5/28/2020

La familia como institución de seguridad social


Por Renata Turrent 

El Covid-19 ha desvestido muchas de las prácticas, ideas y estructuras que configuraban la vida pública y privada del país. Desde cómo saludamos a nuestros conocidos, hasta la urgencia por tener un sistema de salud público, gratuito y universal. El Covid también viene a desmantelar modelos sociales y económicos –implantados desde el extranjero en varios países de Latinoamérica, incluyendo México– que se mantienen gracias a la crueldad de tener en la miseria, precarización y explotación a la mayoría por el beneficio de unos cuantos. 

Un ejemplo de esto es el que dio el Presidente López Obrador en su ensayo hace unos días, donde destaca que en tan sólo nueve años los hombres más ricos del mundo incrementaron al doble sus riquezas sin que esto se viera reflejado en una mejora en la calidad de vida de las mayorías. Esto se explica, entre otras cadenas de explotación, con la entrada masiva de las mujeres al mercado laboral con lo cual las horas trabajadas por hogar se han duplicado sin que esto se refleje en el ingreso ni en el bienestar de las familias.

En el periodo neoliberal se instauró la idea de que el Estado debe cumplir con el menor número de responsabilidades posibles pues el mercado puede encargarse de la gran mayoría de éstas, incluyendo, por ejemplo, el camino hacia la privatización del sector salud o modelos laborales que dejaban sin protección alguna a los y las trabajadoras. Sin embargo no existe evidencia de que este modelo funcione para la mayoría de las personas pues no existe país en el mundo que haya implementado este modelo al pie de la letra y haya conseguido bienestar social. 

En México ha sido un especial fracaso. Por ejemplo: el 50% de la población no puede ni siquiera acceder a prestaciones garantizadas en la Constitución porque simplemente las puertas del mercado laboral formal están cerradas. Todos estos temas, además, afectan de manera desproporcionada a las mujeres pues la pobreza y la precarización laboral están altamente feminizadas en México y en el mundo. De esta forma, al entrar al mercado laboral, las mujeres suelen tener jornadas dobles de trabajo, pues el trabajo del hogar se sigue cargando en sus manos. Según la CEPAL las mujeres en México hacen tres veces más horas de trabajo del hogar no remunerado que los hombres y el 77% del trabajo de cuidados. 

El gobierno actual se ha puesto como objetivo mejorar los servicios públicos de seguridad social. No sólo con la creación del INSABI para garantizar la salud y medicinas a toda la población, sino también con una serie de políticas redistributivas –becas a estudiantes y pensiones universales a adultos mayores– que buscan transitar a una reapropiación de las responsabilidades del Estado. 

Esto no significa que no debamos construir políticas públicas acordes a las fortalezas de nuestro país, por el contrario, es obvia la necesidad de aprovechar la gran institución social que es la familia, sino que debemos hacerlo de manera más justa. Es por eso por lo que hoy se pretende construir es un modelo en el que el Estado sea garante de seguridad social y la familia sea un soporte adicional. 

Pero para llegar ahí, sin duda hoy nos sostenemos y salimos adelante gracias al soporte familiar. Cuando inició el Covid-19 en nuestro país el Presidente hizo un llamado a que los hombres compartieran de manera justa las labores del hogar y de cuidados, pues sólo así podremos transitar a un modelo colaborativo y no uno que se recarga únicamente en el trabajo de las mujeres. Un modelo en el que todos los mexicanos tengan garantizados los servicios desde la cuna hasta la tumba.

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