Muchas de mis ideas en historia, filosofía, economía y periodismo -que han venido del marxismo- parecen envejecidas ante las transformaciones que ha sufrido el mundo en los últimos 50 años. Desprendo una: el enorme papel de los medios de información que –al enterarnos de los sucesos que interpretan según sus intereses capitalistas- no sólo nos engañan, sino, además, sustituyen la realidad concreta. Vivimos de la información, la repetimos como si fuera la verdad absoluta, la única, sin poder probar nada.
2. Cada medio de “comunicación” –sabiendo de su enorme influencia- nos manipula a su gusto. El presidente López Obrador recibió un gran aplauso al retirarle a los medios de información (prensa escrita, radio, televisión, incluso a llamados “intelectuales” con revistas y libros) gigantescos sobornos llamados en México “chayotes”; lo muy negativo es que para sustituir e esos sobornados o “chayoteros”, surgieron otros –nada perezosos- que, en vez de asumir una posición crítica y reflexiva, se dedicaron a lamerle las botas al presidente. Por los medios informativos nos enteramos de lo que pasa en política, religión, modas, guerras, producción, riqueza, pobreza, arte y cultura. Debemos medirlos bien.
3. He argumentado en dos o tres artículos acerca de los miles de millones de pesos que se dilapidan en las fuerzas armadas y de no ser necesaria porque -desde que se integró en 1914 el ejército en Teoloyucan por Carranza y Obregón- no ha habido ninguna guerra ni amenaza extranjera. Los yanquis invadieron ese año a México, pero no podía pasar a más. Yo, en vez de pensar en si hay o no militarismo en México, prefiero reflexionar en cómo se puede asegurar una ocupación productiva a los 331 mil miembros de las tres instituciones militares: ejército, marina y fuerza aérea (por lo absurdo que es tener, por más de un siglo) instituciones que consumen y no producen. ¿Cuántas más tenemos en México que como “La roca de Sísifo”, todos los días hacen absurdamente lo mismo, sólo cobran gigantescas cantidades de dinero sin producir nada?
4. Obvio, casi nada sabemos en concreto, de manera directa, ante un gigantesco universo, que no nos lo hayan dicho los medios de información. Recuerdo que hace algunas décadas, en las comunidades de cinco mil habitantes estábamos muy informados de lo que pasaba; todos nos enterábamos cuasi directamente de lo sucedía; pero en un mundo tan grande de hoy, son los medios de información los que –de acuerdo a los empresarios de esos medios- los que nos manipulan como quieren y nos obligan a repetir como verdad su interpretación. Por eso repito muchas veces: “Nada es verdad, nada es mentira, todo es según el color del cristal con que se mira”. Ese es el papel de la ideología: interpretar todo de acuerdo de acuerdo a los poseedores del capital.
5. Esta es la interpretación marxista que descansa en la lucha de clases, de cómo la conciencia de la clase dominante domina a México y al mundo; sin embargo, el planteamiento del coreano no parece ser clasista; parece avanzar en la idea de la autoexplotación a que nos lleva la tecnología moderna provocando que incluso no luchemos contra un enemigo que parece desaparecer. Estoy realmente desesperado en comprender al filósofo porque está planteando algo muy diferente al camino que hemos y seguimos andando. Sobre todo, para mi es personal por los casi 50 años que he dedicado al trabajo de construir artículos con el objetivo de ayudar a mis lectores a asumir una posición crítica y reflexiva que es la única válida para mí. (11/IX/22)
alterar26@gmail.com
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