“Su padre había abusado de su madre y de ella
durante su infancia y se había sentido de sola y de desamparada. No
podía recurrir a su propia madre para que la amparara porque se
encontraba en la misma situación y cuando se lo contó, solo tuvo por
única respuesta “Somos mujeres y ellos se comportan así habitualmente.
Es su naturaleza”
Ontinyent – Valencia, 26 may. 20. AmecoPress.- Esta
semana estaba corrigiendo los ejercicios de un curso que estoy
impartiendo para el personal docente sobre micromachismos y me encontré
con dos ejercicios que me causaron mucho dolor.
El primero de ellos era de una alumna de unos cincuenta años y
en él relataba como su padre había abusado de su madre y de ella
durante su infancia y cómo se había sentido de sola y de desamparada. No
podía recurrir a su propia madre para que la amparara porque se
encontraba en la misma situación y cuando se lo contó, solo tuvo por
única respuesta “Somos mujeres y ellos se comportan así habitualmente.
Es su naturaleza”.
Esta mujer, entonces niña, tuvo que aguantar que su padre se metiera
en su cama durante años hasta que pudo escapar de su pueblo porque
encontró trabajo en una cafetería que le permitió independizarse y
pagarse una matrícula universitaria y, de ese modo, poder estudiar una
carrera compatibilizando trabajo y estudios.
La peor parte, por lo visto, se la llevó su madre, a quien el salvaje
de su marido le hizo pagar la huida de la hija de ambos con palizas y
violaciones sistematizadas hasta que la mujer, en una de las palizas
perdió la vida. Pero nadie se extrañó. Todo el mundo lo sabía y nadie
hizo nada.
Mi alumna, por lo que relata, nunca volvió a ver a su padre. No fue
ni al funeral de su propia madre con tal de no verle. Luego asistió en
solitario al cementerio y se despidió de ella en la más estricta
soledad.
Hoy es una profesora ilusionada por enseñar a su alumnado cómo la
historia ha negado la presencia de las mujeres y en cómo es necesaria la
reivindicación de su memoria histórica. Ha descubierto que los hombres
no son bestias como su padre, quien ya falleció y de quien no quiso
despedirse, y es madre de una hija y un hijo a quienes educa como
ciudadanía libre y respetuosa con todo el mundo, sobre todo con las
mujeres más vulnerables tengan el origen que tengan.
El segundo caso es similar, aunque agravado con una hermana con
diversidad intelectual de quien también abusaba el padre y que falleció a
consecuencia de una hemorragia vaginal no atendida a tiempo. Aquel
“accidente silenciado” apenas estrenada la democracia hizo despertar en
mi alumna la necesidad de huir del pueblo y de su familia. En este caso
no había madre puesto que “murió” al poco de nacer su hermana menor con
diversidad intelectual a la que ella cuidó durante años. Aunque ella
sospecha que fue como consecuencia de una paliza o una violación de su
padre cuando todavía estaba convaleciente de la cuarentena del parto.
Hoy mi alumna es una ciudadana libre que decidió no casarse y vivir
su vida plenamente y enseñar a sus alumnas a decir NO cuando se
produjeran este tipo de situaciones.
Son dos casos en los que las mujeres, desde la intimidad de los
ejercicios que solo yo puedo ver, y con la garantía de la
confidencialidad de datos, se confiesan y me cuentan sus vivencias. Ni
mucho menos son los únicos, pero sí los más recientes.
Historias de superación personal del dolor y la desprotección a la
que ambas se enfrentaron y que nos permiten analizar las consecuencias
desconocidas de las violencias machistas más perversas y ocultas por
cuestiones familiares. El abuso y la violación sistemática de niñas,
jóvenes y mujeres dentro del “paraguas protector” de la familia que,
seguro, se seguirá dando en el seno de muchas familias del mundo, sin
que prácticamente nadie las pueda ayudar a salir de sus infiernos
particulares.
Este tipo de ejercicios en los que les das al alumnado la posibilidad
de sacar parte de sus experiencias, permite en algunos casos, ver cuál
era la realidad hace solo unos años en nuestras sociedades llamadas,
incluso entonces, “avanzadas”. Las mujeres, hijas incluso, a disposición
permanente de sus progenitores que no diferenciaban en si eran menores o
con diversidades funcionales o no. Solo veían un “elemento” para saciar
su placer a cualquier hora o en cualquier situación.
Afortunadamente, alguna cosa ha cambiado en los últimos años y el
feminismo ha conseguido que se reconozcan y castiguen estas situaciones
que hoy en día estarían penadas.
Desde el movimiento feminista se busca el pleno reconocimiento de las
mujeres como sujetos de pleno derecho, con sus derechos plenos de
ciudadanía y, entre ellos el de una vida digna y libre de violencias
machistas de todo tipo. El resto de los discursos no me representa para
nada. ¿Y a ti?
Foto: Archivo AmecoPress-
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