José Agustín Ortiz Pinchetti: El despertar
¡Calderón imita a AMLO! Después de décadas, el gobierno descubre que los grandes consorcios no pagan impuestos, que los pagan los causantes cautivos, las pequeñas y medianas empresas y la gente pobre. Inesperadamente, repite casi palabra por palabra lo que dijo Andrés Manuel. Es inaceptable que haya grandes corporaciones que exigen al gobierno recortar gastos y apenas paguen, en promedio, 1.7 por ciento de impuestos.
Los grandes consorcios, como les llama Calderón, están irritados por su ingratitud. ¿No fueron ellos quienes lo llevaron a la Presidencia de la República mediante un fraude? ¿No son ellos quienes lo sostienen?
Calderón, a querer o no, ha puesto el dedo en la llaga. Pero, ¿por qué hasta hoy?
Podría ser porque ni él ni Agustín Carstens, ni sus equipos, han entendido la magnitud del problema. Todo esto hablaría de una ineptitud atroz. ¿Quién puede creer que no sabían que Roberto Hernández había evadido 3 mil millones en impuestos por la venta de acciones de Banamex? ¿Qué no habrán leído los informes del auditor mayor de la Federación, quien hablaba de 500 mil millones de pesos de elusión? ¿Qué no conocen las críticas del FMI, el BM y docenas de expertos sobre la situación de México?
Otra alternativa: se trata de una declaración demagógica. Intentan transferir los costos políticos de los nuevos impuestos a entes abstractos, consorcios de los cuales no hay cifras ni nombres ni se describen sus mecanismos de evasión. Si es así, ¿desaparecerán las pequeñas reformas que se iban a hacer al régimen de consolidación?
Calderón, quien es de mecha corta, se enfureció por la reacción de los magnates, quienes encontraron un formidable aliado en Manlio Fabio Beltrones, quien bloqueó la reforma que los afectaba.
Como sea, Calderón está atrapado. La gente está despertando. Nos damos cuenta que el país lleva 27 años sin crecer, que vienen años peores. No saldremos mientras la economía esté atrapada por grupos de interés, cuyos monopolios la asfixian. Esas revelaciones refuerzan la posición de AMLO, quien ha sostenido que sólo podremos salir de las dificultades financieras si se reduce el gasto corriente en 100 mil millones de pesos, si se obliga a pagar impuestos a los más ricos, quienes eluden 400 mil millones.
Los grandes consorcios, como les llama Calderón, están irritados por su ingratitud. ¿No fueron ellos quienes lo llevaron a la Presidencia de la República mediante un fraude? ¿No son ellos quienes lo sostienen?
Calderón, a querer o no, ha puesto el dedo en la llaga. Pero, ¿por qué hasta hoy?
Podría ser porque ni él ni Agustín Carstens, ni sus equipos, han entendido la magnitud del problema. Todo esto hablaría de una ineptitud atroz. ¿Quién puede creer que no sabían que Roberto Hernández había evadido 3 mil millones en impuestos por la venta de acciones de Banamex? ¿Qué no habrán leído los informes del auditor mayor de la Federación, quien hablaba de 500 mil millones de pesos de elusión? ¿Qué no conocen las críticas del FMI, el BM y docenas de expertos sobre la situación de México?
Otra alternativa: se trata de una declaración demagógica. Intentan transferir los costos políticos de los nuevos impuestos a entes abstractos, consorcios de los cuales no hay cifras ni nombres ni se describen sus mecanismos de evasión. Si es así, ¿desaparecerán las pequeñas reformas que se iban a hacer al régimen de consolidación?
Calderón, quien es de mecha corta, se enfureció por la reacción de los magnates, quienes encontraron un formidable aliado en Manlio Fabio Beltrones, quien bloqueó la reforma que los afectaba.
Como sea, Calderón está atrapado. La gente está despertando. Nos damos cuenta que el país lleva 27 años sin crecer, que vienen años peores. No saldremos mientras la economía esté atrapada por grupos de interés, cuyos monopolios la asfixian. Esas revelaciones refuerzan la posición de AMLO, quien ha sostenido que sólo podremos salir de las dificultades financieras si se reduce el gasto corriente en 100 mil millones de pesos, si se obliga a pagar impuestos a los más ricos, quienes eluden 400 mil millones.
Antecedentes: dos meses después de la quiebra del banco Lehman Brothers, que precipitó la crisis financiera global, Gideon Rachman –muy cercano a Israel y a los círculos financieros de la City, además de columnista de The Financial Times– pontificó las supuestas bondades para instalar un gobierno mundial (9/12/08), ominosa idea que sus crípticos apologistas negaban en forma farisea como una paranoica teoría de la conspiración.
Hechos: György Schwartz, alias George Soros, es expuesto por De Defensa (30/10/09), centro de pensamiento estratégico europeo, de intentar imponer un gobierno mundial con máscara financierista, como se desprende de su entrevista a The Financial Times (23/10/09), portavoz de la globalización neoliberal.
Como si fuera él mismo una acción bursátil, el megaespeculador Soros (quien opera con travestismo filantrópico), ha variado sus ideas de acuerdo con la cotización de los intereses de la banca israelí-anglosajona hoy totalmente desfondada.
Muy prolífico a sus 79 años, insiste en enunciar en el umbral del charlatanismo su muy poco seria teoría de la reflexividad (sic), mezclada de las luces filosóficas del epistemólogo Karl Popper, y en corto tiempo ha pasado desde proponer la reforma del modelo neoliberal global (que tantos beneficios le aportó a su pecunio con una fortuna de 11 mil millones de dólares) mediante una globalización suave hasta diagnosticar correctamente ahora la quiebra del sistema financiero global, lo cual le lleva a plantear su imperativa reorganización mediante un ominoso gobierno mundial financierista. Como decimos coloquialmente en México: con Soros pasamos de Guatemala a Guatepeor.
Hoy Soros propone a destiempo cerrar los flujos monetarios de su sociedad abierta.
De Defensa expurga los asertos del megaespeculador filantrópico (no olvidar: uno de los puntales de la banca israelí-amglosajona, de allí la importancia de sus opiniones, aunque sean dislates), con base en un comentario del relevante portal Raw Story (28/10/09), que sintetiza que Soros entierra tanto a Estados Unidos como al dólar y sustituye al caduco decálogo neoliberal del Consenso de Washington por el Consenso de Pekín (título de un libro de su correligionario Joshua C. Ramo, anterior súbdito de Goldman Sachs, publicado por el británico Foreign Policy Centre en 2004). Queda clara la impronta e imprenta de la legendaria perfidia británica vinculada al sionismo financiero.
Ya lo expresaba sublimemente el reporte Wegelin (ver Bajo la Lupa, 21/10/09): las ratas ya empezaron a abandonar el barco financiero neoliberal que se hunde. Desde el banco británico HSBC, que cambió su matriz de Londres a Hong Kong, hasta Soros, en su conjunto la banca israelí-anglosajona deserta de Estados Unidos, en plena decadencia, por China, su último salvavidas.
Las ratas financieras buscan, por tropismo biológico, su nutriente primario: las pletóricas reservas de divisas del circuito étnico chino (China, Hong Kong, Macao, Taiwán y Singapur): 35 por ciento global.
Desde su lecho de Procusto mental, Soros desea imponer un nuevo orden global de corte financierista cuando el mundo vuela a la economía política y/o a las finanzas reguladas y domesticadas por la alta política.
Pregona un nuevo sistema de divisas enarbolado por los muy controvertidos derechos especiales de giro (DEG), a lo que se resiste Estados Unidos.
Hechos: György Schwartz, alias George Soros, es expuesto por De Defensa (30/10/09), centro de pensamiento estratégico europeo, de intentar imponer un gobierno mundial con máscara financierista, como se desprende de su entrevista a The Financial Times (23/10/09), portavoz de la globalización neoliberal.
Como si fuera él mismo una acción bursátil, el megaespeculador Soros (quien opera con travestismo filantrópico), ha variado sus ideas de acuerdo con la cotización de los intereses de la banca israelí-anglosajona hoy totalmente desfondada.
Muy prolífico a sus 79 años, insiste en enunciar en el umbral del charlatanismo su muy poco seria teoría de la reflexividad (sic), mezclada de las luces filosóficas del epistemólogo Karl Popper, y en corto tiempo ha pasado desde proponer la reforma del modelo neoliberal global (que tantos beneficios le aportó a su pecunio con una fortuna de 11 mil millones de dólares) mediante una globalización suave hasta diagnosticar correctamente ahora la quiebra del sistema financiero global, lo cual le lleva a plantear su imperativa reorganización mediante un ominoso gobierno mundial financierista. Como decimos coloquialmente en México: con Soros pasamos de Guatemala a Guatepeor.
Hoy Soros propone a destiempo cerrar los flujos monetarios de su sociedad abierta.
De Defensa expurga los asertos del megaespeculador filantrópico (no olvidar: uno de los puntales de la banca israelí-amglosajona, de allí la importancia de sus opiniones, aunque sean dislates), con base en un comentario del relevante portal Raw Story (28/10/09), que sintetiza que Soros entierra tanto a Estados Unidos como al dólar y sustituye al caduco decálogo neoliberal del Consenso de Washington por el Consenso de Pekín (título de un libro de su correligionario Joshua C. Ramo, anterior súbdito de Goldman Sachs, publicado por el británico Foreign Policy Centre en 2004). Queda clara la impronta e imprenta de la legendaria perfidia británica vinculada al sionismo financiero.
Ya lo expresaba sublimemente el reporte Wegelin (ver Bajo la Lupa, 21/10/09): las ratas ya empezaron a abandonar el barco financiero neoliberal que se hunde. Desde el banco británico HSBC, que cambió su matriz de Londres a Hong Kong, hasta Soros, en su conjunto la banca israelí-anglosajona deserta de Estados Unidos, en plena decadencia, por China, su último salvavidas.
Las ratas financieras buscan, por tropismo biológico, su nutriente primario: las pletóricas reservas de divisas del circuito étnico chino (China, Hong Kong, Macao, Taiwán y Singapur): 35 por ciento global.
Desde su lecho de Procusto mental, Soros desea imponer un nuevo orden global de corte financierista cuando el mundo vuela a la economía política y/o a las finanzas reguladas y domesticadas por la alta política.
Pregona un nuevo sistema de divisas enarbolado por los muy controvertidos derechos especiales de giro (DEG), a lo que se resiste Estados Unidos.
Antes de llegar las calaveras de azúcar y el pan de muerto, los fantasmas del caos anarquizante montaron la enésima puesta en escena de la rebelión de legisladores en el parlamento de la transición en presente continuo; mantas enarboladas por diputados que olvidaron lo que son, o nunca han aceptado abandonar la oposición callejera, los gritos y reclamos, sin más barricadas que las muy frágiles y aparatosas montadas por antiguos granaderos para, ellos también, aparentar que participan en la confrontación entre el poder establecido y los disidentes que han resuelto rebelarse contra el antiguo régimen... y asegurar su persistencia por toda la eternidad.
De 1997 a 2009. Cabalístico 13 de 1997 a 2009, con el mismo Fernández Noroña que se tiró al piso a la puerta de Palacio para impedir el paso de Ernesto Zedillo y pedir que el de la sana distancia lo recibiera: –Levántese, por favor. –¡No me muevo hasta que vea a Zedillo!, respondió el protomártir de la democracia sin adjetivos. Soy yo, replicó la voz. Y era. El mendicante es hoy diputado federal; goza de fuero y de la dicha inicua de ponerse en primera fila en las mediáticas tomas de tribuna que tan bien sirven a la derecha, a la gente decente que lamenta las faltas de respeto al Señor Presidente, cuya figura de tlatoani tanto les disgustaba y creyeron sacar de Los Pinos con la ayuda del voto útil en favor del locuaz Vicente Fox.
Trece a la mesa. Pero el paquete fiscal discutido y aprobado en San Lázaro llegaría, como siempre, al Senado de la República, cámara revisora en esta caso. Los payasos dejaron la escena apresuradamente para dar paso a la tragicomedia del dirigente nacional del PAN. Aprobado el paquete, César Nava desató los nudos de la negociación y abrió una cajita de Pandora: la iniciativa de mí jefe era muy superior a lo aprobado, pero el PRI impuso su voluntad. Ardió Troya, con Beatriz Paredes en el papel de Palas Atenea y Enrique Peña Nieto en el de inesperado Aquiles que enfocó su ira contra Felipe Calderón. El gravamen de 2 por ciento a todo consumo y todo servicio, que juraban era para los pobres, se esfumó en la pira funeraria del César michoacano.
Pero llegaría a Xicoténcatl, en caballo de Hacienda, el doctor Carstens; masiva figura de la nueva ortodoxia económica que murió antes de llegar a vieja; Pantagruel con rostro de niño anciano. Y motivo de inexplicable respeto de sus adversarios. Quizá mayor que el que le manifiestan los del gobierno, panistas, adherentes o mercenarios de la tecnocracia encumbrada por el culto al orden fiscal, al cero déficit; a la sonrisa mefistofélica de Francisco Gil, experto en el uso eficaz de la puerta revolvente que da paso libre al poder gubernamental y al privado. El aumento de 15 a 16 por ciento en el IVA fue propuesto por la Secretaría de Hacienda, dijo; el paquete de ingresos es, efectivamente, recaudatorio, respondió a quienes lo calificaron de oprobioso: casi le aplaudieron.
Inamovible, desdeñoso de algunos premios Nobel que osaron criticar la política del orden paralizante impuesto cuando el mundo entero camina: les aconsejaría, aunque algunos han sido mis maestros –dijo Carstens–, que al opinar de un país que no conocen, estudien los datos, las cifras. Aquello de la macroeconomía que sigue muy bien, muy sólida, aunque no crezcan sino el desempleo y el hambre. Los senadores, incluidos no pocos del PRD, le expresaron admiración y respeto, aunque alejados de la estólida presencia fueron capaces de criticar y oponerse a una política fiscal que nos ata al mástil de una nave a la deriva. Hipnotizados, de rodillas ante el fetiche del becerro de oro, los representantes de las entidades federales olvidaron el poder recuperado al extinguirse el cesarismo sexenal. Aunque más de uno habrá percibido en el ambiente el eco burlón de los versos de Guillermo Prieto: Cangrejos al compás, marchemos para atrás.
La minuta ya volvió a San Lázaro. Pero la cajita de Pandora que abrió César Nava liberó fantasmas del pasado, el ánimo de Comonfort y el ánima de los encapuchados de Chipinque. Peor que el tan temido retorno del priato tardío y las fantasías tejidas en torno al autoritarismo presidencial y la hegemonía que inspiró a Mario Vargas Llosa a calificar el régimen mexicano de dictadura perfecta, cabalgaron los jinetes del Apocalipsis: guerra contra el narco, el hambre de millones de mexicanos, la peste de la influenza porcina y la satánica figura del gran solitario de Palacio. Era Díaz Ordaz. Hoy Felipillo santo se quedó solo. Santiago Creel finge ser Catilina en el Senado; Espino sale de la oscuridad para gritar ofensas, y Vicente Fox se disfraza de estadista para decir que es pésima la política económica de Calderón.
Le quedan, desde luego, los guardias pretorianos. Pero el presidente valiente que en estos días recibió en Miami el premio Líder del Año, parece decidido a combatir a cuanto individuo, partido político, grupo de poder o de presión hay en esta tierra al borde del abismo. Combatió las sombras del viejo sistema corporativo y lanzó a sus falanges contra el sindicalismo; los mineros de Coahuila, de Cananea, de Lázaro Cárdenas: páramo donde hubo empleos y esperanza de prosperidad. Para los dueños, impunidad y el secretario del Trabajo como mozo de estribo a su servicio. Siguieron los electricistas del SME. Y ahí están, en las calles y en las galerías de San Lázaro, donde sus destemplados gritos asustaron a Javier Lozano. Pero despertaron a los trabajadores del país entero.
No hay reposo para el guerrero. Se quedó sin el escudo de los pobres que le servirían para recaudar dinero y decidió que era el momento de exhibir a los ricos que se habían manifestado contra su propuesta hacendaria; a los grandes consorcios y grandes capitales que no pagan, o casi nada pagan de impuestos. Ustedes piden, exigen que cobremos IVA a medicinas y alimentos, les dijo, pero gozan de regímenes especiales, de privilegios que les permiten eludir al fisco: pagan sólo una tasa de 1.7 por ciento en los impuestos por sus ingresos multimillonarios. Y se apareció Luis Echeverría Álvarez como el convidado de piedra. Combativo, Felipe Calderón dijo a los dueños del dinero: Está bien que tengan actividades filantrópicas, que patrocinen eventos culturales y deportivos, y que nos regalen equipos médicos, pero ¡que también paguen!
Palo retórico a la Coparmex. Y al Consejo Coordinador Empresarial. Era, diría un amante de las letras, la versión criolla y contemporánea del Doctor Jekyll y Míster Hyde. Tres días duró la ira del solitario enfrentado a propios y extraños. El doctor Carstens abandonó el aire de superioridad, ensayó una sonrisa conciliadora y dijo que la mayoría de las empresas mexicanas, de todos tamaños, incluidas las grandes, pagan sus impuestos, y los pagan bien. Sabe y no lo olvidó, al servicio de quién está el gobierno de México que de ninguna manera quiere vulnerar la solvencia financiera de las empresas.
Y en la apertura del Congreso del Comercio Exterior Mexicano, el presidente Felipe Calderón hizo público reconocimiento a la abrumadora mayoría que paga; quienes evaden impuestos cometen una injusticia con los que cumplen, dijo. Nos gustó mucho el cambio de tono y contenido. Fue constructivo y nos deja complacidos, diría Valentín Diez Morodo, dirigente cupular en la oligarquía mexicana. Sobre todo el tonito. Declaran difunta la lucha de clases, pero todavía hay clases.
De 1997 a 2009. Cabalístico 13 de 1997 a 2009, con el mismo Fernández Noroña que se tiró al piso a la puerta de Palacio para impedir el paso de Ernesto Zedillo y pedir que el de la sana distancia lo recibiera: –Levántese, por favor. –¡No me muevo hasta que vea a Zedillo!, respondió el protomártir de la democracia sin adjetivos. Soy yo, replicó la voz. Y era. El mendicante es hoy diputado federal; goza de fuero y de la dicha inicua de ponerse en primera fila en las mediáticas tomas de tribuna que tan bien sirven a la derecha, a la gente decente que lamenta las faltas de respeto al Señor Presidente, cuya figura de tlatoani tanto les disgustaba y creyeron sacar de Los Pinos con la ayuda del voto útil en favor del locuaz Vicente Fox.
Trece a la mesa. Pero el paquete fiscal discutido y aprobado en San Lázaro llegaría, como siempre, al Senado de la República, cámara revisora en esta caso. Los payasos dejaron la escena apresuradamente para dar paso a la tragicomedia del dirigente nacional del PAN. Aprobado el paquete, César Nava desató los nudos de la negociación y abrió una cajita de Pandora: la iniciativa de mí jefe era muy superior a lo aprobado, pero el PRI impuso su voluntad. Ardió Troya, con Beatriz Paredes en el papel de Palas Atenea y Enrique Peña Nieto en el de inesperado Aquiles que enfocó su ira contra Felipe Calderón. El gravamen de 2 por ciento a todo consumo y todo servicio, que juraban era para los pobres, se esfumó en la pira funeraria del César michoacano.
Pero llegaría a Xicoténcatl, en caballo de Hacienda, el doctor Carstens; masiva figura de la nueva ortodoxia económica que murió antes de llegar a vieja; Pantagruel con rostro de niño anciano. Y motivo de inexplicable respeto de sus adversarios. Quizá mayor que el que le manifiestan los del gobierno, panistas, adherentes o mercenarios de la tecnocracia encumbrada por el culto al orden fiscal, al cero déficit; a la sonrisa mefistofélica de Francisco Gil, experto en el uso eficaz de la puerta revolvente que da paso libre al poder gubernamental y al privado. El aumento de 15 a 16 por ciento en el IVA fue propuesto por la Secretaría de Hacienda, dijo; el paquete de ingresos es, efectivamente, recaudatorio, respondió a quienes lo calificaron de oprobioso: casi le aplaudieron.
Inamovible, desdeñoso de algunos premios Nobel que osaron criticar la política del orden paralizante impuesto cuando el mundo entero camina: les aconsejaría, aunque algunos han sido mis maestros –dijo Carstens–, que al opinar de un país que no conocen, estudien los datos, las cifras. Aquello de la macroeconomía que sigue muy bien, muy sólida, aunque no crezcan sino el desempleo y el hambre. Los senadores, incluidos no pocos del PRD, le expresaron admiración y respeto, aunque alejados de la estólida presencia fueron capaces de criticar y oponerse a una política fiscal que nos ata al mástil de una nave a la deriva. Hipnotizados, de rodillas ante el fetiche del becerro de oro, los representantes de las entidades federales olvidaron el poder recuperado al extinguirse el cesarismo sexenal. Aunque más de uno habrá percibido en el ambiente el eco burlón de los versos de Guillermo Prieto: Cangrejos al compás, marchemos para atrás.
La minuta ya volvió a San Lázaro. Pero la cajita de Pandora que abrió César Nava liberó fantasmas del pasado, el ánimo de Comonfort y el ánima de los encapuchados de Chipinque. Peor que el tan temido retorno del priato tardío y las fantasías tejidas en torno al autoritarismo presidencial y la hegemonía que inspiró a Mario Vargas Llosa a calificar el régimen mexicano de dictadura perfecta, cabalgaron los jinetes del Apocalipsis: guerra contra el narco, el hambre de millones de mexicanos, la peste de la influenza porcina y la satánica figura del gran solitario de Palacio. Era Díaz Ordaz. Hoy Felipillo santo se quedó solo. Santiago Creel finge ser Catilina en el Senado; Espino sale de la oscuridad para gritar ofensas, y Vicente Fox se disfraza de estadista para decir que es pésima la política económica de Calderón.
Le quedan, desde luego, los guardias pretorianos. Pero el presidente valiente que en estos días recibió en Miami el premio Líder del Año, parece decidido a combatir a cuanto individuo, partido político, grupo de poder o de presión hay en esta tierra al borde del abismo. Combatió las sombras del viejo sistema corporativo y lanzó a sus falanges contra el sindicalismo; los mineros de Coahuila, de Cananea, de Lázaro Cárdenas: páramo donde hubo empleos y esperanza de prosperidad. Para los dueños, impunidad y el secretario del Trabajo como mozo de estribo a su servicio. Siguieron los electricistas del SME. Y ahí están, en las calles y en las galerías de San Lázaro, donde sus destemplados gritos asustaron a Javier Lozano. Pero despertaron a los trabajadores del país entero.
No hay reposo para el guerrero. Se quedó sin el escudo de los pobres que le servirían para recaudar dinero y decidió que era el momento de exhibir a los ricos que se habían manifestado contra su propuesta hacendaria; a los grandes consorcios y grandes capitales que no pagan, o casi nada pagan de impuestos. Ustedes piden, exigen que cobremos IVA a medicinas y alimentos, les dijo, pero gozan de regímenes especiales, de privilegios que les permiten eludir al fisco: pagan sólo una tasa de 1.7 por ciento en los impuestos por sus ingresos multimillonarios. Y se apareció Luis Echeverría Álvarez como el convidado de piedra. Combativo, Felipe Calderón dijo a los dueños del dinero: Está bien que tengan actividades filantrópicas, que patrocinen eventos culturales y deportivos, y que nos regalen equipos médicos, pero ¡que también paguen!
Palo retórico a la Coparmex. Y al Consejo Coordinador Empresarial. Era, diría un amante de las letras, la versión criolla y contemporánea del Doctor Jekyll y Míster Hyde. Tres días duró la ira del solitario enfrentado a propios y extraños. El doctor Carstens abandonó el aire de superioridad, ensayó una sonrisa conciliadora y dijo que la mayoría de las empresas mexicanas, de todos tamaños, incluidas las grandes, pagan sus impuestos, y los pagan bien. Sabe y no lo olvidó, al servicio de quién está el gobierno de México que de ninguna manera quiere vulnerar la solvencia financiera de las empresas.
Y en la apertura del Congreso del Comercio Exterior Mexicano, el presidente Felipe Calderón hizo público reconocimiento a la abrumadora mayoría que paga; quienes evaden impuestos cometen una injusticia con los que cumplen, dijo. Nos gustó mucho el cambio de tono y contenido. Fue constructivo y nos deja complacidos, diría Valentín Diez Morodo, dirigente cupular en la oligarquía mexicana. Sobre todo el tonito. Declaran difunta la lucha de clases, pero todavía hay clases.
Colombia-EU vs. Ecuador y Venezuela: El diario boliviano Los Tiempos es uno de los muy pocos que destacan la firma del acuerdo colombiano-estadunidense sobre la instalación de siete bases militares de Washington en el país sudamericano. En relación con este reforzamiento de la presencia militar aérea, terrestre y naval de Estados Unidos en Colombia, ha surgido la cuestión del espionaje militar colombiano en Venezuela y Ecuador. El diario ecuatoriano Universo dice que el presidente Rafael Correa considera grave ese espionaje y su coterráneo Hoy agrega que Colombia espía a ambos países en el contexto de la operación Salomón. Bogotá negó el espionaje que le atribuyen autoridades venezolanas, pero en abierta contradicción con el desmentido la fiscalía colombiana dijo que juzgará por traición a la patria a quienes filtraron a Caracas documentos de la operación de espionaje militar, informa el antichavista periódico caraqueño Tal Cual.
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Honduras: perspectivas tras el acuerdo
Fue necesaria la intervención directa de Estados Unidos, por medio de una comisión especial encabezada por el subsecretario de Estado, Thomas Shannon, para que los estamentos oligárquico-militares que subvirtieron la democracia el pasado 28 de junio en Honduras acordaran poner fin a su aventura golpista, profundizaran las gestiones para destrabar la crisis política en aquel país y aceptaran formalmente, mediante la firma de un documento, el establecimento de un gobierno de conciliación. La eventual restitución del legítimo presidente, Manuel Zelaya Rosales, tendrá que ser ratificada en días próximos por el Congreso de la nación centroamericana.
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Desde otras ciudades
París. Los diputados franceses se rebelan contra las listas de asistencia, titula el periódico Le Point el 28 de octubre pasado, aludiendo al nuevo reglamento parlamentario que molestó tanto a diputados de derecha como de izquierda entre quienes se calificó la medida que intenta luchar contra el ausentismo en la Asamblea Nacional de Francia, fundada en 1789, de humillante y populista frente a una presión de los medios de comunicación a la que no debió ceder la comisión responsable, instaurando con ello una práctica infantilizadora.
Un diputado llamó incluso a resistir hasta obtener la anulación de la medida que prevé una sanción sobre la dieta de los legisladores de 352 euros por cada ausencia a partir de la tercera falta en un mes.
Otro diputado, de la Unión por un Movimiento Popular (centro derecha), dijo que los diputados sólo deben dar cuenta a sus electores y otro correligionario afirmó que sólo es la primera etapa, pues ya hay algunos que se interesan en los gastos y pronto pedirán que justifiquen hasta la compra de pasta de dientes. Mientras que un representante de izquierda se preguntó cuándo tendrán que checar tarjeta en las salas de reunión y un legislador comunista atribuyó el ausentismo a la acumulación de cargos de elección popular y nombramientos, cosa común en Francia, donde una persona puede ser a la vez diputado, alcalde y ministro.
Por su parte, quienes aceptaron e impusieron la medida explican que ésta va dirigida al 20 por ciento de los 577 diputados que nunca asisten a la cámara baja. Como quien dice: también en Francia se cuecen las curules.
Yuriria Iturriaga, corresponsal
París. Los diputados franceses se rebelan contra las listas de asistencia, titula el periódico Le Point el 28 de octubre pasado, aludiendo al nuevo reglamento parlamentario que molestó tanto a diputados de derecha como de izquierda entre quienes se calificó la medida que intenta luchar contra el ausentismo en la Asamblea Nacional de Francia, fundada en 1789, de humillante y populista frente a una presión de los medios de comunicación a la que no debió ceder la comisión responsable, instaurando con ello una práctica infantilizadora.
Un diputado llamó incluso a resistir hasta obtener la anulación de la medida que prevé una sanción sobre la dieta de los legisladores de 352 euros por cada ausencia a partir de la tercera falta en un mes.
Otro diputado, de la Unión por un Movimiento Popular (centro derecha), dijo que los diputados sólo deben dar cuenta a sus electores y otro correligionario afirmó que sólo es la primera etapa, pues ya hay algunos que se interesan en los gastos y pronto pedirán que justifiquen hasta la compra de pasta de dientes. Mientras que un representante de izquierda se preguntó cuándo tendrán que checar tarjeta en las salas de reunión y un legislador comunista atribuyó el ausentismo a la acumulación de cargos de elección popular y nombramientos, cosa común en Francia, donde una persona puede ser a la vez diputado, alcalde y ministro.
Por su parte, quienes aceptaron e impusieron la medida explican que ésta va dirigida al 20 por ciento de los 577 diputados que nunca asisten a la cámara baja. Como quien dice: también en Francia se cuecen las curules.
Yuriria Iturriaga, corresponsal
El Correo Ilustrado
Por el respeto a la legalidad
A la luz de los acontecimientos más recientes, y de la persistente embestida gubernamental y mediática en contra del Sindicato Mexicano de Electricistas, nos parece importante dirigirnos a los sindicatos, movimientos sociales, juveniles, campesinos y al pueblo en general para exigir la derogación del decreto de extinción de LFC y el respeto a la Constitución, no sólo por parte del Ejecutivo sino también de los poderes Legislativo y Judicial de la Federación y de los estados.
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Ariesgo de pecar de optimismo, imaginemos que 2010 se vuelva el año del gran recuento mexicano, de un balance sin autocomplacencias de nuestras precariedades como sociedad política y de nuestras debilidades acumuladas como organización económica. En fin, como la fecha en que los mexicanos decidimos asumir la vulnerabilidad del Estado nacional y nos atrevimos a reconocer que sin un Estado fuerte no hay viabilidad nacional alguna, precisamente en el mundo más global que antes pero también distinto, que emergerá de la crisis y redefinirá los rumbos y perfiles de las naciones.
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Las mentiras no son ninguna novedad, especialmente con el régimen actual, que empezó desde la campaña electoral ofreciendo el oro y el moro. Es más: contrastamos más esas mentiras diciendo y diciéndonos la verdad. Pero ahora se dieron vuelo, y lo vamos a ver más en detalle.
Toda la campaña contra Luz y Fuerza del Centro (LFC) y contra el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) se basa no sólo en decir falsedades, sino en ocultar hechos plenamente oficiales, firmados incluso por representantes directos del gobierno federal.
El 16 de marzo de 2008 se firmó un convenio de productividad entre los representantes de LFC y del SME. Firmaron también, como testigos de honor, los secretarios de Energía, del Trabajo y Previsión Social, y de Hacienda y Crédito Público. Esta última tienen mucha razón de ser, pues la ausencia de inversión pública en la mencionada paraestatal ha sido uno de los elementos básicos de la falta de productividad.
En este convenio se establece, entre otras cosas, lo siguiente:
Si se determinara, en su caso, que los procesos pueden ser desarrollados con un menor número de trabajadores en las respectivas áreas, el personal que quede sin actividad será reubicado en aquellas áreas que requieran más personal en términos del propio proceso de reingeniería, previa capacitación... la plaza que deje el trabajador que sea reubicado no genera una vacante. Esto implica una reducción gradual del personal.
Las partes se comprometen a implementar un programa de capacitación, para que el personal desarrolle y ejecute nuevas y múltiples funciones. Esto muestra que la afirmación, durante la campaña contra este sector de la industria eléctrica, de que si a un chofer se le baja una llanta, no va a arreglarla él solo, es de mala fe, pues ya había un proceso en marcha para cambiar esa situación.
El sindicato se compromete a coadyuvar con LFC en el objetivo de disminuir las pérdidas de energía no técnicas, hasta alcanzar, al 30 de noviembre de 2012, un nivel de pérdidas similar al resto del sector eléctrico nacional. También estaba en proceso esto, por lo que las palabras oficiales en el sentido de que había más de estas pérdidas en LFC que en el resto del sistema también ocultaban que esto estaba ya también en proceso de corrección. También, el gobierno federal, a través de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, procederá a la asunción de la deuda de LFC.
¿Por qué los funcionarios han silenciado todo esto? Y debemos agregar que se estableció, en el mismo convenio, que la ya existente Comisión Mixta Permanente de Productividad, en la que participan LFC y el SME, va a trabajar al respecto, y ha estado evaluando resultados. Según fuentes sindicales, el nivel de cumplimiento que resultó de estas reuniones y evaluaciones, y de un balance general de resultados 2008, fue superior a 90 por ciento. No he visto desmentidos ni otras versiones.
Tampoco están entre los hechos públicos anteriores a la liquidación las acusaciones de ineficiencia. Los hechos públicos van por otro lado.
Pese a que las elecciones en el SME –que fueron un hecho de la vida interna de ese sindicato– habían sido en junio de este año, el 5 de octubre la Secretaría del Trabajo niega la toma de nota de los candidatos que resultaron elegidos, incluido el secretario general.
En señal de protesta, hubo una marcha del SME a Los Pinos el 8 de octubre.
Dos días después, el sábado 10 de octubre, se produce la ocupación masiva, por fuerzas policiales y militares, de los centros de trabajo de Luz y Fuerza del Centro. El día siguiente, domingo 11, se decreta y comunica en el Diario Oficial la liquidación de LFC.
Por más que, entre tantas mentiras, se dijo que no se trataba de una privatización, la mayor parte de quienes sustituyeron a los miembros del SME en su trabajo son empleados de empresas privadas de fuera del área central, todo indica que contratadas por la Comisión Federal de Electricidad (CFE).
Se habla, en lo general, de los apagones del pasado. Pero los funcionarios ocultan hasta cuándo pueden extenderse los apagones –algunos de varios días y de áreas extensas– que se han producido desde que un grupo de personas de la CFE y muchos empleados de sus contratistas privados están a cargo de la misma región.
Este es el pretendido sustento de las agresiones contra LFC y contra el SME.
gershen@servidor.unam.mx
Toda la campaña contra Luz y Fuerza del Centro (LFC) y contra el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) se basa no sólo en decir falsedades, sino en ocultar hechos plenamente oficiales, firmados incluso por representantes directos del gobierno federal.
El 16 de marzo de 2008 se firmó un convenio de productividad entre los representantes de LFC y del SME. Firmaron también, como testigos de honor, los secretarios de Energía, del Trabajo y Previsión Social, y de Hacienda y Crédito Público. Esta última tienen mucha razón de ser, pues la ausencia de inversión pública en la mencionada paraestatal ha sido uno de los elementos básicos de la falta de productividad.
En este convenio se establece, entre otras cosas, lo siguiente:
Si se determinara, en su caso, que los procesos pueden ser desarrollados con un menor número de trabajadores en las respectivas áreas, el personal que quede sin actividad será reubicado en aquellas áreas que requieran más personal en términos del propio proceso de reingeniería, previa capacitación... la plaza que deje el trabajador que sea reubicado no genera una vacante. Esto implica una reducción gradual del personal.
Las partes se comprometen a implementar un programa de capacitación, para que el personal desarrolle y ejecute nuevas y múltiples funciones. Esto muestra que la afirmación, durante la campaña contra este sector de la industria eléctrica, de que si a un chofer se le baja una llanta, no va a arreglarla él solo, es de mala fe, pues ya había un proceso en marcha para cambiar esa situación.
El sindicato se compromete a coadyuvar con LFC en el objetivo de disminuir las pérdidas de energía no técnicas, hasta alcanzar, al 30 de noviembre de 2012, un nivel de pérdidas similar al resto del sector eléctrico nacional. También estaba en proceso esto, por lo que las palabras oficiales en el sentido de que había más de estas pérdidas en LFC que en el resto del sistema también ocultaban que esto estaba ya también en proceso de corrección. También, el gobierno federal, a través de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, procederá a la asunción de la deuda de LFC.
¿Por qué los funcionarios han silenciado todo esto? Y debemos agregar que se estableció, en el mismo convenio, que la ya existente Comisión Mixta Permanente de Productividad, en la que participan LFC y el SME, va a trabajar al respecto, y ha estado evaluando resultados. Según fuentes sindicales, el nivel de cumplimiento que resultó de estas reuniones y evaluaciones, y de un balance general de resultados 2008, fue superior a 90 por ciento. No he visto desmentidos ni otras versiones.
Tampoco están entre los hechos públicos anteriores a la liquidación las acusaciones de ineficiencia. Los hechos públicos van por otro lado.
Pese a que las elecciones en el SME –que fueron un hecho de la vida interna de ese sindicato– habían sido en junio de este año, el 5 de octubre la Secretaría del Trabajo niega la toma de nota de los candidatos que resultaron elegidos, incluido el secretario general.
En señal de protesta, hubo una marcha del SME a Los Pinos el 8 de octubre.
Dos días después, el sábado 10 de octubre, se produce la ocupación masiva, por fuerzas policiales y militares, de los centros de trabajo de Luz y Fuerza del Centro. El día siguiente, domingo 11, se decreta y comunica en el Diario Oficial la liquidación de LFC.
Por más que, entre tantas mentiras, se dijo que no se trataba de una privatización, la mayor parte de quienes sustituyeron a los miembros del SME en su trabajo son empleados de empresas privadas de fuera del área central, todo indica que contratadas por la Comisión Federal de Electricidad (CFE).
Se habla, en lo general, de los apagones del pasado. Pero los funcionarios ocultan hasta cuándo pueden extenderse los apagones –algunos de varios días y de áreas extensas– que se han producido desde que un grupo de personas de la CFE y muchos empleados de sus contratistas privados están a cargo de la misma región.
Este es el pretendido sustento de las agresiones contra LFC y contra el SME.
gershen@servidor.unam.mx
Nuestra Constitución, tan imperfecta y atrasada como es en casi todas las materias, define a la nación mexicana como una sociedad dedicada al trabajo y es por ello que en su artículo quinto consagra la libertad de profesión, industria, comercio y trabajo. Por supuesto que no se revela en ello la idea de una sociedad de trabajadores, como llegó a sugerirse en los amplísimos debates en torno a este artículo en el Constituyente de 1916 y 1917. De hecho, no hay Constitución en el mundo que no haga lo mismo. Pero el artículo 123 contempla a esa misma sociedad como dividida en clases de individuos dedicados a diferentes tareas. En él no se habla de clases, desde luego, sino de factores de la producción.
Si se le examina con atención, el 123 no sólo protege los intereses de los trabajadores asalariados, sino también los intereses de los empleadores, dadores de trabajo, empresarios, patronos o como quiera llamárseles. A los primeros, se les debe garantizar lo mínimo para desempeñar su labor como un factor de la producción; a los segundos, no se les puede exigir lo que no pueden dar, asimismo, como un factor de la producción que son. En ambos sentidos, el derecho del trabajo se ha desarrollado sin grandes contradicciones, como no sean las que surgen de la intervención de las autoridades del Estado que vienen a desequilibrar y destruir lo que en ese artículo es también esencial: el equilibrio entre ambos factores.
El problema surge cuando se trata del sector público de la economía, a cargo y bajo administración de los órganos del Estado. Se ha dicho hasta la saciedad que en el tipo de relaciones que se da en la empresa pública el Estado se convierte en privado, vale decir, en patrón. Muchos iuslaboralistas han puesto en entredicho esa noción. Al maestro Antonio Martínez Báez, otro de nuestros grandes constitucionalistas, en alguna ocasión le oí decir que ni al Estado ni a sus órganos se les podría jamás definir como privados. Lo público y lo privado son conceptos antinómicos, totalmente diferentes y se refieren a esferas perfectamente distintas de la actividad social.
Cuando el Estado tiene que litigar con un privado, me explicaba en algún momento, no es que deje de ser Estado, sólo se pone en igualdad de condiciones con el privado para que se haga la justicia. En un conflicto así, nunca podrá dejar de alegarse el interés público. El Estado no se equipara a la condición del privado, sólo deja de utilizar su poder para que la relación sea de igualdad. Cuando se utiliza el poder presidencial para fines arbitrarios, como los que hemos presenciado en el absurdo decreto de extinción de Luz y Fuerza del Centro, ni siquiera hay una relación jurídica. Hay sólo un acto de fuerza ilegal y contraria al orden constitucional. En ese acto incalificable, como quiera que se le vea, se trató a los trabajadores no como un factor de la producción, sino como simples objetos desechables sin ninguna función jurídica o productiva.
La frase de ese monaguillo de sacristía que ocupa la Secretaría de Gobernación, primero liquídense y luego veremos, jurídicamente bastante idiota, lo dice por completo. En las relaciones de trabajo, lo supone el 123, hay derechos, responsabilidades y obligaciones. Todos ellos se echaron por la borda al extinguir LyFC. No se trató del estanquillo de la esquina, en el que el dueño le dice a su único empleado, pues aquí acabó todo porque ya no puedo seguir. Se trata de una empresa pública, encargada por la ley de dar un servicio público. Si la empresa ya no funcionaba el servicio seguía y los encargados de atenderlo eran sus trabajadores, al igual que sus administradores.
Hacer responsables a los trabajadores por el mal desempeño y las pérdidas de la economía es sólo un pretexto canallesco y ruin. El SME ha descarrilado esa especie al mostrar palmariamente todos los latrocinios que los gobiernos priístas y panistas consumaban a costa del erario de la compañía que era de la nación. En ello no se le tomaba opinión alguna al sindicato y, además, se le obligaba a trabajar sin los materiales adecuados para el desarrollo de su función. No hay una fracción especial del 123 que haya que citar. Todo el artículo y su espíritu jurídico y de sentido que lo informan han sido violados.
De hecho y sin fundarse en la Constitución, el gobierno panista, con su decreto, planteó un conflicto (o una diferencia) como lo señala la fracción XX del 123, sin hacer referencia a la misma y sin cumplir con lo que señala: si el sindicato era culpable de la mala marcha de la compañía, como se afirma en el decreto y fuera del mismo, debió haberse planteado ante una Junta de Conciliación y Arbitraje y esperar su resolución para dictar el decreto. La fracción XXII del mismo artículo especifica que si un obrero es despedido, el patrón, en este caso el gobierno federal (puesto que el servicio persiste y la empresa se extinguió), estará obligado a elección del trabajador a cumplir con el contrato (ya inexistente) o a ser indemnizado. En el primer caso, debió habérsele dado la opción de seguir en su trabajo.
El caso es que ni siquiera la misma Ley Federal del Trabajo fue cumplida en este atraco a las instituciones y a la sociedad desde el Estado. Alega una causa de fuerza mayor que es la incosteabilidad de la empresa, pero esa causa se alega para terminar las relaciones del trabajo según el artículo 434 de la Ley. El mismo precepto establece la incosteabilidad notoria y manifiesta de la explotación; entonces debió haberse ventilado ante una Junta de Conciliación y Arbitraje, señala la fracción III del siguiente artículo, el 435. No se puede echar a la calle a los trabajadores sin permitirles ejercer su derecho a elegir entre la indemnización o la reinstalación en el trabajo. Es su derecho, pero los gobiernos derechistas no tienen noción ninguna de lo que son los derechos de los ciudadanos.
Una nota divertida la acaba de dar el presidente de la Barra Mexicana Colegio de Abogados, Carlos Loperena Ruíz, al que se le ocurrió decir que la sustitución de La CFE a LyFC no es posible porque quien se quedó con los bienes de la empresa extinguida es el Servicio de Administración y Enajenación de Bienes y que si, finalmente, se hace cargo del servicio, las relaciones de trabajo se habrán extinguido. El abogado Loperena no debe entender que aquí se trata de un servicio público y no de un inventario de cosas o bienes, como cacahuates o chiles (cosa, la verdad sea dicha, a cargo del SAE). Tal vez cree que si él desecha una computadora de su despacho también puede echar a la calle a su secretaria. Así entiende la derecha el derecho y la abogacía.
Si se le examina con atención, el 123 no sólo protege los intereses de los trabajadores asalariados, sino también los intereses de los empleadores, dadores de trabajo, empresarios, patronos o como quiera llamárseles. A los primeros, se les debe garantizar lo mínimo para desempeñar su labor como un factor de la producción; a los segundos, no se les puede exigir lo que no pueden dar, asimismo, como un factor de la producción que son. En ambos sentidos, el derecho del trabajo se ha desarrollado sin grandes contradicciones, como no sean las que surgen de la intervención de las autoridades del Estado que vienen a desequilibrar y destruir lo que en ese artículo es también esencial: el equilibrio entre ambos factores.
El problema surge cuando se trata del sector público de la economía, a cargo y bajo administración de los órganos del Estado. Se ha dicho hasta la saciedad que en el tipo de relaciones que se da en la empresa pública el Estado se convierte en privado, vale decir, en patrón. Muchos iuslaboralistas han puesto en entredicho esa noción. Al maestro Antonio Martínez Báez, otro de nuestros grandes constitucionalistas, en alguna ocasión le oí decir que ni al Estado ni a sus órganos se les podría jamás definir como privados. Lo público y lo privado son conceptos antinómicos, totalmente diferentes y se refieren a esferas perfectamente distintas de la actividad social.
Cuando el Estado tiene que litigar con un privado, me explicaba en algún momento, no es que deje de ser Estado, sólo se pone en igualdad de condiciones con el privado para que se haga la justicia. En un conflicto así, nunca podrá dejar de alegarse el interés público. El Estado no se equipara a la condición del privado, sólo deja de utilizar su poder para que la relación sea de igualdad. Cuando se utiliza el poder presidencial para fines arbitrarios, como los que hemos presenciado en el absurdo decreto de extinción de Luz y Fuerza del Centro, ni siquiera hay una relación jurídica. Hay sólo un acto de fuerza ilegal y contraria al orden constitucional. En ese acto incalificable, como quiera que se le vea, se trató a los trabajadores no como un factor de la producción, sino como simples objetos desechables sin ninguna función jurídica o productiva.
La frase de ese monaguillo de sacristía que ocupa la Secretaría de Gobernación, primero liquídense y luego veremos, jurídicamente bastante idiota, lo dice por completo. En las relaciones de trabajo, lo supone el 123, hay derechos, responsabilidades y obligaciones. Todos ellos se echaron por la borda al extinguir LyFC. No se trató del estanquillo de la esquina, en el que el dueño le dice a su único empleado, pues aquí acabó todo porque ya no puedo seguir. Se trata de una empresa pública, encargada por la ley de dar un servicio público. Si la empresa ya no funcionaba el servicio seguía y los encargados de atenderlo eran sus trabajadores, al igual que sus administradores.
Hacer responsables a los trabajadores por el mal desempeño y las pérdidas de la economía es sólo un pretexto canallesco y ruin. El SME ha descarrilado esa especie al mostrar palmariamente todos los latrocinios que los gobiernos priístas y panistas consumaban a costa del erario de la compañía que era de la nación. En ello no se le tomaba opinión alguna al sindicato y, además, se le obligaba a trabajar sin los materiales adecuados para el desarrollo de su función. No hay una fracción especial del 123 que haya que citar. Todo el artículo y su espíritu jurídico y de sentido que lo informan han sido violados.
De hecho y sin fundarse en la Constitución, el gobierno panista, con su decreto, planteó un conflicto (o una diferencia) como lo señala la fracción XX del 123, sin hacer referencia a la misma y sin cumplir con lo que señala: si el sindicato era culpable de la mala marcha de la compañía, como se afirma en el decreto y fuera del mismo, debió haberse planteado ante una Junta de Conciliación y Arbitraje y esperar su resolución para dictar el decreto. La fracción XXII del mismo artículo especifica que si un obrero es despedido, el patrón, en este caso el gobierno federal (puesto que el servicio persiste y la empresa se extinguió), estará obligado a elección del trabajador a cumplir con el contrato (ya inexistente) o a ser indemnizado. En el primer caso, debió habérsele dado la opción de seguir en su trabajo.
El caso es que ni siquiera la misma Ley Federal del Trabajo fue cumplida en este atraco a las instituciones y a la sociedad desde el Estado. Alega una causa de fuerza mayor que es la incosteabilidad de la empresa, pero esa causa se alega para terminar las relaciones del trabajo según el artículo 434 de la Ley. El mismo precepto establece la incosteabilidad notoria y manifiesta de la explotación; entonces debió haberse ventilado ante una Junta de Conciliación y Arbitraje, señala la fracción III del siguiente artículo, el 435. No se puede echar a la calle a los trabajadores sin permitirles ejercer su derecho a elegir entre la indemnización o la reinstalación en el trabajo. Es su derecho, pero los gobiernos derechistas no tienen noción ninguna de lo que son los derechos de los ciudadanos.
Una nota divertida la acaba de dar el presidente de la Barra Mexicana Colegio de Abogados, Carlos Loperena Ruíz, al que se le ocurrió decir que la sustitución de La CFE a LyFC no es posible porque quien se quedó con los bienes de la empresa extinguida es el Servicio de Administración y Enajenación de Bienes y que si, finalmente, se hace cargo del servicio, las relaciones de trabajo se habrán extinguido. El abogado Loperena no debe entender que aquí se trata de un servicio público y no de un inventario de cosas o bienes, como cacahuates o chiles (cosa, la verdad sea dicha, a cargo del SAE). Tal vez cree que si él desecha una computadora de su despacho también puede echar a la calle a su secretaria. Así entiende la derecha el derecho y la abogacía.
En las elecciones del domingo pasado en Uruguay votó 90 por ciento del electorado (o sea, sacando los ausentes, sobre todo en el exterior, prácticamente todos los que están en condiciones de votar). La principal incógnita, con vistas a la segunda vuelta, el último domingo de noviembre, es pues si los trabajadores uruguayos en Argentina son capaces de repetir el gran esfuerzo realizado e incluso de acudir aún en mayor número a las urnas (esta vez viajaron 40 mil de los 500 mil expatriados, sobre una población de 3.5 millones) y, secundariamente, si los votantes de Asamblea Popular lo harán ahora por el Frente Amplio (FA), y cómo se dividirán los votos del Partido Independiente entre la abstención, el voto en blanco, el frente de la derecha (Partido Nacional más los Colorados) e incluso el Frente Amplio. Porque el ex presidente Luis Alberto Lacalle, candidato del Partido Nacional (Blanco) y ahora de los Colorados, es muy resistido por su corrupción en las filas de su propio partido, y naturalmente entre los colorados, adversarios tradicionales de los blancos.
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Los empresarios son sujetos débiles. Cuando son pillados in fraganti en blanqueo de dinero, evasión fiscal u otros actos de corrupción, contratacan exigiendo despido libre, congelación salarial, más privatizaciones y amenazan con cerrar sus empresas. Al fin y al cabo, argumentan, su actividad, ganar dinero, acumular y ganar más dinero, debe ser protegida. Se consideran una especie en peligro de extinción. No entienden por qué los partidos de izquierda los vapulean cuando los empresarios pertenecientes al capital financiero les ayudan en sus campañas electorales. Tampoco comprenden la etiqueta de chupasangre adscrita por los sindicatos cuando a la limón negocian y consensúan despidos y políticas de reducción de plantillas. Y menos se explican la mala prensa en los medios de información cuando los mismos sobreviven gracias a los anuncios publicitarios. Por todas estas razones se sienten acosados. Son unos incomprendidos. Parece ser que olvidamos los valores altruistas que encierra su actividad. Al fin y al cabo, no es fácil ser empresario. Ellos asumen una pesada carga. Son honrados capitanes de barco, responsables de llevar la nave a buen puerto y evitar el naufragio. Asimismo, dan trabajo a los parias, a los menesterosos, a quienes carecen de iniciativa y prefieren recibir un sueldo a fin de mes sin riesgo alguno. Por consiguiente, los empresarios se dejan la piel por los demás. Su actividad debe considerarse como un acto de altruismo. ¿Que más podemos pedir a los sufridos empresarios?
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En muchas ocasiones hemos hablado del barrio de La Merced calificándolo como el más castizo de la ciudad. Comercial por excelencia desde la época prehispánica, ya que en su corazón desembocaba la Acequia Real, una de las más importantes de México-Tenochtitlán. Era la ruta para trasladar las mercancías que venían de Xochimilco y Tláhuac, destacadas productoras de legumbres y flores y utilizada por los que llevaban granos a la ciudad, razón por la que en esa zona se ubicaba la alhóndiga en donde se preservaba el maíz para las épocas de escasez y la Casa del Diezmo, en donde la Iglesia cobraba su diez por ciento, obligatorio para entrar al cielo.
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Puesto que desde hace algunos años no leo fuera de programa, salvo por algún libro que se me imponga y por el cual me vea forzada a romper mi rígida disciplina, que no es sino una estructura de vida a la cual me engancho porque es la que mejor despierta mi entusiasmo, el mundo y sobre todo la gente son para mí una enorme reserva de libros en mi biblioteca, que contemplo y hojeo, pero cuya lectura profunda dejo pendiente para mejor ocasión.
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Sara Sefchovich
México: creo en ti
Como parte de nuestra educación escolar, aprendemos a amar a México con una retórica declamatoria sobre su belleza, o como decía Balbuena, sobre “sus hermosuras, grandeza de edificios, caballos, calles, trato, cumplimiento, letras, virtudes, variedad de oficios, regalos, ocasiones de contento, primavera inmortal”, y Francisco de Terrazas, “la belleza de los valles y montes encumbrados”.
Generaciones enteras han memorizado y repetido con la voz impostada y la lágrima en el ojo el célebre Credo de Ricardo López Méndez: “México, creo en ti”. Algunos hasta han querido imitar su tono, como la señora María Esther Zuno de Echeverría, que cuando era primera dama escribió: “Amo a mi patria, la veo erguirse majestuosa e indestructible como sus montañas, ágil como sus ríos”. Yo misma en 1990 publiqué una novela que se llama Demasiado amor y en la que recorro fascinada cada rincón de este país nuestro, con sus paisajes, gentes, comidas, artesanías, costumbres.
Esto viene a cuento porque parecería que el gobierno ha hecho una estrategia para que no veamos lo que pasa en el país, usando el discurso del amor por México. Por ejemplo, cuando la epidemia de influenza a principios de este año, lo que hicieron fue decirnos que “había que demostrar que seguimos siendo fuertes” y que “nuestro espíritu está en alto” y hoy, para algo tan brutal como esperar aprobación a su propuesta de subir los impuestos, nos dicen que “no es el momento de discordias”, que es lo que fue a discursearles hace unos días el presidente Calderón a los del Consejo Coordinador Empresarial.
Es una vez más el mismo rollo que se ha repetido una y otra vez, desde que tenemos registro histórico, por parte de las autoridades. Desde Porfirio Díaz hasta Ávila Camacho, desde Echeverría hasta Díaz Ordaz, según ellos, nunca es el momento para oponerse, para criticar, para ver lo feo, para hablar abiertamente de lo malo. En su opinión, si de verdad le tenemos amor a México debemos siempre apoyar las medidas del gobierno en turno.
Los presidentes Zedillo y Fox, que gustaban de decir a los mexicanos que no les creyeran a los medios de comunicación ni a los críticos, porque son “malosos” que no quieren ver lo mucho bueno que sucede. Y lo mismo ha dicho el presidente Calderón cuando alguien pone en duda los resultados de sus políticas (por ejemplo, contra el narcotráfico) o las bondades de sus propuestas (por ejemplo, el paquete económico). El problema es que muchos sí se creen esos decires.
Una joven cantante de nombre Jannette Chao y un fotógrafo amigo suyo llamado Pepe Jiménez decidieron recorrer el país para crear un documental que se llamaría X México, en el cual “decidimos hacer algo más que quejarnos por el país en el que vivimos (y) lanzarnos a hacer un proyecto artístico con la finalidad de brindar esperanza y certeza a la sociedad mexicana”. Por eso incluso el documental se acompañaría de una canción llamada “Paz para tu corazón”.
Pero sucedió que apenas iniciado su recorrido, cuando llegaron a Tijuana, se toparon con el México real: “Nos robaron todo absolutamente. Nos quedamos sólo con la ropa que llevábamos puesta. Fue un shock tremendo”.
Y agrega la mujer: “Lo que más me dolía, mucho más que las cosas materiales, era decirle a la gente que tenía razón en sentirse como se siente respecto a su país”.
En efecto, ¿por qué hay quien a pesar de lo que diariamente vemos, vivimos, leemos y oímos todavía considera que debemos pensar y creer que México es otra cosa?
Ya no somos esa “Patria impecable y diamantina” de que hablaba López Velarde; ahora hacemos honor a lo que escribió López Méndez, de que la X que lleva en su nombre “algo tiene de cruz y de calvario” y “se divierte jugando con la muerte”. Por eso José Emilio Pacheco escribió: “No amo a mi patria, su fulgor abstracto es inasible”.
Y yo misma, casi dos décadas después de aquella novela, escribí un libro llamado País de mentiras para exhibir lo que su título indica, porque como escribió el vate, no puedo dejar de percatarme de que “Hueles a tragedia, tierra mía” y “tus cosechas de milagrerías son sólo deseo”.
sarasef@prodigy.net.mx
Escritora e investigadora en la UNAM
Generaciones enteras han memorizado y repetido con la voz impostada y la lágrima en el ojo el célebre Credo de Ricardo López Méndez: “México, creo en ti”. Algunos hasta han querido imitar su tono, como la señora María Esther Zuno de Echeverría, que cuando era primera dama escribió: “Amo a mi patria, la veo erguirse majestuosa e indestructible como sus montañas, ágil como sus ríos”. Yo misma en 1990 publiqué una novela que se llama Demasiado amor y en la que recorro fascinada cada rincón de este país nuestro, con sus paisajes, gentes, comidas, artesanías, costumbres.
Esto viene a cuento porque parecería que el gobierno ha hecho una estrategia para que no veamos lo que pasa en el país, usando el discurso del amor por México. Por ejemplo, cuando la epidemia de influenza a principios de este año, lo que hicieron fue decirnos que “había que demostrar que seguimos siendo fuertes” y que “nuestro espíritu está en alto” y hoy, para algo tan brutal como esperar aprobación a su propuesta de subir los impuestos, nos dicen que “no es el momento de discordias”, que es lo que fue a discursearles hace unos días el presidente Calderón a los del Consejo Coordinador Empresarial.
Es una vez más el mismo rollo que se ha repetido una y otra vez, desde que tenemos registro histórico, por parte de las autoridades. Desde Porfirio Díaz hasta Ávila Camacho, desde Echeverría hasta Díaz Ordaz, según ellos, nunca es el momento para oponerse, para criticar, para ver lo feo, para hablar abiertamente de lo malo. En su opinión, si de verdad le tenemos amor a México debemos siempre apoyar las medidas del gobierno en turno.
Los presidentes Zedillo y Fox, que gustaban de decir a los mexicanos que no les creyeran a los medios de comunicación ni a los críticos, porque son “malosos” que no quieren ver lo mucho bueno que sucede. Y lo mismo ha dicho el presidente Calderón cuando alguien pone en duda los resultados de sus políticas (por ejemplo, contra el narcotráfico) o las bondades de sus propuestas (por ejemplo, el paquete económico). El problema es que muchos sí se creen esos decires.
Una joven cantante de nombre Jannette Chao y un fotógrafo amigo suyo llamado Pepe Jiménez decidieron recorrer el país para crear un documental que se llamaría X México, en el cual “decidimos hacer algo más que quejarnos por el país en el que vivimos (y) lanzarnos a hacer un proyecto artístico con la finalidad de brindar esperanza y certeza a la sociedad mexicana”. Por eso incluso el documental se acompañaría de una canción llamada “Paz para tu corazón”.
Pero sucedió que apenas iniciado su recorrido, cuando llegaron a Tijuana, se toparon con el México real: “Nos robaron todo absolutamente. Nos quedamos sólo con la ropa que llevábamos puesta. Fue un shock tremendo”.
Y agrega la mujer: “Lo que más me dolía, mucho más que las cosas materiales, era decirle a la gente que tenía razón en sentirse como se siente respecto a su país”.
En efecto, ¿por qué hay quien a pesar de lo que diariamente vemos, vivimos, leemos y oímos todavía considera que debemos pensar y creer que México es otra cosa?
Ya no somos esa “Patria impecable y diamantina” de que hablaba López Velarde; ahora hacemos honor a lo que escribió López Méndez, de que la X que lleva en su nombre “algo tiene de cruz y de calvario” y “se divierte jugando con la muerte”. Por eso José Emilio Pacheco escribió: “No amo a mi patria, su fulgor abstracto es inasible”.
Y yo misma, casi dos décadas después de aquella novela, escribí un libro llamado País de mentiras para exhibir lo que su título indica, porque como escribió el vate, no puedo dejar de percatarme de que “Hueles a tragedia, tierra mía” y “tus cosechas de milagrerías son sólo deseo”.
sarasef@prodigy.net.mx
Escritora e investigadora en la UNAM
Carlos Monsiváis
Con su venia, señor presidente
No todos los debates son querellas a gritos o escenas de cinismo en las que el mayoriteo se burla de las reclamaciones y razones de las minorías. Ocasionalmente hay debates interesantes y, si se quiere, además de instructivos ya propios de un país democrático. Esto sucedió en la Cámara de Diputados el 27 de octubre de 2009, a propósito de la despenalización del aborto. Imposible resumir la discusión, y me conformo con momentos culminantes. Inició la contienda Leticia Quezada del PRD: “Una mujer es más que un cuerpo condenado por su biología. Puede reparar el error de un embarazo no deseado, producto de la fragilidad, de un descuido o del error de la violencia… Lamentablemente la problemática nacional vinculada al tema del aborto y la violación de los derechos humanos de las mujeres mexicanas está más vigente que nunca y día a día lacera más a las mujeres mexicanas, con la complicidad del PRI y del PAN en todo el territorio nacional”.
A continuación, Ana Estela Durán Rico, del PRI, en contraposición de la postura de la líder nacional Beatriz Paredes, dedicada a lanzar oscuridades cada que se le pregunta sobre el tema, fue contundente en su defensa del Estado laico, agraviado por la campaña de PRI y PAN, y cuestionó: “¿Pueden las mujeres ejercer su derecho a decidir? ¿Tienen la mayoría de edad para asumir responsabilidades? ¿Puede algún diputado, funcionario o gobernante atropellar los derechos de las mujeres? ¿Qué está detrás de esto? ¿Líderes de opinión? ¿Relaciones de poder? ¿Dictados detrás de las esferas eclesiásticas? ¿Líneas conservadoras recurrentes? ¿Confrontaciones personales? ¿Decisiones individuales producto de convicciones o creencias, o simplemente una confusión prohijada que ha distorsionado el verdadero debate pretendiendo que es un conflicto entre quienes defienden la vida y quienes pretenden apoyar a la muerte?”.
Ifigenia Martínez, del PT, fue también precisa: “México es un Estado laico; garanticemos decidir que llevar a término un embarazo debe ser reconocido como derecho sólo de las mujeres. No somos objetos, somos seres humanos y exigimos derechos plenos en todo el país”. A la defensa de una panista de la penalización del aborto, Porfirio Muñoz Ledo, del PT, contesta: “El concepto de derecho a la vida que acaba de ser esbozado corresponde a una definición religiosa, no a una definición del derecho público. El derecho público es muy claro y cuando se cita la Constitución debe, en primer lugar, citarse el artículo primero. Todo individuo gozará de las garantías que esta Constitución consagra… En el proyecto de reformas al Título Primero, habíamos propuesto ‘toda persona’. En dado caso sólo la ley puede determinar cuándo alguien es individuo. No hay ninguna rama del derecho que determine que el individuo existe antes del nacimiento”.
* * *
Paz Gutiérrez Cortina, del PAN: “Es hoy cuando lo natural adquiere especial relevancia ante la necesidad de proteger el medio ambiente, nuestras especies animales y conservar los recursos naturales, es hoy cuando se cuestiona la preservación de la vida humana en gestación. Se protege a las ballenas, a las tortugas y sus huevos; pero se cuestiona la existencia de humanidad en el embrión desde el momento de la concepción”. Responde Muñoz Ledo: “La muy respetable compañera ha dicho que protegemos a los huevos, me refiero a los huevos en su acepción original; ojalá y aquí también se respetaran. Está confundiendo a los ovíparos con los mamíferos, señora. Un huevo por definición, de gallina o de tortuga, está fuera del cuerpo de la madre, ya no tiene que ver con la entidad de la madre. Se establece la heteronimia de cuerpos y no todos los huevos se protegen; puede llegar a haber especies perniciosas. Supongamos que nos encontramos con huevos de dragones o huevos de esos animales que son mortíferos para la humanidad. Tendría que haber una definición. Tratándose de los seres mamíferos, el producto está vinculado al cuerpo de la madre, es parte de él, independientemente de que vaya adquiriendo una personalidad biológica propia, y es la ley y sólo la ley la que debe establecer cuál es el solvento”.
La discusión es larga, y por una vez colmada de razones o de lo que se piensa que son argumentos contundentes. Muñoz Ledo es brillante: “El oscurantismo es una reducción del pensamiento científico y del proceso educativo. ¿Durante cuánto tiempo quienes piensan como usted combatieron las ideas de Darwin, porque estaba en la Biblia la historia de Adán y Eva? ¿Qué sostuvieron contra Galileo, contra Copérnico? Tuvieron siempre científicos alquilones para ocultar una verdad que ahora se ha vuelto universal”. El diputado Gerardo Fernández Noroña remite a hechos recientes: “Le recuerdo que alguna autoridad municipal (las educativas en León, Guanajuato, que incineraron libros de textos de Biología del primer año de secundaria de la SEP) quemó libros de biología, porque enseñaban educación sexual. ¿Eso es una posición correcta? No. ¿Es una posición científica? No. ¿Es una posición a favor del conocimiento? No. Es una posición retrógrada”.
El panista Francisco Javier Salazar se enreda con los argumentos del ADN y resuelve la duda de los oyentes con su experiencia personal: “Termino con una anécdota personal. Hace poco más de un año me mostró mi hija una fotografía de ultrasonido de mi nieta de 11 semanas. Señores, de veras, se los digo con sinceridad, esa foto de ultrasonido la tengo en mi álbum de fotografías más queridas. Es un bebé; es un bebé con sus pies, su cabeza, sus manos, su corazón. Es un bebé. Si alguien quisiera matar a ese bebé, ¿por favor?, contaría con mi absoluto rechazo y mi absoluta reprobación”. Contesta Fernández Noroña: “Si para usted un bebé es el producto, es un problema de su confusión, de su desconocimiento del lenguaje, de la biología, de una discusión filosófica muy profunda y de su concepción religiosa. Si usted cree en la Divina Providencia, puede creer en cualquier cosa, pero no tiene por qué imponérselo a toda una sociedad, que es un Estado laico. Yo soy también profundamente respetuoso de las percepciones que cada quien tenga, pero no tienen por qué imponérselas a las demás personas… Vea el diccionario de la Real Academia Española, vea lo que dice bebé y me dice si se considera bebé a un producto entre uno y nueve meses. La definición exacta es niño de pecho. Quiero que me explique cómo puede ser un producto niño de pecho”.
El debate es largo y, por supuesto, cada quien sale provisto de las convicciones que ya llevaba. Sin embargo, se deja leer con fluidez y es en verdad interesante. La prensa, la radio y la televisión lo ignoran por completo.
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A continuación, Ana Estela Durán Rico, del PRI, en contraposición de la postura de la líder nacional Beatriz Paredes, dedicada a lanzar oscuridades cada que se le pregunta sobre el tema, fue contundente en su defensa del Estado laico, agraviado por la campaña de PRI y PAN, y cuestionó: “¿Pueden las mujeres ejercer su derecho a decidir? ¿Tienen la mayoría de edad para asumir responsabilidades? ¿Puede algún diputado, funcionario o gobernante atropellar los derechos de las mujeres? ¿Qué está detrás de esto? ¿Líderes de opinión? ¿Relaciones de poder? ¿Dictados detrás de las esferas eclesiásticas? ¿Líneas conservadoras recurrentes? ¿Confrontaciones personales? ¿Decisiones individuales producto de convicciones o creencias, o simplemente una confusión prohijada que ha distorsionado el verdadero debate pretendiendo que es un conflicto entre quienes defienden la vida y quienes pretenden apoyar a la muerte?”.
Ifigenia Martínez, del PT, fue también precisa: “México es un Estado laico; garanticemos decidir que llevar a término un embarazo debe ser reconocido como derecho sólo de las mujeres. No somos objetos, somos seres humanos y exigimos derechos plenos en todo el país”. A la defensa de una panista de la penalización del aborto, Porfirio Muñoz Ledo, del PT, contesta: “El concepto de derecho a la vida que acaba de ser esbozado corresponde a una definición religiosa, no a una definición del derecho público. El derecho público es muy claro y cuando se cita la Constitución debe, en primer lugar, citarse el artículo primero. Todo individuo gozará de las garantías que esta Constitución consagra… En el proyecto de reformas al Título Primero, habíamos propuesto ‘toda persona’. En dado caso sólo la ley puede determinar cuándo alguien es individuo. No hay ninguna rama del derecho que determine que el individuo existe antes del nacimiento”.
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Paz Gutiérrez Cortina, del PAN: “Es hoy cuando lo natural adquiere especial relevancia ante la necesidad de proteger el medio ambiente, nuestras especies animales y conservar los recursos naturales, es hoy cuando se cuestiona la preservación de la vida humana en gestación. Se protege a las ballenas, a las tortugas y sus huevos; pero se cuestiona la existencia de humanidad en el embrión desde el momento de la concepción”. Responde Muñoz Ledo: “La muy respetable compañera ha dicho que protegemos a los huevos, me refiero a los huevos en su acepción original; ojalá y aquí también se respetaran. Está confundiendo a los ovíparos con los mamíferos, señora. Un huevo por definición, de gallina o de tortuga, está fuera del cuerpo de la madre, ya no tiene que ver con la entidad de la madre. Se establece la heteronimia de cuerpos y no todos los huevos se protegen; puede llegar a haber especies perniciosas. Supongamos que nos encontramos con huevos de dragones o huevos de esos animales que son mortíferos para la humanidad. Tendría que haber una definición. Tratándose de los seres mamíferos, el producto está vinculado al cuerpo de la madre, es parte de él, independientemente de que vaya adquiriendo una personalidad biológica propia, y es la ley y sólo la ley la que debe establecer cuál es el solvento”.
La discusión es larga, y por una vez colmada de razones o de lo que se piensa que son argumentos contundentes. Muñoz Ledo es brillante: “El oscurantismo es una reducción del pensamiento científico y del proceso educativo. ¿Durante cuánto tiempo quienes piensan como usted combatieron las ideas de Darwin, porque estaba en la Biblia la historia de Adán y Eva? ¿Qué sostuvieron contra Galileo, contra Copérnico? Tuvieron siempre científicos alquilones para ocultar una verdad que ahora se ha vuelto universal”. El diputado Gerardo Fernández Noroña remite a hechos recientes: “Le recuerdo que alguna autoridad municipal (las educativas en León, Guanajuato, que incineraron libros de textos de Biología del primer año de secundaria de la SEP) quemó libros de biología, porque enseñaban educación sexual. ¿Eso es una posición correcta? No. ¿Es una posición científica? No. ¿Es una posición a favor del conocimiento? No. Es una posición retrógrada”.
El panista Francisco Javier Salazar se enreda con los argumentos del ADN y resuelve la duda de los oyentes con su experiencia personal: “Termino con una anécdota personal. Hace poco más de un año me mostró mi hija una fotografía de ultrasonido de mi nieta de 11 semanas. Señores, de veras, se los digo con sinceridad, esa foto de ultrasonido la tengo en mi álbum de fotografías más queridas. Es un bebé; es un bebé con sus pies, su cabeza, sus manos, su corazón. Es un bebé. Si alguien quisiera matar a ese bebé, ¿por favor?, contaría con mi absoluto rechazo y mi absoluta reprobación”. Contesta Fernández Noroña: “Si para usted un bebé es el producto, es un problema de su confusión, de su desconocimiento del lenguaje, de la biología, de una discusión filosófica muy profunda y de su concepción religiosa. Si usted cree en la Divina Providencia, puede creer en cualquier cosa, pero no tiene por qué imponérselo a toda una sociedad, que es un Estado laico. Yo soy también profundamente respetuoso de las percepciones que cada quien tenga, pero no tienen por qué imponérselas a las demás personas… Vea el diccionario de la Real Academia Española, vea lo que dice bebé y me dice si se considera bebé a un producto entre uno y nueve meses. La definición exacta es niño de pecho. Quiero que me explique cómo puede ser un producto niño de pecho”.
El debate es largo y, por supuesto, cada quien sale provisto de las convicciones que ya llevaba. Sin embargo, se deja leer con fluidez y es en verdad interesante. La prensa, la radio y la televisión lo ignoran por completo.
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