El pasado 11 de mayo y hasta el 20 del mismo mes, la Coalición
Regional contra el Tráfico de Mujeres y Niñas en América Latina y el
Caribe (CATWLAC por sus siglas en inglés) organizó las Primeras
Telejornadas Abolicionistas Latinoamericanas, las que consistieron en 9
conferencias, con la participación de: Sonia Sánchez, sobreviviente de
la trata y la prostitución que nos presentó la conferencia
“Prostitución; el campo de concentración del capitalismo”; la doctora
Rosa Cobo que nos obsequió la conferencia “La prostitución y la
pornografía en el neoliberalismo”; Ángeles Anchou, que presentó la
conferencia “Hacia una genealogía del movimiento abolicionista en
Argentina: La escisión del sindicato AMMAR”; Florencia Guimaraes que
hablo de: “La prostitución desde la vivencia travesti”;
la doctorante María Soledad de León, quien nos obsequió la conferencia
“Neoextractivismos y el sistema prostibulario en Argentina”; la
licenciada en Comunicación Ariane Silva dos Santos, quien nos ofreció la
conferencia “Abolicionismo ou barbarie: o que muda nos senário
pós-coronavirus”; la doctora. Ana de Miguel quien nos obsequió la
conferencia “La prostitución de mujeres, una escuela de desigualdad
humana”; la doctora Ángeles Álvarez quien nos ofreció la conferencia “La
explotación reproductiva de las mujeres” y, finalmente, la doctora
Alicia Millares quien nos brindó la conferencia “La abolición del género y el borrado de las mujeres”.
Y cuando empezamos a invitar y a divulgar las Telejornadas, no
faltaron comentarios en las redes sociales que me llamaron
“antifeminista”, porque Florencia Guimaraes es una trasvesti y
argumentaron que había agredido a una sobreviviente, situación que yo no
sabía, pero después de la conferencia de la doctora Alicia Millares, me
tildaron de transfóbica.
Afortunadamente el día de hoy me encontré una reseña de la
inauguración de la XVI Escuela Feminista Rosario de Acuña de Gijón que
organiza el Ayuntamiento, a cargo de la filósofa y activista feminista
Amelia Varcárcel, quien expuso sus tesis titulada «Conviene aclarar las fronteras entre el feminismo y la teoría queer», publicada en la revista Andra.eus, publicada en abril de 2019.
En su alocución instó a aclarar las fronteras entre el feminismo y la
teoría queer, puesto que, a su juicio, las tesis de Judith Butler bien
pudieran ser un “troyano” que “va a consumir al feminismo desde dentro”, lo que estima que no será conveniente para ninguna de las dos partes.
“La filósofa asturiana hizo un recorrido por la historia del feminismo, una teoría política con más de 300 años a sus espaldas, para explicar sus hitos y situar el debate que se está produciendo en estos momentos”.
“En lo que a identidad y subjetividad se refiere, explicó que el
feminismo de la segunda ola, representado por Simone de Beauvoir, rompió
con la idea que había imperado hasta entonces de que ser mujer
respondía a un esencialismo biologicista, un destino del que no se podía escapar y que justificaba la discriminación”.
“Con todo, el “No se nace mujer sino que se llega a serlo”
de la pensadora francesa era una idea que ya habían expresado antes el
filósofo político John Stuart Mill y la antropóloga Margaret Mead de
otras maneras y que Valcárcel formuló así: “Ser mujer es estar dentro de mil lazos normativos tenues; es aprender esa normativa y cumplirla”.
A partir de ahí surgió en los años 80 el término género, que se empezó a utilizar “con cierta liberalidad”. Pero con el tiempo se empezó a desvirtuar el propio concepto de género,
una categoría que, sin embargo, todavía funciona bien cuando la
utilizas desde la antropología”. Por ejemplo, Margaret Mead aseguró que
“no hay una llamada esencia femenina” porque, en los grupos tribales que
ella estudiaba -cercanos unos de los otros-, “las atribuciones de
habilidades a los sexos eran diferentes”.
Más tarde, la teoría queer, siempre según Valcárcel, tomó el concepto “para llevarlo a contextos diferentes”, los contextos del deseo,
y decir: “Genero es aquel dispositivo elemental de tu personalidad que
va a dirigir tus opciones y gustos sexuales”, lo que no tiene “nada que
ver con la antropología”. Dicho de otro modo: “Con el género que creo
que tengo, voy a fabricarme el sexo”.
Es decir, la teoría queer va más allá del “no se nace mujer sino que se llega a serlo” y asegura que “todo es un constructo de la voluntad”. Por consiguiente, “vamos a admitir la pulsión en la expresión que quiera tomar y esto lo vamos a adoptar como políticamente relevante”, en
palabras de la filósofa. En el peor de los casos, esa teoría “se
expresa meramente como capricho, o peor, como gente que admite todos los
binarismos contra los que dice luchar y te dice que ha nacido en un
cuerpo equivocado”.
Conviene, por tanto, según esta teórica, prestar atención al concepto ‘genero’ y ver “si conviene al feminismo
o es una cosa distinta que no casa con él”. Valcárcel admite que el
debate es difícil puesto que “hay gente que quiere que no haya debates” y
para esquivarlos “coge una venerable palabra médica, fobia, y la pone
detrás de lo que quiere evitar”.
De ahí surgen la islamofobia, la transfobia, la putofobia etc. “Así, la palabra ‘fobia’ se ha sacado de su contexto y lo que ahora quiere decir es “cállate”. Recordó que vivimos en una democracia, una de cuyas características es que “se puede hablar de todo o casi todo, con orden y con respeto a las personas” que no a las ideas,
ya que éstas “pueden ser perfectamente no respetables”. De hecho,
“vivimos en una sociedad abierta porque nos hemos deshecho de una cierta
cantidad de ideas poco respetables”, argumentó”.
Los cuatro elementos del feminismo
Volviendo a la teoría queer, considera que es “una derivada no contemplada” ni buscada de la tercera ola feminista. Para
aclarar la idea de derivada, especificó que “en el feminismo para que
lo sea tienen que existir cuatro componentes necesariamente: una teoría
que ofrezca una explicación del mundo; una agenda, que “normalmente es
de cambio social, no de cambio individual”; una vanguardia, la gente que
se va a ocupar de hacer cumplir la agenda y que tiene debates con la
gente de dentro y de fuera; y los precipitados de acción, “las derivadas
de las victorias que no estaban contempladas” y que, sin embargo,
“pertenecen también al feminismo”.
…“Recapitulando, manifestó que en la primera ola el “precipitado
lateral” fueron las primeras leyes del divorcio, “que no las había
pedido nadie”; en la segunda, “un cambio profundo en la imagen de la
feminidad”, y en la tercera lo fue la teoría queer, si bien aclaró que
esta hipótesis es algo que tendrá que demostrar ya que, de momento,
simplemente puede formularlo”.
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