1. Los que vivimos en el capitalismo, los que sin quedarnos a medias vamos a la raíz de los problemas exigiendo solución, buscando ser consecuentes, no podemos apoyar a ningún gobierno, porque está ampliamente probado que todos han estado siempre, al servicio del capital. Nunca, en ningún lugar del mundo ha habido –con raras y muy pequeñas excepciones, en corto tiempo- algún ensayo interesante (quizá sólo la Comuna de París de 1871) en el que la mayoría de la población haya tenido una fuerza auténtica.
2. Incluso las llamadas revoluciones socialistas de Rusia, China, Cuba, Nicaragua, fueron importantes porque con la fuerza y violencia de las masas pudieron sacar “a patadas” a los gobiernos burgueses; sin embargo, sólo pudieron durar tres o cuatro años porque el imperio yanqui –usando todo tipo de estrategias- los sometió; se les puso el mote de “socialistas” y así se les conoció hasta por 40 años, pero nunca fueron tales. Fueron Estados centralizados, pero siguiendo al capital internacional.
3. Tampoco a las llamadas “socialdemocracias electorales”, autodenominadas de Izquierda como Venezuela, Bolivia, Brasil, Ecuador –que buscaron hacer algunas políticas nacionalistas contra algunas empresas privadas- las dejaron avanzar por el imperio. El papel de los medios de información –todos al servicio económico y político del imperio- desarrollaron gigantescas campañas que nunca han parado. China hoy, con su estrategia capitalista, productivista, comercial, de mercado, parece ganar mucho terreno.
4. Por ello he pensado que el peor error de mi vida fue ilusionarme por más de 60 años en la idea de que destruiríamos y enterraríamos el capitalismo de manera definitiva, con la fuerza de grandes movimientos de masas de trabajadores y, puta, no le hicimos nada, ni cosquillas. El capitalismo ni nos tomó en cuenta, se burló de nosotros -los socialistas, comunistas, anarquistas- y sigue tan vivo demostrando que vivirá adaptando cosas, otros 60 años, o más.
5. Fue tan inteligente el capitalismo que para aniquilar a los luchadores sociales radicales –además de instrumentar muchas represiones y asesinatos- creó el ideal del pacifismo dando limosnas –como en las iglesias- comprando con mendrugos la dignidad de las personas y enseñándoles la esperanza y la paz en una vida en el más allá libre de los malos pensamientos de permanentes luchas y enfrentamientos. Los ricos respondieron con muchas limosnas a quien calmara el descontento.
6. Sí, fuimos derrotados, pero nuestro triunfo consistió –para no reconocer nuestro fracaso- en no vivir enajenados al dinero, a las propiedades, a la adquisición de objetos embrutecedores impulsados por la competencia, vendidos para que el capitalismo se haga más fuerte. Combatimos el consumismo fortaleciendo nuestra conciencia social. Fueron enseñanzas anticapitalistas en las que también nada hemos podido hacer o muy poco avanzamos. Por ello podemos decir que no apoyamos a ningún gobierno capitalista, aunque sí a todas las rebeliones sociales. (2/XII/23)
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