Nuestro regreso a las calles
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Fuentes: Marcha -Foto: Movilización contra el neoliberalismo, 25 de mayo de 2020, Quito, Ecuador. Foto cortesía de las autoras.
Con la declaración de pandemia COVID-19, el gobierno
ecuatoriano instauró un Estado de Excepción, toque de queda y cuarentena
obligatoria. Aprovechando la coyuntura, el gobierno de Moreno
implementó un agresivo programa de ajuste estructural que busca la
reducción del Estado y de las políticas sociales, mientras que utiliza
la retórica de la crisis para favorecer a los grandes empresarios, los
tenedores de papeles de deuda y los organismos multilaterales.
Hace ya tres años que llegó a la presidencia del Ecuador,
Lenin Moreno, luego de un reñido proceso electoral colmado de rumores de fraude
y calificado como la “nueva batalla de Stalingrado” por el progresismo
latinoamericano. Otrora vicepresidente en el binomio con Rafael Correa, y
candidato del movimiento político de la Revolución Ciudadana, Moreno asume el
mandato en un escenario de desgaste del correismo, de presencia de la derecha
política y de la actuación de organizaciones sociales, populares, de maestrxs,
indígenas, movimientos estudiantiles y de mujeres que estuvieron en las calles
cuestionando las políticas de modernización capitalista, a pesar de la
criminalización de la protesta implementada por el régimen (más de 300
dirigentes acusadxs de sabotaje, terrorismo y rebelión). En esas condiciones,
con la firma de un Tratado de Libre Comercio con la Unión Europea en 2015 y con
la caída del precio de las materias primas, el gobierno de Moreno constituyó un
gobierno de coaliciones, que definió una estrategia de negociaciones con los
actores políticos.
En los años siguientes las marchas continuaron en el país. En
el 2018, el despido de trabajadorxs, el anuncio de entrega de más concesiones
mineras y las discusiones sobre la despenalización del aborto movilizaron a
miles de personas y reactivaron las protestas de distintos sectores. En enero
del 2019, la violación grupal a Martha y el feminicidio de Diana Carolina,
abrieron nuevamente la presencia masiva en las calles de Quito. En febrero de
ese año, Moreno firmó un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional,
empezaron los fuertes recortes al presupuesto nacional, acompañados de más
despidos que afectaban ya al sector de salud, y aumentó la dependencia con el
sistema financiero internacional. Si en un inicio la judicialización de las
organizaciones no estaba en el centro de la política estatal, con la aplicación
del proyecto neoliberal, la represión y las demandas contra dirigentes sociales
se reactivaron. Para octubre de 2019, el presidente anunció un paquetazo
neoliberal que apuntaba a desmantelar varios derechos laborales así como
eliminar el subsidio a los combustibles, principal elemento para disminuir -en
una economía dolarizada- los costos de pequeños y medianos productores,
transportistas y hogares populares. La reacción fue inmediata, el Frente
Unitario de Trabajadores, la Confederación de Nacionalidades Indígenas del
Ecuador, el Colectivo Unitario y las organizaciones de mujeres convocan a un
paro, se sumaron transportistas y el pueblo volvió a las
calles durante 12 días. Luego de jornadas enteras de lucha y resistencia
donde la represión y el uso de
violencia de la policía nacional dejaron un saldo de 11 muertxs, 1340 heridxs,
más de 100 personas perdieron un ojo, y miles de detenidxs y desparecidxs; las
lideresas históricas de la CONAIE y la Ecuarunari convocaron a una Asamblea de
Mujeres que dio paso a una marcha plurinacional que cambió la dinámica de lucha
del paro, y permitió la salida dialogada del conflicto.
El levantamiento indígena y popular obligó al gobierno de
Moreno a derogar el decreto y frenar temporalmente el proyecto de ajuste
estructural. En los meses siguientes la conformación del Parlamento de los
Pueblos y posteriormente el Parlamento
Plurinacional y Popular de Mujeres y Organizaciones Feministas del Ecuador, abrieron caminos de articulación,
encuentro y unidad. El 2020 arrancó con acciones convocadas por el Parlamento
de Mujeres como el juicio popular a la ministra de gobierno, María Paula Romo,
responsable de la represión de octubre; y la marcha del 8 de marzo, día en el
que las calles de Quito se llenaron de mujeres, de pueblos y nacionalidades,
organizaciones populares, barriales y estudiantiles, colectivos disidentes,
movimientos nacionales, espacios antifascistas, maestras, artistas
audiovisuales, colectivos de lenguaje de señas que exigían el cese de las
políticas neoliberales, la eliminación de la violencia machista, derechos
laborales y la redistribución del trabajo de cuidado, así como el retiro de
concesiones mineras y petroleras- soberanía de los cuerpos y del territorio.
Sin embargo, una semana más tarde con la declaración de pandemia
COVID-19, el gobierno ecuatoriano instauró un Estado de Excepción, toque
de queda y cuarentena obligatoria. Aprovechando la coyuntura, el
gobierno de Moreno implementó un agresivo programa de ajuste estructural
que busca la reducción del Estado y de las políticas sociales, mientras
que utiliza la retórica de la crisis para favorecer a los grandes
empresarios, los tenedores de papeles de deuda y los organismos
multilaterales. Es así que, desde el inicio de la cuarentena, se ha
pagado puntualmente la deuda externa con el FMI mientras se mantiene la
crisis sanitaria y financiera; paralelamente se anuncia la reducción del
presupuesto a la educación superior, se habilitan reformas que
legalizan la flexibilización y precarización laboral, así como el uso de recursos de la clase trabajadora para el financiamiento de los intereses privados, y se agudizan los despidos masivos en empresas privadas y en el sector público.
Frente a esto las organizaciones sociales, los y las trabajadores del
FUT, las organizaciones del Frente Popular, la Ecuarunari y los pueblos
kitu kara y kayambi, las organizaciones estudiantiles y de docentes que
defienden la educación, las organizaciones que velan por los derechos
humanos y el derecho al buen morir en Guayaquil, las plataformas
digitales (Glovers) y el Parlamento de Mujeres hemos regresado a las
calles en varias ocasiones. Este 25 de mayo confluimos en la cuarta
jornada de movilización nacional en rechazo a las medidas neoliberales,
21 provincias y 22 ciudades protestaron y miles de personas salieron a
las calles cumpliendo las medidas de bioseguridad pero al mismo tiempo,
recordándole al gobierno que si su política criminal y el pacto con los
de arriba continúa, el pueblo organizado se sostendrá en las calles. Ahí
estuvimos en primera línea mujeres, estudiantes, trabajadoras,
lesbianas, disidencias, maestras, vendedoras ambulantes, jubiladas,
indígenas, cuidadoras, médicas, enfermeras, artistas, comunicadoras. Y
es que si hay algo que sabemos es que el miedo hay que transitarlo
estando juntas. La larga memoria de movilizaciones en Ecuador contra el
neoliberalismo y los proyectos conservadores y autoritarios, se hizo
presente en este nuevo momento. Quizás ahora en cuarentena, poner el
cuidado en el centro, logre ser la base para que el campo popular
construya una forma de hacer política, que no jerarquice las luchas, y
que permita juntar el sostenimiento de la vida y la presencia
transgresora y rebelde en las calles.
Fotos de la jornada de protesta:
Nota: Este texto fue escrito por el Parlamento para lxs compañerxs de Marcha
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